ACERTIJO DE LA BANDERA OLÍMPICA CON ECUACIONES DE LA CIRCUNFERENCIA. Por JAVI...
Feinmann: La filosofía debe recorrer el barro de la historia
1. Diálogo con José Pablo Feinmann
quot;El posmodernismo hizo trizas la historia, que debe ser comprendidaquot;
Publicado en la ed. impresa: Cultura
Lunes 11 de setiembre de 2006
La filosofía debe recorrer quot;el barro de la historiaquot;, quot;llamar la atención cuando los hombres están hundidos
en una situación subhumanaquot; y quot;colaborar en la búsqueda de cierta felicidad terrenalquot;.
(Así sintetiza José Pablo Feinmann la razón de ser del acto de pensar, tal como lo presenta en su último
libro, ¿Qué es la filosofía? (Prometeo), que recopila las doce clases que en 2005, ante un auditorio lleno,
dio en el Centro Psicoanalítico Argentino, en las que recorre los grandes nombres de la filosofía occidental
-Descartes, Foucault, Heidegger, Sartre, Marx, Nietzsche, Derrida- y los combina con la novela policial, el
tango y el psicoanálisis.
Ensayista, guionista de cine, columnista, autor de cuentos y novelas -quot;escritor y bastaquot;, se define-,
pensador de izquierda, Feinmann cree que la filosofía quot;expresa, refleja e iluminaquot; una época, y da el
ejemplo: a pesar de su cercanía ideológica con el Gobierno, critica la exclusión, que a su entender no cede
en el país, afirma que América latina nació quot;deconstruidaquot; y que quot;el peronismo es un aparato de conquistar
poderquot;.)
-Usted identifica la filosofía con un asesino serial. ¿Por qué?
-Porque en la filosofía cada nuevo filósofo de algún modo mata al anterior, aunque incorpore cosas de él.
Cuando Descartes dice quot;dudo de todoquot;, está dudando de toda la filosofía escolástica, del pensamiento
aristotélico tomista de la Edad Media, y de Dios, porque lo consagrado hasta ese momento era la verdad
revelada. Con esa muerte de Dios comienza la modernidad. Pero en nuestro presente, las muertes han
sido más habituales. Jacques Derrida deconstruye todo; en Lyotard hay una muerte de los grandes relatos;
en Heidegger hay una muerte de la metafísica occidental; en un filósofo totalmente menor como Fukuyama
hay una muerte de la historia, que ya existía en Hegel.
-¿Estos finales son sólo una preocupación de los pensadores o impregnan la vida de la gente?
-Impregnan la vida. La fragmentación de la historia tiene mucho que ver con el zapping del ciudadano
común cuando ve televisión. Hay canales donde uno se marea y no puede retener una imagen; en los
noticiosos se pasa de una noticia a otra con tal velocidad que uno no se puede emocionar: de un niño que
murió en Irak a un escritor fashion, a un político, a los desfiles de modas. Esto es la historia hecha trizas
por el posmodernismo.
-Además de señalar la fragmentación, ¿la filosofía puede ayudar a pensar la historia?
-Sí, hay que retomar la idea de que la filosofía tiene que ayudar a comprender la historia. Cada filosofía es
hija de una época, que a la vez expresa, refleja e ilumina. La historia no tiene inteligibilidad hasta que no
es pensada por la filosofía.
-Pero el pensamiento también está situado.
-Exacto. Nosotros estamos situados en América latina, somos filósofos de la periferia y pensamos en esa
situación, en la Argentina, en este año. Pensar aquí no es lo mismo que en la academia francesa. Los
filósofos de la periferia, más que pensar, citan. La filosofía se da en ámbitos de prestigio como Alemania y
Francia, y como reflejo de ese pensamiento está la académica norteamericana.
-Pero nosotros somos condición para que exista ese centro.
-Claro, porque el centro ha saqueado a la periferia para existir. El despegue del capitalismo se da en tanto
que existe un mercado mundial que consiste en el saqueo colonial. Somos la condición de posibilidad del
centro.
-En su libro afirma que América latina surgió deconstruida.
2. -Sí, balcanizada y trizada a través de pequeños Estados. Lo que debió ser un continente unido se
deconstruyó en pequeños Estados que establecieron demasiadas fronteras y crearon pequeñas historias
de pequeños países.
-¿Hay una identidad común?
-No sé qué identidad tenemos, tal vez la de no haber logrado nunca una identidad. De todos modos, ha
habido en la Argentina grandes momentos: la reforma del 18, el movimiento inmigratorio, el surgimiento del
movimiento obrero, la integración de las clases medias con el gobierno de Yrigoyen. El primer peronismo
es un intento fascinante; no en vano viene medio mundo a tratar de entender qué es. Al peronismo no lo
entiende nadie, porque es caleidoscópico.
-¿Cuál sería su identidad?
-La cara del peronismo es poder tener todas las caras, porque es un aparato de conquistar poder.
Comenzó siendo un gobierno nacional popular con tendencias militaristas, católicas, populistas y con un
personaje fascinante como Eva Perón, que es un adicional poderoso, que le dio pasión, aventura y un
costado de fascinación.
-Dice que en la Argentina debería haber quot;una recuperación del trabajoquot;. ¿Por qué?
-El trabajo es integrador y elimina la delincuencia. Cuando se pide seguridad debería pedirse trabajo. Lo
que tiene que hacer el Gobierno es revertir el sistema económico de exclusión, y eso se soluciona creando
un mercado de trabajo. Pero primero hay que eliminar la miseria y ese gasto lo tiene que hacer el Estado.
Lo que yo le diría a Kirchner es que si uno apuesta a una política de derechos humanos, si baja el cuadro
de Videla y lo honra al obispo Angelelli, que practicaba la opción por los pobres, tiene que hacer
justamente eso. El pensamiento humanista que yo apoyo, que piensa que la filosofía tiene que colaborar
con cierta felicidad terrenal, debe llamar la atención cuando los hombres están hundidos en una situación
subhumana.
-¿Qué significa hoy ser un intelectual?
-No todos los que hablan son intelectuales. Pero hay intelectuales en la Argentina que dicen lo que sienten
y tienen adhesiones políticas claras, lo cual me parece muy bien, porque el intelectual tiene que tener una
opción política, humana, social, que lo saque de la serenidad de su escritorio.
Por Raquel San Martín
De la Redacción de LA NACION