1. CAPITULO 3
ARQUITECTURA SOSTENIBLE
Los nuevos edificios y construcciones se conciben como poco más que solo
instalaciones financieras, en búsqueda de un beneficio que logra determinar su forma,
su calidad y su rendimiento.
Lord Hanson define una línea económica dominante: “apropiarse hoy del dinero de
mañana”; esta estrategia sólo puede empeorar el futuro siendo la oposición al
pensamiento sostenible, al no incentivar iniciativas ecológicas.
Los profesionales últimamente se ven condenados a trabajar para entregar un mayor
volumen de construcción en el menor tiempo posible y a bajos costos, poniendo en
riesgo la calidad del proyecto.
Deberíamos pensar y cuestionarnos de qué manera los edificios pueden responder a
las necesidades de sus usuarios y explotar tecnologías sostenibles en lugar de
contaminantes. Estos deberían originar y conformar ciudades que celebren la
sociedad y respeten la naturaleza.
Los edificios realzan la esfera pública de maneras diversas, es decir, dan forma a la
silueta urbana, marcan singularmente la ciudad, conducen hacia su exploración y
resaltan el cruce de las calles. El más pequeño detalle tiene un efecto crucial en su
totalidad.
Los proyectos deberían relacionarse con el dominio público; se trata de estimular el
potencial humano, es decir, humanizar la ciudad.
La vida moderna está cambiando mucho más deprisa que los edificios que la integran.
Los edificios que sean capaces de modificaciones tendrán una duración más
prolongada y serán mucho más eficientes en el uso de sus recursos.
Es necesario ofrecer flexibilidad y tratar con nuevas formas que expresen belleza
dentro de su funcionalidad.
Las nuevas instalaciones deberían de ser lugares en donde las actividades dicten la
forma del edificio con el pasar del tiempo.
Debería de existir una exploración del concepto de adaptabilidad que refleje un
espacio flexible. Las nuevas ideas precisan de nuevas formas, que logren albergar
nuestras funciones cotidianas.
La conservación es preferible que la demolición de un buen edificio y su sustitución;
pero no significa que deben preservarse e impedir alguna innovación. Cuando los
edificios tienen preferencia frente a la sociedad, lo que resulta es herencia y no
historia.
El asumir el uso de nuevos materiales, reciclados o compuestos pueden dar lugar a
mejoras en la calidad y ahorro.
En cuanto a cómo el ámbito público puede dar forma a los edificios y cómo los
edificios flexibles ofrecen nuevos modos de organizar nuestra vida; estos conceptos
intentan animar la existencia de una sociedad viva, y reforzar la sostenibilidad
ambiental.
2. El desafío para los arquitectos de hoy en día sería desarrollar proyectos que incorporen
tecnologías sostenibles que reduzcan la contaminación y los costos de mantenimiento.
Los arquitectos empiezan a confiar menos en soluciones tecnológicas “activas” que
requieren un alto consumo de energía, y comienzan a explotar tecnologías “pasivas”
que logren la utilización de energías renovables que provengan de recursos naturales
como plantas, viento, sol, tierra y agua.
En la medida en que nuestros edificios vuelvan a aceptar los ciclos de la naturaleza, la
arquitectura volverá a sus raíces.