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Csv filosofía cuarto año medio guía n°3 filosofía moderna 2014
1. FILOSOFÍA –Cuarto año medio – GPT Religión, Antropología y Filosofía 1
1.“Cuando yo era moderno”…
En esta oportunidad me corresponde introducirlos al pensamiento filosófico de la modernidad. Y para
empezar una paradoja: sucede que hoy por hoy el pensamiento moderno se considera viejo. Tanto es así, que
hoy se habla de una etapa posmoderna de la filosofía. Pero los filósofos suelen decretar la muerte de ciertas
ideas o de etapas que muchas veces gozan de estupenda salud. Si hiciéramos un breve recuento, muchas de
las nociones que hoy utilizamos en la ciencia o en la política son hijas de la modernidad; ellas han contribuido a
configurar todo un mundo. Desde luego, el mundo no se detuvo, y muchas de esas ideas se han puesto en
actualmente en cuestión.
Los historiadores se han quebrado la cabeza tratando de situar una fecha de inicio de la Modernidad. Lo
que podemos afirmar con relativa certeza es que de las cenizas de la sociedad medieval aparecerán los primeros
indicios de la modernidad. Se sucederán una serie de cambios que sería latoso enumerar a cabalidad: la peste,
la aparición de las ciudades, la masificación del salario y el dinero, el renacimiento, el surgimiento de bancos, el
humanismo, la reforma protestante, la invención de la imprenta, el descubrimiento de América, el estado
absolutista, la revolución inglesa, la revolución científica, la revolución industrial, la revolución francesa, etc.
De esa vorágine de cambios surgirá una sociedad que se ve a sí misma y el mundo de manera totalmente
distinta a la época de los griegos o a la sociedad medieval. El mundo antiguo miraba el mundo como un cosmos;
un todo vivo, integrado, armonioso y fundamentalmente justo. El ser humano, por lo tanto, tenía una actitud
confiada pues sabía que había un lugar para cada acción y cosa. Al desmoronarse esa imagen, los individuos
entran en crisis, una similar a la que vive un joven en el comienzo de su adolescencia. Al no poder recurrir a los
Dioses, a la naturaleza, o al Dios monoteísta, se comienza a dudar de todo. El pasado se vuelve extraño y pierde
su peso, la autoridad es mirada con sospecha, se cuestiona y se critica todo conocimiento.
En gran parte, la Revolución Científica es responsable de eso.
Copérnico, Galileo, Bacon, Descartes, y Newton desmontaron la visión
antigua del “cosmos”, para proponernos un “universo” puramente material,
mecánico, infinito, y sin sentido en sí mismo. Una realidad compuesta de
partículas y fuerzas sin espíritu, dirigidas por unas cuantas leyes universales
que la ciencia se encarga de describir.
En este universo, los hombres ya no habitarán en el centro, flotarán a
la deriva y sin patria, preguntándose ¿dónde está ahora Dios? La solución
que encontrará la filosofía moderna a ese orden perdido será que el hombre
mismo, mediante su inteligencia o razón, ordene esa realidad que, en sí
misma, no mostraba sino incertidumbres. Por eso que al leer al padre de
la modernidad filosófica, el filósofo Renato Descartes, se encuentra uno
primero con puras dudas y desconfianzas. Él es simplemente un hijo de su
época, pero además el constructor de una nueva era.
2. Pienso luego existo…
La época moderna fue una época de grandes guerras de religión. El cisma de la Iglesia Católica producto
de la Reforma protestante condujo a una batalla entre verdades religiosas, que fomentó entre los filósofos la
sensación de incertidumbre y crisis. Descartes vivió esa época, pero en vez de pensar que las religiones
solucionarían algo, soñó un lenguaje ideal, similar a la matemática, que no permitiera errores o prejuicios
producto de las creencias equivocadas de los hombres. Así comenzó la búsqueda de un método y un ideal de
verdad donde no existieran las dudas ni los errores. Si usando semejante método hallásemos un fundamento
evidentemente verdadero, podríamos, a partir de él, hallar otras verdades, tal como pasa en la matemática, donde
un axioma correcto nos lleva a teoremas correctos. El nuevo ideal de Descartes es la certeza racional: una
creencia de la que no quepa sospechar porque su verdad se halla completamente demostrada y liberada del error.
