Análisis literario- lingüístico presentado a propósito de las XVI Jornadas Andinas de Literatura Latinoamericana de Estudiantes. JALLA-E. Universidad Mayor de San Andrés (UMSA). La Paz, Bolivia. (4 al 7 de octubre)
Los avatares para el juego dramático en entornos virtuales
EL SENTIDO DE LA ACTIVIDAD DOCENTE EN LA VOZ DEL DRAMATURGO MARCO ANTONIO DE LA PARRA: LA PEQUEÑA HISTORIA DE CHILE.
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EL SENTIDO DE LA ACTIVIDAD DOCENTE EN LA VOZ DEL DRAMATURGO
MARCO ANTONIO DE LA PARRA: LA PEQUEÑA HISTORIA DE CHILE
Autor: Marisa Ángela Guzmán Munita. Universidad Católica Silva Henríquez
Correo electrónico: journalistmgm@gmail.com
RESUMEN
La dramaturgia chilena, se ha nutrido de la obra de exponentes como Marco Antonio de la
Parra, el que se considera parte del canon de los clásicos del teatro chileno contemporáneo.
De su extensa producción, se toma por corpus La pequeña historia de Chile (1994), por ser
una obra dramática que visibiliza la crisis de la educación pública, en el contexto político y
cultural de la post dictadura. Mediante recursos estilísticos, literarios y el empleo de
elementos simbólicos como el mapa y la bandera, la obra trasciende a su dimensión de
espectáculo, al representar una identidad nacional en crisis producto de los conflictos sociales
que acuciaban la educación pública en los 90’. Ante los desafíos de relacionar la experiencia
estética de leer, con la reflexión profunda de los temas que plantean las obras, se aporta un
trabajo que metodológicamente asume un enfoque interpretativo tanto lingüístico como
literario al examinar fragmentos del corpus, para observar los recursos estilísticos que el autor
emplea al examinar nuestra identidad nacional y memoria social, en el escenario de un liceo
público y la voz de profesores encargados de enseñar Historia. Este procedimiento permite
recuperar los elementos simbólicos y metafóricos que Marco Antonio de la Parra emplea
tanto para exponer su crítica al sistema público de educación, como para llevar al
lector/espectador a reflexionar en las abstracciones que plantea, lo que aporta a la re-lectura
de una obra señera del canon chileno contemporáneo. Los comentarios críticos fundamentan
conclusiones, que interpelan a las actuales generaciones, a conectarse con la memoria social
a partir del examen del mensaje de la obra.
Palabras clave: teatro chileno contemporáneo, identidad nacional, memoria social,
educación pública.
Introducción
Marco Antonio de la Parra forma parte de la generación de dramaturgos nacionales
reconocidos por su impulso al desarrollo del teatro chileno contemporáneo. Su obra La
pequeña historia de Chile (1994), aborda por tópicos la historia e identidad chilena,
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mostrando los referentes e íconos que han configurado nuestra memoria histórica y social,
situándose en el convulso contexto político y cultural de los años 90´, particularmente en el
ámbito de la educación pública.
Este período fue complejo para la sociedad chilena, debido a los efectos que el modelo
económico neoliberal legado tras 18 años de dictadura provocó en la educación, por cuanto,
con el pre-texto de defender la “libertad de enseñanza”, la promulgación de la Ley Orgánica
Constitucional de Enseñanza (LOCE) al final del gobierno militar, facultó al Estado para
traspasar la administración del sistema educativo a municipios y personas naturales y
jurídicas privadas; facultándose a estas últimas para cobrar su prestación;
institucionalizándose así, una “educación de mercado”. (Donoso Díaz, 2004).
Esto marcó el inicio de una práctica que se mantiene hasta nuestros días: la segregación de
estudiantes por criterios económicos, sociales y cognitivos, lo que ha generado una enorme
desigualdad social, por cuanto la población más vulnerable quedó desplazada a los
establecimientos educacionales públicos, como sola opción.
