La educación ante la pandemia: retos y oportunidades
1. La pandemia
Y la
educación
introducción
Expertos aseguran que el modelo educativo debe replantearse
al regreso a clases.
Desde antes de la llegada del coronavirus a Colombia, la
educación del país se veía enfrentada a retos de enorme
proporción. Ahora, con la llegada del covid-19 y los cambios
que la emergencia trajo consigo, expertos plantean un panorama
aún más retador, lleno de oportunidades, pero también de
necesidad de transformaciones urgentes.
La declaración de emergencia sanitaria por parte del Gobierno
obligó a millones de estudiantes, colegios, jardines infantiles,
instituciones de educación superior (IES), padres y maestros a
continuar consus actividades desdecasa. Todo esto filtrado por
un entorno económico visiblemente afectado, así como la
implementación obligada de tecnologías de la información y las
comunicaciones (TIC) para seguir operando.
“No sé si la pandemia nos va a obligar a cambiar la educación,
pero sí nos enseñó que es nuestro deber hacerlo. Evidentemente
no puede continuar igual que antes, porque quedó demostrado
que ante un evento deesta magnitud el país no estabapreparado.
Pero también la emergencia plantea retos a los que la educación
se debe adaptar para poder enfrentarlos”, asegura Francisco
Cajiao, experto en educación.
Pese a esto se pueden ver afectaciones en varios sectores tales
como el privado, el Laboratorio de Economía de la Educación
de la Universidad Javeriana señala que las admisiones en
universidades privadas cayeron13 porciento entre 2016 y 2017.
Si bien en los últimos dos años hubo una ligera mejoría, el
panorama para el segundo semestre de 2020 es desalentador.
complemento
Estimaciones del gremio de colegios privados señalan que más del 25 o el 30 por
ciento de las instituciones pequeñas del país (entre colegios y jardines infantiles),
de entre 100 y 400 estudiantes, van a tener que cerrar para el año entrante.
“Los colegios privados atraviesan por una situación económica difícil y muchos
van a tener que cerrar. Esto afectará a los niños, que ahora deberán buscar un
nuevo colegio, y tal vez no haya cupos suficientes en instituciones privadas y
tampoco capacidad en el sector oficial para atender esa demanda. La falta de
oferta aumentaría los índices de deserción escolar”, señala Abondano.
Los padres y los estudiantes también se vieron afectados económicamente por la
pandemia. Se estima que cerca del 80 por ciento de los padres de familia han
dejado de pagar pensión desde el mes de marzo. Un duro golpe, si se tiene en
cuenta que este sectorsobrevive únicamente de los pagos de pensión y matrícula
de aproximadamente 1’950.000 estudiantes.
Todas estas cosas se han fortalecido mediante la llegada del coronavirus.
desarrollo
Tal vez el mayor impacto en el sectorfue el paso a lo digital. Con
el cierre de centros educativos para prevenir el contagio, todo el
modelo se volcó a la virtualidad. Una situación que se encontró
con un limitante: el acceso a la tecnología.
“La pandemia nos mostró el enorme atraso que tenemos en el uso
de las tecnologías. Hemos hablado en los últimos años de las TIC,
pero lo que vemos es que no estábamos listos para usarlas de
manera intensiva. Hay un tema de desigualdad. Muchísima gente
no tiene ni herramientas ni conectividad”, señaló Cajiao.
Para el padre Harold Castilla, rector de la Uniminuto, con la
pandemia, la educación ya no se puede ver desligada de la
virtualidad: “Un escenario para la educación a mediano y largo
plazo es que las TIC van a generar un fuerte impacto. Pero se
requiere que desde todos los actores se dé una mirada a la
virtualidad como proyecto de desarrollo para la educación. La
tecnología no es una alternativa, sino una necesidad”.
Las cifras así lo demuestran. De acuerdo al último censo del Dane,
solo el 43 por ciento de las personas del país tienen acceso a
internet fijo o móvil. De acuerdo con el Laboratorio de Economía
de la Educación de la Universidad Javeriana, el 17 porciento de
los estudiantes universitarios de IES privadas no tienen ni
computadorni internet; en las IES públicas, la cifra es del 29 por
ciento.
En el caso de la educación de menores de edad, 48 porciento de
los rectores de colegios públicos y 12 porciento de privados
consideran que sus docentes no tienen habilidades técnicas ni
pedagógicas para educación virtual.
Nunca el país se había enfrentado a la obligatoriedad de estos
modelos. Mientras el sectorpúblico se reforzó conaplicativos
como Aprende Digital, del Ministerio de Educación, o el
seguimiento a los más pequeños por medio del trabajo telefónico
de las madres comunitarias del ICBF, el sectorprivado y la
educación superior dependían más de su propia infraestructura y
creatividad para seguir enseñando desdecasa.
Los resultados han sido buenos o malos, según cómo se mire.
Muchos estudiantes han logrado continuar su aprendizaje sin
mayor inconveniente (aunque concríticas al considerar que el
modelo virtual no sustituye porcompleto lo presencial). A otros
les ha costado al no tener internet o computadores. Otros,
sencillamente, no han podido continuar.
complemento
Recientemente, Phil Christman, profesorde la Universidad de Míchigan en Ann Arbor, como parte de un
análisis de varios docentes sobrela pandemia en The Chronicle of Higher Education, señaló que debía
eliminarse la calificación numérica para pasar solo a los conceptosdeaprobado y reprobado.
Esto ya es una realidad, porejemplo, en la Universidad de los Andes en la actual contingencia. Algunos
creen que este es el modelo que debe aplicar en todas las ramas de la educación al finalizar la pandemia.
Así lo ve Cajiao: “Tenemos que revalorizar una idea interesante: hay que salir adelante juntos. Hay que
quitar esa idea competitiva de cada estudiante de mostrar que es el mejor. El problema es cuando la gente
estudia para pasar el año o sacar calificaciones y no para aprender. La buena educación se logra cuando
hay el compromiso de aprender”.
Si bien esta idea todavíagenera divisiones, hay mayor consenso en un punto: generar cambios
curriculares, empezando por la reducción de asignaturas hasta poner más atención al contenido social.