La tercera infancia (9-12 años) se caracteriza por: 1) un pensamiento más lógico y abstracto, un deseo de conocer y aprender, y una influencia social fácil; 2) una tranquilidad sexual con preguntas sobre la reproducción; y 3) una moral autónoma y un interés en las reglas, así como una atracción hacia las actividades litúrgicas y el deseo de seguir a Cristo.