Este cuadro de Pablo Picasso representa tres músicos sentados y tocando instrumentos musicales de forma estilizada y abstracta. Picasso descompone las figuras en formas geométricas de colores que se superponen para formar las figuras reconocibles de un arlequín, un pierrot y un monje. La simplificación formal elimina detalles para enfocarse en los colores planos y la composición abstracta de las figuras.