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Derecho a caminar 
Ideas sociológicas de Masferrer 
Lo que tiene cabida (y lo que no tiene) 
en el paradigma del buen vivir 
Poesía de Lya Ayala Argueta 
Actividades Culturales de Biblioteca Central 
Manlio Argueta en el tiempo 
1821- 2014 
193 años 
Cuaderno de Pedagogía 
y Educación 
REVISTA N° 14 
Julio - septiembre 
2014
Cuaderno de Pedagogía y Educación Julio - Septiembre de 2014 2 
Buen vivir e inclusión 
Bases de una concepción pedagógica para educar 
en y parar los Derechos Humanos 
Reflexiones críticas sobre las virtudes 
de la educadora o educador 
Utopía revolucionaria, el “problema del indio” y la idea 
de América Latina en el pensamiento emancipatorio de 
Manuel González Prada 
Algunas claves para el futuro de América Latina 
y El Caribe 
Presentación 3 
Editorial 5 
Artículos 8 
Reseña 97 
El maestro de Alegría 
Alberto Masferrer 
y su quehacer intelectual: 
Una búsqueda sincera dela justicia social. 
I NDICE 
Asimilación de la fundamentación teórica y ética del modelo 
de Escuela Inclusiva y aplicación práctica por los docentes del 
municipio de Tacuba, Departamento de Ahuachapán 
Educación en Derechos humanos 
Reflexión sobre el Estado: 
vuelta a los clásicos del marxismo 
Presentación del libro “Educación, Conocimiento y 
Emancipación” de Luis Armando González 
El anillo de Alex Canizalez
3 
RESENTACIÓN 
P 
Ofrecemos en esta oportunidad el Cuaderno 
de Pedagogía y Educación N° 14, cuyos 
materiales esperamos sean de utilidad 
para los docentes del país. Nuestro propósito es 
animar a la reflexión y el debate con aportes que, 
aunque no estén ligados a la práctica docente en 
lo inmediato, abran el horizonte hacia temas que 
son relevantes para la educación. 
Nuestra Independencia 1821 - 2014 
Comité Editorial
Cuaderno de Pedagogía y Educación Julio - Septiembre de 2014 4 
OMITÉ EDITORIAL 
Dirección Nacional de Formación Continua-ESMA 
Escuela Superior de Maestros 
Dirección: Calle Real, Colonia y Edificio Quezaltepec, Santa Tecla, La Libertad. 
Teléfonos: (503) 2288-9435, (503) 2288-9376 
CONSEJO DE REDACCIÓN 
Luis Armando González 
Director 
Álvaro Darío Lara 
Gerencia Académica 
Carlos Benjamín Henríquez 
Jefatura de Formación Inicial 
C 
Editor: 
Carlos Benjamín Henríquez 
Puedes colaborar en la producción de esta revista 
con aportes escritos, para su valoracion y posterior 
edición, enviándolos al correo electrónico: 
carlos.henriquez@mined.gob.sv
5 
E DITORIAL 
Editorial 
Buen vivir e inclusión 
En 2013, el enton-ces 
Vicepresidente 
de la República, 
y candidato a la 
Presidencia por el FMLN, 
Salvador Sánchez Cerén, 
publicó un nuevo libro: El 
buen vivir en El Salvador 
(San Salvador, Impresos 
Los Planes, 2013). 
Se trata de un libro que, 
aunque pequeño en su 
extensión –se trata más 
bien de una especie de 
folleto popular— es su-mamente 
sustancioso en 
su contenido. De alguna 
manera, el mismo es una 
continuación de la línea 
de reflexión que Sánchez 
Cerén formuló de manera 
amplia y sistemática en su 
libro El País que quiero, que 
tan buena acogida tuvo en 
los distintos ambientes de 
El Salvador: profesionales, 
intelectuales, religiosos, 
sindicales y populares. 
En El buen vivir en El 
Salvador, Sánchez Cerén 
plantea de manera senci-lla 
y breve su concepción 
del buen vivir, así como 
sus principales implicacio-nes 
(y aplicaciones) en la 
realidad salvadoreña. Nos 
aclara que el buen vivir es 
una concepción humanista 
de la vida individual y so-cial, 
una concepción que 
se nutre de distintas tra-diciones 
filosóficas y éticas 
que centran su atención en 
el bien común y la realiza-ción 
integral de la persona 
humana. 
El buen vivir es una aspi-ración, 
una esperanza, un
E DITORIAL 
Cuaderno de Pedagogía y Educación Julio - Septiembre de 2014 6 
sueño: las situaciones de 
inhumanidad que afectan 
a nuestro país –y a otras 
sociedades— pueden ser 
superadas por un ordena-miento 
socio-económico y 
político distinto, que sea 
más humano, solidario y 
justo. 
En el centro del buen vi-vir 
–de la esperanza de 
una vida buena— está la 
persona, no vista como un 
átomo, como algo separa-do 
y en competencia con 
los demás, sino en sus vín-culos 
con los otros, en sus 
relaciones solidarias con 
quienes la rodean. Pero 
también en una relación de 
respeto y cuido hacia la na-turaleza. 
Y, asimismo, con 
un anclaje en las propias 
raíces históricas, cultura-les 
y comunitarias. 
Buen vivir, como vida bue-na, 
no significa “vivir bien” 
–como dice la propaganda 
comercial—, no signifi-ca 
poseer muchas cosas, 
mucho dinero, residencias 
lujosas o algo semejante. 
Buen vivir significa con-tar 
con las condiciones 
de realización –materia-les, 
culturales, sanitarias, 
educativas, etc.— que ase-guren 
a cada cual tener 
una vida digna. 
De aquí que el buen vivir 
apunta a una vida indivi-dual 
y colectiva plena en 
humanidad, sin dejar de 
reconocer que esa humani-zación 
plena no se logrará 
de un solo, sino paso a 
paso, con conquistas gra-duales, 
pero estructurales. 
No gracias al trabajo de 
un líder o un partido, sino 
gracias a la participación 
de todos: hombres, muje-res, 
campesinos, obreros, 
obreras, profesionales, 
intelectuales, técnicos, 
comerciantes informales, 
pequeños y medianos em-presarios, 
personas de 
iglesia… Es decir, el buen 
vivir es una obra colectiva, 
para la cual no hay recetas 
universales, sino que cada 
sociedad define sus formas 
y concreción particulares 
del buen vivir. 
En la actualidad, el 
mercado es el gran me-canismo 
de exclusión: 
excluye a quienes no pue-den 
ser ni compradores 
ni vendedores de lo que 
está controlado por él. Y 
el mercado, en el marco 
del neoliberalismo, se fue 
apoderando de recursos y 
bienes esenciales para una 
vida digna. 
Lo cual quiere decir que 
una vez en manos del mer-cado 
–y de las familias, 
empresas y corporaciones 
que lo controlan— esos re-cursos 
y bienes dejaron de 
estar disponibles para to-dos 
y todas. Quedaron a 
disposición de quienes, co-mo 
consumidores, podían 
y pueden comprarlos. Los 
no compradores –grandes
7 
segmentos de la pobla-ción— 
quedaron y quedan 
excluidos de la posibilidad 
de acceder a esos bienes y 
recursos. 
¿Es el buen vivir inclusivo? 
Por supuesto que sí. Hay 
que recordar que inclusión 
es algo opuesto a exclusión. 
Esta última se caracteriza 
por poner, a amplios secto-res 
sociales, al margen del 
acceso de bienes y recursos 
esenciales para su vida. 
Pese a la retórica de los de-fensores 
de la privatización 
de la salud, la educación, el 
agua, el medio ambiente…. 
Pese a su retórica, la ex-clusión 
es la consecuencia 
necesaria de la privatiza-ción. 
El corolario de ello es que 
mediante esa privatización 
se transfieren bienes y re-cursos 
públicos –que son 
de todos y todas— a ma-nos 
de unos pocos, que 
E DITORIAL 
terminan conformando una 
élite ajena a la realidad de 
la mayoría en su bienestar, 
riqueza y privilegios. 
La única manera de revertir 
la exclusión es impulsando 
mecanismos de inclusión 
que, por definición, no 
pueden ser generados des-de 
el ámbito empresarial 
privado (sea universitario, 
sanitario o de otro tipo), si-no 
desde el ámbito estatal. 
O sea la inclusión obliga al 
fortalecimiento del Estado, 
lo cual no significa ahogar 
al sector privado: significa 
que este último, por su na-turaleza, 
no puede tener en 
sus manos el bien común, 
que es el ámbito de la in-clusión….. 
Y también de la 
democracia. 
Significa también que el 
sector privado (y el mercado) 
no puede hacer y deshacer 
indiscriminadamente, o 
que la esfera estatal debe 
ser su cierva incondicional. 
El Estado debe dialogar, 
debe ser el interlocutor del 
sector privado; debe poner-le 
límites cuando se excede, 
debe marcarle la pauta de 
sus responsabilidades y 
obligaciones. No puede ha-cerlo 
si es débil, si no tiene 
una capacidad de inciden-cia 
efectiva en aquello que 
es de su competencia ex-clusiva 
o casi exclusiva. 
De aquí que, por un lado, 
el buen vivir se concreta – 
aunque no se agota— en la 
inclusión. 
Por otro lado, la inclusión 
es responsabilidad de un 
Estado democrático y cons-titucional. 
En la medida en 
que el Estado se fortalece 
para cumplir esa respon-sabilidad, 
en esa medida 
el Estado contribuye a la 
construcción del buen vi-vir.
A 
Cuaderno de Pedagogía y Educación Julio - Septiembre de 2014 8 
ASIMILACIÓN DE LA 
FUNDAMENTACION TEÓRICA Y 
ÉTICA DEL MODELO DE ESCUELA 
INCLUSIVA Y APLICACIÓN PRÁCTICA 
POR LOS DOCENTES DEL MUNICIPIO 
DE TACUBA, DEPARTAMENTO DE 
AHUACHAPÁN. 
Carlos Ernesto Henríquez 
José Roberto Colón 
RTÍCULO
9 
“Lo que hace un profesor se parece más, en realidad, 
a lo que hace un jardinero que presta una atención 
singular a cada planta de su jardín, y no a lo que hace 
un agricultor, que aplica un tratamiento homogéneo 
a todo un terreno” 
(Lawrence Stenhouse, 1987). 
El Ministerio de 
Educación de 
El Salvador a 
través del Plan 
Social Educativo “Vamos 
a la Escuela”, ha echado 
a andar un nuevo mode-lo 
educativo que pretende 
ampliar las oportunidades 
de educación mediante 
la estrategia de Sistemas 
Integrados de Escuela 
Inclusiva de Tiempo Pleno 
(SI-EITP), con el fin de ga-rantizar 
aprendizajes de 
calidad para todas y to-dos 
los salvadoreños. 