El impacto que este nuevo escenario provocó en el imaginario de los encargados de gestionar
la educación: los profesores, es revelado mediante formas estilísticas y discursivas en la obra
que se revisa. La pequeña historia de Chile, explora el desencanto docente frente a los
cambios políticos que afectan a la ciudadanía, siendo un aporte del autor plasmarlo en una
obra que, con muy pocos recursos escenográficos, desarrolla una narración que apuesta al
trabajo interpretativo de los actores y a su propia dramaturgia, al articular una experiencia
teatral que representa una identidad nacional en crisis producto de los conflictos sociales que
acuciaban la educación administrada por los municipios: la pública.
La inclusión de elementos simbólicos en esta obra constituye un recurso que el autor emplea
para interpelar al receptor, haciéndolo pensar y deliberar acerca de las temáticas que plantea,
trascendiendo de esta manera, a su dimensión de espectáculo.
Dado lo anterior, este trabajo parte del siguiente supuesto: Proveer un método interpretativo
tanto lingüístico como literario al examinar fragmentos de una obra dramática representativa
del canon chileno contemporáneo, enriquece el análisis crítico de la obra, propiciando la
reflexión profunda de las temáticas que plantea.
En consecuencia, este trabajo se plantea por objetivo general:
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Observar los recursos estilísticos que el dramaturgo emplea al examinar nuestra identidad
nacional, memoria social y educación pública.
Y por objetivo específico:
Analizar el lenguaje simbólico literario que articula las abstracciones, complementándolo
con las categorías lingüísticas de Lakoff & Johnson (1980) para develar la crítica que plantea
la obra.
2. DESARROLLO
2.1 El autor y el corpus
A sus actuales 64 años, Marco Antonio de la Parra, además de ser un destacado
médico psiquiatra, es un reconocido escritor y dramaturgo chileno, miembro de la Academia
de Bellas Artes, y autor de cerca de 50 obras en las que se ha abierto a experimentar con las
formas, lo que le ha valido distinciones y premios nacionales e internacionales. Además, ha
sido cronista, crítico de televisión, agregado cultural de la embajada chilena en España,
conductor de programas radiales, profesor de dramaturgia y director de una escuela de teatro.
En gran parte de su prolífica producción, que abarca ensayos, novelas, cuentos y obras de
teatro –algunas en las que él mismo ha actuado- ha tomado por temas la identidad chilena, la
historia y los íconos que han articulado nuestra memoria social, producto del paso histórico
de la dictadura militar en Chile (Albornoz, 2006).
De la vasta producción de Marco Antonio de la Parra, se toma por corpus La pequeña historia
de Chile, una reconocida obra de teatro del canon nacional, escrita en 1994 y estrenada dos
años más tarde bajo la dirección de Raúl Osorio; estreno que le valió la distinción de la
“Asociación de Periodistas de Espectáculos” por la mejor dramaturgia y mejor montaje
teatral.
Se trata de una obra de 19 escenas, que empleando recursos estilísticos expresionistas y
realistas y una escenografía de bajo presupuesto, confronta a cinco personajes -el rector de
un indeterminado liceo de provincia y cuatro profesores de Historia- a partir del absurdo de
estar obligados a persistir con la rutina escolar, pese a la ausencia del alumnado.
El escenario lo constituye un espacio mal iluminado, con pupitres desordenados, muros
sucios y un viejo pizarrón, locación desde la cual el dramaturgo ironiza la absurda espera de
este grupo de profesores, a los que caracteriza de la siguiente manera:
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“Rector: Mayor, activo, agónico pero oculto.
Sanhueza: Desafiante, colérico, discretamente excéntrico.
Loureiro: Casi joven, gafas, pudo ser bella, simpática a su pesar.
Muñoz: Melancólica, casi mayor, cansada pero resistente.
