1. por Andrés Meco
PSICOFISIOLOGIA perdid
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No hace falta que me lo digan, por-
que yo lo sé; pero como en este Mun-
do, cada uno tiene que poner su grano
de arena, yo también quiero poner el
mío.
A lo largo de la vida, son muchas las
veces que todos hemos oído decir, que
el Mundo en que vivimos es injusto e
imperfecto, y pienso, que opinamos
así, porque desconocemos cómo se de-
sarrolla el proceso de fa evolución del
Espíritu; creo yo, que si supiéramos
cómo se desarrolla este proceso, pensa-
ríamos de diferente forma.
Sé que lo que les voy a decir, les
gustaría más que se lo dijera una pluma
más sabia que la mía; pero como no
conozco a nadie que lo haga por mí y
con mi pensamiento, lo tengo que
hacer yo, por lo que les pido mil dis-
culpas, al mismo tiempo que les ruego
me perdonen, por si algo de lo que
digo, en este artículo, no está de acuer-
do con lo que Uds. piensan.
El proceso de la evolución del Espí-
ritu, es muy sencillo; tan sencillo, que
lo vamos a explicar, como sabemos ha-
cerlo, en unas pocas líneas.
El cuerpo humano, es un cuerpo or-
gánico más de la Creación, con los ins-
tintos propios de su especie, que po-
dría vivir la vida, sin la presencia del
Espíritu, como cualquier otro cuerpo
orgánico similar a él; no la vive, por-
que desde su origen fue concebido y
creado, para que el Espíritu se perfec-
cionara en él, a través de tiempo inde-
finido, puesto que no existe el tiem-
po, en el Mundo Espiritual, en el que
nos encontramos inmersos.
El Espíritu encarna en el cuerpo hu-
mano, para conducirlo con la sabidu-
ría que ya posee, a través de la lección
que ha de vivir en esa existencia; pero
hay veces, que en vez de conducir el
cuerpo en que vivimos, es el cuerpo
el que nos conduce a nosotros, vi-
viendo entonces una existencia indig-
na, que nos llena de vergüenza en el
Más Allá, cuando desencarnamos.
Decíamos, anteriormente, que el
cuerpo humano podría vivir la vida
sin la presencia del Espíritu, y realmen-
te la vive, cuando el Espíritu se deja
dominar total o parcialmente por el
cuerpo; la vive, porque aunque el Es-
píritu vive en el cuerpo, en cuanto a
responsabilidad, es como si realmen-
Mano ectoplásmica (?)
te no viviera, porque sólo se hace lo
que el cuerpo (instinto) desea, porque
al Espíritu, por ignorancia, le com-
place.
Las lecciones (existencias) que vivi-
mos a través del cuerpo orgánico, en el
Mundo Tierra, no nos las impone na-
die, nos las imponemos nosotros mis-
mos, porque en el Más Allá, todo es di-
ferente de como nos lo imaginamos.
En el Más Allá, el Espíritu, cuando
desencarna, no puede, aunque quiera,
ocultar nada de lo bueno o malo que
ha hecho durante la vida que ha vivi-
do; no puede ocultar nada, porque en
el Más Allá, el Espíritu, es algo así
como un libro abierto, en el que se
puede leer hasta el pensamiento de su
autor.
En el Más Allá, nuestro Espíritu,
queda más o menos iluminado, según
la vida que ha vivido en la Tierra: Si la
vida que hemos vivido en la Tierra, ha
sido ejemplar y digna, la Luz de nues-
tro Espíritu se multiplica; pero si por
el contrario, en la vida que hemos vivi-
do hay de todo menos bueno, la Luz
de nuestro Espíritu queda obscurecida,
moviendo una pesada silla.
por la mancha que sobre ella hemos
echado, con nuestra —a veces— incalifi-
cable e irresponsable conducta.
