1. 23
Las Cartas Católicas
La Iglesia ha tenido una dimensión
universal desde los primeros momentos
de su existencia. Cuando en el día de
Pentecostés los Apóstoles recibieron el
Espíritu Santo y salieron a predicar sin
temor por las calles de Jerusalén, los
escuchaban gentes de muy distintas
procedencias: Partos, medos, elamitas,
habitantes de Mesopotamia, de Judea y
Capadocia, del Ponto y Asia, de Frigia y
Panfilia, de Egipto y la parte de Libia
próxima a Cirene, forasteros romanos, así
como judíos y prosélitos, cretenses y
árabes (Hch 2,9-11). Muchos de ellos
recibieron el bautismo aquel mismo día y
al regresar a sus tierras de origen llevaron
por todos los rincones del mundo el
mensaje del Evangelio.
También los Apóstoles, después de una
breve temporada inicial en Jerusalén,
fueron saliendo a las ciudades más
pobladas de las regiones limítrofes para
continuar con su predicación. Algunos de
ellos llegaron a tierras muy lejanas: Santo
Tomás, según algunas tradiciones, llegó
hasta la India.
Las Cartas de San Pablo tienen valor
permanente para la Iglesia en todas
partes, aunque en su origen fueron
escritas a comunidades o a personas
concretas. Sin embargo, hay en el Nuevo
San Pedro predica el Evangelio (G. Doré).
Testamento otras cartas apostólicas que,
en su mayor parte, están dirigidas stas cartas son LA EXPANSIÓN de asedio, Jerusalén
directamente a toda la Iglesia Católica, es muy variadas MISIONERA es conquistada y el
decir, universal, y por eso se las suele entre sí, tanto DE LA IGLESIA Templo destruido.
denominar «cartas católicas». El primero por el estilo como por Tito vuelve victorioso
que llamó así a algunas de ellas fue sus contenidos especí- Tras la muerte del a Roma, donde poco
rey Herodes Agripa I tiempo después fue
Orígenes, que aplica ese nombre a la ficos. Algunas de ellas
en el año 44, Palestina proclamado empera-
primera carta de Pedro, la primera de responden a situacio-
pasa de nuevo a ser dor. En el arco conme-
Juan y la de Judas. Más tarde se nes concretas que se provincia romana. El morativo que se cons-
extendió el nombre también a la segunda fueron presentando en descontento entre la truyó en su honor aún
de Pedro, la de Santiago y la segunda y las primeras décadas población, que se ve- hoy es posible ver re-
tercera de Juan, hasta completar el de la Iglesia en algu- nía arrastrando desde lieves que muestran el
número de siete «cartas católicas». nos lugares. En su años atrás, propiciaría expolio de los tesoros
conjunto, constituyen el éxito de algunos lí- del Templo de Jerusa-
una muestra excelente deres revolucionarios lén, entre cuyos trofe-
Por Francisco Varo Pineda que intentaron sacu- os se exhibe el cande-
de la vida y fe de los
dirse el yugo romano. labro de los siete
primeros cristianos re-
A partir del año 66, brazos.
partidos por todo el desembocaría en una Como consecuen-
orbe; y de la vitalidad verdadera revolución. cia de estas revueltas y
creativa del Espíritu En el año 70, des- de la fuerte represión
Santo. pués de varios meses romana, algunos gru-
2. pos judíos que habían exis- murió lapidado en Jerusalén LA CARTA DE SANTIAGO de la marcha de San Pedro a
tido en tiempo de jesucris- el año 62. De otros Apósto- Roma, quedó como cabeza
to, como los saduceos –que les, con excepción de Juan, Se trata de una carta par- de la comunidad de Jerusa-
estaban muy unidos al su- al que la Tradición le pre- ticularmente interesante lén y, como tal, recibió la vi-
mo sacerdocio–, desapare- senta al frente de una serie desde distintos puntos de sita de San Pablo después de
cieron. Los fariseos, por su de comunidades de Asia vista, ya que refleja fielmen- su conversión. Fue martiriza-
parte, se reorganizaron en Menor todavía al final del si- te la espontaneidad y viveza do hacia el año 62 d.C. por
Yabne, una ciudad de la glo I, no hay datos ciertos; con que se trasmitía el men- instigación del Sumo Sacer-
costa mediterránea, bajo la pero a lo largo de estos saje cristiano en las prime- dote Anano II. La epístola
dirección de Yojanan ben años irían culminando su vi- ras comunidades. Es tam- pudo ser escrita en torno al
Zakkai: centrando su aten- da terrena. bién un claro exponente de año 60, no mucho antes de
ción en el estudio y la apli- Por otra parte, las perse- la unidad entre el Antiguo y su muerte.
