El doctor le recomendó al cliente angustiado que buscara consuelo en la Biblia. Cuando el cliente se lo pidió, el doctor citó dos frases de la Biblia que podrían brindarle paz: 1) Ama a tu prójimo como a ti mismo, y 2) No te preocupes por el mañana, concéntrate en el presente. Luego añadió dos frases más que también lo consolarían: una sobre brazos eternos que sostienen, y otra sobre quienes confían en el Señor renovarán sus fuerzas.
2. Un día le llegó un cliente en tremendo
estado de angustia, y al ver sobre la mesa
de su consultorio una Biblia, la preguntó:
“¿Cómo, usted un doctor tan famosos y lee
la Biblia?”
3. El científico le respondió: “No sólo la leo
sino que la estudio y la medito cada día por
bastante rato. Este es el primer libro que
se ha escrito para poder tener la paz del
espíritu. Si la gente cumpliera lo que las
páginas de la Biblia enseñan, los
psiquiatras y médicos de enfermedades
nerviosas tendríamos que cerrar nuestros
consultorios e irnos a pescar, porque nadie
necesitaría venir a consultarnos”.
El enfermo le replicó: “Doctor, si eso es tan
cierto, ¿por qué no busca en la Biblia una
frase que sirva para mí?”.
4.
5. Al angustiado le brillaron los ojos de alegría, y
mientras copiaba tan hermosas palabras, dijo al
doctor: “Dígame otras dos frases como ésta y
serán mi mejor receta”.
Blandon le añadió: Dos frases que te ayudarán a
obtener la paz del espíritu son estas: 1ª Ama a tu
prójimo como te amas a ti mismo. O sea que a
ti mismo te debes amar bastante. Es un requisito
indispensable para que la persona goce de
equilibrio personal: amarse a sí mismo tanto como
debe amar a los demás. La falta de las propia
estima hacia sí mismo es la mayor causa de
desequilibrio entre los que me piden
tratamiento para sus nervios.
6. 2ª Frase:”No te preo-
cupes por el día de
mañana, Bástale a cada
día su propio afán”. Una
reconstrucción moderna de
este pensamiento sería:
Deja de preocuparte por el
futuro. La angustia causa
tensión y la tensión bloquea
las energías que parten del
cerebro, y tenemos por bien
sabido que la preocupación
nada resuelve.
7.
8. Entre ellas hay dos que me consuelan
muchísimo: aquella del Deuteronomio que dice:
“Brazos eternos nos sostienen”, y la otra tan
famosa de Isaías: “Los que confían en el Señor
renovarán sus fuerzas, y tendrán alas para
ascender como las águilas”.