“Este modelo debe en-frentar 
directamente los 
principales problemas de 
la educación nacional que, 
por el momento, mani-fiesta 
indicadores difíciles 
pero no imposibles de su-perar, 
por ejemplo: la baja 
calidad como proceso y 
producto, aprendizajes que 
no corresponden a la reali-dad 
ni a las necesidades de 
los estudiantes, desequili-brio 
entre la demanda de 
servicios educativos y los 
que se ofrecen, servicios 
educativos incompletos, 
organizaciones escolares 
aisladas, débil participa-ción 
de la escuela y de sus 
actores en asuntos de la 
comunidad, las amenazas 
de la violencia social, en-tre 
otros.” (Ministerio de 
Educación, 2013, pág. 7) 
Esta propuesta represen-ta 
un verdadero reto para 
el sector docente ya que 
es considerado como el 
principal mediador de los 
procesos educativos. Lo 
que demanda la actuali-zación 
de sus prácticas, 
el cambio de paradigmas 
y una base teórica solida 
del modelo que se está de-sarrollando. 
Sin obviar el 
compromiso ético que va 
a regir su actuar en el pa-pel 
que desempeña en esta 
propuesta. 
La formación docente 
constituye un catalizador 
importante de los cambios
fundamentación teórica y ética del 
modelo de escuela inclusiva A 
Cuaderno de Pedagogía y Educación Julio - Septiembre de 2014 10 
similación de la 
que se están impulsando, y 
que debe ir más allá, pues 
se requiere la creación de 
esquemas mentales y pa-radigmas 
renovadores, 
que permitan al docente 
estar en sintonía con los 
cambios pretendidos hacia 
una escuela inclusiva de 
tiempo pleno. Además de 
maestros formados en este 
nuevo modelo, se necesitan 
maestros más motivados, 
y con una actitud concor-dante 
a las necesidades de 
la escuela y la comunidad, 
reconociendo que es un 
elemento crucial en este 
contexto. 
Con la finalización del pro-ceso 
de la fase de inducción 
de los Sistemas Integrados 
de Escuela Inclusiva de 
Tiempo Pleno, el 100% de 
docentes del municipio de 
Tacuba del departamento 
de Ahuachapán han reci-bido 
la base teórica y ética 
que sostiene la estrategia 
de sistemas integrados y 
del enfoque de escuela in-clusiva 
de tiempo pleno, 
componentes del nuevo 
modelo educativo que de-ben 
llevarse al aula y a la 
escuela para su rediseño. 
Con este proceso de for-mación 
basado en cuatro 
módulos: I) La transforma-ción 
de la escuela desde el 
nuevo modelo educativo; II) 
La escuela como núcleo de 
cultura; III) El modelo peda-gógico 
y IV) La evaluación 
de procesos participativos, 
se promueve la reflexión de 
la práctica docente, brin-da 
orientaciones y líneas 
de acción concretas para 
el trabajo en el aula y en el 
centro educativo, además 
del fortalecimiento perso-nal 
y social, de manera que 
se asuma un compromiso 
profesional y ético del equi-po 
docente y potencie su 
liderazgo. 
En el departamento de 
Ahuachapán esta fase de 
inducción se desarrolló 
en 16 horas presenciales 
y 8 horas no presenciales 
por módulo, en los muni-cipios 
priorizados por la 
Dirección Departamental 
de Educación (Atiquizaya, 
Tacuba, Apaneca, San 
Pedro Puxtla, Guaymango, 
Jujutla y Turín) a partir 
del mes de agosto del año 
2013. Donde se convocó al 
100% de docentes de estos 
municipios para que par-ticiparan 
del proceso y se 
les brindara por parte de 
la administración de los 
centros educativos los es-pacios 
para su formación. 
Sin embargo, concluido es-te 
proceso de inducción y 
consientes que el éxito de 
un modelo educativo está 
íntimamente ligado al que-hacer 
del docente, es de 
suma importancia conocer 
los resultados en cuanto a 
lo apropiación del conoci-miento 
y a la aplicación de 
este, en el aula y en la es-cuela.
11 
I. OBJETIVOS 
El problema planteado se 
centra en la asimilación 
teórica del docente sobre 
el enfoque de educación 
inclusiva, la práctica que 
ejerce , la actitud y ética 
profesional que muestra al 
respecto, constituyendo los 
referentes de este estudio y 
la línea para los objetivos 
siguientes: 
Objetivo General: 
• Conocer la funda-mentación 
teórica y ética 
de los docentes en cuan-to 
al enfoque de Escuela 
Inclusiva de Tiempo Pleno 
y la aplicación práctica 
que realizan en sus sedes 
escolares en el municipio 
de Tacuba, departamento 
de Ahuachapán. 
Objetivos Específicos: 
• Diagnosticar el ni-vel 
de conocimiento acerca 
del enfoque de Escuela 
Inclusiva de Tiempo 
Pleno por el sector do-cente 
del municipio de 
Tacuba, departamento de 
Ahuachapán. 
• Conocer la respues-ta 
actitudinal y ética del 
docente ante el mode-lo 
educativo de Escuela 
Inclusiva de Tiempo 
Pleno en municipio de 
Tacuba, departamento de 
Ahuachapán. 
• Identificar las prácti-cas 
pedagógicas inclusivas 
y participativas planifica-das 
y desarrolladas por el 
docente del municipio de 
Tacuba, departamento de 
Ahuachapán. 
II. PREGUNTAS DE 
INVESTIGACION 
Las preguntas de inves-tigación 
que se plantean 
para el estudio se presen-tan 
a continuación: 
1. ¿Cuánto han asi-milado 
los docentes la 
fundamentación teórica de 
la educación inclusiva? 
2. ¿Cuál es la actitud 
y la ética profesional que 
el docente manifiesta en el 
proceso de implementación 
del nuevo modelo educati-vo 
basado en el enfoque de 
inclusión? 
3. ¿Cómo se están 
aplicando los elementos 
de la Escuela Inclusiva 
en las sedes escola-res 
del municipio de 
Tacuba, departamento de 
Ahuachapán? 
III. HIPOTESIS 
1. Asimilación insufi-ciente 
de la fundamentación 
teórica y ética de la estrate-gia 
de Sistemas Integrados 
de Escuela Inclusiva de 
Tiempo Pleno en el sector 
docente del municipio de 
Tacuba, departamento de 
Ahuachapán 
IV. ESTADO DEL ARTE 
4.1 El Papel del docente 
en el modelo educativo de 
Escuela Inclusiva 
El avance hacia una educa-ción 
inclusiva y de atención 
a la diversidad, toma al 
docente como uno de los
fundamentación teórica y ética del 
modelo de escuela inclusiva A 
Cuaderno de Pedagogía y Educación Julio - Septiembre de 2014 12 
principales pilares para lo-grar 
su cometido, por lo que 
resulta sumamente nece-sario 
que el equipo docente 
fortalezca su compromiso y 
capacidad de liderazgo en 
este proceso. 
Es necesario dar el salto 
del concepto de maestro, a 
equipo docente con todas 
las implicaciones de esta 
nueva perspectiva. El com-promiso 
del docente que 
el Plan Social Educativo 
“Vamos a la escuela” 
(Ministerio de Educación, 
2011)se enfoca en: 
1. Tener dominio cien-tífico 
y pedagógico de las 
disciplinas en las que se 
desempeña como titular. 
2. Diseñar adecuacio-nes 
curriculares inclusivas 
y de acuerdo al contexto. 
3. Integrar equipos 
de trabajo y fomentar el 
aprendizaje entre iguales. 
Agregando también como 
parte de este compromi-so, 
la ética docente y el 
trabajo colegiado y colabo-rativo. 
Siendo un cambio 
significativo que nace en el 
aula, el docente es el motor 
de este emprendimiento, 
consciente de lo que repre-senta 
y de la participación 
activa y comprometida en 
la escuela y comunidad. 
El nuevo modelo peda-gógico 
enfocado en la 
inclusión “demanda del do-cente 
un proceso reflexivo 
de su propia práctica, de 
sus creencias, de sus teo-rías 
sobre la educación, el 
perfil del educando y las 
formas de aprender. Exige 
repensar la labor educativa 
como una tarea que involu-cra 
a la comunidad entera.” 
(Ministerio de Educación, 
2013, pág. 75) De ahí la 
aspiración a que el docente 
se constituya en sí mismo 
un agente de cambio que 
dinamice y empuje el pro-ceso. 
El equipo docente 
debe entender la inclusión 
como un proceso: 
“abierto, dinámico, en 
continua búsqueda de 
respuestas acordes a la 
diversidad y que lleva implí-cita 
la idea de participación 
activa de los miembros de 
una comunidad educativa, 
transformando progresiva-mente 
la organización de los 
centros, su currículo y su 
entorno. No se produce por 
una simple declaración de 
intenciones ni tampoco por 
el efecto de decisiones po-líticas 
y/o institucionales, 
sino por una transforma-ción 
consciente y decidida 
de los actores de la edu-cación”. 
(Morales Orozco, 
2006, pág. 40). 
De tal forma, el componen-te 
de inclusión y la igualdad 
de oportunidades para to-dos 
los niños y niñas será 
el ingrediente principal del 
proceso educativo, no por 
mandato sino por convic-ción. 
El equipo docente en la es-cuela 
inclusiva del tiempo 
similación de la
13 
pleno será responsable de 
(Ministerio de Educación, 
2013, pág. 82): 
• El diseño y desarrollo de 
la planificación didáctica 
colegiada, es decir equipos 
docentes usando conteni-dos 
interdisciplinares. 
• La aplicación de metodo-logías 
diversas. 
• El compromiso con el 
aprendizaje de los estu-diantes 
y la comunicación 
activa con las familias y el 
entorno comunitario para 
responder a los criterios de 
una escuela inclusiva. 
• El diseño de estrate-gias 
metodológicas que 
refuercen habilidades 
socioemocionales de coope-ración, 
practica de valores 
y convivencia social. 
• La organización de cri-terios 
pertinentes en la 
selección de contenidos cu-rriculares 
y demandas del 
territorio, además de la re-distribución 
de los mismos 
para la mejora en el logro 
del proceso de enseñanza-aprendizaje. 
