1. El camino de los fariseos no es el
camino de Dios
LECCIÓN #60 EDIFIQUEMOS SOBRE CIMIENTOS FIRMES
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2. Bosquejo de la lección
• Los fariseos no adoraban a Dios en su corazón
(Marcos 7:1-9, 14-23).
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• Jesús contó una parábola acerca de un
recaudador de impuestos y un fariseo orgulloso
(Lucas 18:9-14).
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3. 1.- Los fariseos no adoraban a Dios en su corazón
Marcos 7:1-5 “Se juntaron a Jesús los fariseos, y algunos de los
escribas, que habían venido de Jerusalén; los cuales, viendo a algunos de
los discípulos de Jesús comer pan con manos inmundas, esto es, no
lavadas, los condenaban. Porque los fariseos y todos los judíos,
aferrándose a la tradición de los ancianos, si muchas veces no se lavan las
manos, no comen. Y volviendo de la plaza, si no se lavan, no comen. Y
otras muchas cosas hay que tomaron para guardar, como los lavamientos
de los vasos de beber, y de los jarros, y de los utensilios de metal, y de los
lechos. Le preguntaron, pues, los fariseos y los escribas: ¿Por qué tus
discípulos no andan conforme a la tradición de los ancianos, sino que
comen pan con manos inmundas?”
Los fariseos añadieron sus propias reglas a la Palabra de Dios.
4. Los fariseos desaprobaban a los discípulos de Jesús porque no hacían muchas cosas que los
fariseos decían que eran necesarias para que una persona fuera aceptada por Dios.
5. 1.- Los fariseos no adoraban a Dios en su corazón
Marcos 7:6-9 “Respondiendo él, les dijo: Hipócritas, bien profetizó
de vosotros Isaías, como está escrito:
Este pueblo de labios me honra,
Mas su corazón está lejos de mí.
Pues en vano me honran,
Enseñando como doctrinas mandamientos de hombres.
Porque dejando el mandamiento de Dios, os aferráis a la tradición de los
hombres: los lavamientos de los jarros y de los vasos de beber; y hacéis
otras muchas cosas semejantes.
Les decía también: Bien invalidáis el mandamiento de Dios para guardar
vuestra tradición.”
Los Jesús condenó a los fariseos.
6. 1.- Los fariseos no adoraban a Dios en su corazón
Tales personas dicen que siguen y adoran a Dios, pero no es
cierto. En lugar de confiar en Dios, creen que Él los aceptará si
obedecen las reglas que han agregado a la Palabra de Dios.
Ellos tratan de acercarse a Dios a su propia manera, en lugar
de la manera de Él. La obediencia a normas establecidas por el
hombre no hace aceptable a una persona ante Dios.
Aún hoy día hay quienes enseñan sus propias ideas en lugar
de la Palabra de Dios.
7. 1.- Los fariseos no adoraban a Dios en su corazón
Jesús enseñó que la obediencia de reglas externas no hace
aceptable a la gente ante Dios.
Marcos 7:14-19 “Y llamando a sí a toda la multitud, les
dijo: Oídme todos, y entended: Nada hay fuera del hombre que entre en
él, que le pueda contaminar; pero lo que sale de él, eso es lo que contamina
al hombre. Si alguno tiene oídos para oír, oiga.
Cuando se alejó de la multitud y entró en casa, le preguntaron sus
discípulos sobre la parábola. El les dijo: ¿También vosotros estáis así sin
entendimiento? ¿No entendéis que todo lo de fuera que entra en el
hombre, no le puede contaminar, porque no entra en su corazón, sino en el
vientre, y sale a la letrina? Esto decía, haciendo limpios todos los
alimentos.”
Jesús dejó muy en claro que no es lo que comemos lo que nos hace
inaceptables ante Dios sino el pecado de nuestro corazón.
8. 1.- Los fariseos no adoraban a Dios en su corazón
Dios ve el pecado de sus corazones.
Marcos 7:20-23 “Pero decía, que lo que del hombre sale, eso
contamina al hombre. Porque de dentro, del corazón de los hombres,
salen los malos pensamientos, los adulterios, las fornicaciones, los
homicidios, los hurtos, las avaricias, las maldades, el engaño, la
lascivia, la envidia, la maledicencia, la soberbia, la insensatez.
Todas estas maldades de dentro salen, y contaminan al hombre.“
Las cosas malas que hace la gente provienen del corazón. Aun si no las
hacemos, Dios ve el mal en nuestros corazones y no nos aceptará.
9. 2.- Jesús contó una parábola acerca de un
recaudador de impuestos y un fariseo orgulloso.
Lucas 18:9-14 “A unos que confiaban en sí mismos como justos, y
menospreciaban a los otros, dijo también esta parábola: Dos hombres
subieron al templo a orar: uno era fariseo, y el otro publicano. El fariseo,
puesto en pie, oraba consigo mismo de esta manera: Dios, te doy gracias
porque no soy como los otros hombres, ladrones, injustos, adúlteros, ni aun
como este publicano; ayuno dos veces a la semana, doy diezmos de todo lo
que gano. Mas el publicano, estando lejos, no quería ni aun alzar los ojos
al cielo, sino que se golpeaba el pecho, diciendo: Dios, sé propicio a mí,
pecador. Os digo que éste descendió a su casa justificado antes que el
otro; porque cualquiera que se enaltece, será humillado; y el que se humilla
será enaltecido.”
Dios rechaza al orgulloso e impenitente pero tiene misericordia con todos
los que admiten su pecado y confían en Él.
10. • El fariseo era orgulloso.
El fariseo fue al templo para hablar con Dios. Él era un
hombre orgulloso y estaba confiando en su propia justicia
para ser aceptado por Dios. Mientras oraba, mencionaba las
cosas que él hacía y que pensaba que harían que Dios lo
aceptara. Este fariseo era como Caín. Caín se acercó a Dios a
su propia manera, confiando en las cosas que él por sí mismo
había cultivado en la tierra. Así como Dios rechazó a Caín,
también rechazó a este fariseo orgulloso.
2.- Jesús contó una parábola acerca de un
recaudador de impuestos y un fariseo orgulloso.
11. • El cobrador de impuestos estaba arrepentido.
En la parábola, el recaudador de impuestos no trató de
esconder de Dios su pecado. Él se veía a sí mismo como Dios
lo veía. Se puso de acuerdo con Dios respecto a su propio
pecado. Sabía que si Dios no enviaba un Salvador, iría al lago
de fuego para ser castigado eternamente por Dios. Él confiaba
en el Señor como su Salvador. Dios tuvo misericordia de él, lo
perdonó y lo aceptó. Este recaudador de impuestos era como
Abel. Abel se puso de acuerdo con Dios y confió solamente en
Él para que fuera su Salvador.
2.- Jesús contó una parábola acerca de un
recaudador de impuestos y un fariseo orgulloso.
12. • Jesús enseñó que Dios tiene misericordia de
aquellos que reconocen que lo necesitan a Él.
El fariseo no admitía que era un pecador culpable y desvalido
que necesitaba la misericordia de Dios, por lo tanto, sus pecados
no fueron perdonados por Dios.
El cobrador de impuestos creía la Palabra de Dios y reconocía
que era un pecador desvalido que solamente podía ser salvado
del juicio divino por la misericordia de Dios. Este cobrador de
impuestos merecía ser separado de Dios para siempre, pero en
virtud del amor, la misericordia y la gracia de Dios, Dios lo
aceptó.
2.- Jesús contó una parábola acerca de un
recaudador de impuestos y un fariseo orgulloso.