Para este filósofo, nada, (por muy viejo, respetable, venerable, o habitual que sea) merece ser considerado verdad
sin examinarlo filosóficamente. Descartes inaugura el pensamiento crítico que terminará cuestionando la
autoridad tradicional de aquella época: la confianza en la filosofía aristotélica y las verdades de la fe.
Guía de lectura y de reflexión – Filosofía – Cuarto medio – Unidad: Epistemología y
filosofía de la ciencia. Temas: teorías de conocimiento modernas- racionalismo,
empirismo, criticismo. Segundo Trimestre 2014.
2. FILOSOFÍA –Cuarto año medio – GPT Religión, Antropología y Filosofía 2
Su problema es cómo alcanzar ese tipo de verdad, qué camino seguir. Ya sabemos que su meta es hallar
ideas “claras y distintas” es decir, un pensamiento que no dé lugar a la confusión. Para hallar esa idea se le
ocurrió dudar de todo: de lo aprendido en sus años de estudio, de la información que nos entregan los sentidos,
de nuestra capacidad de distinguir el sueño de la realidad, de la evidencia de nuestro yo y de nuestro cuerpo, etc.
Dudó hasta de los pensamientos más lógicos, imaginándose un Genio maligno que lo engañara en todo,
constantemente.
Descartes partió actuando como un escéptico, aunque sólo fuera para obtener una nueva verdad, una
indubitable. Cuento corto: luego de mucho dudar, se dio cuenta que si uno duda de todo, no se puede dudar de
que se está dudando. Y dudar es, desde luego, pensar, y para pensar se tiene que ser algo, se tiene que
existir. ¡Pum! Cayó la teja… pienso, luego existo (cogito ergo sum)
Aquí hay algo profundo: si la nueva verdad es que existimos ya que evidentemente tenemos actividades
mentales (dudar, vacilar, imaginar, tener certezas, sentir, etc.) entonces las verdades ya no reposan en la realidad
exterior, en la Naturaleza, en Dios u en otra cosa. El criterio de lo que es verdad y lo que no, reside ahora en
nosotros, los humanos, ya que la certeza es algo que se da en nuestra actividad mental. La conciencia, con
todo lo que ocurre en ella, siempre está presente para que demos cuenta de sus actividades, las que podemos
reconocer y reflexionar. Será entonces la conciencia de los seres humanos, especialmente su parte racional, el
nuevo punto de partida para reconstruir el orden perdido. A éste nuevo fundamento moderno se le llamará el
sujeto.
Descartes ya había dado un primer paso, pero aún no tenía el camino para seguir
hallando más verdades del tipo “cogito ergo sum”. Ese camino consistirá en el método
de apegarse a cuatro reglas sencillas. La primera de ellas consiste en guiarnos por el
criterio de la certeza, vale decir, no aceptar aquello que se muestre dudoso o confuso,
tratando siempre de proceder cautelosamente, sin precipitarse o dejarse llevar por el
prejuicio. La segunda consiste en agarrar el problema y dividirlo en partes, hasta llegar a
las más simples. Esta es la parte del análisis. A ella le sigue la tercera regla que nos
pide organizar todo nuevamente de manera ordenada; haciendo una síntesis que vaya
de lo simple a lo complejo. La cuarta regla es la revisión general y continua de todo, para
no olvidar nada. Cuatro pasos, he ahí el método de Descartes para hallar verdades
indudables.
Pero Descartes había dudado también de la realidad exterior, del mundo y sus
cosas que estaban “allá afuera”. Con su nueva filosofía, Renato desconfía de los olores, colores, sabores del
mundo y deja sólo lo que la mente no puede negar: que las cosas están en un espacio, que tienen una extensión,
que sus movimientos ocurren en un tiempo, y que todo eso puede ser medido matemática y geométricamente.
Todo lo demás quedará fuera de la ciencia, y serán datos “subjetivos”. El mundo así visto es un mecanismo
cuantificable. El cuerpo, parte del mundo, es considerado una máquina que está separada de la mente. Los
animales también son máquinas y no poseen alma. Nace el dualismo, que plantea que somos una res cogitans,
una cosa pensante, frente a un cuerpo y a un mundo extenso, es decir, materiales. Todo lo material se rige por las
leyes matemáticas de la física (que estableció Dios) donde cada efecto está determinado por una causa que lo
provoca. Ante eso, el sujeto se descubre como una conciencia con voluntad, y libre.