Fredes: Joven, aún entusiasta” (de la Parra, 1994, p.1).
Respecto estos personajes, el dramaturgo describe su vulnerabilidad emocional al inicio de
la obra: “Todos parecen más espectros que seres de carne y hueso. Se diría recuerdos
deformados por el mal trato del olvido” (Ibíd).
Cada escena intenciona la concatenación dramatúrgica de la narración, que va parodiando las
determinantes históricas, políticas y económicas que inciden en el desgaste de la vocación
docente, tales como los bajos sueldos, las leyes del mercado, la falta de recursos en los
establecimientos, la burocracia y el desinterés de los estudiantes por conocer su propia
historia.
En un período de profundas transformaciones sociales, políticas y culturales producto de la
dictadura y la modernidad, La pequeña historia de Chile utiliza el locus que aporta la ficción
literaria, escenificando la historia al: “…hablar del recuerdo y también de un proyecto de país
y de sociedad, en la que ahora prima más que nada el mercado, la globalización y una
identidad descentrada de su origen, producto de violentos traumas colectivos que todos
olvidan o quieren olvidar” (Ferrada, 2000, párr. 67).
Mediante recursos estilísticos como el humor y la ironía, de la Parra cuestiona el rol que le
cabe a la educación y a los profesores, para poner en análisis las instituciones dominantes, la
historia, así como los modos de ser identitarios y característicos que distinguen nuestra
memoria nacional.
De esta manera, La pequeña historia de Chile, ofrece un montaje que mediante su
ambientación y los diálogos delirantes de personajes expuestos a situaciones absurdas, instala
temáticas que interpelan al lector/espectador, a reparar en las contradicciones e
inconsistencias de un sistema que refleja en sus profesores, la desorientación colectiva y el
desamparo del olvido.
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En concordancia con nuestros objetivos, este trabajo emplea las categorías lingüísticas de
Lakoff & Johnson (1980) como una vía para complementar el análisis literario del lenguaje
simbólico de fragmentos del corpus, a fin de develar las abstracciones sociales y culturales
que al dramaturgo expone.
2.2 Las metáforas: una mirada lingüística
La publicación en 1980 de la obra Metáforas de la vida cotidiana de Lakoff &
Johnson, hace trascender el estudio de las mismas del ámbito estrictamente estético y
literario, ampliando sus posibilidades de análisis al representar la experiencia y forma de
pensar de los sujetos, en lo ordinario.
Estos autores consideran que el uso de metáforas favorece tanto comprender materias
abstractas, como expresar la organización mental que articula el conjunto de conceptos, ideas
y creencias habidas sobre la realidad, en un determinado grupo.
Y aunque la naturaleza metafórica de nuestro sistema conceptual no sea algo de lo que
seamos conscientes habitualmente, los autores advierten su incidencia en la manera en que
percibimos, pensamos y actuamos al señalar: “Puesto que la comunicación se basa en el
mismo sistema conceptual que usamos al pensar y actuar, el lenguaje es una importante
fuente de evidencias acerca de cómo es este sistema” (Lakoff & Johnson, 1983, p. 40).
Las metáforas lingüísticas permiten reconocer la naturaleza de los conceptos en los que se
basan nuestras abstracciones mentales, sociales, culturales, y a la vez destacar u ocultar
aspectos de nuestra experiencia en relación a estos conceptos. Estructuralmente, tres grandes
grupos expresan nuestra actividad cotidiana:
Metáforas de orientación espacial: Describen la relación físico- espacial del sujeto con su
entorno: arriba-abajo, dentro-fuera, profundo-superficial, etc. de la que surgen metáforas que
analogan en esta relación con la experiencia. En un contexto sociocultural influenciado por
la modernidad, nuestra forma cotidiana de hablar integra expresiones que relacionan lo bueno
con arriba y lo malo con abajo. Ej. “sube el desempleo”, “las ventas bajan”, “la economía
cae”, o mediante expresiones que encasillan a las personas en “clase alta o baja” o las que
aluden a estructuras ético-morales: tener “pensamientos elevados” o evitar las “bajas
pasiones”.
