El documento discute la importancia del respeto hacia uno mismo y los demás. Argumenta que el respeto debe comenzar interiormente al cuidar nuestro cuerpo y espíritu de manera sana y elevada. Solo así podremos comprender verdaderamente el respeto y amor hacia los demás. También advierte sobre los peligros de practicar el espiritismo sin la debida preparación y guía, y comparte una experiencia personal donde recibieron un engaño que les sirvió de lección.
1. &
ESPIRITISMO ESTE
ALGO QU
NECESITAMOS
ESTE ALGO QUE NECESITAMOS
Quisiera en cuatro letras ahondar un
poco sobre una frase harto dicha y men-
cionada —que como la mayoría—, es
tan usada, que no nos percatamos ya
de su verdadero sentido. No ya en el vo-
cabulario, sino en nuestra conciencia.
Esta palabra es la llamada respeto, que
aunque no ha caído en desuso, tam-
poco está en su «momento», lamenta-
blemente.
Hablamos por ejemplo, de que ya no
se respeta a nada y a nadie en nuestros
días, que nuestra sociedad está deca-
yendo hacia la vulgaridad a marchas for-
zadas, de que se pierden cada día más,
los valores del ser humano y del am-
biente que nos rodea. ¿Es totalmente
cierto este criterio? Y por que no!
Hay una célebre frase que dice que el
respeto debe empezar por uno mismo.
Cierto. Si no nos respetamos a nosotros,
niipztrq fmiIkri n1 mhint f1I
envuelve. Si no entendemos exacta-
mente el respeto que nos merecemos a
nosotros mismos y a lo nuestro, cómo
vamos a comprender el respeto hacia
los demás.
A mi entender, debemos empezar por
querernos a nosotros mismos, es decir,
dar a nuestro cuerpo lo que necesite,
no lo que nos pida sin ton ni son, porque
a veces nos pide cosas que nuestra
conciencia rechaza, y a ella debemos
hacer caso, pues es nuestro juez interno
y casi siempre infalible en sus dictados.
¿Es querer a nuestro cuerpo dándole
comilonas a reventar, solo porque nos
creemos grandes gourmets? ¿Darle un
exceso de alcohol porque nos gusta be-
ber? Drogarlo porque nos gustan las
sensaciones nuevas? ¿Prostituirlo me-
diante un libertinaje sexual sólo porque
sienta la necesidad fisiológica de hacer
el amor? ¿Darle malos espectáculos por
el hecho de gustarnos verlo todo? ¿Es
lógico darle bienestar absoluto sólo por-
que nos agrada la comodidad?
No, no es todo esto lo que nos crea
respeto hacia nosotros mismos. Dar a
nuestro cuerpo más de lo necesario lo
pnvilprp y P.n-,uni2 pnvpipriInr1nIn nrnn-
tamente. No le sacamos partido al ele-
mento que Dios nos ha dado para reali-
zarnos a nosotros mismos. A nuestro
espíritu. Es necesario que nuestras
emociones sean más elevadas para sen-
tir el autorrespeto que nos incite a ser
mejores cada vez más, y al serlo con
nosotros mismos lo seremos con los de-
más, con los seres que nos rodean, sean
personas, animales o cosas. Sentir
respeto es sentir amor, es el «Amarás a
tu prójimo como a ti mismo)) Este es el
verdadero significado del amor universal.
Nosotros somos la acción de nuestros
pensamientos. Según pensamos de no-
sotros mismos, así juzgamos a los de-
más. Si todos y cada uno tuviéramos un
buen concepto de nuestra personali-
dad, ¿cómo podríamor matar, robar,
incendiar, violar, es decir, perder el res-
peto a nuestro prójimo como lo hace-
mos cada día en pequeñas o grandes
cantidades?
No soy moralista, soy si acaso, al-
guien a quien le gusta pensar un poco,
creer que todos somos mejores, o al
menos que podemos mejorar para hacer
de nuestro mundo un lugar no tan nega-
tivo, esforzándonos sólo un poco, día a
día, y momento a momento.
M TERESA BORI
Advertencias sobre los fenómenos
espiritistas
ADVERTENCIAS SOBRE LOS
FENOMENOS ESPIRITAS
Cuando en el año j973 di comienzo a
mi modesta labor a favor del Espiritismo
en nuestra querida revista Karma-7, lo
hice sin pensar —como suele suceder a
veces—, el alcance que iba a tener este
trabajo de difusión y esclarecimiento,
máxime cuando entonces era «casi»
una osadía exponer criterios al respecto.
