El documento resume el libro de Job, comenzando con su final y luego explorando temas como el sufrimiento, la muerte, el perdón y la oración intercesora. Describe cómo Job llegó a conocer a Dios de manera personal a través de su sufrimiento y las palabras de Dios. Finalmente, Job oró por sus amigos y experimentó una restauración completa a pesar de que la muerte es inevitable para todos.
Capítulo 1 | Libro complementario | Comienzos finales | Escuela Sabática
1. Comienzos
y finales
S
tephen Covey, en su libro Los siete hábitos de la gente alta
mente efectiva, establece 7 hábitos que los hombres de ne
gocios han utilizado para alcanzar el éxito en sus empre
sas. Dichos principios son útiles en cualquier aspecto de
la vida.
El segundo hábito de la lista preparada por Covey, propone
que lo mejor siempre será comenzar con un objetivo en mente.
En otras palabras, es necesario visualizar los resultados esperados
o deseados, y luego trabajar para concretar esa visión. Nosotros
comenzaremos nuestro estudio del libro de Job abordando el fi
nal de la vida del protagonista.
Si pudiéramos controlar por completo la planificación de nues
tra vida, de seguro no incluiríamos en ella ni enfermedad, ni do
lencias, ni muerte. Como no podemos hacer eso, debemos en
frentar la muerte. Eso fue lo que hizo Job.
La Biblia no registra la respuesta de Dios a las preguntas de Job.
No dice nada del por qué de la muerte de sus diez hijos, el robo y
la destrucción de sus propiedades y la pérdida de su salud. No hay
registro de que se le brindara a Job respuesta alguna. Esa incerti
dumbre debe de haber acentuado el sufrimiento del patriarca.
2. 6 • El libro de Job
De hecho, el relato bíblico concluye diciendo: «Job murió muy
anciano, colmado de días» (Job 42: 17). Parecería que el autor
supone que la compensación por el sufrimiento y la muerte, se
cifra en haber disfrutado de una larga vida. Aunque tras el dolor y
el sufrimiento Job llegó a ser más rico y más sabio que antes, no
por ello pudo librarse de la muerte.
La Biblia no es un cuento de hadas que concluye con la frase:
«Y vivieron felices para siempre». De hecho, salvo Enoc y Elias,
todos los personajes bíblicos fallecieron. Hasta el mismo Jesús
experimentó la muerte.
Aunque alcanzar la felicidad es un noble deseo al que aspiran
todos los seres humanos, la Biblia no pasa por alto las tragedias del
diario vivir. Desde la entrada del pecado en el Edén, nuestra exis
tencia ha estado rodeada de tentaciones, pruebas, problemas y tri
bulaciones; ninguno de nosotros escapará al azote de la muerte. Te
nía razón Benjamín Franklin cuando afirmó: «En este mundo solo
ha dos cosas seguras: la muerte y pagar impuestos».
Esta vida está atiborrada de finales tristes. Nuestro equipo de
portivo pierde; a nuestros hijos no les va bien en la escuela, se jun
tan con el grupo equivocado, inician matrimonios que a menudo
terminan en divorcios. A pesar de ser vegetarianos, muchos de no
sotros contraemos enfermedades; el sufrimiento nos acecha como
un león que persigue a su presa en las planicies africanas. Así es la
vida, y ello no debe tomamos de sorpresa. La Biblia nos dice que
nuestro enemigo procura devoramos: «Sed sobrios y velad, porque
vuestro adversario el diablo, como león rugiente, anda alrededor bus
cando a quien devorar» (1 Ped. 5: 8).
El final del libro de Job nos enseña que hemos de estar cons
cientes de todo esto. Probablemente, como Job, muchos de noso
tros moriremos antes de la venida del Señor. Ahora bien, Job nos
demuestra que la forma en la que enfrentemos la vida, será la mis
3. 1. Comienzos y finales • 7
ma que utilizaremos para lidiar con la muerte. Al examinar la vida
de Job podemos comprender mejor su muerte.
Lo que Job no entendió del todo es que el final de su historia,
no es el final de la historia. Alguien ha dicho que el término histo
ria no es más que la historia de Dios, el relato de la interacción y de
la intervención divina en un mundo dañado por el pecado.