Metáforas ontológicas: Refieren elementos y objetos cotidianos, para articular una relación
de significado con un concepto o abstracción mayor. Así, por ejemplo, el concepto sociedad
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constituye un “cuerpo” del que cada sujeto forma parte, y en el cual cada “miembro” tiene
una función determinada. A su vez, la cabeza como símbolo de la mente humana, se
considera como un “recipiente” en estas expresiones: “no me cabe en la cabeza”, “tengo un
proyecto en mente”, “las ideas me dan vueltas”, “hay materias que no nos entran”, entre
muchas otras empleadas en el habla común.
Metáforas estructurales: Revelan la relación de un concepto con la estructura secuencial
que sigue la actividad o experiencia cotidiana del sujeto en su vinculación con éste. Así, en
el campo de las relaciones humanas, el amor se metaforiza ordinariamente con un “viaje”, el
que adoptará diversas connotaciones según sea la experiencia: una relación bien puede
hallarse “en un punto ciego”, “ir sobre ruedas”, “caminar muy despacio” o “naufragar ante
un mar de adversidades”. De este modo, la abstracción decanta nuevos significados: en el
amor, “se gana o se pierde”.
La consideración de que Marco Antonio de la Parra propone una mirada teatral que participa
de su momento histórico refiriendo situaciones que apelan a la experiencia cotidiana, la
historia reciente, el conocimiento y la memoria nacional; examinar las metáforas lingüísticas
presentes en fragmentos escogidos del corpus, constituye un recurso que complementa el
examen de los recursos literarios y estilísticos que el dramaturgo emplea al examinar nuestra
identidad nacional, memoria social y plantear su crítica al sistema de educación pública.
A continuación, se presenta una muestra del análisis propuesto, conforme a una matriz que
organiza la lectura de fragmentos que desarrollan los tópicos que nos ocupan.
2.3 Análisis literario- lingüístico
Para operacionalizar el análisis, se seleccionan fragmentos que presentan los tres
temas que nos interesan. Para lo que corresponde a la Memoria histórica y la Identidad
nacional, se aporta una matriz que organizan los datos (escena de que procede el fragmento,
resumen del contexto, ambiente), los recursos estilísticos empleados (destacándose las
metáforas literarias y lingüísticas que acompañan los diálogos); añadiendo comentarios que
orientan la reflexión de las abstracciones recuperadas. Por otra parte, y dado que la crítica
que el dramaturgo realiza a la Educación pública permea las 19 escenas, se recogen
fragmentos que refieren los elementos y circunstancias criticadas y las imágenes simbólicas
y metafóricas que –desde la voz del dramaturgo- los articulan.
MEMORIA HISTÓRICA
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Contexto: Se inicia la rutina de una clase de historia y los profesores advierten que el mapa
se ha perdido, lo que provoca tensión y da paso a un intercambio de explicaciones que sólo
aumentan el desconcierto y los lleva a preguntarse qué otra cosa se ha perdido. El dramaturgo
enmarca de esta forma la escena: “Náufragos en medio del mar de pupitres […] Suena la
tormenta. Campanas de colegio que repican como un carillón interminable”.
Fragmento: Escena 2: El mapa, p.2
Muñoz: ¿qué otra cosa se ha perdido?
Loureiro: no sé, la campana...
Muñoz: una pizarra...
Loureiro: dos cajas de tiza...
Muñoz: los alumnos, ¿cuánto tiempo que no vemos a los alumnos?
Loureiro: la memoria...
Muñoz: la historia de Chile se ha perdido...
Rector: esto es intolerable...
Loureiro: no hay mapa...
Muñoz: no hay liceo...
Loureiro: no hay nada que decir...
Rector: ¡pasen lista!
