1. ¿QUÉ SIGNIFICA EL DERECHO AL BUEN VIVIR?
Como es de conocimiento general, el Preámbulo de la Constitución de la República del
Ecuador, publicada en el Registro Oficial No. 449 de 20 de octubre de 2008, señala el derecho
al buen vivir; y más aún este derecho está regulado en los Arts. 12 al 34; y sobre el régimen del
buen vivir desde el Art. 340 al 415, además de otras disposiciones constitucionales y legales
contenidas en varios códigos y leyes, especialmente en el Plan Nacional de Desarrollo del Buen
Vivir del gobierno del presidente Rafael Correa Delgado 2009-2013, el mismo que contiene
nueve programas; y en último de ellos trata sobre la justicia.
De aquí nace la interrogante ¿Qué es el buen vivir?, el aymara Fernando Huanacuni en su obra:
VIVIR BIEN/BUEN VIVIR (Filosofía, Políticas, Estrategias y Experiencias Regionales), trata
sobre este tema tan profundo y ahora vigente en nuestro ordenamiento jurídico de la siguiente
manera, obra que me permito sugerir su lectura para ilustración de todos los ecuatorianos, ya
que solo de esta manera podremos hacer conciencia de lo que es un proceso de cambio, que sin
duda vive el país a raíz de la Constitución de la República de 2008.
¿QUÉ ES EL BUEN VIVIR?
Este concepto del buen vivir, emerge desde la cosmovisión de los pueblos originarios ante la
crisis global que ha generado occidente; y es así que los pueblos indígenas plantean una nueva
forma de valorar los Estados y sus sociedades, considerando indicadores en un contexto más
amplio, con el propósito de cuidar el equilibrio y la armonía que constituye la vida.
De tal manera, que en esta obra, se recalca que el derecho al buen vivir, está basado en
principios y valores ancestrales, de tal manera que la sociedad ecuatoriana en este contexto,
debe generar espacios para la expresión tanto de lo material como de lo mental, lo emocional y
lo espiritual, a partir de la identidad, en un contexto no solamente individual antropocéntrico
sino comunitario, que integra a todas las formas de existencia que son parte de la comunidad.
Con razón Fernando Huanacuni Mamani, dice: “El vivir bien está ligado a la espiritualidad y
esto emerge de un equilibrio entre el pensar y el sentir”.
Agrega: “Vivir bien, está ligado a saber convivir, así que para visibilizar, expresar o proyectar
el vivir bien, se tienen que restablecer las armonías con uno mismo, con la pareja, con la
familia, con la comunidad, con la Madre Tierra y con el Padre Cosmos, y estas armonías se
expresan a través del cuidado y el respeto; esto es cuidamos no porque es ajeno o porque una
norma lo dice, sino porque somos nosotros mismos; ya que el deterioro de ese algo
aparentemente externo es el deterioro de todos nosotros, más aún del conjunto, y ese conjunto
es la comunidad, no solo de seres humanos, sino de la comunidad debida”; concluye señalando,
que la humanidad necesita la ética del buen vivir para equilibrar la naturaleza y la cultura y de
este modo convivir con armonía; esto es sustentando en una forma de vivir plasmada en la
práctica cotidiana del respeto, de la relación armónica y equilibrio con todo lo que existe,
comprendiendo que en la vida todo está interconectado, es interdependiente y está
interrelacionado.
2. De tal modo, que el buen vivir va mucho más allá de la sola satisfacción de necesidades o el
acceso a servicios y bienes, más allá del mismo bienestar basado en la acumulación de bienes.
El vivir bien no puede ser equiparado con el desarrollo, ya que el desarrollo es inapropiado y
altamente peligroso de aplicar en las sociedades indígenas, tal y como es concebido en el mundo
occidental, concluye señalando dicho autor aymara.
De lo anotado en líneas anteriores, se desprende como dice la mencionada obra, que el buen
vivir, es a la final: “Vivir en armonía y equilibrio; en armonía con los ciclos de la Madre Tierra,
del Cosmos, de la vida y de la historia, y en equilibrio con toda forma de existencia”, de tal
modo que lo importante es vivir en armonía con la naturaleza y la vida, para poder salvar a la
humanidad y a la Madre Tierra de los peligros que una minoría individualista y sumamente
egoísta representa.
