1. El conocimiento científico.
Desde que el hombre despierta del sueño dogmático, en el momento mismo del
surgimiento del pensamiento racional, cuando fue capaz de tomar conciencia de su
propia situación en el mundo, más allá de toda explicación mitológica; los primeros
pensadores se dieron a la tarea de interpretar la realidad desde una esfera que le era
completamente nueva: la perspectiva científica. Los primeros hombres que atendieron a
la necesidad de explicar el mundo bajo la mirada de la coherencia lógica,
comprendieron para bien que la naturaleza le era desconcertante, que ésta no era el
resultado de caprichos inexpugnables de dioses misteriosos, ni que los fenómenos eran
producto de la magia. La naturaleza era cambiante, sí, pero bajo ciertos patrones manos
o menos regulares. Esto les dio la pauta para comprender que había escondidas en la
fisiss (naturaleza) ciertas reglas que eran de carácter racional, y que el hombre, por el
esfuerzo de cu capacidad cognitiva, era capaz de descubrir, sin necesidad de atender a
ningún agente suprahumano, a ninguna divinidad.
Así, Tales, por ejemplo, fue capaz de predecir en 585 a. e. c. un eclipse total de sol, de
medir con exactitud la altura de las pirámides de Egipto y proponer como sustento de la
realidad al agua, o Demócrito quien estableció que la estructura fundamental de la
realidad estaba centrada en los pequeños bloques constructores que hasta el día de hoy
los suponemos como elementales (átomos), o Pitágoras quien fue capaz de calcular las
áreas adyacentes de un triangulo recto cualquiera y cuya formulación es aun hoy, el
teorema que conserva su nombre. Todos ellos fueron los iniciadores del pensamiento
lógico y coherente de la razón.
Si bien la realidad se presenta como un misterio, también es cierto que la sola potencia
de la razón humana puede ser capaz de descubrir dichos misterios. El pensamiento
mítico era dejado de lado con el afán de comprender a cabalidad cómo funciona, al final
de cuentas, todo esto. Más allá de los sentimientos personales del sujeto pensante, la
ciencia surge como el principio a partir del cual la realidad será comprendida con
profundidad nunca antes vista. El corazón de la ciencia parte pues, de las siguientes
tesis:
1. La naturaleza es cognoscible.
2. La naturaleza sigue ciertos patrones que son cambiantes pero que son muy
regulares.
3. Dichos cambios obedecen a ciertas reglas.
4. Las reglas que esconde la naturaleza son de orden racional.
5. El hombre, con el esfuerzo de la razón, puede penetrar en los secretos de ese
orden natural.
6. Dichas reglas, al ser racionales, pueden expresarse en principios matemáticos.
7. Si comprendemos las relaciones matemáticas, podremos entender las leyes de la
naturaleza.
8. La naturaleza no obedece caprichos humanos, ni divinos.