Repiten la lista.
Recursos literarios y estilísticos
Mediante la personificación: “la historia de Chile se ha perdido” y la enumeración de
elementos del quehacer escolar (la campana, la pizarra, la tiza, el liceo, el mismo mapa), el
concepto de pérdida adquiere otras derivaciones. En el contexto de esta escena, el mapa
constituye una imagen simbólica que identifica su relación como elemento material -
efectivamente perdido- con la extensión de esa pérdida, a los alumnos, a la memoria y a la
historia del país.
Metáfora lingüística: ontológica, por cuanto la pérdida de un objeto cotidiano como el mapa,
articula una relación de significado del concepto “pérdida” con una abstracción mayor: el
olvido de la historia y de la memoria del país.
Comentarios críticos: La tensión de que genera en los personajes la pérdida del mapa, da
paso al desconcierto y desazón al evocar otras pérdidas que deben enfrentar los profesores
frente a la dinámica que impone el sistema educativo chileno. Así, los elementos propios del
quehacer escolar “no están”, ni tampoco los alumnos ni la memoria histórica. Pese a lo
inquietante de esta conclusión, quien representa el poder escolar: el Rector, al oírlos, evade
el asunto optando por conminarlos al trámite de pasar la lista, lo que los profesores hacen
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por inercia, sin que cumplir con ese acto administrativo, supla la sensación de desamparo y
olvido que los agobia.
IDENTIDAD NACIONAL
Contexto: La escena se inicia con el Rector exigiendo hacer “el acto cívico”, pero los
profesores le advierten que “no hay bandera” para realizarlo. Todos se miran y se culpan. El
ambiente es de confrontación y desconcierto.
Fragmento: Escena 11: La bandera, p.14.
Rector: ¡La bandera!, ¿Dónde han escondido la bandera?
Sanhueza: pronto no habrá tampoco bandera... ni mapa... solamente un mundo, una ciudad
enorme habitada por gente preocupada de sí misma... es una invasión lenta... los países serán
como meros municipios...
Rector: ¿eso es lo que enseña en clases?
Sanhueza: todo se está llenando de esos lugares que no existen, sin tiempo, sin historia.
Desaparece toda seña de identidad. No hay país, no hay geografía, la historia se ha convertido
en noticiero de televisión...
Fredes: eso no es verdad...
Sanhueza: hemos estudiado lenguas muertas. Somos... apenas... sobrevivientes... por eso no
nos escuchan...
Fredes: sr. Rector... ¿no va a hacer nada?
Muñoz: lo sabía. Lo supe siempre.
Sanhueza: ¿en qué país vivimos?, ¿les importa?, ¿aún les importa?, ¿en qué cambian
vuestros afanes y deseos? ¡Muchachos!, ¿qué importancia tiene la astucia de Condell?, ¿o el
suicidio de Balmaceda?, ¿o el adulterio de la mujer de Pedro Montt?, ¿o la breve y efímera
república socialista? la tuvo, claro que la tuvo... pero-ya-no-la-tie-ne, nada. Na-da, na-da. Na-
da.
Rector: ¡La bandera!
Recursos literarios y estilísticos
La referencia a la bandera identifica su relación como imagen simbólica con la identidad. El
recurso de la comparación expresa el pesimismo ante el panorama: “Los países serán como
meros municipios”, habitados por ciudadanos a los que describe como “gente preocupada de
sí misma” en los que producto de la modernidad “desaparece toda seña de identidad”.
Mediante la interrogación retórica, se expresa el tenor del desconcierto ante el escenario
cultural chileno: “¿en qué país vivimos?, ¿les importa?, ¿aún les importa? Finalmente, la
repetición de “nada”, se constituye en un juego de palabras que enfatiza la falta de conciencia
ante el estado de las cosas.
