El arte de esculpir al ser humano a través de la educación
1. S OBRE EL A RTE DE ESCULPIR AL S ER H UMANO
Jimmy Triana
Licenciado en Lenguas Modernas
Llamar arte a algo que en la actualidad goza de status científico, es un sano
atrevimiento para el asunto de este breve ensayo. De ahí que
necesariamente acuda primero a una diferenciación entre estos dos modos
de conocimiento: arte y ciencia. De un lado, el arte contempla las cosas
desde la perspectiva de un disfrute estético entrañable. De otro, la ciencia
-como lo afirmaba Einstein- es el refinamiento del pensamiento cotidiano, es
la actitud de observar estructuradamente la realidad. En términos de Ortega
y Gasset, desde el arte se vive en el mundo de las creencias, mientras que
desde la ciencia en el mundo de las ideas. Las creencias nos gobiernan, las
2. ideas las gobernamos. Por eso, con esa óptica se concibe la educación
como una experiencia anfíbica entre estos dos mundos para sustentar el por
qué se constituye en el arte de esculpir al ser humano.
Para ello, se debe responder a una inquietud básica: ¿Cómo se esculpe el
ser humano? A continuación se presentan dos ideas que pretenden
resolver el anterior interrogante. La primera es reconocer la instrucción
como un proceso formativo de fuera hacia dentro. La segunda consiste en
asimilar la educación como un proceso invertido al anterior, es decir, de
dentro hacia fuera.
La dinámica de la instrucción está enmarcada en la adquisición de un estilo
de vida para el ambiente familiar, social y laboral. El ser humano se
asemeja a una esponja que absorbe pautas de sentir, pensar y actuar en el
mundo. Así, cada persona permanece en una constante exploración y
descubrimiento de la realidad. De acuerdo con Kant, la instrucción es un
3. desarrollo heterónomo del ser humano con miras a la autonomía. En otras
palabras, en este proceso la persona aún no es capaz de servirse de su
propio entendimiento, sin la dirección de otro.
Ahora, se presenta un etapa de la vida en la que el individuo desea romper
ese molde que viene del exterior y es cuando empieza a emprender un
proceso educativo. Por eso, mientras que en la instrucción se le exige a la
persona, en la educación ella misma se exige por sí sola. En este caso, se
trata de una persona capaz de salirse de sí misma y verse a su vez para
comenzar a esculpirse con cinceles de disciplina y dedicación la forma y
sustancia de su propósito, es decir, una persona que sabe para dónde ir y
cómo lograrlo.
Entre lo anterior, subyace una pregunta: ¿Cuál es la razón de ser del
maestro? En primera instancia, la de ser un provocador de aprender en
esos dos sentidos: el instructivo y el educativo. Segundo, la funcionalidad
4. del maestro radica en saber compartirle al estudiante sobre cómo
trascender su generación, de cómo contra viento y marea logre alcanzar sus
propios sueños mediante la consolidación paulatina de una cultura de la
autonomía, de tal manera que sea capaz de servirse de su entendimiento
para ejercer sus derechos y deberes con cierto equilibrio de la
responsabilidad. En conclusión, como diría Martín Descalzo, el ser maestro
es saber ver la joya preciosa que hay en cada ser humano.