1. LA LEYENDA:
“LA LEYENDA DE LAS FUENTES DEL MARQUÉS”
Existe un lugar de gran belleza cerca de la ciudad de Caravaca. Conforme te vas
adentrando entre pinos, álamos, encinas, arces y otros árboles y arbustos y acompañado
del apacible fluir de sus aguas que emanan de las entrañas de la tierra, se respira un
ambiente tan dulce y sereno que te transporta a otros tiempos, a otras sensaciones y a
otros sentimientos. Ese lugar es llamado las Fuentes del Marqués, rodeado por olivos
centenarios y por los Montes de Mayrena, los Siete Peñones, la Peña Rubia y el Cerro
Gordo que nos protegen y vigilan como gigantes tumbados en la hierba.
Allí, me llevaba mi padre a pasear y a contemplar el fluir de sus aguas, bajo los
rayos de sol que traspasa las ramas de esos árboles tan altos que parecen querer tocar el
cielo. Una tarde de primavera y cuando yo era una niña como vosotros, mi padre me contó
una historia que le había contado su abuelo y que ahora os contaré yo a vosotros:
“Esta es una leyenda, que nos cuenta la historia de amor entre una princesa
musulmana llamada Hayla y Jorge, un caballero templario y el porqué las aguas de las
Fuentes, que eran templadas, se volvieron frías.
Allá por el final de la Edad Media y recién reconquistadas las tierras cristianas por
los Reyes Católicos, quedaban todavía algunos nazaríes en nuestro municipio y no
estaban dispuestos a desprenderse de sus bienes. Una de estas riquezas de Caravaca
eran sus fuentes y manantiales los cuales estaban ocupados y eran posesión de un sayyid
árabe el cual había construido una hermosa casa en el paraje más bello de todas las
Fuentes. La construyó para que su hija débil de salud pero de belleza sin igual, pudiera
disfrutar de los baños al estilo árabe en las aguas templadas de aquellos manantiales.
Hayla padecía de soledad, sólo la acompañaban el piar de los pájaros, el fluir de las aguas
y la música que producían las ramas y hojas al ser movidas por el viento.
En el otro extremo de la ciudad se alzaba el Santuario con su Cruz, custodiada por
un grupo de Caballeros Templarios. En el patio del santuario había un aljibe tal como
existe hoy el cual se comunicaba con las Fuentes por medio de un arroyo subterráneo por
el que discurrían aguas termales.
Un joven llamado Jorge estaba contento y feliz porque había sido nombrado
caballero de la Orden del Temple. Sus compañeros quisieron gastarle una broma de
novato tal y como a todos ellos les había ocurrido. La prueba consistía en pasar una noche
entera encerrado en el aljibe del Santuario. Aquella noche de verano comenzó la aventura.
Jorge, encendió una antorcha y, solitario, penetró en el interior. Nadie suponía lo que más
adelante pasaría…
Conforme iba descendiendo, la humedad y el calor aumentaban. Siguió bajando y
descubrió una fuente de aguas termales. Poco después descubrió una piedra que se
desprendía de la pared y guiado por la curiosidad fue hacia ella encontrando detrás de
ésta, un gran túnel. Se adentró en él, de manera misteriosa y complicada, avanzando sin
saber que ese túnel cambiaría su vida para siempre. Iluminándose con una antorcha llegó
a una puerta cubierta de vegetación que apartó con mucho cuidado, pues se arañaba con
las zarzas y cuando la logró atravesar, creía soñar. Nunca sus ojos habían contemplado
tanta belleza natural. Era un lugar mágico, de ensueño, con bellísimos árboles y un río
rodeando el paraje por el que transcurrían aguas cristalinas, transparentes y divinas como
el sol que al amanecer las ilumina. Anduvo durante un tiempo que no fue capaz de
calcular. De pronto, allí sentada en un banco de piedra junto a la fuente mayor y rodeada
de flores de todos los colores, allí leyendo y soñando, estaba Hayla. Sus miradas se
cruzaron y las flechas de Cupido tocaron sus corazones. El amor nació para quedarse en
el corazón de los jóvenes para siempre.
2. Jorge volvió esa mañana y guardó el secreto, lo mismo hizo Hayla. Durante un
tiempo Jorge volvía, ocultándose de todos, a este lugar maravilloso y a los brazos de su
amada.
Los amigos de Jorge lo veían cansado y distraído. Le preguntaron qué le sucedía y
él les dijo que su cansancio se debía a que no dormía bien. Pero nunca les contó la
verdad.
Pero uno de sus compañeros templarios que lo siguió y sabía el secreto, se lo
comunicó todo a su capitán desatando la tragedia.
Y así pasaron los días. Una noche oscura, la bella princesa de las Fuentes volvió
una vez más a acercarse a la fuente del gran manantial. Su vestido era blanco, un velo
ocultaba su rostro y al llegar junto a la fuente, se sentó en la roca y allí esperó a su amado
caballero.
Los soldados y el capitán templarios lo habían seguido a través del túnel secreto
desatando toda su furia hacia Jorge con la intención de apresarlo y pedirle explicaciones.
Los templarios iban bien armados y con la intención de atacar a todos los habitantes
musulmanes del lugar.
Hayla esperaba paciente en el lugar de siempre y cuando vio a Jorge se le iluminó
el rostro pues llegó más hermoso que nunca. La besó con fuerza, procurando que su
amada no se diese cuenta del temblor de sus brazos y de la palidez de su rostro. Aquella
noche, mientras cruzaba el laberinto subterráneo, presintió que algo no saldría bien. El día
llegó y Jorge se tenía que marchar, pero no podía separarse de su amada. Pero ese placer
duró poco al ver detrás de él al ejército templario armado y con ánimo de guerra. Y como
en todas las guerras, llegó la tragedia, la destrucción, la maldad y el odio apoderándose de
ellos, sembrando sangre y muerte. El sayyid nazarí respondió con furia a esa amenaza. En
medio de todo esto, Jorge y Hayla. Una lanza atravesó el pecho de la princesa; Jorge la
cogió en brazos para sacarla de allí cuando una flecha árabe atravesó su hombro. Los dos
cayeron al agua, desapareciendo… Nadie nunca los volvió a ver. Las aguas, desde ese
preciso momento, se helaron para siempre.
Unos dicen que allí murieron los amantes y otros, que escaparon por el túnel
secreto cuyo final no estaba en las Fuentes, sino en otro paraje misterioso llamado la
Fuente Mayrena, cuyas aguas procedían del Taibilla, en dirección a Nerpio. Es en este
lugar donde dicen que vivieron los amantes felices para siempre”.
(Leyenda contada a través de muchas generaciones en la familia Salcedo, incluida
la última, con Dante Meneses Salcedo -Educación Infantil, 5 años-).