1. El Papel de la Motivación en la Educación de Adultos
Por Elian Acuña
La motivación juega un papel determinante
en el aprendizaje, especialmente cuando se trata de
la educación de adultos. El número de factores que
participan en la decisión de involucrarse en un
proceso de aprendizaje formal es casi tan amplio
como el número de participantes. Mientras que a
algunos los mueve el deseo intrínseco de buscar
conocimiento y crecer tanto a nivel personal como
profesional, a otros los mueven a serie a factores
externos. Lo importante de esto es que sin importar
las razones que impulsen a una persona a participar
de un proceso educativo, si no existe un nivel alto
de motivación, los resultados probablemente no
serán exitosos. En nuestra labor de docentes,
debemos procurar la creación de ambientes
propicios que orienten los procesos educativos hacia
el aprovechamiento de los recursos motivacionales.
Barkley (2010) hace referencia a la Teoría de las
Metas como un revolucionario método de
generación de motivación entre los estudiantes. Esta
teoría se basa en tres tipos de metas específicos: las
metas de desempeño, las metas de aprendizaje, y las
metas de reducción de esfuerzo trabajo para obtener
los resultados deseados. Para lograr poner este tipo
de teoría en práctica y obtener los resultados
deseados, debemos, desde nuestra posición de
facilitadores, generar conciencia en nuestros
estudiantes sobre la importancia del proceso
educativo así como estructurar las sesiones de
aprendizaje tanto dentro como fuera del aula de
manera que los participantes se vean involucrados
en actividades que les permitan comprender
verdaderamente la funcionalidad del aprendizaje.
Esto llevará a los participantes un paso más allá de
la simple exposición a los contenidos estudiados
con el propósito de memorización.
La educación debe ser vista como el medio
para el desarrollo de habilidades aplicables a la
resolución de problemas en diversos contextos. Es
por esta razón que los profesores debemos ahondar
en los procesos educativos de manera que se
generen espacios que ayuden a mejorar el nivel de
motivación de nuestros estudiantes. Dichos espacios
deben servir al propósito final de mejorar cada vez
más el rendimiento de los participantes conforme se
vean envueltos en actividades participativas. Este
mejoramiento tiende a incrementarse conforme los
participantes desarrollan el sentido de éxito en las
tareas realizadas. Según Barkley (2010, conforme
un estudiante desarrolla confianza en su habilidad
de llevar a cabo una tarea de manera exitosa, el
deseo de involucrarse en la misma aumenta. Este
tipo de orientación en la educación también
promueve el pensamiento crítico. De acuerdo a lo
que plantea Barkley (2010), un estudiante motivado
es capaz de buscar soluciones a las tareas asignadas
incluso cuando no tenga éxito en sus primeros
intentos. El pensamiento crítico lo llevará a buscar
diversas alternativas y a auto evaluar su trabajo para
encontrar las razones por las que las metas no hayan
sido alcanzadas de manera efectiva.
Es importante resaltar que todo estudiante
debe ser formado para desarrollar una mentalidad
ganadora; no obstante, debe ser consciente también
que en el camino para alcanzar el éxito encontrará
diversos obstáculos y que éstos incluso incluyen el
riesgo al fracaso. Sin embargo, este fracaso, de
darse, debe ser considerado momentáneo y lapidario
para las metas establecidas.
Referencias
Barkley, E. (2010) Student Engagement
Techniques: A Handbook for College Faculty. cap.
2 y 4. San Francisco: Jossey- Bass