La trascendencia de es-te 
modelo inclusivo de las 
aulas a la sociedad, depen-de 
en primera instancia 
de la escuela. Es necesa-rio 
construir y fortalecer el 
vínculo entre la escuela y la 
comunidad, de modo que 
la cultura de una escuela 
de la inclusión se trasla-de 
a todos los ciudadanos 
con un fuerte potencial 
transformador. Con este 
nuevo modelo educativo, el 
docente enfrenta grandes 
retos y no cuenta con las 
mejores condiciones para 
enfrentarlos. Pero consi-derando 
que su práctica 
pedagógica es el eje de es-te 
enfoque inclusivo, se 
apuesta a su compromiso 
y formación para conse-guir 
los objetivos que se 
plantean. La concepción 
del docente es un elemento 
clavo, pues según el do-cumento 
Elementos para 
el desarrollo del Modelo 
Pedagógico del Sistema 
Educativo Nacional (2013, 
págs. 19,20): 
“…es quien diseña los 
procesos de aprendizaje 
para que los estudiantes 
desarrollen competencias 
y puedan desenvolverse 
apropiadamente en los dis-tintos 
contextos y con los 
diferentes colectivos con 
los que se relacionen. Por 
ello, se privilegian dos pro-cesos 
claves: 
• La formación de los docen-tes 
en servicio. Enfocada en 
el desarrollo de competen-cias 
para la actualización 
de conocimientos, el diseño 
y desarrollo de metodolo-gías 
variadas, la evaluación 
formativa, las adecuacio-nes 
curriculares, como 
elementos necesarios e in-dispensables 
para hacer 
realidad el modelo peda-gógico. 
En este sentido, se 
deben ejecutar programas 
de formación continua, to-mando 
en cuenta que los 
intercambios de experien-cias 
exitosas entre colegas 
es uno de las mejores alter-nativas 
para el desarrollo 
de la capacidad docente.
fundamentación teórica y ética del 
modelo de escuela inclusiva A 
Cuaderno de Pedagogía y Educación Julio - Septiembre de 2014 14 
• La asistencia técni-ca 
pedagógica. Se concibe 
como un proceso formati-vo 
en sí mismo, de apoyo 
pedagógico al trabajo de di-rectores 
y docentes con el 
propósito de fortalecer su 
desempeño en los procesos 
educativos.” 
Además, es necesario to-mar 
en cuenta la labor de 
sensibilización al docente, 
el acompañamiento en el 
aula y en la escuela, el for-talecimiento 
de su vocación 
y el sentido de pertenencia 
al entorno en el que labora. 
El niño y la comunidad de-ben 
reeducarse para que 
participen de manera pro-tagónica 
en la construcción 
del conocimiento y en el 
avance hacia la inclusión. 
Ante ello, primero, como lo 
ilustraba Marx en su Tesis 
de Feuerbach, el educa-dor 
debe ser reeducado 
en concordancia con esta 
necesidad a la que se en-frenta. 
V. METODOLOGÍA 
TIPO DE ESTUDIO 
El presente estudio es 
descriptivo, pues busca es-pecificar 
las características 
de la práctica docente, en el 
marco de la implementación 
de un nuevo modelo educa-tivo 
basado en la inclusión, 
describiendo la base teó-rica 
con que se cuenta 
para ello, determinando la 
actitud y ética profesional 
mostrada por los maestros 
de aula. 
ENFOQUE 
El problema se abordó des-de 
el enfoque cualitativo 
partiendo de la línea del 
problema del ser y el deber 
ser basado en la conduc-ta 
docente en cuanto a los 
procesos pedagógicos, con-ductuales 
y éticos de su 
ejercicio. 
MÉTODO 
Para nutrir el estudio con 
la recolección del dato em-pírico 
se empleó el método 
hipotético deductivo, sobre 
el cual se fundamentó la 
investigación. 
PARTICIPANTES 
La muestra de participan-tes 
provino de los cuatro 
Complejos Educativos 
que se encuentran funcio-nando 
en el municipio de 
Tacuba (entiéndase com-plejo 
educativo como la 
institución pública edu-cativa 
que cuenta con la 
oferta de educación par-vularia, 
educación básica 
y bachillerato) de la cual 
se seleccionó a los cuatro 
directores de los centros 
educativos, 16 docentes 
que trabajan con el tercer 
ciclo de educación básica 
en las asignaturas básicas 
(Matemáticas, Estudios 
Sociales, Lenguaje y 
Literatura, Ciencia Salud 
y Medio Ambiente). Para la 
muestra de los estudian-tes 
se aplicó la Técnica de 
Muestreo Probabilístico, el 
Muestreo Aleatorio Simple 
(Revista Argentina de 
Humanidades y Ciencias 
Sociales., 2009, pág. 7), y 
el cálculo del tamaño de la 
muestra se realizó a través 
de un muestreo proporcio-nal 
(Revista Argentina de 
Humanidades y Ciencias 
Sociales., 2009) para que 
ésta resultara significa-tiva 
y representativa de 
la población estudiantil. 
Adicionalmente, es impor-tante 
destacar que para 
darle mayor uniformidad 
a los datos recolectados, 
se decidió encuestar so-lamente 
a los estudiantes 
que pertenecen al tercer 
ciclo de dichos centros 
educativos, esta decisión 
se tomó considerando que 
lo mejor era involucrar 
solamente a la población 
estudiantil que está en un 
mismo nivel de aprendiza-je, 
y principalmente, que 
estén involucrados y per-ciban 
en mayor medida la 
aplicación que sus profe-sores 
de las áreas básicas 
de conocimiento, hacen de 
la metodología del mode-lo 
de Escuela Inclusiva de 
Tiempo Pleno. 
A continuación se muestra 
el detalle de los estudiantes 
similación de la
15 
que cursan en el año 
2014 el tercer ciclo en los 
Complejos Educativos que 
fueron considerados para 
el presente estudio: 
Se tuvo durante la pre-sente 
investigación una 
población estudiantil de 
945 personas cursando el 
Tercer Ciclo en los diferentes 
Complejos Educativos en 
estudio, para determinar 
el tamaño de la muestra, 
se utilizó como técnica de 
muestreo probabilístico, el 
Muestreo Aleatorio Simple, 
y específicamente el tama-ño 
de la muestra se realizó 
a través de un muestreo 
proporcional:
fundamentación teórica y ética del 
modelo de escuela inclusiva A 
Cuaderno de Pedagogía y Educación Julio - Septiembre de 2014 16 
Para el presente estudio 
se utilizaron los siguientes 
valores para las variables: 
El tamaño de la población 
fue de 945 estudiantes 
que cursan tercer ciclo, se 
tomó un nivel de confianza 
del 95%, por tanto, el valor 
de la tabla Normal para Z 
de acuerdo a dicho nivel de 
confianza es: 1.96. El resto 
de valores fueron: 
p=0.5; q=0.5; d=0.05 
Al sustituir en la formula, 
dio como resultado que el 
tamaño de la muestra es: 
n=274 estudiantes que 
cursan Tercer Ciclo. 
Finalmente, debido a que 
se determinó que los cua-tro 
Complejos Educativos 
deberían tener igual repre-sentación 
en la muestra 
estadística, se aplicó una 
regla de tres aritmética pa-ra 
calcular el porcentaje y 
la respectiva cantidad de 
estudiantes del Tercer Ciclo 
que se encuestarían en ca-da 
uno de las Instituciones 
Educativas, dando como 
resultado los siguientes va-lores: 
INSTRUMENTOS 
Los instrumentos utiliza-dos 
han sido de elaboración 
propia del equipo investi-gador, 
validados mediante 
un prueba piloto, en una 
institución del municipio 
de Tacuba con caracterís-ticas 
similares a las que 
se han seleccionado como 
muestra. 
Los instrumentos se des-criben 
a continuación: 
Entrevista a docentes: 
El instrumento está com-puesto 
por ocho preguntas 
abiertas a los docentes 
similación de la
17 
seleccionados, que pre-tenden 
conocer el nivel 
de asimilación del enfo-que 
de escuela inclusiva, 
el conocimiento de las ca-racterísticas 
de la Escuela 
Inclusiva y de los facto-res 
que conducen al éxito 
de este modelo, así como 
también el dominio de es-trategias 
didácticas para 
concretar el enfoque de in-clusión. 
Entrevista a directores: 
Este instrumento consta 
de siete preguntas abier-tas, 
se ha diseñado con 
el fin de conocer primero 
la respuesta actitudinal y 
ética del docente en el cen-tro 
educativo y el contexto 
comunitario según la per-cepción 
del director de la 
institución. 
Encuesta a directores: La 
encuesta a los directores 
consta de dos partes, la 
primera ha sido elaborada 
a partir de diferentes con-sideraciones 
relativas a la 
ética profesional docente, 
consta de 20 ítems y una 
escala Likert para las res-puestas 
que y la segunda 
parte ha sido diseñada pa-ra 
conocer las hallazgos del 
director, en la revisión de 
las planificaciones del año 
2014 a los docentes de sus 
respectivos centros educa-tivos, 
consta de 10 ítems, 
también con escala Likert 
para sus respuestas. 
Encuesta a estudiantes: 
Este instrumento ha sido 
elaborado en tres partes, 
las primeras dos para co-nocer 
la percepción de los 
estudiantes en cuanto a 
la actitud personal del do-cente 
y su conducta en el 
aula, consta de 10 ítems 
con sus respectiva escala 
Likert. La tercera parte se 
ha formulado para conocer 
de parte del estudiantado 
la coherencia de las estra-tegias 
pedagógicas que los 
docentes desarrollan con 
ellos y el enfoque de educa-ción 
inclusiva, para ello se 
han formulado cinco ítems 
con una escala Likert para 
las respuestas. 
DISEÑO Y ANALISIS DE 
DATOS 
Para la sistematización de 
la información, los datos 
obtenidos se procesaron a 
través de técnicas de aná-lisis 
de entrevistas con el 
software libre WEFT QDA 
versión 1.0.1; mientras 
que los análisis de las en-cuestas, 
se llevaron a cabo 
utilizando el programa 
PSPP versión 0.8.3, el cual 
es un software de libre dis-tribución 
también. 
RESULTADOS Y 
CONCLUSIONES 
Los resultados presenta-dos 
están en sintonía con 
los objetivos planteados, y 
según los aspectos que se 
plantearon para analizar-los. 