cación de la Ley, salvaron la cuciones que se habían de- el Nuevo Testamento. Dirige su carta a las doce
herencia del judaísmo. Los satado ya contra los cristia- En el encabezamiento, el tribus de la dispersión (St
esenios, tras la destrucción nos en algunos lugares del autor se presenta así: San- 1,1), es decir, a los cristianos
de Qumrán en el año 68, se I mperio y los acontecimien- tiago, siervo de Dios y del Se- de la diáspora: a los que vi-
unieron a otros grupos: al- tos en Jerusalén a partir de ñor jesucristo (St 1,1). La vían fuera de Palestina, en-
gunos se refugiaron en Ma- la revuelta del 66, que aca- fórmula siervo de Dios res- tre los gentiles.
sada que sería destruida el ban con su destrucción, ponde a un modo de deno- En cuanto a las circuns-
año 73. Los celotes siguie- también tuvieron conse- minarse a sí mismos los tancias que motivaron este
ron activos en el desierto cuencias importantes no só- cristianos procedentes escrito, poco se sabe. Sola-
llevando la guerra a sus últi- lo para los judíos y los cris- del judaísmo, según lo mente que a aquellas comu-
mas consecuencias. tianos de Jerusalén sino atestiguan diversas inscrip- nidades cristianas se les es-
Por su parte, los cristia- también para las comunida- ciones paleocristianas en- taban presentando algunas
nos, según refiere el histo- des judías en todo el Impe- contradas en las excavacio- dificultades que amenaza-
rio. Las relaciones de los nes arqueológicas de ban su buena marcha.
riador Eusebio de Cesarea,
se refugiaron en Pella primeros cristianos con las Palestina. En la carta abundan las
(Transjordania) antes del autoridades y con los judíos La tradición cristiana ha exhortaciones y adverten-
asedio de Jerusalén, con lo se fueron haciendo más ten- reconocido en este nombre cias: el comportamiento an-
sas y, por tanto, necesitadas a Santiago, el «hermano» –es
que lograron sobrevivir a la te las contrariedades y las
de nuevas respuestas y acti- decir, pariente– del Señor y
conquista de la ciudad. Des- tentaciones; el logro de la
tudes. obispo de Jerusalén. Según
pués del año 70, según Epi- equidad en el juicio sobre
La situación que se fue muchos autores, se trataría
fanio, regresaron a Jerusalén las personas, evitando mur-
creando hizo que en las di- también de uno de los Doce:
así como bastantes judíos. muraciones o difamaciones;
versas áreas geográficas se Santiago, hijo de Alfeo. Este
En las comunidades judí- volviese a fijar la atención el desprendimiento de las
Santiago era de la familia de riquezas y la preocupación
as diseminadas por las ciu- en los Doce y en Pedro, y
dades del Imperio se impu- jesucristo, hijo de una de las por los pobres y necesita-
se desarrollaran los ministe- mujeres con nombre María,
so la línea fariseo. Sus dos; la práctica de la ora-
rios para la dirección de las que acompañaban a la Vir-
líderes expulsaron de las si- comunidades. ción, y la corrección a los
gen junto a la cruz. Después
nagogas a quienes se apar- hermanos que se están des-
taban de sus tradiciones caminando. El hilo conduc-
particulares –entre éstos, a tor que da unidad a toda la
muchos judeocristianos–, y carta es la coherencia en-
rechazaron toda la literatura tre la fe y la vida del cre-
que no cuadrase con su yente: el cristiano ha de
En este tiempo, algunas cuestiones doctrinales fueron
pensamiento. comportarse de tal modo
cobrando particular importancia. Así, por ejemplo, la esperan-
Por lo que se refiere a la que en cada momento ma-
za en la venida gloriosa y definitiva de Jesús (parusía) era
vida de la Iglesia, a partir nifieste con obras en su vida
objeto de gran atención. Ante las interpretaciones de algunos
de los años 60 se fue pro- que consideraban inminente la parusía, fue necesario precisar la fe que profesa.