En su examen de la mente humana Descartes halló tres tipos de ideas: las adventicias; que son adquiridas
por los sentidos y la enseñanza, las ficticias; que son creadas por la imaginación, y las innatas; que son aquellas
que poseemos en nuestro espíritu desde el nacimiento. Dentro de esas ideas innatas están las ideas de número,
de causa, de perfección, de materia, de mente y, la idea de Dios. En su obra, Descartes intentó ofrecer un prueba
racional de la existencia de Dios, buscando una nueva base para la teología. De hecho el papel de Dios será muy
importante en su filosofía: será Él, a quien no podemos negar como nuestro creador pues tenemos en nosotros
(seres finitos) una idea de perfección absoluta, el encargado de garantizar que nuestras ideas se correspondan
con el mundo exterior, y que por lo tanto sea imposible estar engañados o equivocados todo el tiempo.
Descartes es el padre de la filosofía moderna al inventar un nuevo criterio de verdad, y es, además, padre
del racionalismo, al afirmar el poder y la independencia de la razón humana frente al mundo.
3.Habían dos mellizos llamados racionalismo y
empirismo…
3. FILOSOFÍA –Cuarto año medio – GPT Religión, Antropología y Filosofía 3
Descartes abre una disputa entre quienes, a la hora de hablar de conocimiento, le dan primacía al
entendimiento o la razón, los llamados racionalistas, y aquellos que señalan la experiencia como fuente de todo
conocimiento, los empiristas. Se puede sostener que aunque fueran dos corrientes que se presentaban como
opuestas tenían algo de fondo en común. El filósofo que superaría esta división sería Emmanuel Kant, del que ya
hablaremos.
Partamos por los empiristas. El abuelo de ellos se llamó Francis Bacon, un filósofo – político inglés
obsesionado por destronar a Aristóteles del terreno de la ciencia. A su juicio, la ciencia no era la actividad solitaria
y contemplativa ante la naturaleza, como lo planteaban los aristotélicos, sino que era una intervención activa de la
realidad, mediante observaciones y experimentos, y mediante la cooperación de la comunidad científica. El
conocimiento avanzaba mejor acumulando evidencia en un procedimiento que se llama inducción que paría
desde las observaciones particulares de hechos, sumando cada vez más pruebas, hasta dar con una
generalización o ley de la naturaleza. Para dar ese paso era necesario hacer hipótesis sobre lo que se quiere
explicar, siempre contrastándolas con los datos u hechos observados. Además era de suma importancia para
Bacon suspender todo prejuicio, y filtrar continuamente nuestros conocimientos,
para liberarlos de los errores y confusiones. La utilidad social de la ciencia,
consistía en que mediante sus métodos podríamos “torturar” a la naturaleza (¡él
utiliza esa expresión!) para que nos revelase sus secretos. Con ello podríamos
dominar la naturaleza para favorecer la sociedad. Saber era para Bacon, poder.
Dejando atrás a este abuelo terrible, el empirista más famoso fue John
Locke. Él escribió en el siglo XVII, y su pensamiento político (del que no haremos
mención ahora) influyó en las revoluciones americanas y francesa. En el terreno
epistemológico se propuso investigar cómo conocemos, qué validez tiene lo
que conocemos y si ese conocimiento tiene límites. Se opuso a la idea
cartesiana de que tenemos ideas innatas, y dijo que nuestra mente viene al
mundo como una pizarra en blanco (tabula rasa), que comienza a ser llenada
con los datos aportados por los sentidos. Todo conocimiento se origina, por lo
tanto, en los sentidos, y por lo tanto, en la experiencia. De hecho, éste filósofo inglés sostenía que todos los
problemas filosóficos debían resolverse examinando las pruebas que podíamos obtener a partir de la experiencia
sensorial. No había que tener ideas preconcebidas sino atenerse a la experiencia en actitud antidogmática.
La mente viene, por lo tanto sin conceptos ni ideas de ningún tipo. Sin embargo, ella es capaz de formar ideas a
partir de la experiencia, que va dejando sus impresiones (como un timbre en la hoja) que vienen todas de la
sensación. La riqueza de la mente se produce porque tenemos una facultad que se llama entendimiento que
puede operar sobre esas ideas simples, asociándolas, combinándolas, separándolas, formando ideas
complejas. Así, Locke fue el primero que dijo que la mente genera lo que conoce, por asociación. Pero siempre
necesitaríamos de la sensación para obtener ideas simples, pues éstas no se pueden crear de la nada.