Basados en el soporte 
teórico del estudio y en el 
procesamiento y análisis 
del dato empírico se presen-ta 
un informe de resultados 
y de las conclusiones que 
se han hilvanado al con-siderar 
todos los insumos 
que el estudio provee 
VI. CONCLUSIONES 
Uno de los objetivos 
planteados en esta investi-gación 
ha sido diagnosticar
fundamentación teórica y ética del 
modelo de escuela inclusiva A 
Cuaderno de Pedagogía y Educación Julio - Septiembre de 2014 18 
el nivel de conocimien-to 
acerca del enfoque de 
Escuela Inclusiva de 
Tiempo Pleno por el sector 
docente del municipio de 
Tacuba, departamento de 
Ahuachapán, de acuerdo 
a los resultados obtenidos 
en los aspectos referidos 
a la apropiación del en-foque, 
dominio y práctica 
en el aula, se refleja que el 
docente posee un conoci-miento 
superficial, que no 
es suficiente para que dicte 
el rumbo de su práctica pe-dagógica 
y no le permite al 
centro educativo asumir el 
modelo pedagógico inclusi-vo 
en toda su dimensión. 
Además, es palpable la 
confusión de los profesores 
con respecto a términos 
clave y la tendencia a hacer 
referencia a ellos sin tener 
un dominio claro de su 
significado, dando lugar a 
concepciones alejadas de 
la finalidad de la escuela 
inclusiva. Muestra de esto, 
es que al hacer referencia 
a las estrategias inclusivas 
que se encuentran aplican-do 
o que planean ejecutar, 
incluyen de manera indis-criminada 
las estrategias 
que han venido practican-do 
antes del proceso de 
inducción, que son apli-cadas 
sin tomar en cuenta 
la diversidad del estudian-tado 
y son muy pocos los 
que ponen sobre la pales-tra 
estrategias socializadas 
en el proceso de inducción 
y técnicas para agregar el 
componente de inclusión 
a estrategias que ya se 
venían trabajando desde 
hace varios años. 
En cuanto a conocer la res-puesta 
actitudinal y ética 
del docente ante el mode-lo 
educativo de Escuela 
Inclusiva de Tiempo 
Pleno en municipio de 
Tacuba, departamento de 
Ahuachapán, las eviden-cias 
empíricas muestran 
una actitud consiente ante 
los beneficios del mode-lo 
educativo de escuela 
inclusiva y la apertura ha-cia 
este, pero también es 
muy palpable la renuencia 
a dar un salto de calidad 
en su práctica pedagógica, 
de botar los paradigmas 
tradicionales y asumir su 
papel como eje de cam-bio 
en este proceso. Los 
directores resienten de 
sus plantas docentes, la 
falta de interés en su for-mación 
y autoformación 
profesional, la ausencia de 
la aplicación práctica de 
los conocimientos adqui-ridos 
y el consenso para 
compartir experiencias. En 
general consideran que los 
docentes presentan una 
ética aceptable en cuanto a 
su actuar. 
Las opiniones de los es-tudiantes 
en cuanto a la 
actitud del maestro en el 
aula en la escuela y en la 
comunidad, positivas o 
negativas, en ninguno de 
los dos casos tuvieron ma-yoría, 
pero partiendo de 
similación de la
19 
la premisa de que el pro-pósito 
de la inclusión va 
encaminado en que todo el 
estudiantado se sienta in-cluido 
y reciba respuestas a 
sus necesidades, intereses, 
problemas y aspiraciones, 
puede hacerse notar que 
no todos ven el maestro un 
modelo a seguir, que sien-ten 
que las preferencias 
por algunos estudiantes 
son muy marcadas, que en 
el proceso de enseñanza 
aprendizaje para una pro-porción 
considerable no se 
muestran empáticos, no 
perciben un acercamiento 
para conocer sus nece-sidades 
y ofrecerles una 
respuesta pertinente, no 
sienten que sus opiniones 
sean valoradas y no to-man 
en cuenta la realidad 
de sus familias y comuni-dades, 
aunque haya un 
proporción igual que si ex-perimenta 
estos beneficios. 
Los niños y las niñas reco-nocen 
en alguna medida el 
trabajo del docente en el 
aula y de los esfuerzos que 
este hace por mantener su 
interés y dinamizar su for-ma 
de enseñar. 
Con respecto a Identificar 
las prácticas peda-gógicas 
inclusivas y 
participativas planifica-das 
y desarrolladas por el 
docente del municipio de 
Tacuba, departamento de 
Ahuachapán, inicialmen-te 
se hace notar que los 
centros educativos no han 
dado el salto imprescindible 
para pasar del concepto de 
maestro a equipo docente, 
lo que permitiría hilvanar 
de manera colaborativa un 
proyecto pedagógico inclu-sivo, 
desde la diversidad 
de ideas, conocimientos y 
experiencias, aunque se 
están gestando iniciativas 
para lograr un acuerdo co-legiado. 
Las planificaciones 
individuales del maestro, 
en la mayoría de los ca-sos 
no reflejan el enfoque 
inclusivo de manera con-creta, 
se deja de lado el 
contexto comunitario, de 
las familias y de los estu-diantes, 
aunque se han 
considerado algunas estra-tegias 
que ellos consideran 
que van en sintonía con el 
enfoque y que han incorpo-rado 
en alguna medida para 
desarrollarlas con los es-tudiantes, 
quienes en una 
proporción considerable 
resienten el hecho de no 
tener un trato equitativo, 
falta de atención a sus ne-cesidades 
específicas , que 
no siempre se desarrollan 
actividades para que todos 
puedan aprender y la no 
consideración sus intere-ses 
como estudiantes. 
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Cuaderno de Pedagogía y Educación Julio - Septiembre de 2014 22 
Educación en Derechos humanos1 
Los niños no son una botella 
Que hay que llenar, sino 
Fuego que hay que encender. 
Montaigne 
Educar en derechos 
humanos se ha 
convertido, en los 
últimos tiempos, 
en una demanda acadé-mica 
y vivencial en las 
acciones de carácter for-mativo 
de la educación. 
En ese contexto, el Centro 
de Recursos Educativos de 
acuerdo con el mandato 
institucional, ha realizado 
diversas actividades ten-dientes 
a la capacitación 
formal y no formal de edu-cadores 
y estudiantes en 
varios países del continen-te 
americano. 
La implementación de di-cha 
actividad se ha llevado 
a cabo por medio de cur-sos, 
seminarios y talleres 
a agentes multiplicadores 
de la región y, también, a 
través de la preparación 
de documentos escritos, 
audiovisuales y gráficos 
que les permitan a los 
educadores poder contar 
con instrumentos de apo-yo 
en el desarrollo de su 
actividad docente. 
Para el CRE es motivo de 
gran satisfacción la cuar-ta 
edición de la carpeta de 
materiales, la cual se ha 
constituido en un recono-cido 
texto de estudio y de 
trabajo, solicitado por los 
educadores latinoameri-canos 
que incorporarán 
en su labor cotidiana los 
temas relativos a los dere-chos 
humanos. 
Tal como nos lo propu-simos 
desde la primera 
edición de la carpeta, el 
objetivo general de la pro-ducción 
de las unidades 
didácticas sobre Libertad, 
Igualdad, Solidaridad y 
Participación, es brindar 
un material de apoyo para 
los educadores, y aportar 
una metodología para la 
educación en derechos 
humanos, que desarrolle 
contenidos teóricos que re-fuercen 
el aprendizaje por 
medio de actividades prác-ticas 
de interés, tanto de 
los educadores como de los 
estudiantes. 
Cumpliremos con este ob-jetivo 
en la medida en que 
este material coadyuve en 
la motivación y la reflexión 
de los educadores y de jó-venes 
estudiantes sobre 
el respeto y la defensa de 
los derechos humanos, 
favoreciéndose así una con-cepción 
de tales derechos 
cómo preceptos prácticos 
que rijan las relaciones in-terpersonales 
y promuevan 
la construcción de una cul-tura 
de paz. 
1. Presentación a 
la quinta edición, 
“Carpeta Latinoamericana 
de Materiales Didácticos 
para Educación en 
Derechos Humanos”. 
A RTÍCULO
23 
A RTÍCULO 
BASES DE UNA CONCEPCIÓN 
PEDAGÓGICA PARA EDUCAR EN Y 
PARA LOS DERECHOS HUMANOS 
Abraham Magenzo1 
LOS VALORES 
Educar en y pa-ra 
los derechos 
humanos es sin 
duda educar para 
los valores. Es precisamen-te 
en la “universalidad” de 
los derechos humanos que 
podemos afirmar una edu-cación 
en valores que no 
conduce, por un lado, a la 
relativización de los valores 
y, por el otro, a la descon-textualización 
cultural y 
local. 
Educar para los valores 
es una tarea difícil ya que 
éstos no se saben, a la 
manera que se sabe una 
fórmula química, sino que 
se viven. El mejor baróme-tro 
de la formación valórica 
es, precisamente, la cohe-rencia 
existente entre la 
formulación valórica y la 
vivencia valórica. Más aún 
ubicados en la concepción 
de los derechos humanos 
sería antitético, por decir 
lo menos, que la forma-ción 
valórica se hiciera vía 
del adoctrinamiento. Por 
el contrario formar colo-res 
es preguntarse por sus 
raíces, por sus interac-ciones, 
por las tenciones 
existentes entre distintas 
opciones valóricas, etc. El 
análisis de los valores debe 
ir acompañado, también, 
de los modos a través de los 
cuales accedemos a ellos 
(clariticación valórica). La 
clarificación valórica con-duce 
no sólo a la opción 
libre frente a los valores 
sino a un comportamiento 
consecuente con los valo-res 
escogidos. Además le 
permite al alumno ubicar-se 
y respetar opciones y 
comportamientos distintos 
a los propios y comprender 
los fundamentos éticos so-bre 
los que se sustentan. 
EL SUJETO 
La educación en dere-chos 
humanos, por su 
naturaleza misma, es una 
educación para el Derecho 
que le asiste al alumno de 
_______________ 
1 Chileno. Consultor del 
IIDH, Investigador del 
Programa Interdisciplinario 
de Investigaciones en edu-cación. 
PIIE.
pedagógica para educar en y para 
los derechos humanos B 
Cuaderno de Pedagogía y Educación Julio - Septiembre de 2014 24 
ases de una concepción 
ser persona. Cierto es que 
toda educación, en últi-ma 
instancia se propone 
este cometido, pero para 
la educación en derechos 
humanos es un objetivo in-eludible 
formar personas 
en dignidad y en libertad. 
En este sentido nos remi-timos 
a lo que la propia 
Declaración Universal de 
los Derechos Humanos en 
su artículo 26 establece: 
“La educación tendrá por 
objeto el pleno desarrollo 
de la personalidad humana 
y el fortalecimiento y respe-to 
a los derechos humanos 
y las libertades fundamen-tales”. 
En esta Declaración 
se legitima una concepción 
humanizadora de la edu-cación 
y se la vincula a la 
dignidad humana. 
