San Agustín ve al hombre como un alma racional que tiene un cuerpo mortal para su uso. Define el alma como una sustancia dotada de razón que domina y rige el cuerpo, por lo que el hombre es principalmente el alma y no su cuerpo. También cree que la inmortalidad del alma es una necesidad que explica la búsqueda del hombre por la felicidad plena, la cual solo se alcanza en la eternidad. Distingue tres tipos de conocimiento: el sensitivo, el racional y el de las verdades eternas.