GENERALIDADES SOBRE LA CESAREA, RESIDENCIA DE GINECOLOGIA Y OBSTETRICIA
Ct 25 noviembre 2011 El Ermitaño
1. Casa Templaría 25 de Noviembre de 2011
En la montaña de Galamus
hay una Ermita preciosa ¡Una
maravilla! Vivía un ermitaño que
había dedicado su vida a Dios, a
la espiritualidad. Vivía muy cerca
muy cerca de un río y él se ponía
cada día a meditar en la orilla, en
frente estaba el pueblo y había
una señora que tenia cabras,
vacas, corderos y vendía su leche
y cada día, cada día le iba a llevar
su tazón de leche, podía ser un
cuarto o medio litro, pero el
ermitaño a diario tenía su desayuno, su merienda y su cena.
Un día el ermitaño le dijo: buena mujer te voy
a regalar una oración, los budistas lo llaman un
mantra, para las otras religiones son pensamientos
u oraciones, si la repites con fervor y conciencia,
te aseguro que te puede ayudar a atravesar el
océano, el océano de tu vida. Entonces la buena
mujer le dio las gracias y se fue tan contenta.
Cuando llego a su casa se puso a leerlas, a recitarlas y dijo, que
cosa tan linda, nunca había conocido tanta paz y tanta bondad.
2. Llego un día donde había llovido tanto, tanto, tanto, que se
desbordo el río y era
imposible para aquella
buena señora llevar
la leche a nuestro
ermitaño, ni en barco
había modo de atravesar.
La mujer dijo: ¿Cómo
voy a hacer para
atravesar el río? ¡Es imposible y ese ermitaño no puede quedarse
sin su leche¡ ¡Aay! Pensó, voy a recitar esas oraciones muy
fuertes, esos mantras. Recuerdo que me dijo, si lo haces con fe
puedes atravesar el océano, el océano no es, es solamente un río.
Entonces podré, voy a hacerlo.
La mujer ordeñaba su
vaca y llenaba el recipiente
de la leche y mientras
estaba haciendo su trabajo
recitaba, recitaba,
recitaba que cuando
terminó cogió su lechera,
puso sus pies sobre el agua
y empezó a andar. El torrente era cada vez más fuerte, con gran
violencia y bravura. Ella iba andando sobre el río, llegó a la orilla y
le dijo: ermitaño aquí traigo su leche, el ermitaño la contemplo y
le dijo: ¿Cómo ha hecho para venir, ni en una barca ni en ningún
medio de comunicación se puede hacer?
3. Ella le respondió: Me acorde de usted; me regaló aquella
oración, aquel mantra y entonces lo repetí, lo repetí y nada más
he hecho eso y como me dijo atravesarás el océano, pues he
podido con el río, le dejó su leche y el anciano comió. Entonces
dijo: Adiós ermitaño. Y como había venido, se fue andando por las
aguas, llego a su casa la anciana y fue tan feliz porque había
hecho su buena acción, había creído y su fe levantó montañas.
El ermitaño se quedó pensando todo
el día ¡Cómo es posible! Y pensando en su
vanidad dijo: qué grado de espiritualidad
tengo, si solamente regalando un mantra
esa mujer atravesó el río, ¿A qué grado
estoy? Pues voy a hacerlo yo. Se armó
de valor y dijo: ¡Voy a atravesar el río!
pero cuando puso los primeros pasos se
hundió y se ahogó. ¿Qué pasó?
Sencillamente el ego te mata. El ego es el peor enemigo de ti y te
mata y si lo escuchas te hará esclava y esclavo y te ahogará. Es
lo que le paso al ermitaño, su propio ego lo ahogó.
Cuidado mis semillas día sí y día no, oiréis hablar del ego,
porque es nuestro mejor amigo y nuestro peor enemigo, si lo
escuchamos cuando hacemos el bien ¡Aleluya! nos ayuda y nos
acompaña. Si lo escuchamos cuando nos dice que tenemos
poderes mágicos o que simplemente nos sintamos orgullosos de
nuestras malas acciones, ahí nos mata. Tengamos mucho cuidado
con nuestro ego porque es el que nos empuja a caernos en el
precipicio con nuestros malos pensamientos con nuestras
envidias, nuestros celos, nuestras venganzas y nuestro mal.
4. Cuidado mis semillas, podéis ser tan grandes si no escucháis
a vuestro ego. Que sí, podéis hacer como esa santa mujer que
creyó en su fe, que creyó en lo que le habían dicho y mostro que
podía. Porque su corazón era limpio y puro. Porque su corazón fue
más grande con su generosidad al llevarle la leche a ese ermitaño
y no pensó en su ego, ni siquiera cabía dentro de su corazón ese
ego.
¡Que tal! ¿Os ha gustado, mis semillas? Pues hay que
aplicarlo. Abrir vuestro corazón y
llenarlo de la humildad, del amor
y de las buenas acciones. No os
preocupéis, el Universo os
recompensará y acordaros de ese
ermitaño, solo su vanidad le
ahogó. Para qué le sirvió tantos
años dedicados a la espiritualidad y a Dios, si en un segundo de
vanidad perdió lo que tantos años había luchado.
Mi querida semilla es para ti. Es para ti que te lo dedico.
Ponlo en práctica, mata tu ego y te parecerás a aquella buena
mujer que con su gran corazón
lo llenaba cada día de bondades.
Con todo mi amor
La Jardinera.