Educar en y para los de-rechos 
humanos supone 
revisar criticamente la ubi-cación 
y significación que 
se da al sujeto que aprende 
en su identidad individual 
y cultural. Una declaración 
que propicie el encuentro 
del alumno y de la alum-na 
consigo mismo, con su 
pertenencia a una cultura 
propia, con su ser hombre 
o mujer, con su cuerpo, con 
su potencial de ser, es una 
educación que forma a un 
sujeto de derecho. Existe el 
derecho a ser persona. Una 
educación en y para los 
derechos humanos debe 
necesariamente apartarse 
del conjunto de negaciones 
y discriminaciones que en 
la escuela aún perduran 
respecto a género, cultura, 
condición social o étnica, 
etc. 
EL CONOCIMIENTO 
En primer término, 
deseamos señalar que el co-nocimiento 
no se agota en 
lo meramente informativo; 
sino que incorpora además, 
la efectividad y los compor-tamientos, 
los sentimientos 
y las acciones, los valores y 
vivencias que se desarro-llan 
en torno a los derechos 
humanos. Por lo tanto, el 
conocimiento de los dere-chos 
humanos no puede 
quedar remitido exclusiva-mente 
a las Declaraciones 
o Instrumentos Jurídicos. 
Este conocimiento se cons-truye 
y reconstruye, se 
contextualiza y se recon-textualiza 
en la experiencia 
individual y colectiva que 
tienen personas de carne y 
hueso de vivir los derechos 
en su cotidianidad. 
Ligado a lo anterior debe-mos 
señalar, entonces, 
que nos aproximamos 
al conocimiento de los 
derechos humanos no 
sólo desde nuestra inte-lectualidad, 
desde nuestra 
racionalidad, sino tam-bién 
desde nuestro cuerpo, 
desde nuestra efectividad. 
Es un saber que está en 
nuestra vida cotidiana, ahí 
en nuestro diario vivir, en 
nuestra vida económica, 
social, política. En la fa-milia, 
en la comunidad, en 
la escuela se vive el respe-to 
y también la valoración 
a los derechos humanos. 
Es entonces, un saber que 
trasciende la escuela.
25 
Creemos firmemente que 
el saber de los derechos 
humanos emerge funda-mentalmente, 
cuando se 
percibe y se toma concien-cia 
de los conflictos que se 
generan como resultado 
de las contradicciones en-tre 
un discurso de respeto 
de los derechos y la reali-dad 
social, que se encarga 
de violarlos. Desentrañan 
estas contradicciones, 
analizar las consecuencias 
que éstas tienen tanto en 
el plano individual como 
social- y, por sobre todo, 
levantar propuestas ten-dientes 
superarlas, es una 
tarea central que debe pro-ponerse 
una educación 
para los derechos huma-nos. 
Ha sido característica 
de la educación tradicional 
evitar que los alumnos en-frenten 
las contradicciones 
y las situaciones problemá-ticas. 
Ha existido. Según 
nuestro parecer, implícita 
o explícitamente, un inten-to 
de alejar los alumnos de 
los problemas que la socie-dad 
enfrenta, creando -por 
así decirlo un ambiente 
“escéptico”, “inocuo”, “neu-tro”. 
Las situaciones vinculadas 
a los derechos humanos, 
se hacen conflictivas, en 
muchas ocasiones porque 
están en juego intereses 
distintos. Pensamos en las 
tensiones que surgen entre 
la libertad y la igualdad, 
entre los intereses públi-cos 
y privados, entre el 
bien común y el bien indi-vidual, 
entre la libertad y 
el orden, entre la justicia 
y la misericordia, entre la 
vida y el sufrimiento, entre 
la libre expresión y la se-guridad, 
entre lo deseable 
y lo factible. Es fácil dar 
ejemplos respecto a cada 
una de estas contradiccio-nes. 
Es así como se exige 
el cumplimiento de ciertas 
obligaciones (restricciones 
a la libertad) con el fin de 
mantener un orden esta-blecido 
(bien común); se 
inculpa a un ladrón (jus-ticia) 
que robó para darle 
de comer a sus hijos ham-brientos 
(derecho a la vida); 
se mantiene la vida de un 
enfermo terminal (derecho 
a la vida) pese a sus sufri-mientos 
(misericordia); se 
castiga con la pena capi-tal 
(bien común) violando 
un derecho más capital, 
el derecho a la vida; se da 
pleno derecho a los empre-sarios 
para que decidan el 
destino de sus empresas 
(derecho a la propiedad) 
pese que esto signifique 
dejar muchos cesantes 
(derecho al trabajo); se per-mite 
que los trabajadores 
se sindicalicen, pero se les 
aleja de sus trabajos cuan-do 
reclaman sus derechos; 
se reafirma el derecho a la 
libre expresión e informa-ción 
y se establecen límites 
por asunto de seguridad. 
Por su naturaleza propia, 
los derechos humanos 
siempre se plantarán en la
pedagógica para educar en y para 
los derechos humanos B 
Cuaderno de Pedagogía y Educación Julio - Septiembre de 2014 26 
disyuntiva existente entre 
su vigencia y su atropello, 
entre un discurso que in-duce 
a su cumplimiento y 
una realidad que los infrin-ge. 
El conocimiento de los 
derechos humanos se 
construye en la histo-ria 
que éstos tienen para 
abrirse paso en el devenir 
social y dramático de los 
pueblos. Esta historia está 
saturada, como es sabido, 
de luchas intensas e ince-santes, 
y de conflictos que 
los hombres a través del 
tiempo han dado y confron-tado 
para hacer vigentes 
sus derechos. Reconocer 
esta historia es imperio-so 
si deseamos hacer de 
la enseñanza de derechos 
humanos un quehacer 
educativo relevante. 
EL APRENDIZAJE 
La naturaleza del cono-cimiento 
de los derechos 
humanos, los valores que 
compromete y el propósi-to 
de constituir al alumno 
como sujeto de derechos 
predisponen a un proceso 
de aprendizaje que tiene 
características muy defini-das. 
Por de pronto implica, un 
aprendizaje holístico, es 
decir un aprendizaje que 
compromete al ser todo del 
alumno. Su intelecto, su 
cuerpo, su afectividad, su 
ser vivencial, su ser indivi-dual 
y social. 
Dicho de manera muy 
metafórica, los derechos 
humanos no se aprenden 
sólo con la cabeza sino 
también con el corazón y 
con el cuerpo íntegro: en 
la experiencia individual y 
colectiva. 
Como todo aprendizaje que 
implica valores, hay necesi-dad 
de un aprendizaje que 
por sobre todo compromete 
el quehacer consiente del 
sujeto. El hacer acciones 
que conllevan al respeto a 
los derechos humanos es 
una modalidad muy mo-tivante 
y efectiva para el 
aprendizaje de los derechos 
humanos. En esta pers-pectiva 
ligar el aprendizaje 
de los derechos humanos 
con procesos de transfor-mación 
social, a nivel de 
la vida cotidiana, en la es-cuela, 
en la familia, en la 
comunidad cercana apare-ce 
como muy estimulante 
y relevante para producir 
aprendizajes efectivos. 
En esta perspectiva hay 
dos características adicio-nales 
que condicionan el 
aprendizaje de los derechos 
humanos. Por un lado es 
un aprendizaje que combi-na 
la experiencia personal 
con el conocimiento uni-versal 
y sistemático y por el 
otro es un aprendizaje que 
compromete la participa-ción 
activa del alumno. 
Los alumnos no se asoman 
al aprendizaje de los dere-chos 
humanos como una 
tabla rasa, sino que traen 
con ellos la experiencia 
ases de una concepción
27 
personal y de otros en 
el respeto y también en 
la violación de derechos. 
Los estudiantes han ex-perimentado 
vigencia y 
también el atropello de los 
derechos en sus familias 
y en la escuela, en la tele-visión 
y en la comunidad, 
en la casa y en la calle. 
La educación en derechos 
humanos recoge estas ex-periencias, 
las analiza, las 
sistematiza, las clarifica, 
y la compara con el cono-cimiento 
universal de los 
derechos humanos que la 
humanidad a acumula-do 
y sistematizado en las 
Declaraciones Universales 
e Instrumentos normativos 
y legales. 
Para que esto ocurra, es 
decir para que se genere 
un aprendizaje desde la ex-periencia 
es necesario un 
aprendizaje significativo 
en el que el alumno asume 
riesgos. 
Es difícil pensar que se 
produzcan auténticos 
aprendizajes relacionados 
con los derechos humanos 
si el alumno no puede vi-venciar 
mientras está en 
la escuela, la emoción, el 
riesgo, la aventura, el con-flicto 
de tomar decisiones 
que sean significativas. 
Esto implica participar con 
otros en la tarea de cons-truir 
conocimiento. Es en 
definitiva un aprendizaje 
para la autonomía, para la 
postura crítica, para darse 
tiempo y espacio efectivo 
para tomar decisiones y 
hacerse responsable de 
ellas. 
LA ESCUELA 
Una concepción pedagógi-ca 
y curricular referida a 
los derechos humanos exi-ge 
necesariamente dar una 
mirada distinta a la escue-la. 
Significa leerla como un 
espacio cultural y social en 
el que hay maneras muy 
específicas de relacionarse, 
de comunicarse, de valo-rar, 
de actuar, de sentir y 
de pensar. 
Ahora bien, es precisa-mente 
desde los derechos 
humanos que nos asoma-mos 
a mirar con sentido 
crítico la cultura escolar y 
nos preguntamos cuáles 
son las normas, decisiones 
y prácticas sociales de la 
escuela que favorecen y las 
que dificultan una adecua-ción 
en derechos humanos. 
Ciertamente, la cultura 
autoritaria, jerárquica, no 
dialogante, poco participa-tiva, 
son de las prácticas 
que dificultan una adecua-ción 
en y para los derechos 
humanos. Se necesita 
impostergablemente, cons-truir 
aunque sea en un 
proceso lento pero soste-nido 
una cultura escolar 
distinta. Una escuela en 
que prive una cultura de la 
ética de la comunicación. 
En la que haya espacios 
de dialogo; en la que to-dos 
–profesores, alumnos, 
padres de familia- puedan 
expresarse, comprender-se, 
aclararse, coincidir,
pedagógica para educar en y para 
los derechos humanos B 
Cuaderno de Pedagogía y Educación Julio - Septiembre de 2014 28 
discrepar y comprome-terse. 
En la que se valore 
el saber universal y siste-mático 
y también el saber 
que los alumnos traen de 
su vida cotidiana. Sólo 
en una cultura escolar 
democrática es posible in-sertar 
con autenticidad 
una educación en y pa-ra 
los derechos humanos. 
