1. PRODUCTO 15
HABILIDADES LINGUÍSTICAS Y COMPOSICIÓN
Hacer un escrito no sólo requiere el uso de la habilidad de redactar, sino también
la lectura, comprensión y expresión oral. Ésta es la habilidad lingüística más
compleja. Por todos estos motivos, el éxito final de un acto de composición,
depende de las destrezas ya mencionadas.
La organización de las 4 habilidades lingüísticas básicas (receptivas/ productivas
y orales/ escritas) integran en cada situación comunicativa: el habla espontánea,
incluye el subproceso de “escucha interior” o autocorrección, además del
intercambio constante de roles entre emisor- receptor; y las habilidades escritas
implican las orales, puesto que la inmensa mayoría de los alfabetizados usa la
oralidad para adquirir la grafía. Es por ello, que la composición es la única
habilidad que permite a un colectivo la cooperación en la producción de un
escrito, con grados diversos de participación, de principio a fin, de manera que el
lector debe atribuir corresponsabilidades a los distintos firmantes del texto. En
las habilidades receptivas, la comprensión oral y lectora son siempre y
forzosamente individuales.
PROCESOS COGNITIVOS
Son las distintas actividades de pensamiento superior que realiza un autor para
componer un escrito. El modelo más divulgado es quizá el de J. Hayes y L.
Flower, que concibe la composición como una acción dirigida a la consecución de
objetivos retóricos, e identifica tres procesos básicos: la planificación, la
traducción y la revisión.
Por otro lado, Bereiter y M. Scardamalia identifican dos modelos diferentes de
composición: decir el conocimiento y transformarlo. En el modelo de decir el
conocimiento, el autor elabora su texto a partir de la reproducción o menos literal
de los datos que recupera de su memoria. En el modelo de transformar el
conocimiento, el autor toma conciencia de las diferencias que surgen entre sus
ideas recuperadas y los requerimientos discursivos del contexto concreto en el
que escribe.
2. MODELO COGNITIVO DE LA COMPOSICIÓN ESCRITA
El modelo distingue el componente individual (emocional y cognitivo) del contexto
sociocultural (audiencia, coautores).
El componente individual, destaca el triángulo interrelacionado que forman los
componentes afectivos, cognitivos y conceptuales. Hayes describe la memoria de
trabajo como un recurso limitado, que consta de memorias específicas:
fonológica, semántica y visoespacial. La memoria a largo plazo es el almacén
ilimitado donde el individuo guarda los datos lingüísticos (gramática y diccionario
personal) y extralingüísticos. Éste modelo especifica algunos tipos de
conocimientos implicados en la composición: géneros discursivos, tipos de
audiencias, etc.
El modelo reorganiza los procesos cognitivos según sean receptivos o productivos
y trabajen con formas lingüísticas (o gráficas) o con representaciones mentales:
- La interpretación textual se encarga de elaborar representaciones internas
de inputs verbales o no. Algunas tareas que desarrollan esta función son la
lectura, la comprensión oral o el examen de gráficos.
- La reflexión se encarga de construir representaciones internas nuevas.
Analiza, descompone, transforma, refunde o reelabora las representaciones
basadas en inputs externos para crear nuevas versiones que puedan
generar productos de salida.
- La textualización genera productos escritos, fónicos o gráficos, a partir de
las representaciones internas, elaboradas con la reflexión.
INTERPRETACIÓN TEXTUAL
El autor distingue tres tipos de lectura:
Leer para comprender textos: Se refiere estrictamente a la lectura e
interpretación de textos que el autor pueda utilizar como fuente
informativa, modelo discursivo u orientación general para la composición.
Leer para comprender la tarea: Se refiere a la interpretación de las
instrucciones escritas que, en contextos escolares o laborales, definen las
tareas de composición.
y leer para evaluar el texto. El lector se concentra en la construcción del
significado y presta escasa atención a los problemas que pueda tener un
escrito; sólo se percata de aspectos superficiales como faltas orto
tipográficas y gramaticales.
