El documento destaca la importancia de la enseñanza de las ciencias y la tecnología para satisfacer las necesidades básicas de la población. Además, propone que la educación científica debe orientarse a formar ciudadanos capaces de tomar decisiones informadas sobre problemas ambientales, de salud y consumo. Finalmente, discute cómo las clases de ciencias naturales pueden contribuir a desarrollar la ciudadanía a través de actividades que promuevan el pensamiento crítico y la resolución colaborativa de problemas.