Aunque Job sufrió pérdidas, dolor y angustia mental, Dios es
tuvo con él todo el tiempo, hasta el mismo final. Además, vemos
que al concluir el libro, Job profundiza su conocimiento de Dios,
ya no tiene la visión superficial que él y sus tres amigos ponen de
manifiesto al inicio de su historia. Los cuatro entendieron y repre
sentaron mal a Dios.
Erróneamente sus amigos suponían que las calamidades de Job
eran resultado de algún pecado secreto y no confesado. En cam
bio, Job aseguraba ser una persona recta. Todos estaban equivo
cados.
Dios se revela a través de una serie de preguntas registradas en
los capítulos 38 al 41, donde cuestiona la limitada comprensión
de Job. Antes las preguntas del Creador, el mismo Job tuvo que
admitir: «"¿Quién es el que, falto de entendimiento, oscurece el
consejo?". Así hablaba yo, y nada entendía; eran cosas demasiado
maravillosas para mí, que yo no comprendía» (Job 42: 3, 4).
El conocimiento de Job era limitado y, por tanto, equivocado o
imperfecto. Lo que sabía de Dios se fundamentaba en lo que ha
bía escuchado de los demás. Sus conocimientos teológicos, en
caso de que los tuviera, se apoyaban plenamente en el testimonio
de otras personas. Lo que los demás han experimentado con Dios
es importante; pero nada supera la experiencia personal que po
demos tener con el Creador, Sustentador y Redentor.
Al final del relato, Job revela que ha experimentado algo al es
cuchar y «ver» a Dios personalmente. Pero al final pudo decir: «De
4. 8 • El libro de Job
oídas te conocía, mas ahora mis ojos te ven» (Job 42: 5). Esa no es
una afirmación de que hubo una visión literal, o sobrenatural de
Dios. Su sufrimiento y las falsas acusaciones de sus amigos lo lle
varon a cuestionar a Dios, y finalmente Dios le habló en forma
directa. «En esta declaración [42: 5] Job revela su transición desde
una experiencia religiosa formada por la tradición a una experien
cia basada en la comunión personal con Dios».1«La experiencia
religiosa de Job ya no es de segunda mano; él ha conocido perso
nalmente a Dios y eso le concede méritos a sus sufrimientos».2
Al final de su travesía, y después de escuchar las preguntas de
Dios, Job afirma que él ha visto a su Creador con su propios ojos.
Después de aquella profunda y dolorosa experiencia de escuchar
a sus tres amigos y finalmente someterse al interrogatorio que
Dios le hace, Job se arrepiente, se humilla, y se sienta sobre polvo
y cenizas (Job 42: 6).
Otro aspecto del relato de Job es la práctica de la oración inter-
cesora (ver Job 42: 10). La Biblia asocia la restauración de Job con
la oración que eleva en favor de sus tres amigos: Elifaz el temanita,
Bildad el suhita y Zofar el naamatita. Esto no debe ser pasado por
alto. La oración intercesora es un tema que permea toda las Escri
turas. Fíjese bien en la siguiente declaración:
«Un hermoso modelo de oración intercesora se encuentra
en Daniel 9. Posee todos los elementos de una verdadera
intercesión. Responde a la Palabra (vers. 2); es fervorosa
(vers. 3); pone el yo a un lado (vers. 4); se identifica con el
pueblo de Dios, en forma altruista (vers. 5); se fortalece me
diante la confesión (vers. 5-15); se aferra de los atributos
divinos (vers. 4,7,9,15); se enfoca en la gloria de Dios (vers.
16-19). Al igual que Daniel, los cristianos han de acercarse a
Dios para beneficio de los demás, con una actitud de arre
5. 1. Comienzos y finales * 9
pentimiento y de humildad, reconociendo que nada valen y
abrigando una actitud altruista. Daniel no dice: "Dios, tengo
el derecho a demandar esto de ti; porque soy uno de tus in
tercesores escogidos y especiales". Más bien dice: "Soy un
pecador, y no tengo derecho a exigir nada". Una genuina
oración intercesora procura no solamente conocer la volun
tad de Dios y ver que se cumpla, sino procurar su cumpli
miento sin tomar en cuenta si nos beneficia, o lo que nos
cueste. La legítima oración intercesora, procura la gloria de
Dios, no la nuestra».3
Jesús proveyó el máximo ejemplo de oración intercesora cuan
do oró en la cruz: «Padre, perdónalos, porque no saben lo que
hacen. Y repartieron entre sí sus vestidos, echando suertes» (Luc.