3. REFLEXIÓN
La reflexión trabaja sólo con representaciones internas y consiste en el desarrollo
de nuevas representaciones a partir de las existentes. Con esta función, Hayes
distingue tres procesos básicos:
1. Solución de problemas: Consiste en elaborar mentalmente una secuencia
de pasos o etapas (un método) con el fin de conseguir un objetivo. En la
composición, deben solucionarse problemas de diverso tipo: ¿qué pasos
debo seguir para elaborar este escrito?, ¿cómo será el esquema del texto?,
¿cómo expreso esta idea en un fragmento de prosa?
2. Toma de decisiones: Consiste en evaluar las distintas opciones posibles
para un hecho y elegir una como solución de problemas, los autores la
utilizan para los aspectos menos rutinarios: ¿qué punto de vista adoptaré?,
¿qué argumentos incluiré?, ¿qué tono elijo para el texto?
3. Inferencia: Consiste en elaborar información nueva a partir de la vieja, o
sea, en expandir o desarrollar datos ya conocidos que puedan esconder
implicaturas, presuposiciones o puntos de vista encapsulados.
Los procesos de reflexión se desarrollan en la mente del autor, pero es frecuente
que se combinen estrechamente con la interpretación y la producción textual. La
planificación del proceso se refiere a la manera de trabajar del autor; la del texto,
en la estructura del escrito que se va a realizar (organización, ideas).
TEXTUALIZACIÓN
Consiste en la elaboración de productos lingüísticos a partir de representaciones
internas. Hayes propone el siguiente proceso “provisional” de generación de
prosa:
1. El autor utiliza elementos (pistas, indicios…) del plan del escrito y de la
prosa elaborada hasta entonces para recuperar paquetes de contenido
semántico, almacenados en la memoria a largo plazo.
2. Vierte dichos paquetes en la memoria de trabajo.
3. Elabora una posible forma verbal para expresar dicho contenido y la
almacena en una memoria articulatoria temporal.
4. Articula la forma verbal elaborada de manera vocal o subvocal.
5. Evalúa dicha forma: si obtiene resultado positivo, la redacta; si es negativo,
repite los pasos 3 y 4.
Tantos los datos empíricos como el modelo teórico aportan datos sugerentes,
como por ejemplo que la producción de prosa se realiza por partes o episodios
delimitables; que la elaboración del significado es independiente de la sintaxis,
puesto que se redactan frases sin haber determinado su valor semántico; que la
4. vocalización o la subvocalización desempeñan funciones importantes en la
redacción de prosa silenciosa, o que la producción de cada parte redactada
requiere la convocatoria de datos procedentes de la memoria a largo plazo, el
procesamiento de los mismos en la memoria de trabajo o la evaluación
continuada de cada posible forma de verbalización del contenido.
REVISIÓN
El modelo trabaja con dos representaciones mentales: la del texto intentado y la
del texto actualo; mientras que el texto actual, puede contener sólo las partes
físicamente elaboradas del mismo, el texto intentado es una representación global
de la unidad discursiva, que incluye aquellas partes que el autor todavía no ha
elaborado.
1ª. Etapa: comparar. El autor contrasta estas dos representaciones en busca de
desajustes. El concepto desajuste incluye la posibilidad de revisar aspectos
“correctos” que discrepan con el texto intentado o que no gustan al autor.
2ª. Etapa: diagnosticar. El autor busca en el texto actual la causa del desajuste,
con la ayuda de sus conocimientos retóricos, actualizados desde la memoria a
largo plazo.
3ª. Etapa: operar. Consta de dos pasos:
- Elegir la táctica consiste en escoger el método (reescribir el fragmento,
eliminar palabras, sustituirlas) más adecuado para modificar el texto
actual, según la causa diagnosticada.
- Generar el cambio consiste en realizar el cambio diseñado.