Aunque fuese su opositor respecto de las ideas innatas, le da la razón a Descartes al admitir que las características
medibles o cuantificables son certezas más fiables que las que varían de sujeto en sujeto. A esas características
básicas, como el que las cosas tienen una forma y un tamaño, las llamo “cualidades primarias”. Las “cualidades
secundarias” en cambio, surgen de la combinación de las primarias, y dependen sobre todo de la relación entre
la mente del sujeto y los objetos que conoce. No podemos pensar un objeto sin forma, tamaño o extensión, pero
los olores, sabores, texturas, temperaturas dependen notoriamente de quien lo está sintiendo. A partir de las
cualidades primarias “objetivas” (solidez, extensión, figura, movimiento, etc.) y de las cualidades secundarias
“subjetivas” (olores, colores, sabores, etc.) se forman las ideas simples de la mente.
Estas ideas son nuestro límite: no sabemos cómo son las cosas fuera de nuestra mente. Sólo tenemos
conciencia de la huella que dejan los objetos en nuestra mente, las percepciones. Básicamente la verdad
consistirá, entonces, en representarse ideas acordes o adecuadas a los datos más evidentes que nos proporcionen
los objetos a través de la experiencia. El empirismo aboga por cotejar nuestras
ideas con lo que la experiencia muestra. Pero, ¿cómo saber si nuestra
experiencia es la misma? No tenemos cómo comparar si nuestras
representaciones son adecuadas al objeto. Incluso si llamásemos a otra persona
para corroborarlo, esta persona estaría viendo su propia representación
solamente. Ningún observador podría conocer el objeto como tal, pues sólo tiene
acceso a lo que hay en su mente. Fue por esa misma razón que Descartes tuvo
que apoyarse en Dios como el garante de que las ideas se correspondieran
realmente con la realidad. Las conclusiones que obtuvo Locke con sus
investigaciones filosóficas, le persuadieron de considerar que nuestra capacidad
4. FILOSOFÍA –Cuarto año medio – GPT Religión, Antropología y Filosofía 4
de conocer, la razón, tiene límites que coinciden con la experiencia: no se puede conocer aquello que no hemos
experimentado.
Los racionalistas sabían que no podían prescindir de la información de los sentidos, pero consideraban
este conocimiento inseguro y poco confiable, que necesitaba ser garantizado por el entendimiento y sus principios
lógicos. El terreno de las ideas puras, de las definiciones exactas, de la organización sistemática de los conceptos,
del uso de la lógica era para ellos una fuente de certezas claras y distintas. Muchos de los racionalistas fueron
matemáticos o se inspiraron en las matemáticas, tal es el caso de Benito Spinoza o de Gottfried Liebniz. Este
último le contestó a Locke que si bien no hay ningún contenido en el entendimiento que no haya entrado por
los sentidos, el entendimiento mismo es innato, no lo adquirimos por experiencia.
Liebniz fue un sofisticado y elegante filósofo, inventor y diplomático de las cortes europeas durante el
periodo del absolutismo. Pensaba que desde lo más pequeño a lo más grande todo estaba regido por una armonía
y equilibrio matemático, y que en cada nivel de la realidad se desplegaba un universo entero. Incluso llevo esta
idea a su formulación numérica desarrollando la matemática de lo infinitamente pequeño, el cálculo infinitesimal.
Liebniz pensaba que la realidad era un sistema creado por Dios, un mundo creado de muchos posibles mundos
que pudieron haber sido pero no fueron. Al ser el “mejor de los mundos posibles” todo lo que ocurre en él tiene
una razón de ser, todo tiene su causa necesaria. Y si todo es necesario, todo está determinado en el pasado,
presente y futuro.
Liebniz consideraba también que toda la realidad es continua: desde lo más pequeño a lo más gigantesco hay una
conexión. En la realidad todas las cosas están conectadas entre sí, y por lo tanto unas cosas son causas de las
otras. Como todo tiene una razón de ser, todo podría, por lo tanto, llegar a ser comprendido filosófica y
matemáticamente en una ciencia universal.