Esta cultura escolar de-mocrática 
es una creación 
social, por consiguiente es 
posible de alcanzar. Puede 
parecer un tanto redun-dante 
y tautológico, pero 
la educación en derechos 
humanos es precisamen-te 
la que puede contribuir 
significativamente a la 
construcción de la cultura 
escolar democrática. 
EL MAESTRO 
La concepción pedagógi-ca 
para una educación 
en derechos humanos no 
podría articularse de ma-nera 
apropiada, si no se 
repensara el rol docente y 
educador del maestro. En 
especial, hay necesidad 
de que el maestro interro-gue 
su práctica docente e 
investigue en qué medida 
ésta es promotora o no de 
sus derechos. 
Hacer esto requiere que el 
maestro se abra a la crítica 
y al cuestionamiento. Un 
maestro crítico de su prác-tica, 
que no interroga. Que 
no examina los supuestos 
explícitos e implícitos que 
condicionan sus maneras 
de actuar, que no busca el 
sentido último de su que-hacer 
docente, difícilmente 
puede ser un educador 
en derechos humanos. 
Educar en y para los dere-chos 
humanos supone, por 
ejemplo, que el maestro 
revise críticamente el len-guaje 
discriminatorio, que, 
en ocasiones, utiliza con 
las alumnas, con grupos 
étnicos, con niños o jóve-nes, 
minusválidos, etc. 
Implica que mire, con una 
lectura desde los derechos 
humanos. El currículum. 
Los textos de estudio, los 
materiales e3ducativos, las 
instrucciones recibidas por 
la dirección y los ministe-rios, 
con el fin de sacar a la 
luz los significados profun-dos 
que éstos tienen. 
Entonces, como hemos se-ñalado, 
ser un educador 
en derechos humanos es 
ser Un sujeto investiga-dor- 
crítico. Un sujeto no 
conformista, que no acepta 
a “ciegas” las instrucciones 
que se le ofrecen. 
En esta perspectiva, el 
maestro crea vínculos de 
comunicación, en que an-tepone 
la verdad al poder y 
a la manipulación. Cierto 
que una postura de esta 
naturaleza aparece como 
muy utópica, muy desvin-culada 
de la realidad que 
siempre está imponiendo 
ases de una concepción
29 
la lógica de la manipula-ción, 
de la competencia, del 
ocultamiento. Introducir 
en la escuela los derechos 
humanos tiene sentido, 
precisamente, para modifi-car 
esta realidad que está 
socialmente construida. Se 
enfrentarán tensiones y 
conflictos. Los derechos 
humanos están cargados 
de todas las contradiccio-nes 
propias de lo humano. 
Un educador en derechos 
humanos debe enfrentar 
estos conflictos desde una 
ética de la comunicación. 
Definitivamente, entonces, 
se está repensando el rol 
docente, pero este repen-sar 
no se desvincula de 
la esencia misma de ser 
maestro. Las invitaciones 
que a través de una lectu-ra 
crítica el maestro mire 
los contenidos curriculares 
los replantee, los tensio-ne. 
Que modifique su rol 
de un sujeto pasivo frente 
al currículum de su pro-pia 
disciplina y pase a ser 
agente activo. 
Adicionalmente a lo que se 
ha señalado hasta aquí to-das 
aquellas implicaciones 
que para el rol del maestro 
tiene a firmar que el cono-cimiento 
de los derechos 
humanos se construye 
en la síntesis del saber 
experiencial y del saber 
universal. Esto significa 
para el maestro ubicarse 
en una posición distinta a 
la tradicional y clásica en 
la que él es el que sabe y 
los alumnos son “neófitos”, 
“tabla rasa”, “ignorantes”, 
“aprendices”. Se ubica en 
un punto en el que apro-vechando 
la experiencia de 
los alumnos hace una con-tribución 
desde el saber 
sistemático y universal. 
Por sobre todo, muestra 
que el saber de los dere-chos 
humanos no es un 
saber acabado, en el que 
se ha dicho la última pala-bra, 
sino que hay un lugar 
para la exploración, para 
tensionar y problematizar 
el conocimiento. 
Finalmente y dado que 
estamos vinculando estre-chamente 
lo valórico con 
los derechos humanos y 
ambos se aprenden ac-tuando, 
el rol del docente 
es crear deliberadamente 
las condiciones para que 
se produzca dicha prácti-ca. 
Esto es un rol distinto 
al que el maestro está ac-tualmente 
acostumbrado 
a cumplir. Por lo general 
el maestro se convierte 
en un transmisor de co-nocimientos, 
a veces un 
recontextualizador de di-cho 
conocimiento, pero 
muy ocasionalmente él es 
un agente “generador” de 
experiencias, de vivencias 
y de conocimientos. Se 
trata que el maestro-edu-cador 
en para los derechos 
humanos cree las condicio-nes 
para que los alumnos 
aprendan a leer la realidad 
escolar, familiar, comunal 
desde la perspectiva de los 
derechos humanos, apren-dan 
a actuar y vivenciar en 
estos espacios los derechos 
humanos y por sobre todo 
aprendan a transformar la 
realidad social en función 
de las exigencias que se 
hacen en y desde los dere-chos 
humanos. Volvemos 
a decir, entonces, que el 
desafío es precisamente el 
repensar el rol docente. 
Instituto Interamericano de 
Derechos Humanos IIDH. 
“Carpeta Latinoamericana 
de Materiales Didácticos 
para Educación en 
Derechos Humanos”. Págs. 
7 a la 12. Octava reimpre-sión, 
2009.
Cuaderno de Pedagogía y Educación Julio - Septiembre de 2014 30 
REFLEXIONES CRÍTICAS SOBRE LAS 
VIRTUDES DE LA EDUCADORA O 
EDUCADOR 
EPaulo Freire1 stas virtudes no 
pueden ser vistas 
como algo con lo 
cual uno nace o 
como un regalo que uno 
recibe, sino como una for-ma 
de ser, de encarar, de 
comportarse, de compren-der, 
todo lo cual se crea a 
través de la práctica, en 
búsqueda de la transfor-mación 
de la sociedad. 
No son cualidades abstrac-tas, 
que existen antes que 
nosotros, sino que se crean 
con nosotros (y no indivi-dualmente). 
Las virtudes de las cuales 
voy a hablar no son virtu-des 
de cualquier educador, 
sino de aquellos que es-tán 
comprometidos con la 
transformación de la so-ciedad 
injusta, para crear 
una sociedad menos justa. 
DISCURSO Y PRÁCTICA 
1. Ser coherente entre 
lo que se dice y lo que se 
hace 
La primera virtud o cua-lidad 
que me gustaría 
subrayar, es la virtud de 
la coherencia. La coheren-cia 
entre el discurso que 
se habla y que anuncia la 
opción, y la práctica que 
debería estar confirmado el 
discurso. 
Esta virtud enfatiza la ne-cesidad 
de disminuir la 
distancia entre el discurso 
y la práctica. 
Esto no es fácil de lograr. 
Cuando me refiero a esta 
virtud, al nivel más grande 
de la lucha política, yo digo 
que hay que disminuir la 
distancia entre el discurso 
del candidato y la práctica 
del que resulta elegido, de 
tal manera de que en algún 
momento la práctica sea 
discurso y el discurso sea 
práctica. 
Obviamente que en es-te 
intento de coherencia, 
es necesario señalar en 
primer lugar, que no es po-sible 
alcanzar la coherencia 
absoluta y que, en segundo 
lugar, ello sería un fastidio. 
¡Imagínense ustedes que 
uno viviera de tal mane-ra 
la coherencia, que no 
tuviera la posibilidad de 
comprender lo que es co-herente, 
porque sólo se es 
coherente! Entonces no sa-be 
lo que es. 
Sr. Necesita ser coherente 
para transformarse en co-herente. 
Hay, sin embargo, un mí-nimo 
tolerado para la 
incoherencia. Yo no puedo 
proclamar mi opción por 
una sociedad justa, partici-pativa 
y, al mismo tiempo, 
rechazar a un alumno que 
tiene una visión crítica de 
mí como profesor. 
PALABRA Y SILENCIO 
2. Sabe manejar la 
__________________________ 
1 Brasileño. Texto adap-tado 
de Paulo Freire en 
Buenos Aires, CEAAL, 
Buenos Aires, 1966. Se 
trata de una intervención 
de Freire el 21/06/85, du-rante 
el acto preparatorio 
de la III Asamblea Mundial 
de Educación de Adultos. 
A RTÍCULO
31 
tensión entre la palabra y 
el silencio 
Otra virtud que emerge de 
la experiencia responsable, 
es la virtud de aprender a 
lidiar con la tensión entre 
la palabra y el silencio. Esta 
es una gran virtud que los 
educadores tenemos que 
crear entre nosotros. 
¿Qué quiere decir con esto? 
Se trata de trabajar esa 
tensión permanente que 
se crea entre la palabra del 
educador y el silencio del 
educando, entre la palabra 
de los educandos y el silen-cio 
del educador. 
Si uno, como educador, no 
resuelve bien esta tensión, 
puede que su palabra ter-mine 
por sugerir el silencio 
permanente de los educan-dos. 
Si no se escuchar y no doy 
el testimonio a los educan-dos 
de la palabra verdadera 
a través de exponerme a la 
palabra de ellos, termino 
discurseando “para” ellos. 
Hablar y discursear “para” 
termina siempre en hablar 
“sobre”, que necesariamen-te 
significa “contra”. 
Vivir apasionadamen-te 
la palabra y el silencio, 
significa hablar “con” los 
educandos, para que tam-bién 
ellos hablen “con” 
uno. 
Los educandos tienen que 
asumirse también como 
sujetos del discurso, y no 
como repetidores del dis-curso 
o de la palabra del 
profesor. 
Vivir esta experiencia de 
la tensión entre la pala-bra 
y el silencio no es fácil. 
Demanda mucho de noso-tros. 
Hay que aprender algunas 
cuestiones básicas como 
éstas, por ejemplo: no hay 
pregunta tonta, ni tampoco 
hay respuesta definitiva. 
La necesidad de preguntar 
es parte de la naturaleza 
del hombre. El orden ani-mal 
fue dominando el 
mundo y haciéndose hom-bre 
y mujer sobre la base 
de preguntar y preguntar-se. 
Es preciso que el educador 
testimonie en los educan-dos 
el gusto por la pregunta 
y el respeto a la pregunta. 
La pregunta es funda-mental, 
engarzada en la 
práctica. 
A veces, por ejemplo, el 
educador percibe en una 
clase que los alumnos no 
quieren correr el riesgo de 
preguntar, justamente por-que 
a veces temen a sus 
propios compañeros. 