23: 34). ¡Qué privilegio tener a alguien que ore por nosotros, y
qué responsabilidad decirle a alguien que oraremos por él!
Al interceder por sus verdugos en la cruz, Jesús puso de mani
fiesto lo que ya había dicho en su Sermón del Monte: «Pero yo os
digo: Amad a vuestros enemigos, bendecid a los que os maldicen,
haced bien a los que os odian y orad por los que os ultrajan y os
persiguen» (Mat. 5: 44).
Aunque nadie le dio una orden directa, Job entendió que debía
elevar una oración en favor de sus errados amigos. Su oración
constituye una versión anticipada de las enseñanzas de Jesús, que
a su vez fueron una revelación de la gran misericordia y del espí
ritu perdonador de Dios.
Cristo también puso de manifiesto que nuestro perdón ha de
ser ilimitado. Recordemos la pregunta de uno de sus apóstoles:
«Entonces se le acercó Pedro y le dijo: "Señor, ¿cuántas veces per
donaré a mi hermano que peque contra mí? ¿Hasta siete?". Jesús
6. 10 • El libro de Job
le dijo: "No te digo hasta siete, sino aun hasta setenta veces siete"»
(Mat. 18: 21, 22).
Jesús amplifica lo que se presenta en el libro de Job: que el per
dón es ilimitado; que el perdón no es un asunto matemático, o
una norma legal, sino una actitud.4De hecho, Elena G. de White
escribe: «Nada puede justificar un espíritu no perdonador».5
Aquí tenemos una verdad adicional: el perdón que recibimos
está inextricablemente unido al perdón que extendemos a quie
nes nos ofenden. «Por tanto, si perdonáis a los hombres sus ofen
sas, os perdonará también a vosotros vuestro Padre celestial; pero
si no perdonáis sus ofensas a los hombres, tampoco vuestro Padre
os perdonará vuestras ofensas» (Mat. 6: 14, 15).
¿Acaso podría ser más claro?
Job lo entendió. Cuando oró por sus amigos; él experimentó
una restauración plena. Aunque esa fue la experiencia de Job, no se
debe entender que la prosperidad material y la salud van de la
mano de la oración intercesora. La Biblia afirma que Dios se agrada
cuando oramos por nuestros hermanos (Sant. 5: 16; 1 Juan 5: 16).
La Biblia no dice específicamente que Job quedó curado de sus
dolencias, aunque el capítulo 42 parece sugerirlo. Mientras que él
sufría en compañía de sus tres miserables consoladores, al final
sus familiares y amigos se regocijaron por su restauración.
¿Dónde estaban todos cuando él atravesaba sus peores mo
mentos? Quizá ellos también, junto a los amigos de Job, creyeron
que el patriarca estaba recibiendo su merecida recompensa. Ahora
que está saludable, acomodado y sano, ellos están de vuelta a su
lado, regocijándose. La gente puede ser muy especial. Quizá ese es
un factor relevante que impulsa al salmista cuando dice: «No con
fiéis en los príncipes ni en hijo de hombre, porque no hay en él
salvación» (Sal. 146: 3).
7. 1. Comienzos y finales * 1 1
La misma gente que había gozado de la generosidad de Job
cuando este se encontraba en la cima de su bienestar, lo abando
nó al verlo enfermo y deambulando por los rincones del desalien
to. Pero ahora que la prosperidad ha regresado, ellos también vol
vieron al redil de Job. Ahora que ha concluido la prueba, que los
problemas se han ido, que las tribulaciones han cesado, ellos re
gresan para consolarlo y para traerle oro y plata (Job 42: 11).
Contrasta lo anterior con la entrada triunfal de Jesús en Jerusa-
lén (Mat. 21: 1-11). La ciudad entera exclamó: «¡Hosana al Hijo de
David! ¡Bendito el que viene en el nombre del Señor! ¡Hosana en
las alturas!» (Mat. 21: 9). Sin embargo, cuando Jesús fue llevado
ante el gobernador Pondo Pilato, la gente gritó: «Sea crucificado!»