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Metáfora lingüística: estructural, por cuanto se relaciona el concepto de identidad nacional,
con aquellos elementos que secuencian su expresión conforme a la experiencia de profesores
del sistema público, tratando de enseñar la historia del país. Así, la bandera perdida se
constituye en una potente imagen icónico- simbólica, que no sólo impide ejecutar el “acto
cívico”, sino que decanta un nuevo significado: la pérdida del interés de la ciudadanía por
conocer su propia identidad. Ergo, al no haber bandera, tampoco hay identidad.
Comentarios críticos: La referencia a elementos y condicionantes que han llevado a las
generaciones actuales a no interesarse en conocer su propia historia, se hace desde el
desencanto y frustración que genera en los profesores sentirse parte de una estructura escolar
que los desgasta y que “no los escucha”. La desazón es total…se sienten “apenas
sobrevivientes” de un momento histórico cultural en el que “No hay país, no hay geografía”,
en el cual la historia “se ha convertido en noticiero de televisión...” contexto ante el que se
sienten impotentes. Así, la desaparición de la bandera es un pretexto para connotar una
pérdida mayor: la de “toda seña de identidad”; de nuestra identidad nacional.
LA EDUCACIÓN PÚBLICA
En esta parte del análisis, se seleccionan fragmentos que exponen el desamparo que
provoca en los personajes, las condiciones que se describe; los que se comentan y analizan
en función de la relación simbólica y metafórica que sugieren los diálogos que articulan la
crítica del autor.
Fragmentos que refieren las condiciones laborales:
Muñoz: tal vez estoy muy deprimida...
Rector: ¿no ha ido al doctor?
Muñoz: ¿a qué hora?, ¿con qué plata? (Escena La bandera, p. 14).
Sanhueza: ¿alguien me puede prestar veinte mil pesos?, ¿señor Rector?, ¿señora
Muñoz? ¿señorita Loureiro?... ¿qué otra cosa puedo hacer?, tengo una hija... casi no
la veo... corro del liceo al colegio de curas y de ahí al preuniversitario y de ahí a un
departamento de soltero, un ambiente, en Vicuña Mackenna... me quedo esperando
la micro en el paradero... ¡una hora! ¡una hora!... y no me alcanza...Corre y sale.
Rector: No revisen sus cuentas. Pasen lista, despacito. No piensen en el presupuesto
de la nación. Ni abran el diario, ni miren las vitrinas... repitan de memoria el
combate Naval de Iquique... la batalla de Maipú... O’Higgins con el brazo en
cabestrillo... fe, mierda.... esperanza, mierda.... miren que aquí si algo no hay, es
caridad.... Pasan lista. Suavemente. (Escena 12: El Banco, p. 15).
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Relación simbólica y metafórica: La referencia al dinero y el tiempo constituyen elementos
simbólicos que se relacionan con una abstracción mayor: la insatisfacción, el desencanto,
constituyéndose así una metáfora ontológica. La abundancia de signos de interrogación y
exclamación son orientaciones del dramaturgo a la escenificación del descontento y desazón.
El Rector refiere una identidad que evoca la autoridad escolar, que ante los problemas que
refiere el profesorado, llama a “no revisar las cuentas”, “no pensar” y limitarse a “repetir de
memoria” las materias. Mediante el recurso de la ironía la autoridad apremia a los profesores
hacer su labor “con fe mierda, con esperanza, mierda”, donde el chilenismo “mierda”
connota hacerlo con énfasis y fuerza, porque en la Escuela “no hay caridad”.
Fragmentos que señalan el desencanto docente:
Rector: ¿está seguro que quiere seguir en esto, señor Fredes?, ¿está seguro que
quiere permanecer en su puesto, delante de los pupitres, soportando el bombardeo
de preguntas, el constante asedio de los muchachos con su desdén inalterable, su
mirada de desprecio, su constante ingratitud?, ¿está seguro que quiere relatar la
historia de un país que no quiere saber nada de su historia?, ¿una nación sin
apogeo?, ¿un Estado que se deshace?, ¿un futuro que nunca se alcanza?
