2. Job 10 presenta la protesta de Job ante un sufrimiento que considera
injusto. ¿Cómo puede Dios, que con amor lo ha creado y lo sustenta,
castigarlo de esta manera?
En este mundo de pecado, la respuesta no es fácil. El sufrimiento y el mal
son realidades a las que no sabemos dar una explicación satisfactoria.
3. “¡Tú bien sabes que no soy culpable!” (Job 10:7 NVI)
Job solo deseaba entender por qué sufría de esta
manera: “No me condenes; hazme entender por
qué contiendes conmigo” (Job 10:2).
Lo que él comprendía de Dios no concordaba con
la realidad de su sufrimiento. Él creía que:
Dios es superior al hombre (v. 4).
Dios es eterno (v. 5).
Dios es mi Creador (v. 8-11).
Dios es misericordioso (v. 12).
Dios se acuerda de mí (v. 13).
Dios es justo (v. 14).
Por otra parte, estaba dispuesto a admitir su
culpabilidad y a no enorgullecerse de su
inocencia (v. 15).
Aunque él aún no lo sabía, estaba sufriendo
precisamente porque era fiel. Y eso,
efectivamente, no cuadra con el carácter de Dios.
4. “Se juntan contra la vida del justo, y condenan la sangre inocente” (Salmos 94:21)
La expresión “sangre inocente” se
encuentra a lo largo de la Biblia
como expresión de los que
mueren sin culpa (Isaías 59:7;
Jeremías 22:17; Joel 3:19).
¿Sin culpa? ¿Acaso no es cierto
que “la muerte pasó a todos los
hombres, por cuanto todos
pecaron” (Romanos 5:12)?
En un modo absoluto, ¿no merecemos todos el
sufrimiento y la muerte por el mero hecho de haber
pecado? Esto nos ayuda a ver más claramente nuestra
necesidad de la Cruz.
Sin embargo, el hecho de que Dios mismo hable del
derramamiento de sangre inocente implica que aún el
pecador puede sufrir de forma injusta. Es decir, no es
nuestro pecado el que causa cada uno de nuestros
sufrimientos en esta vida.
5. “O aquellos dieciocho sobre los cuales cayó la torre en
Siloé, y los mató, ¿pensáis que eran más culpables que
todos los hombres que habitan en Jerusalén?” (Lucas 13:4)
Aunque hemos visto que no todo el sufrimiento es
producto de un pecado concreto, sí es cierto que todo
sufrimiento es fruto del pecado en sí. Si el pecado no
hubiera entrado en este mundo, el sufrimiento no existiría.
Esto provoca situaciones de evidente injusticia. ¿Por qué
murieron los hijos de Job? ¿Por qué murieron sus criados?
¿Por qué murió su ganado? ¿Qué culpa tenían todos estos?
Y en nuestra época, ¿por qué mueren personas por desastres naturales o
atentados terroristas? ¿Qué hay de los accidentes, el cáncer o las acciones
de hombres violentos? ¿Podemos esperar justicia en esta vida?
6. “Es cierto que Dios nos ama, que trabaja para nuestra
felicidad y que si siempre se hubiera obedecido su ley
nunca habríamos conocido el sufrimiento; y no menos
cierto es que, en este mundo, toda vida tiene que
sobrellevar sufrimientos, penas y preocupaciones como
resultado del pecado. Podemos hacer a los niños y
jóvenes un bien duradero si les enseñamos a afrontar
con valentía esas penas y preocupaciones…
Se les ha de enseñar que este mundo no es un desfile,
sino un campo de batalla. Se invita a todos a soportar
las dificultades como buenos soldados. Necesitan ser
fuertes y conducirse como hombres. Hay que enseñarles
que la verdadera prueba del carácter se encuentra en la
disposición a llevar responsabilidades, ocupar el puesto
difícil, hacer lo que hay que hacer, aunque no produzca
reconocimiento ni recompensa terrenal”
E.G.W. (La educación, pg. 265)
7. “Así que, no os afanéis por el día de mañana, porque el día de mañana
traerá su afán. Basta a cada día su propio mal” (Mateo 6:34)
Cada día viene cargado con su propia dosis de maldad. Por eso, Jesús nos invitó
a confiar plenamente en Dios en cada momento de nuestra vida.
Sin embargo, en ocasiones, Dios permite que el mal se manifieste duramente
sobre sus hijos. Considera algunos ejemplos.
Abel (Génesis 4:8)
Urías Heteo (2ª de
Samuel 11:17)
Jeremías (Jeremías
38:6)
Los niños de Belén
(Mateo 2:16)
Juan el bautista
(Mateo 14:10)
Apedreados,
angustiados,
aserrados, …
(Hebreos 11:35-38)
8. “Fíate de Jehová de todo
tu corazón, y no te apoyes
en tu propia prudencia”
(Proverbios 3:5)
¿De qué forma explicamos esa clase de sufrimiento
que parece no tener sentido para nosotros y en el que
se derrama sangre inocente?
La única explicación válida está más allá de lo que
nuestros ojos pueden ver. Es una lucha invisible para
nosotros, pero tan real que afecta a cada aspecto de
nuestra vida. Es el Gran Conflicto entre el bien y el
mal, entre Cristo y Satanás.
Impotentes ante las potencias del mal, se nos invita a
confiar plenamente en Dios y en sus promesas.
Especialmente cuando vemos que nada bueno sale del
mal y el sufrimiento que nos rodea.
Dios ha prometido que
llegará el día en que todo
este mal será historia pasada
que nunca más se volverá a
repetir (Nahúm 1:9).
9. “Todo el universo habrá visto la
naturaleza y los resultados del pecado. Y
su destrucción completa que en un
principio hubiese atemorizado a los
ángeles y deshonrado a Dios, justificará
entonces el amor de Dios y establecerá su
gloria ante un universo de seres que se
deleitarán en hacer su voluntad, y en
cuyos corazones se encontrará su ley.
Nunca más se manifestará el mal. La
Palabra de Dios dice: “No se levantará la
aflicción segunda vez”. Nahúm 1:9 (VM).
La ley de Dios que Satanás vituperó como
yugo de servidumbres será honrada como
ley de libertad. Después de haber pasado
por tal prueba y experiencia, la creación
no se desviará jamás de la sumisión a
Aquel que se dio a conocer en sus obras
como Dios de amor insondable y
sabiduría infinita”
E.G.W.(Elconflictodelossiglos,pg.493)