El autor de la obra también señala: “El vivir bien no es lo mismo que el vivir mejor, el vivir
mejor es a costa del otro. Vivir mejor es egoísmo, desinterés por los demás, individualismo, sólo
pensar en el lucro, porque para él vivir mejor, frente al prójimo se hace necesario explotar, se
produce juna profunda competencia, se concentra la riqueza en pocas manos”.
3. ¿QUE ES SER UN BUEN CIUDADANO?
Un buen ciudadano es aquel que inculca paz en su familia paraqué por
generaciones se vaya transmitiendo y hacer de nuestra sociedad una sociedad
con paz y respeto.
Un buen ciudadano es el que no se queda callado ante la injusticia que se vive.
Un buen ciudadano es el que sin más ni menos ayuda a la persona
necesitada.
Un buen ciudadano es el que respeta la ley y la hace valer.
Un buen ciudadano es el que ama a su país y lo cuida.
Un buen ciudadano se interesa por lo que ocurre en su país.
Un buen ciudadano es aquel que hace valer sus creencias y sus valores.
Un buen ciudadano es el que se apiada del dolor de las personas, aunque no las
conozca.
Un buen ciudadano trata de hacer un cambio dentro de su sociedad.
Un buen ciudadano es el que se educa para enseñar en un futuro los demás.
Un buen ciudadano cumple con sus obligaciones con el país.
Un buen ciudadano trabaja exhaustamente para ver a su país mejor.
Un buen ciudadano mantiene su civismo y defiende su patria.
Un buen ciudadano es aquel que respeta la limpieza de su país
Un buen ciudadano es ser educado en las vías públicas y en los lugares que se
presente.
Un buen ciudadano no permite que las autoridades sobrepásense poder.
Un buen ciudadano es el que brinda sus conocimientos por el bien del país.
Un buen ciudadano mantiene con firmeza su origen.
Un buen ciudadano es el que huye de la violencia y no la permite.
Un buen ciudadano es el que conserva la naturaleza y cuida de ella.
Un buen ciudadano es aquel que se ofrece como voluntario cuando mas lo
necesitan.
4. El Buen Vivir en la Constitución del Ecuador
El Buen Vivir, más que una originalidad de la Carta Constitucional, forma parte de una larga
búsqueda de modelos de vida que han impulsado particularmente los actores sociales de
América Latina durante las últimas décadas, como parte de sus reivindicaciones frente al
modelo económico neoliberal. En el caso ecuatoriano, dichas reivindicaciones fueron
reconocidas e incorporadas en la Constitución, convirtiéndose entonces en los principios y
orientaciones del nuevo pacto social.
No obstante, el Buen Vivir es una apuesta de cambio que se construye continuamente desde
esas reivindicaciones por reforzar la necesidad de una visión más amplia, la cual supere los
estrechos márgenes cuantitativos del economicismo, que permita la aplicación de un nuevo
modelo económico cuyo fin no se concentre en los procesos de acumulación material,
mecanicista e interminable de bienes, sino que promueva un modelo económico incluyente; es
decir, que incorpore a los procesos de acumulación y re-distribución, a los actores que
históricamente han sido excluidos de las lógicas del mercado capitalista, así como a aquellas
formas de producción y reproducción que se fundamentan en principios diferentes a dicha
lógica de mercado.
Asimismo, el Buen Vivir, se construye desde las posiciones que reivindican la revisión y
reinterpretación de la relación entre la naturaleza y los seres humanos, es decir, desde el tránsito
del actual antropocentrismo al biopluralismo (Guimaraes en Acosta, 2009), en tanto la actividad
humana realiza un uso de los recursos naturales adaptado a la generación (regeneración) natural
de los mismos.
Finalmente, el Buen Vivir se construye también desde las reivindicaciones por la igualdad, y la
justicia social (productiva y distributiva), y desde el reconocimiento y la valoración de los
pueblos y de sus culturas, saberes y modos de vida.
La Constitución ecuatoriana hace hincapié en el goce de los derechos como condición del Buen
Vivir y en el ejercicio de las responsabilidades en el marco de la interculturalidad y de la
convivencia armónica con la naturaleza (Constitución de la República del Ecuador, Art. 275).