Fredes: señor Rector, ¿por qué me hace estas preguntas?
Rector: porque tengo yo la culpa de que usted haya escogido esta carrera. Porque
fui un profesor apasionado que creía en la democracia, y creía en el progreso y en la
libertad final y creía en la igualdad de las clases y en la justicia social...
Rector: ¡llegó la hora de hablar, llegó la hora de decirlo todo! Voy a morir.
Prepárense porque voy a morir. No jubilaré. Me niego a ser sepultado en mi hogar
y escuchar cada mañana el ruido de la aspiradora. Quiero sentir hasta el último día
el invierno húmedo de la zona central haciéndome estallar los bronquios, y la tiza
agrietándome las manos cubiertas de sabañones. Quiero que se me cansen los
brazos, los libros, y que el mapa... ¡dónde está el mapa!... el mapa se curve sobre mi
espalda como una cruz... ¿quiere morir así, Fredes?, ¿escucha en su cabeza la voz de
los patriotas?, ¿escucha crujir los granos de trigo, y las máquinas rugiendo, y las
chimeneas de las industrias bufando construyendo una nación?, ¿escucha el canto
épico de las flotas pesqueras?, ¿escucha la pluma rasgando el papel escribiendo un
país porque este país, lo debe saber, es obra de escritorio, es puro deseo, es un sueño
que usted deberá ayudar a soñar aunque ellos, los alumnos, no quieran hacerlo?, ¿lo
escucha? (Escena 13: La muerte, p. 16).
Relación simbólica y metafórica: Mediante el recurso de la ironía, el personaje del Rector,
que se describe a sí mismo como “un profesor apasionado que creía en la democracia, el
progreso, la libertad, la igualdad de clases y la justicia social”, secuencian diversos términos
(asedio, ingratitud, desdén, desprecio), para referir la experiencia de una realidad escolar que
no invita a permanecer en ella. Esta referencia articula una metáfora estructural, que orienta
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una sentencia lapidaria (“¿Está seguro que quiere permanecer en esto?”) que se dirige a un
personaje que representa a un profesor recién egresado “joven, aún entusiasta” (de la Parra,
Op. Cit. p.1), donde “esto” simboliza al sistema de educación pública. El recurso de la
interrogación extensa, va secuenciando elementos de la experiencia cotidiana con los
estudiantes, que interpela al joven profesor de historia a valorar si “está seguro” de querer
“relatar la historia de un país que no quiere saber nada de su historia”. Pese a este escenario,
la paradoja, expresa la contradicción del Rector que declara enfático no querer jubilar, donde
“jubilar” se analoga con la muerte y, con todo, señala preferir que la tiza siga agrietando sus
manos cubiertas de sabañones, a “escuchar cada mañana el ruido de la aspiradora”.
Fragmento que critica la relación Estado, Educación y Mercado
Fredes: Déjeme a mí. La alegoría de la nación. Yo, el uno, soy el estado. Usted, la
dos, sra. Loureiro... la educación.
Rector: Hermoso, Fredes.
Muñoz: Yo los caso… soy la ley...
Canta la marcha nupcial. Danzan el ritual.
Muñoz: ¿Sr. Estado, acepta a la educación como gestora de la nacionalidad, y
creadora de la conciencia de la patria, el futuro del país, y la riqueza de la sabiduría,
y el conocimiento como trampolín de progreso?
Fredes: Sí, acepto.
Muñoz: ¿Y usted, sra. Educación, acepta al estado como sabia y desinteresada guía
de sus principios, sin renunciar jamás a un interés que abarque a toda la sociedad
completa, justa e integrada?
Loureiro: Sí, acepto.
Muñoz: Los uno en matrimonio, y creo la nación de Chile, firmen aquí, por favor.
Rector: ¡Sanhueza!, ¡ha llegado justo a la fundación de Chile!
