Resolucion de Problemas en Educacion Inicial 5 años ED-2024 Ccesa007.pdf
La Tierra, el único hogar
1. N O V E N A L E C T U R A D E
L L E N G U A C A S T E L L A N A
¿QUIÉN CUIDA TU CASA?
Las fiestas en casa de Lluís eran sonadas y muy populares, aunque muy poco ejemplares...
Corría el año 2080 y los terrícolas sufrían severas estrecheces, dificultades enormes para
sobrevivir. La Tierra, su único hogar, estaba prácticamente herida de muerte y, aunque seguían
contaminándola sin tregua, el planeta seguía siendo a la vez su único amigo. Sí… Los seres
humanos solo eran ya anfitriones de fiestas en las que se consumía alcohol, se fumaba sin cesar
y se hacían carreras ilegales por las calles de las ciudades de todo el mundo generando así unas
enormes nubes tóxicas que quedaban atrapadas en la atmósfera; todos los habitantes de la Tierra
habían perdido el poco sentido común que les quedaba e iban de fiesta en fiesta, bebidos hasta
arriba, dando tumbos sin saber a qué casa irían a parar. En cada casa había una fiesta. Nadie
trabajaba. Las fábricas estaban descontroladas. No existían ya los gobiernos ni la policía. ¡Todo
era un auténtico caos! Pero la Tierra, el planeta, el tercer planeta del sistema solar, seguía
luchando por mantener a los perdidos humanos con vida. Cada día, el planeta renovaba su
atmósfera durante el movimiento de rotación y creaba oxígeno nuevo, un oxígeno que permitía a
los humanos seguir respirando.
Los estúpidos habitantes de la Tierra no se daban cuenta del carácter servicial de su propio
planeta; no entendían la hospitalidad con la que la Tierra actuaba cada día; no podían
comprender, a causa de sus excesos y borracheras, que el planeta en el que vivían seguía
luchando por ellos y les mantenía con vida. La Tierra seguía agasajándoles con oxígeno y con la
posibilidad de poder disfrutar de un nuevo día, y ellos se lo pagaban con nuevas fiestas
estruendosas y toneladas y más toneladas de monóxido de carbono, óxido nitroso y dióxido de
azufre. Nada de nada conmovía a los egoístas habitantes de un planeta que se estaba
muriendo…
En casa de Lluís, como cada día, los ingredientes estaban preparados. Los participantes en
las locas carreras por las calles de Soses estaban impacientes. Primero, ensuciaban su cuerpo
con líquidos tentadores que contenían sustancias poco recomendables para conservar los
sentidos atentos; para ellos era un tipo de bebida suculenta, como una especie de gasolina que
tenían que beber para poder conducir con más rapidez y sin miedo. Así, pues, ponían gasolina
con plomo a los vehículos y también la tomaban ellos, en cierto modo. Una vez borrachos y
mareados, empezaban a saborear los manjares que Andrea preparaba en su restaurante de
2. comida rápida: perritos calientes, grasientas hamburguesas y callos en su salsa. Los participantes
comían hasta reventar, tiraban los envoltorios al suelo y eructaban libremente: eso les hacía
sentirse fuertes y vigorosos.
Una vez satisfechas las barrigas y llenos los depósitos, empezaba la carrera. Lluís anunciaba
micrófono en mano que el duelo podía empezar. Nadie entendía lo que decía porque de tanto
beber y comer balbucía palabras incomprensibles, pero en cuanto abría la boca todo el mundo
sabía que había que apretar el acelerador a fondo.
El tiempo acuciaba y todos los pilotos salían disparados. Núria conducía un pequeño
escarabajo que avanzaba solo unos metros y explotaba: ¡contaminación! Marta optaba por una
moto de gran cilindrada que expulsaba una densa niebla de basura gaseosa putrefacta y
maloliente; normalmente se estrellaba contra la primera pared que encontraba: ¡contaminación!
Cristian conducía una especie de tren desvencijado que avanzaba a trompicones y expulsaba un
extraño humo lila que fulminaba a las plantas y a los animales; el tren se desmontaba a piezas:
¡contaminación! El peor de todos, el propio Lluís… El anfitrión pilotaba una lata gigante de
sardinas, una especie de cacharro al que había incorporado un motor de tractor gigante y que
hacía un ruido criminal; poco a poco se iba hundiendo en el suelo hasta desaparecer:
¡contaminación!
Todos intentaban ganar una carrera que nunca se acababa. Los vehículos acababan
destrozados, y la Tierra se llevaba una buena dosis de contaminación. Ninguno de aquellos
insensatos terrícolas se daba cuenta de que, lejos de cuidar su casa, estaban atacando
directamente al único amigo que les quedaba.
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