Yo no tengo duda en decir 
que, a veces, cuando los 
compañeros se burlan de 
una pregunta, lo hacen co-mo 
una forma de escaparse 
de la situación dramática 
de no poder preguntar, de
sobre las virtudes de la educadora 
o educador R 
Cuaderno de Pedagogía y Educación Julio - Septiembre de 2014 32 
eflexiones críticas 
no poder afirmar una pre-gunta. 
A veces el propio profesor, 
frente a la pregunta que no 
viene bien organizada, di-buja 
una sonrisa, de esas 
que todo el mundo sabe 
qué significan por su ma-nera 
especial de sonreír. 
No es posible este modo de 
comportarse porque con-duce 
al silencio. Es una 
forma de castrar la curio-sidad, 
sin la cual no hay 
creatividad. 
Es necesario desarro-llar 
una pedagogía de la 
pregunta, porque lo que 
siempre estamos escu-chando 
es una pedagogía 
de la contestación de la 
respuesta. 
De manera general, los 
profesores contestan a pre-guntas 
que los alumnos no 
han hecho. 
SUBJETIVIDAD Y 
OBJETIVIDAD 
3. Trabajar crítica-mente 
la tensión entre la 
subjetividad y la objetivi-dad 
Otra virtud es la de trabajar 
en forma crítica la tensión 
entre subjetividad y obje-tividad, 
entre conciencia y 
mundo, entre ser social y 
conciencia. 
Es difícil definir esta ten-sión 
porque ninguno de 
nosotros escapa a la ten-tación 
de minimizar la 
objetividad y reducirla al 
poder de la subjetividad 
todopoderosa. Entonces 
se dice que la subjetivi-dad 
arbitrariamente crea 
lo concreto, crea la objeti-vidad. 
No se puede transformar 
el mundo, la realidad, sin 
transformar las concien-cias 
de las personas: ese 
es uno de los mitos en que 
miles de personas han caí-do: 
primero se transforma 
el corazón de las personas 
y, cuando se tiene una hu-manidad 
bella, llena de 
seres angelicales, entonces 
esta humanidad hace una 
revolución que es divina 
también… Esto simple-mente 
no existe, jamás 
existió. 
La subjetividad cambia en 
el proceso de cambio de la 
objetividad. 
Yo me transformo al trans-formar. 
Yo soy hecho por la 
historia, al hacerla. 
Otro equívoco que está en 
esta tensión es el de reducir 
la subjetividad a un pu-ro 
reflejo de la objetividad. 
Entonces, esta ingenuidad 
asume que sólo debe trans-formarse 
la objetividad 
para que, al día siguiente, 
cambie la subjetividad. No 
es así, porque los procesos 
son dialécticos, contradic-torios, 
procesuales.
33 
Cuando yo les digo que es 
difícil que uno ande por 
las calles de la historia sin 
sufrir alguna de estas dos 
tentaciones, quiero decir 
que yo también tuve estas 
tentaciones y anduve ca-yéndome 
un poco para el 
lado de la subjetividad. 
Recuerdo, por ejemplo, 
que en la “Educación como 
práctica de la Libertad” tu-ve 
algunos momentos que 
anunciaban que había sido 
picado por el subjetivismo. 
Cuando leo la palabra 
“concientización” –palabra 
que nunca más usé desde 
1972-, la impresión que 
tengo es que el proceso de 
profundización de la toma 
de conciencia aparecía en 
ciertos momentos de mí 
práctica como algo subje-tivo. 
Me autocritiqué cuando vi 
que parecía que yo pensa-ba 
que la percepción crítica 
de la realidad ya significa 
su transformación. Esto es 
idealismo. Superé esas fa-ses, 
esos momentos, esas 
travesías por las calles de 
la historia en que fui pi-cado 
por el psicologismo o 
por el subjetivismo. 
AQUÍ Y ALLA 
4. Diferenciar el aquí 
y el ahora del educador 
y el aquí y el ahora del 
educando. 
Otra virtud del educador y 
la educadora, es cómo no 
sólo comprender sino vivir 
la tensión entre el aquí y 
el ahora del educador y el 
aquí y el ahora de los edu-candos. 
Porque en la medida que yo 
comprendo la relación en-tre 
“mi aquí” y “el aquí” de 
los educandos es que em-piezo 
a descubrir que mi 
aquí es el allá de los edu-candos. 
No hay allá sin aquí lo cual 
es obvio. Sólo reconozco 
que hay un aquí porque 
hay algo diferente que es 
el allá. Solamente es posi-ble 
conocer un aquí porque 
hay un contrario. 
Si yo estoy en una calle 
hay sólo tres posiciones 
posibles, en el medio, en 
un lado o en el otro. Las 
demás son aproximaciones 
a estas tres posiciones bá-sicas. 
Si yo estoy en el lado 
de acá, y quiero ir al otro 
lado debo atravesar la ca-lle. 
Es por esta razón que na-die 
llega allá pariendo de 
allá. Esto es algo que los 
políticos-educadores y los 
educadores-políticos no ol-vidamos, 
es decir respetar 
la comprensión del alumno 
de la sociedad, la sabiduría 
popular, el sentido común 
que tienen los educandos. 
Entonces pretendemos 
partir de nuestro aquí. 
Yo no estoy diciendo que 
los educadores deben que-darse 
permanentemente
sobre las virtudes de la educadora 
o educador R 
Cuaderno de Pedagogía y Educación Julio - Septiembre de 2014 34 
en el nivel del saber po-pular. 
Hay una diferencia 
muy grande entre quedar-se 
y partir. 
Yo hablo de partir del nivel 
en que el pueblo se encuen-tra, 
porque alcanzar el allá 
pasa por el aquí. 
ESPONTANEISMO Y 
MANIPULACIÓN 
5. Evitar el espontaneismo 
sin caer en la manipula-ción 
Hay otra virtud que es 
evitar caer en prácticas es-pontaneistas 
sin caer en 
posturas manipuladoras. 
Esto no es así. El contrario 
de estas dos posiciones es lo 
que yo llamo una posición 
radicalmente democrática. 
A esta altura quiero de-cir 
que no hay que temer 
pronunciar la palabra 
democracia. Porque hay 
mucha gente que, al escu-char 
esa palabra, la asocia 
con social-democracia e, 
inmediatamente, con refor-mismo. 
TEORÍA Y PRÁCTICA 
6. Vincular teoría y práctica 
Otra virtud es de vivir in-tensamente 
la relación 
profunda entre la prác-tica 
y la teoría no como 
superposición, sino como 
unidad contradictoria. De 
tal manera que la práctica 
no puede prescindir de la 
teoría. 
Hay que pensar la práctica 
para, teóricamente, poder 
mejorar la práctica. 
Hacer esto demanda una 
enorme seriedad, una gran 
rigurosidad (y no super-ficialidad). 
Exige estudio, 
creación de una disciplina 
seria. 
Pensar que todo lo que es 
teórico es malo, es algo ab-surdo, 
es absolutamente 
falso. Hay que luchar con-tra 
esta afirmación. No hay 
que negar el papel funda-mental 
de la teoría. 
Sin embargo, la teoría deja 
de tener cualquier repercu-sión 
si no hay una práctica 
que motive la teoría. 
PACIENCIA E 
IMPACIENCIA 
7. Practicar una paciencia 
impaciente. 
Otra virtud es la de apren-der 
a experimentar la 
relación tensa entre pa-ciencia 
e impaciencia, de 
tal manera que jamás se 
rompa la relación éntrelas 
dos posturas. 
Si uno enfatiza la paciencia, 
cae en discurso tradicional 
que dice: “Ten paciencia, 
hijo mío, porque tuyo se-rá 
el reino de los cielos”. El 
reino debe ser hecho aquí 
mismo, con una impacien-cia 
fantástica. 
eflexiones críticas
35 
Si nosotros rompemos la 
relación entre paciencia e 
impaciencia, dejándonos 
ganar por la impaciencia, 
caemos en el activismo. 
El activismo olvida que la 
historia existe, no tiene na-da 
que ver con la realidad, 
pues está fuera de ella. 
TEXTO Y CONTEXTO 
8. Leer el texto a partir de 
la lectura del contexto 
Finalmente, yo diría que 
todo esto tiene que ver con 
la relación entre la lectu-ra 
del texto y la lectura del 
contexto. 
Esta es una de las virtudes 
que deberíamos vivir para 
testimoniar a los educan-dos, 
cualquiera que sea 
su grado de instrucción 
(universitario, básico o de 
educación popular), la ex-periencia 
indispensable de 
leer la realidad, sin leer las 
palabras. Para que incluso 
se puedan entender las pa-labras. 
Toda lectura de texto pre-supone 
una rigurosa 
lectura del contexto. 
Instituto Interamericano de 
Derechos Humanos IIDH. 
“Carpeta Latinoamericana 
de Materiales Didácticos 
para Educación en 
Derechos Humanos”. Págs. 
13 a la 18. Octava reimpre-sión, 
2009.
Cuaderno de Pedagogía y Educación Julio - Septiembre de 2014 36 
Alberto Masferrer y su época 
Luis Armando González 
Alberto Masferrer 
Hay intelectuales 
salvadoreños que 
son unos verda-deros 
clásicos del 
pensamiento social cen-troamericano. 
Uno de ellos 
es, sin duda alguna, Alberto 
Masferrer (1868-1932), 
a quien interpretaciones 
sesgadas de su obra ter-minaron 
relegado a un 
lugar marginal en la cultu-ra 
nacional. “Oficializarlo” 
no contribuyó en nada a 
entender la dureza de sus 
críticas a un orden social, 
económico y político que 
generaba desigualdades e 
injusticias a las cuales se 
opuso ese reformador so-cial 
que fue Masferrer. 
En El Salvador, el cierre de 
la segunda década del siglo 
XX era sumamente conflic-tivo 
tanto en el plano social 
como en el plano político. 
Las familias cafetaleras 
habían consolidado un es-quema 
de poder económico 
y político que era funcional 
a sus intereses, pero que 
excluía a amplios secto-res 
de la sociedad, no sólo 
indígenas y campesinos, 
sino también obreros, pro-fesionales 
e intelectuales. 
El presidente Pío Romero 
Bosque (1927-1931), en 
el marco impuesto por los 
RTÍCULO A
37 
intereses de esas familias, 
buscó hacerse del apoyo 
de los sectores populares, 
a la vez que intentó demo-cratizar 
el sistema político. 