Fredes: ¡El Estado!
Loureiro: ¡La educación!
Muñoz: Copulan alegremente sobre la tierra patria...
Sanhueza: ¿El estado y la educación?, pues aquí viene la mano invisible del
mercado... Desenvaina una regla. Asustado, Fredes coge otra. Muñoz y Louriero
cortan tiza para aprovisionarse
Sanhueza: Los destruiré a ambos por caros e ineficientes. No gastaré un peso más
en ustedes. Los haré pedazos...
Fredes: me defenderé con rectitud y nobleza...
Sanhueza: los corromperé con mejores sueldos... créditos y deudas... bienes
preciosos... concursos... cederás, ya verás que cederás... en guardia...
Combaten. Sanhueza vence ya que una fuerza invisible atrapa a Fredes.
Fredes: algo me sujeta, no puedo más...
Sanhueza: es mi mano invisible... ¡aleluya!
Fredes cae abatido. Sanhueza lo pisa, triunfador.
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Sanhueza: venga... me caso con esta guapa mujer...Toma a Loureiro.
Sanhueza: que la ley nos una...
Muñoz: la ley dice...
Sanhueza: si la ley se opone... ¡cambiamos la ley!
Muñoz: la ley decía...
Sanhueza: ¡cásenos, o nos vamos a otro lugar más barato y más rápido!
Muñoz: yo los uno para siempre...
Sanhueza: la educación y el mercado... verá qué lindos nos van a salir los niños...
(Escena 17: El acto cívico, p. 17 y 18).
Relación simbólica y metafórica: Este fragmento relaciona a cada personaje con una
abstracción, recurso con que el dramaturgo caricaturiza la significación del concepto al que
alude. Así, Fredes es el Estado, Muñoz la Ley, Loureiro la Educación y Sanhueza el
Mercado. La simulación de un matrimonio entre el Estado y la Educación parodia la
experiencia de los personajes de casarse ante la Ley, que es quien los “une en matrimonio” y
autoriza a que se den a “copular alegremente sobre la tierra patria”. La referencia metafórica
estructural orienta la crítica, por cuanto analoga el “acto cívico” de casarse con la experiencia
de hacerlo en un contexto histórico secuenciado por los efectos de la irrupción de la
abstracción “mercado” (descrito literariamente tanto como “una fuerza” como “una mano
invisible”); lo que permite reconocer una metáfora orientacional, por cuanto se le atribuye
la causa de que el matrimonio entre el Estado y la Educación, tambalee. En este sentido, el
“mercado” simboliza al amante que le disputa al Estado a su “guapa mujer” (la Educación),
El trasfondo de esta metáfora es ontológico, como da cuenta el poder que se atribuye al
modelo económico neoliberal en determinar la suerte de la relación Estado y Educación.
3. CONCLUSIONES
En concordancia con los objetivos planteados, la observación de los recursos
estilísticos y literarios que Marco Antonio de la Parra emplea al examinar nuestra identidad
nacional, memoria social y educación pública, permitieron situar la crítica del dramaturgo a
nuestro ser nacional y al sistema educativo vigente.
En correspondencia, proveer de una matriz que indagó el lenguaje simbólico y metafórico
subyacente en fragmentos del corpus, permitió responder a nuestro supuesto, por cuanto, este
método interpretativo, permitió reconocer la naturaleza de los conceptos que articulan una
abstracción mayor: sentido de la actividad docente. Este método enriqueció el análisis crítico
de la obra, orientando la reflexión de las condicionantes políticas, sociales y culturales que
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causaban la frustración y desencanto de los profesores, e invitando a las actuales
generaciones, a conectarse con su memoria social e identidad nacional, a partir del examen
del mensaje de la obra. En este sentido, la revisión de La pequeña historia de Chile, desde
las categorías de análisis propuestas, aportan a la re-lectura de una obra señera del canon
chileno contemporáneo.
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