Nuestro Espíritu vuelve a recuperar
la plenitud de su Luz, en el momento
que hemos vivido, por propia volun-
tad, esas lecciones difíciles que nos en-
señan siempre algo que aún no sabe-
mos, porque nunca lo hemos vivido,
aunque sí se lo hemos hecho vivir a los
demás, si no de la misma forma, sí de
la misma intensidad.
Las lecciones que vivimos en la Tie-
rra, se encuentran siempre estrecha-
mente relacionadas, con las lecciones
que anteriormente hemos vivido; se en-
cuentran relacionadas, porque todas
ellas forman parte, con sus altibajos,
de esa lección única, que es el camino
del progreso del Espíritu; de ese cami-
no que se extiende, a través de tiempo
indefinido, en el Libro de la Creación.
El Espíritu, nunca retrocede, aun-
que viva existencias indignas, incalifi-
cables e irresponsables, lo único que
hace, de momento, es, detenerse en el
camino de su progreso, hasta que, por
su propia voluntad, recupera el tiempo
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2. EL ESPIRITU Y EL MAS ALLA
perdido. Lo recupera, porque se aver-
güenza de lucir ante los demás, lo que
desearía ocultar y no puede. Por tal
razón y sin que nadie nos lo mande,
deseamos vivir esas existencias difíci-
les, que a veces vivimos, que son las
que nos hacen recuperar el tiempo
(progreso) perdido, como igualmente,
el lugar que nos corresponde entre los
demás Espíritus.
Las existencias que vivimos, vistas a
través del cuerpo en que vivimos, tal
vez nos parezcan largas, según la exis-
tencia que estemos viviendo; pero vis-
tas a través del Más Allá, ni nos parecen
largas ni lo son, porque sólo represen-
tan y lo son, un instante en el camino
del progreso del Espíritu.
El Espíritu desea vivir las experien-
cias más o menos difíciles que a veces
vive, porque necesita recuperar la paz
perdida; porque desea ocupar, con pie-.
na Luz, el lugar que le corresponde en
tre los demás Espíritus y porque una
existencia, como decíamos anterior-
mente, es breve y permite al Espíritu
lavar, sus culpas, vivir una lección más
y continuar el camino de su progreso.
Cuando nacemos a la vida, nacemos
con el firme propósito de vivir la lec-
ción que libremente hemos elegido;
pero hay veces, que por falta de res-
ponsabilidad, rompemos, de una forma
u otra, el compromiso que hemos ad-
quirido con nosotros mismos; por tal
razón, hemos de volver a empezar,
de nuevo, la lección que anteriormente
no hemos querido vivir. En este caso
me estoy refiriendo, concretamente, a
los Espíritus, que por ignorancia, en un
momento de debilidad, suicidan el
cuerpo en que viven.
Decíamos, anteriormente, que en el
Más Allá, en el que nos encontramos
inmersos, el tiempo no existe; no exis-
te, porque no puede existir, porque al
Espíritu para su progreso (evolución),
no se le mide el tiempo; no se le mide
porque el Espíritu fue creado libre,
para que a través de ese tiempo que no
existe y del Libro de la Creación, llega-
ra a poseer la grandeza de Espíritu
(Luz), que en su momento original,
Dios creó para él (para todos los Espí-
ritus, sin excepción alguna). Cuando
a través de ese tiempo que no existe,
el Espíritu llegue a poseer toda su gran-
deza, su Luz, se podrá comparar con la
de su Creador, porque habrá alcanzado
la perfección absoluta. Aunque en el
Más Allá, el tiempo no existe, en el
Mundo en que vivimos, sí que existe;
existe, porque el cuerpo y el Espíritu
lo necesitan: el cuerpo lo necesita,
para recuperarse, periódicamente, de
las energías perdidas, en sus horas inin-
terrumpidas de trabajo; el Espíritu,
para renacer de nuevo cada mañana,
porque, como decíamos anteriormen-
te, hay veces que vivimos, porque así
lo deseamos, existencias o períodos de
existencia, sumamente difíciles, en los
que es preciso renacer de nuevo cada
mañana, para que el camino a recorrer
(lección a vivir), no se nos haga ni tan
difícil ni tan largo.