Dentro de éste orden Liebniz identificó ciertas proposiciones que son evidentemente necesarias y
verdaderas sin que para demostrarlo necesitemos recurrir a la experiencia. “La distancia más corta entre dos
puntos es la recta”, “La suma de dos ángulos rectos es igual a 180º”, “El todo es mayor que la parte o que cada
una de las partes”, “Nada puede ser y no ser al mismo tiempo” (principio de no contradicción) son ejemplos de
lo que Liebniz llamó verdades de razón. Al depender del entendimiento, estas verdades son innatas. Hay otras
verdades, en cambio, que pueden ser o no según las circunstancias, por ello las llamó verdades de hecho. Estas
dependen íntegramente de la experiencia. Por ejemplo, el árbol frente a mi oficina hoy mide tres metros pero en
un año quizás mida seis o nueve. Ahora, el que sea de una u otra forma tiene una razón de ser, nada ocurre en
el universo “porque sí”. La idea de que todo en la naturaleza tiene su causa es una idea que no viene de la
naturaleza sino que es puesta por nuestro propio entendimiento. El entendimiento no es como una pizarra vacía
sino como una madera que tiene ciertas propiedades y capacidades naturales, y que se manifestarán al ir
trabajándola.
Pese a su aparente diferencia, racionalismo y empirismo fueron dos vías que coincidieron en la Revolución
Cientifica. A partir de sus trabajos, Galileo y Newton consagraron el matrimonio entre el lenguaje matemático y
la experimentación con la naturaleza. Desde ellos, acumular datos, medir y cuantificar, determinar leyes
generales y expresarlas en fórmulas, se convirtieron en el hacer común de los científicos modernos. Sin embargo,
las críticas elaboradas por un filósofo gordito serían muy terribles para esta confianza en la nueva ciencia.
4.David Hume, el filósofo gordito.
Ahora nos situamos en el siglo XVIII, periodo que culminará con la
Revolución Francesa. Hume fue un escocés bien gordito, hijo de una
familia de nobles venida a menos. Llegó a la filosofía luego de ser
abogado, escritor, historiador, político y diplomático. Se le conoce aún
como uno de los empiristas más importantes y trascendentes por su
radicalidad. Esta radicalidad se basaba en que Hume dijo que lo único
que había que tener en cuenta en el conocimiento era la experiencia.
Y la experiencia son las huellas del mundo en nuestro espíritu, que David
llamó impresiones. A su juicio Locke aún recurría a conceptos que no eran
sacados de la experiencia, como la idea de un yo, la noción de sustancia,
o el concepto de causa. Se propuso entonces, un examen crítico de la
ciencia y la filosofía para limitar sus pretensiones, uno que estuviera
basado exclusivamente en la observación y la experiencia.
Para Hume todo conocimiento proviene de las impresiones, las que provocan en nosotros, imágenes,
conceptos e ideas como productos o representaciones derivadas. Las ideas de la mente no son más que copias
de las impresiones. Por ejemplo; usted está ahora mismo en la playa, en unos roqueríos que son un mirador. Siente
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las impresiones “externas” del olor del mar, el ruido de las olas, el calor tibio del sol que se esconde, el sabor de la
sal en su boca, los colores de un atardecer que comienza. Además se despiertan en usted impresiones internas,
que surgen por reflexión, como el deseo de abrazar a su polola mientras observan ese espectáculo en una tarde
romántica. Horas después el sol ya se ha puesto, pero usted puede reavivar esas primeras impresiones como
recuerdos, claro que ya no gozan de la misma vivacidad. Puede incluso variar la escena: imaginarse un oleaje
embravecido, un cielo cubierto, y viento frío golpeando su cara. Puede incluso abstraer elementos comunes y
elaborar un concepto general de “atardeceres” ya sea en el campo, en la playa, en la ciudad etc. Esos recuerdos,
imágenes derivadas o conceptos ya son propiamente ideas. De las impresiones se forman ideas simples, las
que al combinarse se transforman en ideas complejas. Y eso es todo.
Bueno, pero todo eso pasa en mi mente… ¿y el objeto? Del objeto, nada. Lo único que podemos asegurar
es que tenemos esta u otra impresión en nuestra conciencia, no podemos asegurar nada de la realidad exterior.
De todo lo que no podamos comprobar o verificar por experiencia, no podemos decir que exista. Simplemente
“creemos” en que existe una realidad exterior. Lo único que hay es el flujo constante de impresiones e ideas. La
realidad para Hume no es más que las impresiones más fuertes y nítidas que tenemos en nuestro espíritu. Lo que
me pareció la otra noche como la vaga silueta de un cuerpo humano, hoy me aparece nítidamente como un montón
de ropa. No hay otro criterio para saber lo que es la realidad. Tampoco existe un “yo”: recibo fragmentos de
impresiones de lo que sería mi cuerpo, veo un reflejo en el espejo y creo que soy yo, escucho que me llaman por
un nombre y asumo que se trata de mi, escucho una voz interior y supongo que es la mía. Es lo mismo que cuando
veo llover: veo gotas de agua caer del cielo pero no veo “la lluvia caer”. No existe ningún personaje llamado lluvia
que le ocurra caer. El que yo tenga un “yo” más o menos estable en el tiempo y el espacio es simplemente una
ilusión, la experiencia no nos lo demuestra. Literalmente, el Yo es algo imaginado.