En la Constitución del Ecuador se supera la visión reduccionista del desarrollo como
crecimiento económico y se establece una nueva visión en la que el centro del desarrollo es el
ser humano y el objetivo final es el alcanzar el sumakkawsay o Buen Vivir. Frente a la falsa
dicotomía entre Estado y mercado, impulsada por el pensamiento neoliberal, la Constitución
ecuatoriana formula una relación entre Estado, mercado, sociedad y naturaleza. El mercado deja
de ser el motor que impulsa el desarrollo y comparte una serie de interacciones con el Estado, la
sociedad y la naturaleza. Por primera vez, en la historia de la humanidad una Constitución
reconoce los derechos de la naturaleza y ésta pasa a ser uno de los elementos constitutivos del
Buen Vivir.
Frente al desmantelamiento del Estado impulsado por el neoliberalismo, se hace fundamental
recuperar el Estado para la ciudadanía, en el marco de la recuperación de lo público, en un
sentido más abarcativo. De ahí que la Carta Magna fortalece el Estado recuperando sus roles en
la planificación, regulación y re-distribución. Sin embargo, no se trata de una visión estatizante,
en la que el antiguo rol del mercado es sustituido de manera acrítica por el Estado. Por el
contrario, al fortalecer y ampliar los derechos y al reconocer a la participación como elemento
fundamental en la construcción de la nueva sociedad, la nueva Constitución busca el
fortalecimiento de la sociedad como condición necesaria para el Buen Vivir en comunidad. De
este modo se impulsa la construcción de un verdadero poder social y ciudadano.
5. Para la nueva Constitución, el sumakkawsay implica mejorar la calidad de vida de la población,
desarrollar sus capacidades y potencialidades; contar con un sistema económico que promueva
la igualdad a través de la re-distribución social y territorial de los beneficios del desarrollo;
impulsar la participación efectiva de la ciudadanía en todos los ámbitos de interés público,
establecer una convivencia armónica con la naturaleza; garantizar la soberanía nacional,
promover la integración latinoamericana; y proteger y promover la diversidad cultural (Art.
276).
La importancia que se da a la diversidad en la carta magna del Ecuador, no se restringe al plano
cultural, sino que se expresa también en el sistema económico. La Constitución ecuatoriana
reconoce al sistema económico como social y solidario, incorporando la perspectiva de la
diversidad en su concepción y superando la visión mercadocéntrica que lo definía como social
de mercado.
Para la economía social el ser humano es el centro de la actividad económica y, por lo tanto, la
economía debe estar al servicio de la vida y no la vida en función de la economía. Esto supone
revertir la lógica perversa del capitalismo, para el que la acumulación del capital constituye el
motor de la vida. La economía social, por el contrario, plantea la generación de una economía
plural en donde las lógicas de acumulación del capital y del poder estén subordinadas a la lógica
de la reproducción ampliada de la vida. Para ello, el trabajo es una noción central. Se trata
entonces de apoyar las iniciativas económicas de la población desde la perspectiva del trabajo y
no desde la perspectiva del empleo, con el fin de garantizar que la riqueza quede directamente
en manos de los trabajadores (Coraggio, 2004).
A esta reflexión se suma la sobrevaloración que ha adquirido, en los últimos años, sobre todo
entre los y las jóvenes, el ingreso por sobre el trabajo. Una de las ideas más interesantes que
podemos proponer para promover el Buen vivir es, justamente, la recuperación de la dignidad
del trabajo. Esto empieza con la garantía para el ejercicio de los derechos laborales, pero
también supone la revaloración del trabajo como espacio de construcción de subjetividades, de
capacidades organizativas, de vínculos solidarios y de conocimientos prácticos social y
culturalmente relevantes.
La dimensión social del Buen Vivir en la Constitución ecuatoriana busca la universalización de
los servicios sociales de calidad para garantizar y hacer efectivos los derechos. De este modo, se
deja atrás la concepción de educación, salud o seguridad social como mercancías.
En la dimensión ambiental del Buen Vivir, reconoce los derechos de la naturaleza, pasando de
este modo de una visión de la naturaleza como recurso, a otra concepción totalmente distinta, en
la que ésta es "el espacio donde se reproduce y realiza la vida". Desde esta concepción la
naturaleza tiene "derecho a que se respete integralmente su existencia y el mantenimiento y
regeneración de sus ciclos vitales, estructura, funciones y procesos evolutivos", así como el
derecho a la restauración (Art. 71 y 72). Los servicios ambientales no son susceptibles de
apropiación (Art. 74).