Los romanos desarrollaron varios estilos arquitectónicos como el orden toscano, el uso de materiales como la piedra, el ladrillo y el hormigón, y la construcción de edificios públicos como basílicas, templos, teatros y anfiteatros. Algunos de sus elementos arquitectónicos más característicos incluyen el arco, la bóveda y el uso de órdenes clásicos y decoración con mosaicos y esculturas.