duciendo un relevo gene- la doctrina de Jesús al respecto: hay que estar vigilantes, Su doctrina sobre la fe y
racional. La mayor parte de pues no se sabe cuándo ocurrirá. Y, frente a los que negaban las obras complementa la
los Apóstoles, que hasta que Cristo fuera a venir por segunda vez, se afirma la certeza expuesta por San Pablo -so-
esos momentos tenían un y el fundamento de esta verdad. bre todo, en Romanos y Gá-
lugar relevante en la vida y A la vez, la diversidad de tendencias dentro de las mismas latas-, desde una perspecti-
gobierno de la Iglesia, iban comunidades (como las que se desprenden de la mayor o me- va diferente. Pablo, en
muriendo. Según la tradi- nor vinculación a la Ley de Moisés, o las que están más in- polémica con los judaizan-
ción atestiguada por la pri- fluenciadas por elementos de la sabiduría judeohelenista, que tes, afirma que lo que im-
mera carta de Clemente ya apuntan con claridad en muchas de las cartas del Nuevo porta es la fe, y no tanto las
(año 96), Pedro y Pablo su- Testamento) llegaron a poner en peligro su unidad. En esta si- obras de la ley mosaica. Por
frieron martirio durante la tuación fue conveniente reafirmar esa unidad y salir al paso eso llega a decir, en ese
persecución de Nerón (años de las doctrinas que no fueran concordes con la tradición ori- contexto, que el hombre es
64-66). Por su parte, Flavio ginaria. justificado por la fe, con
Josefo cuenta que Santiago independencia de las obras
3. de la Ley (Rm 3,28). En rados a los cristianos
cambio, en un ambiente y les anima a sopor-
más sereno, Santiago in- tar con gozo los su-
siste sobre todo en que la frimientos.
fe ha de reflejarse en el En la carta se de-
comportamiento: El hom- sarrolla una idea
bre queda justificado por profunda y consola-
las obras y no por la fe so- dora: que el cristia-
lamente (St 2,24). no está incorpora-
Esta carta contiene do a Cristo y
también enseñanzas im- participa de su
portantes sobre el sacra- misterio pascual.
mento de la Unción de Lo mismo que Jesu-
los enfermos instituido cristo, para redimir a
por el Señor (St 5,14-15). los hombres, ha su-
frido la pasión y
muerte y después ha
LAS CARTAS resucitado a una vi-
DE SAN PEDRO da imperecedera,
también los cristia-
nos alcanzarán su
En el canon del Nuevo
salvación y la de
Testamento se incluyen
otros muchos, a tra-
dos cartas atribuidas a San
vés de las contradic-
Pedro.
ciones. Jesucristo es
• La primera de el modelo, y tam-
ellas, que desde antiguo bién quien da pleni-
ha sido reconocida unáni- tud de sentido a las
memente como obra del persecuciones que
Apóstol, fue escrita -como sufre el cristiano (1 P
indica la despedida- en 4,12-19).
Babilonia (1 P 5,13); es Entre otras ense-
decir, en Roma, la capital ñanzas doctrinales
del Imperio, a la que sim- de esta carta, también
bólicamente se solía lla- cabe destacar el sa-
marse así (cfr. Ap 14,8, A Roma se la solía designar como quot;Babiloniaquot; (La caída de Babilonía. G. Doré). cerdocio común de
etc.). los fieles (1 P 2,9), la
La epístola se dirige a universalidad de la
los que peregrinan en la que ha de ser la presencia ba que el Bautismo lleva Redención de Cristo (1 P
diáspora del Ponto, Galacia, cristiana en el mundo y las consigo un nuevo nacimien- 3,18-22); y el testimonio de la
Capadocia, Asia y Bitinia (1 consecuencias que el Bau- to; supone la liberación del fe, que se espera de los cris-
P 1,1), es decir, en distintas tismo lleva consigo, aunque pecado –prefigurada en la tianos ante sus ciudadanos,
regiones de Asia Menor. En los cristianos vivan en un liberación de los israelitas manifestado en una vida
algunas de ellas había llega- ambiente hostil. El Bautis- en Egipto–, y efectúa la sal- ejemplar (1 P 3,15-16).