Bueno, ¿y la ciencia? Para Hume la ciencia reposa sobre la idea de causalidad. Esta es una de las tres
formas en que las ideas se asocian. La primera es la ley de la semejanza que hace que tendamos a unir o poner
juntas ideas o impresiones similares. La segunda es la ley de la contigüidad, que nos impulsa a ver ciertas cosas
como apareciendo juntas: el humo, la ceniza, el papelillo, el filtro, el cenicero aparecen como parte de una misma
experiencia. La tercera es la ley de la causalidad: nuestra mente considera ciertas impresiones o ideas, que se
presentan primero, como las causas de otras impresiones, que son posteriores, y que serían los efectos. Hume
llegó a la conclusión que esto no es más que algo psicológico, un hábito de la mente que no nos permite afirmar
nada con certeza de la realidad. Al jugar billar, cuando la bola blanca choca con la bola roja, creemos que el
movimiento de la primera es causa de la reacción de la segunda. Esto es una pura ilusión. Sólo vemos que dos
cosas suelen ir juntas, pero no vemos que un fenómeno sea la causa de otro fenómeno.
Esto además afecta a la confianza en la inducción. Recordemos que el método de la inducción sostiene
que a partir de observar hechos particulares, muchos de ellos, podemos obtener conclusiones generales. Por
ejemplo, veo un cisne y es blanco, veo otro y es blanco, veo diez y son todos blancos, veo mil blanquitos, veo un
millón, etc. …según la inducción en algún momento estaré autorizado para decir: “Todos los cisnes son blancos”.
Sin embargo, sostiene Hume, puede ser que en la experiencia 1.000.002 me tope con un desconocido cisne negro.
Mi conclusión sería inválida. Simplemente creemos que la naturaleza es regular, pero no tenemos como justificar
o demostrar eso.
Así, Hume se convirtió en un escéptico radical. Consecuente con su postura, sostuvo que no podemos
demostrar que Dios existe, y por lo tanto murió sin preocuparse mucho por su salvación divina. No obstante, el
problema se los dejó a los otros. Con su crítica le quitó el piso a toda filosofía que pretendiera decir algo sensato
sobre Dios, el alma humana o el sentido del mundo o la historia. Con este gordito se hubieran acabado las
grandes pretensiones de la Filosofía, sino fuera por un aburrido filósofo alemán que para pasar el rato, dio vuelta
todo lo que hasta entonces se había sostenido sobre el conocimiento.
5.Kant, un Nerd que cambió la historia.
6. FILOSOFÍA –Cuarto año medio – GPT Religión, Antropología y Filosofía 6
Kant se comportó como viejo toda su vida. Hoy le hubiésemos considerado
un nerd, pues consagró su vida al estudio, salió poco, hacía todo a la misma hora,
no tuvo grandes pasiones ni vicios, no conoció otros países, no tuvo grandes
metidas de pata. Pero, como un buen nerd, tuvo la paciencia para cambiar el
mundo con sus ideas. Hizo en filosofía lo que Copérnico hizo en astronomía: desde
él, la razón humana dejo de girar en torno al mundo, sino que el mundo vino a girar
en torno al sol del entendimiento humano (giro copernicano). La mente humana,
sostuvo, sintetiza la realidad, le da su ser y su forma. Por lo tanto en Kant culmina
lo que empezó siendo un problema originado por el cosmos perdido: el orden de
las cosas, que conocemos por la ciencia moderna, es un producto de la actividad
racional humana.
En su obra, Kant resuelve la aparente disputa entre racionalistas y
empiristas, creando una corriente que se denominará posteriormente como
criticismo. Kant pensaba que la pregunta epistemológica por excelencia era ¿qué
puedo saber? y sostuvo que en lugar de dar por sentado que nuestro conocimiento es válido, había que examinar
qué condiciones transformaban a un conocimiento en un saber válido. Su interés inicial era salvar la metafísica
(con sus cuestiones sobre Dios, el Alma y el Mundo) pero consideraba que en filosofía se especulaba mucho, y
tanto rollo mental hacía que nos alejáramos de la experiencia que es la que nos señala lo posible y lo imposible.
