2. 1. INTERPRETACIÓN DEL
ARTÍCULO “DOS DOGMAS DEL
EMPIRISMO”.
► a. El problema de la analiticidad
► b. El reduccionismo
► c. Holismo semántico y holismo epistémico.
► d. El enfoque conductista del significado
► e. Síntesis y balance de la temática
► f. Algunas conclusiones preliminares
3. ► En 1951 Quine publica su artículo “Dos dogmas
del empirismo, uno de los más conocidos y
celebrados ensayos filosóficos de estos años.
► Contiene una crítica muy severa de algunos
puntos fundamentales de la teoría neopositivista
del lenguaje.
► En especial se critican dos aspectos:
► a. La distinción radical entre enunciados
(verdades) analíticos y enunciados (verdades)
sintéticos o fácticos, y
► b. La reducción de todo enunciado
cognitivamente significativo a una construcción
lógica de elementos simples directamente
conectados con la experiencia inmediata.
4. ► Quine dirige sus críticas contra la teoría
verificacionista del significado. Dedica la
mayor parte de su réplica a las
insuficiencias del fenomenalismo que
Carnap había mantenido.
► Lo más sugestivo en la crítica de Quine es
su tesis de que nuestros enunciados sobre
el mundo externo no se confirman individual
y separadamente, sino en conjunto,
formando un todo una teoría. Es la tesis
que se ha denominado «holismo» (del
griego όλος, « todo», «entero»).
5. ► Quine distingue, dentro de las verdades analíticas,
las propiamente lógicas, esto es, aquellos
enunciados que son verdaderos en razón de los
términos lógicos que intervienen en ellos. Es
característico de estos enunciados que continúan
siendo verdaderos comoquiera que se sustituyan
sus términos no lógicos de forma uniforme. Son
verdaderos por razón de su forma lógica:
► (1) ningún hombre no casado es casado
► Sigue siendo verdadero de cualquier forma en que
se sustituya el predicado “estar casado”; por
ejemplo, en:
► (2) ningún hombre no escritor es escritor
► (3) ningún hombre no famoso es famoso
6. ► Incluso: (4) nada que no sea un ser vivo es
un ser vivo
► (5) nada que no sea fácilmente
comprensible es fácilmente comprensible
► En suma, la estructura o forma lógica de
estos enunciados es:
► (6) Para toda entidad, si ésta no tiene una
cierta propiedad F, entonces no tiene dicha
propiedad F
► En símbolos: (7) Λx (¬Fx ¬Fx)
7. ► Pero hay otro tipo de verdades que
dependen de lo que significan los términos
no lógicos y, en particular, los predicados:
► (8) ningún soltero es casado
► Ahora bien, si sustituimos “soltero” por su
sinónimo “hombre no casado”, obtenemos
la verdad lógica (1):
► (1’) ningún hombre no casado es casado.
► En rigor, ambas expresiones no son
sinónimos, pues “soltero” incluiría además a
los viudos y a los divorciados.
8. ► Se podría decir que “no casado” es parte
del significado de “soltero”, y esto basta
para que sea posible la conversión de (8)
en (1).
► La segunda doctrina tiene una versión
fuerte que es aun más familiar: que para
cada enunciado con significado empírico (o
cognitivo) existe una traducción al lenguaje
fenomenista.
► Lo relevante de este dogma es que
comporta un elemento que para Quine no
es nada plausible, a saber: Que es legítimo
hablar del significado (cognitivo, empírico)
de un enunciado considerado aisladamente
9. ► Una importante enseñanza de este artículo es
que estos dos pilares no son tan sólidos como
podría parecer. El argumento utilizado por
Quine es bien escueto y puede desglosarse en
dos pasos.
► El primero radica en apercibirse de que el
reduccionismo implica la distinción entre
enunciados analíticos y enunciados sintéticos:
► Si se justifica hablar del significado de un
enunciado, hay que tener en la cuenta el caso
límite de enunciados que sean verdaderos y
cuyo significado empírico sea nulo.
10. ► Una vez se hable de la probabilidad de que
existan experiencias que confirmen un
enunciado, no es posible exceptuar el caso
de esos enunciados cuyo agregado de
consecuencias confirmatorias (o
desconfirmatorias) sea vacuo.
► Dichos enunciados serán verdaderos o
falsos con independencia de qué
experiencias se tomen como piedra angular
y, por lo tanto serán enunciados analíticos.
11. ► El otro paso consiste en apreciar que las
diferentes tentativas por definir criterios de
distinción entre enunciados analíticos y
enunciados sintéticos fracasan metódicamente a
tal punto de convencerse que de que el criterio
indagado no existe.
► De este modo se puede concluir que (a), esto es,
la distinción entre enunciados analíticos y
enunciados sintéticos, es un principio inexistente.
Ahora bien, si (b) implica (a) y si éste es falso, el
principio (b) también habrá de serlo. Con esto, los
dos dogmas han quedado impugnados.
► 1. (b) (a)
► 2. ¬(a)
► c/ ¬(b).