do la actividad misionera de mo y la Cruz son los dos vación, prefigurada también
San Pablo; pero el anuncio puntos de referencia en Noé. • La segunda carta de
del Evangelio también había constante a lo largo de este El objetivo fundamental San Pedro va dirigida a los
llegado a las demás, por escrito. de esta carta es consolar y cristianos en general, con
otros medios que no cono- La mayor parte de aque- exhortar a los cristianos a una hermosa expresión: A
cemos. No se sabe con deta- llos cristianos eran con- mantenerse firmes en medio cuantos por la justicia de
lle cómo fue el avance de la versos del paganismo. de dificultades y persecucio- nuestro Dios y SalvadorJe-
fe cristiana en aquellos años Probablemente, se trataba nes. Las contrariedades que sucristo les ha tocado en
por esa zona. En cualquier de la primera generación de soportan no son inútiles: suerte una fe tan preciosa
caso, no hay duda de que cristianos en aquella región, han de servirles para purifi- como la nuestra (2 P 1,1).
fueron tiempos de intensa € que hacía poco tiempo ha- carse, sabiendo que es Dios Las fechas de composición
misión apostólica, con nue- bían abrazado la fe. Por eso quien juzga, no los hom- que se proponen van desde
vas y numerosas conversio- se menciona en repetidas bres. Sobre todo han de sa- después del 60 hasta finales
nes, aunque también de di- ocasiones el Bautismo (1 P ber que, a imitación de je- del siglo I.
ficultades provenientes del 1,3.23; 2,2; 3,21). A través sucristo, conseguirán Entre sus enseñanzas,
mundo pagano, hostil a la de esas alusiones es posible muchos bienes, e incluso además de lo que dice so-
nueva fe. En este contexto descubrir elementos de la li- atraerán hacia la fe a sus bre la inspiración de las Es-
surgieron necesidades de turgia bautismal y de la mismos perseguidores. En crituras (cfr. 2P1,19-21) y la
reafirmar la fe, y a eso res- catequesis previa que se coherencia con la doctrina valoración de los escritos de
ponde esta carta. Enseña lo i mpartía. En ella se subraya- del Señor, llama bienaventu- San Pablo (cfr. 2 P 3,15-16),
4. es destacable lo referente a blo (cfr. 1 Jn 2,18.26; 3,7.10;
la Parusía. Ésta se produci- LA CARTA DE SAN JUDAS 4,1). Sus errores amenaza-
rá, ciertamente, pues así lo ban la pureza de la fe y las
manifestó el Señor y lo El autor de esta breve carta se presenta como Judas, sier- costumbres cristianas. El
prueban las Escrituras. En vo de Jesucristo y hermano de Santiago (Judas 1). La indica- Apóstol escribe para denun-
contra de los que objetaban ción hermano de Santiago le sirve como referencia de autori- ciar aquellas desviaciones
que la Parusía se dilataba, dad, pues Santiago -pariente del Señor- había estado al frente de tipo doctrinal y moral; y
dice que el tiempo es muy de la iglesia de Jerusalén. El nombre de Judas, no el Iscariote, para fortalecer la fe a los
relativo frente a la eternidad aparece junto con el de Santiago y otros «hermanos» de Je- creyentes.
de Dios, para quien un día sús -es decir, como uno de los parientes del Señor en Mt Enseña la comunión
es como mil años y mil años 13,55 y Mc 6,3. Es posible que fuera uno de los Doce: el lla- con Dios en la fe recibida,
como un día (2 P 3,8). Si mado Judas de Santiago (Lc 6,16; Hch 1,13) o Judas Tadeo frente a los que sembraban
Dios retrasa el momento fi- ( Mt 10,3; Mc 3,18). La carta no especifica más, ni tampoco a la discordia y el error; y
nal, es por su misericordia, quién se dirige. Pero, por el estilo y por los argumentos que afirma la verdad de la di-
ya que no quiere que nadie emplea, probablemente fuese escrita de manera más inme- vinidad y de la humani-
se pierda (2 P 3,9). diata para cristianos convertidos del judaísmo. Se desco- dad de Jesús, frente a los
noce la fecha de su composición, aunque pudo ser en torno al errores que se propalaban.
año 70. A la vez, insiste en que la
LAS CARTAS DE SAN JUAN De modo breve e incisivo, exhorta a la fidelidad en la fe y su- comunión con Dios en Cris-
braya las implicaciones morales que tiene el Evangelio. Para to hace hijo de Dios al cris-
eso, el autor exhorta a los fieles a combatir para defender la fe tiano, que debe vivir la cari-
En la literatura cristiana
recibida (Judas 3). Les recuerda lo que ya habían predicho los dad con sus hermanos, pues
antigua hay numerosas re-
Apóstoles, sobre la aparición de hombres malvados dominados Dios es amor, como repite
ferencias a la presencia en
por sus pasiones (Judas 17-18). Las noticias de que tales hom- en dos ocasiones (1]n 4,8 y
Asia Menor, a finales del si-
bres impíos ya se habían introducido solapadamente en aque- 16). Ese amor cristiano, lle-
glo I, de bastantes cristianos
ll as comunidades cristianas (cfr. Judas 4) posiblemente fueran el va consigo el amor a todo
vinculados al apóstol Juan.