La esperanza de Kant era que si llegábamos a utilizar bien nuestra razón, sin caer en contradicciones o ideas
ilusorias, seríamos capaces de liberarnos de la ignorancia y de la opresión de autoridades que pretenden
tutelarnos. En esto, Kant se mostró partidario de los ideales de la Ilustración, y los defendió con gran pasión.
Kant imaginaba a la filosofía como un tribunal donde se examinaría si podemos fiarnos del conocimiento
que se pretende verdadero, aclarando cómo es posible su validez. Grandes científicos se habían liberado de los
engaños y habían aprendido a describir fielmente la naturaleza según leyes universales, eternas y objetivas. La
ciencia moderna, en especial Newton, demostraba que era posible un saber basado en la experiencia pero que
tuviera valor universal. Esa ciencia no se agotaba en decir obviedades lógicas como “la distancia más corta entre
dos puntos es la recta”, con ella era posible tener juicios rigurosamente verdaderos, universales, que además
pudiesen sintetizar lo que la experiencia muestra añadiendo siempre nueva información1. Este saber daba cuenta,
según Kant, de que lo que en realidad ocurría era que la razón coloca sus estructuras y leyes en los objetos de
manera previa a la experiencia, es decir, era un conocimiento a priori. Por ello, la ciencia podía establecer
anticipaciones en la experiencia. Kant denominó en general los conocimientos previos a toda experiencia como
conocimientos a priori y aquellos que provenían de la experiencia los llamo conocimientos a posteriori.
Esta cuestión de un conocimiento sobre la experiencia, pero que tuviese una validez más allá de toda experiencia
(o sea, que fuese, a priori) se transformó en su problema central. Su solución fue plantear que lo a priori resulta de
un aporte de nuestras propias capacidades mentales, vale decir, es algo que el sujeto pone en la realidad.
Entonces, la filosofía de Kant es el análisis de la relación entre aquello que nos aportan los sentidos
y la manera en que la razón da forma a ese material. Sin el material de los sentidos, el entendimiento está vacío,
pero sin su labor, la experiencia no tendría ninguna estructura. La razón constituye el mundo que experimentamos,
lo unifica. Cómo son las cosas en sí mismas independientes del sujeto que las conoce (Kant llama a esto el
noúmeno), queda como una incógnita imposible de descifrar para la razón humana, pues sólo sabemos cómo se
presentan ellas, como fenómenos, a nosotros. Desde Kant los objetos no son realidades independientes de mi
actividad pensante.
¿Cómo ocurre esto? Primero nuestra conciencia recibe el material de los sentidos, que en sí mismo no
puede ser conocido sino es configurado por el espacio y el tiempo, que no son “cosas reales” del mundo, sino los
moldes o las formas que nuestra razón le impone a las cosas. El espacio y el tiempo es el marco donde van a
aparecer la variedad de materiales que nos dan los sentidos. Ya que todas las experiencias se dan en el espacio
y en el tiempo, que aporta nuestra mente, es posible que la matemática y la geometría existan como verdaderas y
necesarias. Ahora, para que nuestra mente capte los objetos como tales, es decir como cosas determinadas y
definidas, es necesario que el entendimiento sume las categorías, que son los conceptos más generales con que
pensamos las cosas y además, las formas elementales en que ellas se nos presentan. Entre las categorías
encontramos la cantidad, la cualidad, la relación y la modalidad. El entendimiento hace posible que podamos
experimentar objetos, y por lo tanto hace posible que exista la física como ciencia.
Sin embargo, el pensamiento no descansa y trata de ir subiendo en sus conceptos hacia ideas más
generales, abarcadoras, unificadoras y absolutas. El ser humano es un ser inevitablemente metafísico, quiere
1
Kant llamó a estos juicios (o afirmaciones) juicios sintéticos a priori, distinguiéndolos de los juicios puramente a priori
(analíticos) y de los juicios de pura experiencia (o sintéticos).