Había que escudarse en la moderna y
vacilante Parapsicología para poder dar
a conocer las manifestaciones espiri-
tistas sin «topar con la iglesia» como
decía Don Quijote. Amiga mía hubo,
que fue rechazada --en su demanda de
consuelo— por sacerdote obcecado al
máximo. Pero fuimos valientes y los es-
piritistas no desistimos nunca en nues-
tra investigación ni abandonamos nues-
tra Doctrina. Una Doctrina que respeta
y venera el Evangelio y que no desdice
del mismo, sino en el punto disimulado
por otros respecto a la reencarnación.
Muchos hacen alusión deseando ma-
nifestar esta fe, a la entrevista secreta
que mantuvo el Maestro con Nicodemo
cuando le dijo que «el hombre debe na-
prensadelmisterio.blogspot.com
2. SUSCRIBASE
SUSCRIBASE
A KARMA-7
SUSCRIBASE
cer de nuevo si desea entrar en el Reino
de los Cielos». A mi juicio no es éste el
sentido del comentado pasaje evangéli-
co. Jesús deseó dar a entender que el
hombre debía nacer de nuevo no pene-
trando en el vientre de su madre, sino
abriendo sus ojos y oídos a la nueva
doctrina que predicaba El. Nacer espi-
ritualmente a la LUZ que impartía con
su divina Palabra.
En cierta ocasión y cuando yo aban-
doné la Iglesia Protestante a la que per-
tenecía, la esposa del Sr. Obispo trató
de darme una explicación a mis objecio-
nes y me dijo que no era nada como yo
lo interpretaba. El pasaje que se discu-
tía se trataba de (Mateo Vlll( en que Je-
sús pregunta a sus discípulos qué dicen
las gentes qué o quién es El. Yo asegu-
raba que si las gentes decían que Jesús
era Elías, Jeremías o Juan el Bautista,
ya fallecidos siglos o años antes, era
porque creían en la reencarnación. La
señora de T. me dijo que no. Que se re-
ferían sin ningún género de duda a que
creían que Jesús pudiera ser alguno de
estos profetas resucitados. Semejante
absurdo era insostenible pues la resu-
rrección no fue ni sospechada por el
pueblo hebreo hasta que un grupo pe-
queño pudo dar testimonio de ella al
comprobar la Resurrección de Cristo.
Ya lo dijo Pablo de Tarso en Corin-
tios cap. 15: «Mas ahora Cristo ha resu-
citado de los muertos. Primicias de los
que durmieron es hecho...». Y todo el
capítulo continúa tratando de hacer
creer a los corintios en la resurrección
del Maestro amado. Lo que demuestra
que nadie conocía y meros creía en la
resurrección hasta aquel entonces.
Bien, una vez aclarado este punto an-
te los que duden entre resurrección y
reencarnación, voy a entrar en materia
decididamente, dirigiéndome a los ino-
centes e incautos que por admitir no-
blemente nuestra Doctrina espiritista, y
comprobar que la vasología les «funcio-
na» de maravilla, se «me» lanzan a la
investigación sin asesoramiento pre-
vio. Ya tuve oportunidad de escribir y
hablar al respecto más de una vez en mis
cartas, por televisión y aun en confe-
rencia en el Consejo Nacional de Inves-
tigaciones Científicas.
dmigos y hermanos, no es tan
simple la cuestión. Sí puede funcionar
—si se posee latente una mediumni-
dad ignorada— ese juego del vaso so-
re un abecedario. Y también recibir
respuestas más o menos razonables a
luestras preguntas al más allá. Pero el
Deligro está latente y presente y hay que
star prevenidos. Y para ello os voy a
elatar un fracaso mayúsculo que tuvi-
nos mi esposo y yo hará como 22 años,
uando aún estábamos eR,epañales»,
omo os puede suceder a cualquiera,
que el Señor permitió para que en prin-
ipio aprendiésemos nosotros y más
arde quizá pudiéramos aleccionar a
)trOS. Hoy comenzaré por el más senci-
¡lo y sin mayores consecuencias y más
adelante os daré a conocer algo más
serio y perturbador.
Por aquellos días había fallecido una
sobrina nuestra residente en la calle
Amilcar, en Guinardó, Barcelona. Está-
bamos inconsolables, pues tenía 21
años y la amábamos lo que merecía,
que era mucho. Como nosotros practi-
cábamos con el velador —sistema se-
mejante a la vasología—, un buen día se
nos manifestó la niña Marujín. Fuimos
felices y lo natural, cada tarde nos sen-
tábamos ante el mueblecito y lo pasá-
bamos en grande hablando con ella. Es-
taba bien. Era feliz. Y nosotros contentos.