motivo inmediato por el que se escribió esta carta. Por lo que se prójimo, y el perdón de las
La tradición le atribuye la
dice, parece que aquellos errores se daban sobre todo en ámbi- ofensas.
composición del Evangelio
to moral: son impíos que convierten en libertinaje la gracia de La Segunda y Tercera
que lleva su nombre, del
nuestro Dios (Judas 4), y propugnan una falsa interpretación de Carta de San Juan, son muy
Apocalipsis y de tres cartas.
la libertad cristiana. Entre los abusos, se mencionan sobre todo breves. En ambas el autor
Todos estos escritos reflejan,
la intemperancia (Judas 4.8.11.13.23) y la avaricia (Judas se presenta a sí mismo co-
cada uno a su manera, un
11.16). mo el Presbítero (2 Jn 1; 3
mismo ambiente vital, que
El problema de los falsos maestros, y su influencia perni- Jn 1).
bien puede ser el de las co-
ciosa entre los fieles, se había tratado también en la segun-
munidades situadas en la
da carta de San Pedro. Entre ambas hay una gran semejan-
costa jónica, en el entorno • La segunda está diri-
za de ideas e incluso de terminología: especialmente, entre
de Éfeso. gida a la Señora Elegida y
Judas 4-18 y 2 P 2,1-3,1 La comparación de ambos textos
Es posible que los pri- a sus hijos (2 Jn 1): modo
induce a pensar que la de Judas influye en la segunda de
meros cristianos congrega- figurado de designar a una
Pedro, donde se elaboran y matizan algunas de las expre-
dos en torno a la figura del iglesia local. Fue escrita co-
siones.
apóstol Juan en Palestina mo una llamada de aten-
Como curiosidad significativa, puede advertirse que en
fueran procedentes del ju- ción, aunque entonces el
la Carta de San Judas se utilizan argumentos tomados tanto
daísmo. A esos se les habrí- peligro de los herejes no
de la tradición bíblica como también de la extrabíblica. Así,
an añadido, allí mismo aun- era tan grave como el que
se citan pasajes de escritos apócrifos como la Asunción de
que algo después, algunos reflejado en la primera. Las
Moisés (Judas 9) y el Libro de Henoc (Judas 7.14-15). Todo
gentiles de cultura griega y recomendaciones que hace
eso reflejaque los destinatarios inmediatos eran posible-
samaritanos (cfr. Jn 4,4-42). coinciden con los temas
mente, según queda dicho, cristianos procedentes del ju-
Más tarde, este grupo de tratados en la carta ante-
daísmo.
cristianos habría abandona- rior.
do Palestina junto con el
Apóstol y marchado proba- • La tercera va dirigida
blemente a Éfeso. Según que suele ser habitual no que fuera escrita, con pos-
a un cristiano llamado Gayo
una tradición que se remon- sólo en el Nuevo Testamen- terioridad al Evangelio, para
(3 Jn 1); quizá también, a
ta al siglo II, el apóstol San to (a excepción de la Carta las comunidades cristianas través de él, a un grupo de
Juan escribió sus tres car- a los Hebreos) sino también de Asia Menor cuyos nom- fieles. Constituye un valioso
tas en Éfeso, a la vuelta de en las cartas profanas de la bres se citan en el Apocalip- testimonio de la vida de las
su destierro de Patmos, al antigüedad grecorromana. sis (Ap 2,1-3,22). primeras comunidades cris-
final del siglo I de nuestra El hecho de que no se nom- Según parece, en aque- tianas, y ofrece un modelo
era. bren los destinatarios hace llas iglesias jóvenes habían de los escritos de recomen-
suponer que se trata de una aparecido algunos falsos dación que se mencionan
• La primera carta de especie de carta circular en- doctores a los que se les lla- en otros lugares del Nuevo
San Juan no tiene encabe- viada a algunas comunida- ma, con dureza, anticristos, Testamento (cfr. Hch 18,27,-
zamiento, en contra de lo des cristianas. Es probable seductores o hijos del dia- 2 Co 3,3). ■