7. FILOSOFÍA –Cuarto año medio – GPT Religión, Antropología y Filosofía 7
comprender el todo, aunque efectivamente sea inalcanzable. Su tendencia natural es tratar de captar el mundo
como la totalidad de las cosas que existen, el yo como algo puro e independiente del mundo (¡¡por lo tanto
inmortal!!), y a Dios como el sustento creador de estas realidades. Como la experiencia no puede mostrarnos nada
de eso, el uso de la razón en estas cuestiones no es más que una ilusión, un espejismo. Este fracaso se muestra
en el hecho que quedamos atrapados de antinomias o tesis contradictorias: por ejemplo, no podemos discernir si
el mundo tiene límites espaciales y temporales o si es infinito, pues la razón pura piensa una cosa que la
experiencia no puede probar. Así Kant se las arregla para validar el conocimiento de la ciencia (pues este se basa
en la correcta mezcla entre la experiencia y nuestro espíritu) y para dejar el tema de Dios y el alma en el terreno
de la ética y de la religión. Desde Kant la metafísica dejará de ser posible en el terreno de la ciencia para alojarse
en lo moral.
Aún así Kant abre una ventana, pues revela que no somos una cosa más del mundo. En tanto la razón
humana es condición de posibilidad para que conozcamos el mundo, es en cierto sentido anterior al mundo ni
se agota en el mundo. El observador observa que él mismo está fuera de lo que observa. La razón es
trascendental; hace posible la experiencia del mundo para toda la especie humana que comparte sus estructuras
generales. Se va a hablar de un sujeto trascendental, es decir que las condiciones de poder acceder al mundo,
conocerlo y pensarlo no son cosa de sujetos individuales sino elementos universales; la Razón humana como la
fuente de todo sentido y la posibilidad de todo conocimiento universal. Como el pensamiento hace posible el
mundo, hay algo de él que es independiente, libre, y autónomo. Por ello es que el hombre es un ser moral, pues
es capaz de determinar su voluntad. Será en éste terreno donde Kant volverá a tratar de colocar a Dios en la
filosofía. Ésta idea poco a poco se transformará en la afirmación de que es la razón humana la que en realidad
crea o pone libremente al ser. Los que se abanderarán bajo esta afirmación serán conocidos como la corriente del
idealismo alemán.
PARADIGMA DE LA
FILOSOFÍA ANTIGUA
PARADIGMA DE LA
FILOSOFÍA MODERNA
IDEA GENERAL DE LA
REALIDAD O EL UNIVERSO
IDEA DE LA NATURALEZA
IDEA DEL SER HUMANO
Ejercicio 1: comparación de paradigmas filosóficos. (TRABAJO DE
TRES PERSONAS)
A continuación, comparen el modelo o paradigma de pensamiento antiguo (GUÍA N°2)
con la filosofía moderna, según cada elemento que se te indique.
Entreguen éstas comparaciones en un cuadro como el que se te sugiere. Se evaluará: 1)
pertinencia y corrección de las comparaciones 2) manejo de los conceptos más
importantes de cada periodo 3) redacción, ortografía y claridad de la respuesta 4)
indicar explícitamente ideas filosóficas de cada época.
8. FILOSOFÍA –Cuarto año medio – GPT Religión, Antropología y Filosofía 8
IDEA DEL CONOCIMIENTO
IDEA DE LA VERDAD
IDEA DE DIOS
IDEAL Y FINALIDAD DE LA
SABIDURÍA.
9. FILOSOFÍA –Cuarto año medio – GPT Religión, Antropología y Filosofía 9
RACIONALISMO
(Descartes, Liebniz)
EMPIRÍSMO (Bacon,
Hume)
FILOSOFÍA
CRÍTICA. (Kant)
¿Cuál es el
conocimiento válido o
verdadero?
¿Cómo se obtiene el
conocimiento válido o
verdadero?
¿Cuáles son los
conceptos
fundamentales de esta
teoría?
Ejercicio 2: comparación de corrientes filosóficas. (TRABAJO DE TRES
PERSONAS)
A continuación, comparen las visiones epistemológicas del racionalismo (Descartes, Liebniz, etc.)
empirismo (Bacon, Locke, Hume) y filosofía crítica (Kant) utilizando el cuadro que viene a
continuación. Se evaluará: 1) pertinencia y corrección de las comparaciones 2) manejo de los
conceptos más importantes de cada corriente epistemológica 3) redacción, ortografía y claridad de
la respuesta 4) indicar explícitamente como ejemplos, filósofos y sus ideas.
10. FILOSOFÍA –Cuarto año medio – GPT Religión, Antropología y Filosofía 10
¿Qué podemos
conocer? ¿cuáles son
los límites del
conocimiento?