Todos sabemos, por experiencia,
que después de un buen sueño, vemos
las cosas de diferente forma; las vemos
de diferente forma porque el cuerpo
ha recuperado las energías perdidas y
el Espíritu la ilusión de vivir. En algún
momento de mi vida, leí o me lo dije-
ron, que teníamos que aprender a "re-
nacer cada mañana". Esto quiere de-
cir, que cuando la vida nos sea adver-
sa, por la circunstancia o circunstan-
cias que fueren, hemos de recomenzar,
cada mañana, con nuevas ilusiones,
como si se tratara de una nueva vida.
Siempre que la vida nos presente si-
tuaciones más o menos difíciles, que
creamos no poder resolver por noso-
tros mismos, hemos de procurar acor-
darnos, de la forma que sepamos ha-
cerlo, de los Espíritus Superiores, para
que nos ayuden.
La lección, más o menos difícil, que
hemos deseado vivir, no la vive nadie
por nosotros, porque el camino de
nuestro progreso, sólo nosotros lo he-
mos de recorrer, porque el camino del
progreso es la formación del Espíritu;
pero si en los momentos más difíciles,
cuando nos parezca que nos faltan las
fuerzas, pedimos ayuda —a los Espíri-
tus que nos sean más queridos—, la re-
cibimos, aunque no nos demos cuenta
de la forma en que la recibimos.
Cuando se aproxima el final de la
lección que hemos deseado vivir,
somos ayudados por los Espíritus de
Luz, a los que, de una forma u otra,
hemos amado en nuestra más o menos
larga existencia.
En el momento en que rompemos
las ligaduras que nos unen al cuerpo en
que hemos vivido, quedamos confundi-
dos, sin saber qué hacer ni adónde ir,
haciéndonos mil preguntas, a las que
71
3. no hallamos respuesta, y es natural
que así sea, debido a que, para noso-
tros, todo es diferente, porque nos ha-
bíamos acostumbrado a vivir en el
cuerpo y a través del cuerpo, y en esos
primeros momentos, no sabemos estar
sin él.
Sabemos que hay muchas formas de
desencarnar y que casi todas ellas se
encuentran estrechamente relacionadas
con la lección que hemos vivido; digo
esto, porque cuando desencarnamos,
según la forma en que hemos vivido,
nos encontramos más o menos dispues-
tos, a escuchar y seguir los sabios con-
sejos de los Espíritus que quieren ayu-
darnos.
Si la vida que hemos vivido, más o
menos difícil, la hemos vivido con arre-
glo a los dictados de nuestra concien-
cia, la cosa es fácil, porque pronto es-
cuchamos a los espíritus de Luz, deján-
donos conducir, por ellos, al Mundo
Espiritual que nos corresponde; pero si
por el contrario, la vida que hemos vi-
vido, la hemos vivido sin hacer mucho
caso de la voz de nuestra conciencia,
ni tampoco hemos repasado de vez en
cuando, a través de la lógica, nuestra
forma de ser y proceder, por si acaso
nos hemos equivocado en algo; enton-
ces las cosas cambian, porque, general-
mente, cuando somos ayudados por
los Espíritus de Luz, rechazamos la
ayuda que nos prestan, creándonos,
or tiempo que varía según los casos,
iuestro propio Mundo, en el que vivi-
iios una vida imaginaria, en un Mundo
ea¡ a la vez que imaginario, en el que
o es nada agradable vivir, porque a
se nivel, se encuentran todos los casos
-reproducción de los acontecimientos
nás desagradables, vividos por los Es-
íritus que se encuentran a ese nivel-
que no nos gusta contemplar, porque,
generalmente, son muy tristes. Se en-
cuentran en este Mundo imaginario,
hasta que escuchan los sabios consejos
de los Espíritus de Luz —que no les fal-
tan mientras se encuentran en tal esta-
do— y se elevan, con ellos, al Mundo
Espiritual que les corresponde.