(Mat. 27: 22). Sin dudas, allí estaban los que vieron los milagros
de sanidad en favor de los ciegos, los paralíticos y otros enfermos.
Los que le recibieron con gozo al entrar a Jerusalén, más tarde se
volvieron en su contra. Al final, como sucedió con Job, las prue
bas desde el Getsemaní hasta la tumba concluyeron mejor de lo
que habían comenzado.
Job recibe la bendición de adquirir más ganado, siete hijos y
tres hijas. Es interesante observar que los nombres de las hijas
aparecen en el versículo 14, mientras que no se dice nada respecto
a los varones. Jemina, que significa hermosa como el día; Cesia,
que significa una especia con un grato perfume; y Keren-hapuc, que
hace referencia a un cuerno del color de un colorido rayo. En es
pecial se menciona que Job «dio herencia» a sus hijas, «un no
acostumbrado gesto en el Oriente Medio, ya que en la ley judía,
únicamente heredan en caso que no haya hijos varones (Núm.
27: 8); como una demostración de riqueza y equidad».6Luego se
dice que Job, el que lamentó el día de su nacimiento, vivió 140
años más. Sorprendente, ¿no es cierto?
8. 12 • El libro de Job
Dios promete que el final de nuestras vidas será mejor que el
principio si edificamos en el cimiento que él ha provisto: Jesucris
to el Redentor, de quien Job en medio de su prueba, afirmó con
confianza: «Pero yo sé que mi Redentor vive, y que al fin se levan
tará sobre el polvo, y que después de deshecha esta mi piel, en mi
carne he de ver a Dios. Lo veré por mí mismo; mis ojos lo verán,
no los de otro. Pero ahora mi corazón se consume dentro de mí»
(Job 19: 25-27).
Entonces, ¿qué podemos aprender del último capítulo del li
bro de Job? Que hay muchas cosas que suceden durante nuestras
vidas que nunca entenderemos el porqué. Aunque todos atravesa
mos pruebas y períodos difíciles, Dios está allí a nuestro lado y al
final se nos revelará.
Aunque haya amigos que intenten consolamos en nuestras pe
nas, la máxima fuente de consuelo únicamente podrá encontrarse
en Dios. En la medida en que conservemos nuestra fe, la misma
será recompensada. Con Dios, nuestro final será mejor que nues
tros inicios.
Si comenzamos nuestra jomada teniendo en mente dicho fin y
mantenemos a la vista dicho blanco, moraremos en un mundo y
viviremos una vida que no se podrán comparar con nada que ni
siquiera podríamos imaginar. «Entonces vi un cielo nuevo y una
tierra nueva, porque el primer cielo y la primera tierra habían pa
sado y el mar ya no existía más. Y yo, Juan, vi la santa ciudad, la
nueva Jerusalén, descender del cielo, de parte de Dios, ataviada
como una esposa hermoseada para su esposo. Y oí una gran voz
del cielo, que decía: "El tabernáculo de Dios está ahora con los
hombres. Él morará con ellos, ellos serán su pueblo y Dios mismo
estará con ellos como su Dios. Enjugará Dios toda lágrima de los
ojos de ellos; y ya no habrá más muerte, ni habrá más llanto ni
9. 1. Comienzos y finales • 13
clamor ni dolor, porque las primeras cosas ya pasaron"» (Apoc.
21: 1-4).
Ese es el final que Dios tiene para nosotros. Hagamos planes
para estar en la tierra nueva, y veremos el fin de este mundo trans
formado en un nuevo comienzo.
Referencias
1. Comentario bíblico adventista, t. 3, p. 610.
2. W. W. Wiersbe, Job 38: 1 a 42: 6 en Wiersbe's Expository Outlines on the Oíd Testament (Wheaton:
Víctor Books, 1993).
3. «What Is Intercessory Prayer?», gotQuestions?org, http://www.gotquestions.org/intercessory-
prayer.html#ixzz3dHjUy4b.
4. Comentario bíblico adventista, t. 5, p. 449.
5. Elena G. de White, La fe por la cual vivo, p. 133.
6. «Job 42», Jamieson-Fausset-Broum Bible Commentary, Bible Hub, http://biblehub.com/commenta-
ries/jfb//job/42.htm.