Pasaron no sé si dos meses, y cierto
día nos anunció que su padre deseando
hablar con ella vendría desde Barcelona
cualquier día. Uno de los próximos nos
anunció que ya venía y nos dijo: —1 Ob-
serven los principiantes!( Que lo hacía
en avión de las líneas Aviaco. Natural-
mente era la Compañía que él solía uti-
lizar y todo encajaba perfectamente. Ni
sospecha de fraude. Llegó la hora y ella
nos dijo que llegaba a las siete de la tar-
de, mi esposo marchó a la terminal a
esperarle. Estuvo allí hasta que no que-
dó ningún pasajero por desfilar, y Ramón
no apareció por ninguna parte. Mi mari-
do se vino a casa y tomando el velador
enseguida interrogamos a Marujín. Nos
dijo que su padre había perdido ese avión
pero que venía en el siguiente. Que le
había visto en el aire y era seguro, se-
guro.
Mi marido a las once de la noche
volvió a la Compañía y tampoco Ra-
moncito venía en ese vuelo. Y a un po-
co o un mucho «mosca», volvió a casa y
tomando el velador volvimos a interro-
gar. Entonces el ser comunicante ya de-
senmascarado, no tuvo otra oportuni-
dad de embromamos y al preguntarle
quién era en definitiva, —pues no
creíamos que fuese nuestra prima—,
nos dijo que él era ¡¡el diablo!! Mi hija
rompió en llanto desconsolada y mi
marido rompió... el velador en mil
pedazos. Fue nuestra última experien-
cia en este género de prácticas. Casi
a continuación de este fracaso fue cuan-
do recibí la primera prueba de medium-
nidad parlante, vidente, escribiente, in-
tuitiva, etc... Pero el lamentable asunto
no terminó ahí.
Los domingos solían acudir a nuestra
casa varios amigos, entre ellos les que
nos habían demostrado la utilización del
velador, y otra amiga, muy buena mé-
dium, pero no tanto como debiera serlo
espiritista, pues nada nos avisó nunca
de estos fallos y los contratiempos que
podría acarrear el Espiritismo sin una
base de información idónea. Recordán-
dola siempre es por lo que yo me desvi-
vo, porque a otros hermanos no les su-
ceda otro tanto.
Venían, como iba diciendo, a pasar la
tarde y a trabajar con nuestro velador y
recibíamos lecciones muy buenas, pues
o que menos abunda gracias a Dios!
son estos dolorosos tropiezos. Nada más
entrar en casa, nuestra amiga C. —la
médium a la que aludo—, vio a un ser
allí presente. Me preguntó quién era, y
yo le dije —como aún yo no los podía
ver— que no lo sabía. Pero que sospe-
chaba que pudiera ser el que nos había
estado embromando días atrás. Ella en-
tonces se encaró con él y le regañó. El
se defendió diciendo que «sólo había si-
do una broma y que había que ver cómo
nos habíamos puesto. Que no nos preo-
cupásemos, que ya se marchaba». Mi
amiga dijo que no. Que ya no podía irse
pues ella no se lo permitía. Circunstan-
cia notable, pues él no sabía —ni yo
tampoco entonces—, que el médium
tiene facultad para dominar el ser que le
perturba. Mi amiga llamó al protector
del Distrito que es (San) Estanislao, del
distrito del barrio de Argüelles, Madrid
y cuya colonia espiritual está ubicada en
el Cerro Garabitas, en la Casa de Campo.
Hoy es mi «paño de lágrimas» en caso
de apuro.
Entonces el hermano Estanislao se
llevó al interfecto —que dijo llamarse
Luis, por cierto— y todo quedó en paz.
Todo se había reducido a dos meses más
o menos de entorpecimiento, pero des-
de aquel momento abandonamos toda
práctica mecánica del Espiritismo,
hasta que poco después recibí tras pre-
previa preparación física, la capacita-
ción para —como dije— ver, oír y es-
cribir.
El Señor permite estas pruebas como
tantas otras para nuestro alecciona-
miento y así estar prevenidos en un fu-
turo y, más que otra cosa, comprobar
nuestra fe. Nuestra decidida entrega a
la Obra espiritual. No hay quien no se
abrase un dedo en un laboratorio. Quien
no se rompa alguna que otra pierna es-
quiando o el menisco jugando al fútbol...
Son gajes del oficio... ¡Pero este «oficio»
vale la pena!
W LUISA MORALES
Una dE
nitismo e
el tiempo
ha sido Ji
Nació
año 181
que nací¿
ser un en
texto hi
más, con
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Tarragon
Estaba
nado, cu
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1840, cu
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y algunas
Colavida
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Termir
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emigrar
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correr de
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regresa a
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Poster
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