En este plano (nivel), no permanece
el Espíritu como castigo, porque al Es-
píritu no se le castiga jamás, haga lo
que haga, permanece en él, por igno-
rancia.
Cuando por fin, un tanto confusos,
comprendemos nuestro nuevo estado,
nos elevamos en compañía de los Espí-
ritus de Luz, al Mundo Espiritual que
corresponde al estado de progreso en
que nos encontramos, para en él estu-
diar la lección que hemos vivido. Si la
lección que hemos vivido, la hemos vi-
vido según nos habíamos propuesto an-
tes de encarnar, la Luz de nuestro Es-
píritu se ve aumentada en la misma
proporción del progreso conseguido;
pero si, como decía anteriormente, ha-
ciendo un mal uso de huestro libre al-
bedrío, hemos vivido una vida total-
mente diferente a la que nos habíamos
propuesto vivir, antes de encarnar, en
la que hemos hecho de todo menos
bueno; entonces, nuestro Espíritu su-
fre y se avergüenza ante los demás Es-
píritus y su Luz queda obscurecida, en
la misma proporción de la falta o faltas
cometidas; se avergüenza y sufre ante
los demás, porque allí no podemos
ocultar nada, como aquí lo hacemos,
de lo bueno o malo que hemos hecho.
Decíamos que, en el Más Allá, en
compañía de nuestros Maestros y en
presencia de los Espíritus que estudian
como nosotros su lección, estudiamos
la lección que hemos vivido a través
del cuerpo humano; una vez que a tra-
vés de tiempo indefinido, hemos estu-
diado y aprendido, todo lo que nos
permite el progreso que ya tenemos,
nos preparamos para volver a encarnar
de nuevo.
En el Más Allá, el Espíritu es total-
mente diferente de como es cuando
vive la vida a través del cuerpo huma-
no, debido a que ha estudiado todo lo
que puede comprender, entre ello, la
lección que ha vivido con sus aciertos
y equivocaciones; por tal razón, cuan-
do ya está preparado para ello, él mis-
mo, en presencia de sus Maestros y
demás Espíritus, desea vivir la lección
que más tarde vive y que como decía-
mos, guarda, en la mayoría de los ca-
sos, estrecha relación con la anterior-
mente vivida.
Cuando ya estamos preparados para
vivir una nueva existencia (lección) y
así lo deseamos, con tiempo indefini-
do se busca desde el Más Allá, en la
mayoría de los casos, el ambiente (fa-
milia) que más conviene a la existencia
(lección) que vamos a vivir, y es natu-
ral que así sea, debido a que, como ya
he dicho anteriormente, hay veces que
vivimos existencias difíciles o dificilísi-
mas, de las que generalmente partici-
pan, en mayor o menor escala, los se-
res queridos (familia) que nos rodean.
El cuerpo humano, que se sepa, en
su momento original se compone de
cuerpo etéreo, llamado también inter-
mediario plástico, y de cuerpo orgáni-
co; más tarde se compone también de
cuerpo fluídíco (Espíritu), debido a
que el Espíritu encarna en el cuerpo
etéreo, que es poco más o menos como
el molde del cuerpo orgánico, porque el
Espíritu sólo puede posesionarse de la
materia, más o menos sólida (cuerpo
orgánico), a través del cuerpo etéreo
(intermediario plástico).
El Espíritu cuando encarna, durante
los meses del embarazo, queda como
aletargado al lado del cuerpo en que ha
de vivir y unido al mismo por un cor-
dón fluídico; permanece al lado y no
dentro, porque el Espíritu sólo se en-
cuentra dentro del cuerpo en los mo-
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4. rnentos en que el cuerpo está despier-
to (consciente). El que el Espíritu se
encuentre, durante los meses del em-
barazo, en esa especie de letargo, no
quiere decir que no sufra por las cosas
que le puedan suceder al cuerpo en
que de hecho ya vive. Digo esto, por-
que hay quien cree, que el Espíritu no
sufre cuando las futuras madres tienen
un aborto por la circunstancia que fue-
re. Sufren, porque, queramos o no
queramos, es una muerte violenta y en
las muertes violentas, provocadas o no,
el Espíritu sufre.
No digamos por el mal que hacemos
a los demás, que jamás se lo debemos
de hacer, sino por el mal que nos ha-
cernos nosotros mismos, jamás debe-
mos quitar la vida a ningún ser que
quiere venir a la vida, para seguir el
curso de su evolución; porque hemos
de tener presente, que hay cosas de las
que hacemos, que tenemos que vivirlas
para darnos cuenta, que aquéllo a lo
que no dimos importancia, sí que la
tiene, si la víctima somos nosotros.
Que nadie interprete mal mis pala-
bras, porque en el Más Allá, no existe
eso que aquí llamamos "la Pena del Ta-
lión", porque bien claramente digo an-
teriormente, que el Espíritu desea vivir
por convencimiento propio y libre-
mente, la lección que vive.
Estas pocas líneas nos dicen, sin
profundizar demasiado, que el Mundo
en que vivimos es perfecto y que si no
lo vemos así, es, porque nos faltan los
conocimientos necesarios para poder
comprenderlo.
Si con estas líneas he ayudado en
algo, a los que piensan que este Mun-
do es imperfecto e injusto, me alegro,
porque, desde un principio, mi inten-
ción no ha sido otra.
El Maestro Jesús, hace ya mucho
tiempo, nos legó, poco más o menos,
estas palabras: "Cuando dos o más per-
sonas se reúnan en mi nombre, yo esta-
ré allí; si no estuviere en presencia, lo
estaré en esencia, porque mi Luz se
proyectará sobre vosotros a través de
la distancia". Repito las palabras del
Maestro Jesús, porque, ahora como
siempre, muchos de nosotros nos halla-
remós unidos (reunidos), a través de
este artículo, en su nombre.
Les diría más cosas con respecto al
tema que estamos tratando; pero no
puedo, porque el espacio de que dis-
pongo no me lo permite. En una próxi-
ma ocasión les seguiré hablando del
mismo tema, que creo les guste, mien-
tras tanto espero recibir sus cartas, di-
rigidas a la Redacción de la Revista,
que contestaré con mucho gusto a tra-
vés de la misma.
Que los Espíritus Superiores desde
el Más Allá, en el que nos encontra-
mos inmersos, iluminen nuestros pen-
samientos.
Andrés Meco Sánchez
HERMANOS EN AMOR ESPIRITUAL.CURANDEROS-SANADORES
La Dirección de la revista KARMA-7 ha publicado un ruego dirigido a
los Curanderos, Sanadores y personas interesadas, para que manifeste-
mos nuestro apoyo con el fin de formar en primer lugar un Comité Orga-
nizador, con miras a crear una conveniente Agrupación de Curanderos y
Sanadores en España, esto existe en varias naciones; nosotros debemos
tomar interés por crear una Agrupación.
Esto tiene por misión, en primer lugar protegernos; en segundo lugar,
formar un Censo Nacional de Curanderos y sanadores,con el fin de poder
facilitar a los pacientes nuestra dirección,al mismo tiempo el DON Espiri-
tual, y sepan en qué lugar existe el Curandero o Sanador que ellos precisan
para alivio de sus enfermedades.
Existe en Barcelona la Escuela Espiritual de la Nueva Era de Amor Uni-
versal, única en España, situada en Joaquín Costa, 62, etlo., 1?, Barcelona
que se podría encargar de organizar en principio,el fichero de cuántos in-
teresados deseemos formar parte para la creación de una Agrupación, en
tal fichero constará la facultad, virtud, Gracia que se posee, o DON Espiri-
tual.
La Escuela facilitará la información que se precise ante las dudas exis-
tentes.
PEDRO CALVO LERMAS73