Suprimió el “Estado de 
sitió” que su antecesor, 
Alfonso Quiñónez Molina 
(1923-1927), había man-tenido 
desde la época de 
Jorge Meléndez (1919- 
1923), creó el Ministerio de 
Trabajo y sentó las bases 
para la legislación de las 
relaciones obrero-patrona-les 
. 
Asimismo, bajo su gobierno 
se reorganizaron las finan-zas 
de la Escuela Militar, 
se creó el centro de Bellas 
Artes y se fundó el Hospital 
Benjamín Bloom. Con ha-bilidad, 
quiso demarcarse 
de los gobiernos anteriores, 
enviando señales evidentes 
de pretender establecer un 
régimen de derecho . Este 
propósito tenía un límite 
infranqueable: los intere-ses 
de los cafetaleros. Con 
todo, la apertura propi-ciada 
por Romero Bosque 
rindió sus frutos, pues ba-jo 
su mandato cobraron 
vida una serie de partidos 
políticos independientes, 
al igual que cobró vida 
una prensa que difundió 
ampliamente ideas na-cionalistas 
–-reacias a la 
presencia estadounidense 
y a la inversión extranjera 
en tierras centroamerica-nas— 
y democráticas. “De 
esta manera, las reivin-dicaciones 
económicas 
pasaron a ser también po-líticas, 
al tiempo que surgió 
un sentimiento naciona-lista, 
orientado hacia la 
denuncia y protesta contra 
las compañías extranje-ras 
y el papel de Estados 
Unidos. Se acrecentaba así 
una acción popular reivin-dicativa 
y un pensamiento 
intelectual y periodístico 
que, bajo la protesta social 
en todo el país, busca-ba 
la construcción de un 
sentimiento nacional y la 
profundización de la tole-rancia 
política esbozado 
por el gobierno de Romero 
Bosque” . El Salvador de 
la época, por lo demás, 
no era ajeno a los grandes 
movimientos nacionalis-tas 
y antiimperialistas que 
se desataron a finales del 
siglo XIX y principios del 
siglo XX en otras socie-dades 
latinoamericanas y 
caribeñas, especialmente 
en México (a partir de la 
revolución de 1910) y en 
Cuba (primero, a raíz de 
las guerras de independen-cia 
contra España y, luego, 
en la resistencia a Estados 
Unidos) . 
Visto en su conjunto, lo 
que quiso hacer Romero 
Bosque fue democratizar el 
sistema político –-permitió 
la legalización del Partido 
Comunista Salvadoreño, 
en 1930— y la sociedad, 
Alfonso Quiñónez Molina 
lo cual no suponía más 
que recuperar y poner 
en práctica las exigen-cias 
de la Constitución de 
1886. Y es que, como ha-bía 
sucedido desde de la 
independencia de España, 
en la segunda década del 
siglo XX, los ideales cons-titucionales 
continuaban 
divorciados de la reali-dad. 
Lo que intentaba Pío 
Romero Bosque –-un juris-ta 
destacado, después de 
todo— era, como otros mu-chos 
antes que él lo habían 
intentado, salvar la brecha 
entre la realidad y los idea-les 
constitucionales. La 
terminación de su periodo 
de gobierno le ahorraría la 
experiencia de ver derro-tados, 
de manera violenta, 
los ideales por la bruta-lidad 
de la realidad. Esta 
fue la experiencia que le 
toco vivir a Arturo Araujo, 
quien –-como sucesor de 
Romero Bosque— quiso
Cuaderno de Pedagogía y Educación Julio - Septiembre de 2014 38 
continuar con el proceso 
democratizador propiciado 
por el presidente salien-te. 
Araujo, con su partido 
laborista, creado según el 
modelo del laborismo britá-nico, 
pretendió convertirse 
en benefactor de la clase 
obrera, lo hizo que pronto se 
afiliaran a su partido obre-ros 
urbanos y campesinos, 
que fueron influenciados 
fuertemente por las ideas 
de Alberto Masferrer. En un 
ambiente no sólo de graves 
desigualdades y terribles 
miserias, sino de una reli-giosidad 
popular a flor de 
piel, era imposible que no 
tuvieran eco las ideas de 
alguien que escribió: 
“Después del aire, el pan. 
Ese pan nuestro de cada 
día, santificado y consa-grado 
por las religiones; 
ese pan a que se refería 
Jesús cuando expresó 
que ‘digno es el trabajador 
de su alimento’; ese pan 
de que las bestias de los 
campos y , pájaros de los 
aires no suelen carecer 
sino cuando falta para to-dos; 
ese pan que ingerido 
por nuestro organismo se 
convierte en fuerza, alegría 
y pensamiento; ese pan, 
que es la vida, y que sien-do 
naturalmente el premio 
del trabajo, debería sobrar 
a los trabajadores; ese pan 
rueda abundante en la me-sa 
de los ricos ociosos, y 
falta enteramente a veces, 
o escasea casi siempre, en 
casa de los que riegan la 
tierra con el sudor de su 
frente” . 
Y, haciendo eco del 
principal problema socio-económico 
de la época, dijo 
lo siguiente: 
“Tan injusto y torpe des-orden 
no tendrá remedio 
mientras no se alcance la 
liberación de la tierra: de la 
tierra que, lo mismo que el 
aire y el agua, no pueden 
ser objeto de monopolio sin 
que se cometa el mayor de 
los crímenes contra Dios y 
los hombres. ¡La liberación 
de la tierra!.. ¡Qué her-moso, 
justo y bienhechor 
ideal, y cuán digno que le 
consagren su vida todos 
aquellos que se lamentan 
de tener en qué emplearla! 
Desgraciadamente, la tie-rra 
no es como el aire y los 
hombres pueden monopoli-zarla 
y esclavizarla. Y la han 
esclavizado. La tierra es de 
unos pocos, dondequiera 
que existe la civilización… 
¡Emancipemos la tierra! 
Que al nacer, cada hombre 
encuentre que es poseedor 
de una porción de sue-lo; 
que al llegar a la edad 
del trabajo, halle que tie-ne 
en qué trabajar; que, 
A ALBERTO MASFERRER 
Y SU ÉPOCA
39 
cualesquiera que sean las 
circunstancias de su vida, 
sepa que siempre habrá un 
rincón de tierra que le ser-virá 
de refugio y amparo” . 
Arturo Araujo es el hom-bre 
generoso y bien 
inspirado –-en la visión 
de Masferrer— que garan-tizará 
desde el mínimum 
vital a los habitantes de El 
Salvador, es decir, que ase-gurará, 
desde un gobierno 
con vocación nacional, “la 
satisfacción constante de 
nuestras necesidades pri-mordiales. 
Necesidades 
primordiales son aquellas 
que –-si no se satisfacen— 
acarrean la degeneración, 
la ruina, la muerte del indi-viduo. 
La salud, la alegría, 
la capacidad de trabajar, 
la voluntad de hacer lo 
bueno, el espíritu de ab-negación, 
la fuerza, en fin, 
todas sus manifestacio-nes, 
están vinculadas a 
la satisfacción constante, 
segura, íntegra, de tales 
necesidades… la satis-facción 
plena de nuestras 
necesidades primordiales 
es la base y la condición 
perenne de la vida y de la 
salud. Asegurarla ‘para to-dos’ 
no puede ser el interés 
restringido de una casta, 
de una clase social, de un 
grupo de privilegiados, si-no 
el interés supremo de la 
Nación entera, puesto que 
ella extrae todas sus efi-ciencias 
de la salud, de la 
Pío Romero Bosque 
fuerza, del equilibrio, de la 
alegría y del valor de todos 
sus hijos” . 
Masferrer fue optimista 
acerca de las posibilidades 
de reforma social que se 
abrían con la elección de 
Araujo, quien tomó pose-sión 
del cargo de presidente 
de la República el 1 de mar-zo 
de 1931. Con todo, lo que 
él vislumbraba era, más 
que una reforma social, 
una reforma moral, base 
de implantación de una 
verdadera patria. “Porque, 
nótese bien, nosotros no 
somos, no constituimos, 
todavía una patria. Error 
lamentable el de creer que 
la temperatura, el paisaje, 
la raza, el gobierno, ni aun 
el idioma, bastan para 
constituirla. De todos los 
lazos, el de mayor potencia, 
que es el idioma, no basta, 
sin embargo, para que un 
grupo tan grande como se 
quiera de hombres, pueda 
formar una patria. Esta se 
sobre todo una creación 
moral, y su núcleo se en-cuentra 
en la comunidad 
de aspiraciones, sosteni-das 
y proseguidas por el 
común esfuerzo” . 
Lamentablemente, esa re-forma 
social y moral se 
vio truncada prácticamen-te 
desde la misma toma 
de posición del presidente 
Araujo. Eran demasiados
A ALBERTO MASFERRER 
Cuaderno de Pedagogía y Educación Julio - Septiembre de 2014 40 
Y SU ÉPOCA 
los conflictos y demasia-das 
las presiones sobre el 
nuevo gobierno; era poca 
su capacidad de maniobra 
en un contexto tan hostil 
a los necesarios cambios 
que el país urgía en esos 
momentos. En diciembre 
de 1931 caía el gobierno de 
Araujo mediante un golpe 
de Estado encabezado por 
su vicepresidente, el gene-ral 
Maximiliano Hernández 
Martínez. Una nueva fase 
histórica se iniciaba en El 
Salvador –-la del control 
militar del aparato esta-tal—; 
atrás quedaba la 
Constitución de 1886 y su 
republicanismo liberal. La 
derrota del proyecto arau-jista, 
al que tanto la había 
apostado Masferrer, fue su 
derrota: murió solo el 8 de 
septiembre de 1932. 
¿Pero realmente fueron de-rrotados 
sus ideales? Si se 
ve el asunto con ligereza 
se puede responder afir-mativamente. 
Pero, visto 
con más detenimiento, es 
claro que su sueño por 
construir una patria no 
se ha hecho realidad, por-que 
este El Salvador de la 
primera década del siglo 
XXI no es todavía una “co-munidad 
de aspiraciones, 
Alberto Masferrer 
sostenidas y proseguidas 
por el común esfuerzo”. Y 
ello porque, al igual que 
en época de Masferrer, las 
desigualdades socio-eco-nómicas 
siguen negando el 
“pan nuestro de cada día” 
a amplios sectores de la 
sociedad. Es decir, segui-mos 
teniendo esa patria 
idénticas a sí misma, so-bre 
la que pasan los días y 
no rejuvenece, y en la que 
deberían dar premios de 
resistencia por ser salva-doreño 
y salvadoreña, tal 
como lo cantó otro grande 
de la cultura nacional, el 
poeta Roque Dalton.
41 
RTÍCULO A 
Reflexión sobre el Estado: vuelta a los 
clásicos del marxismo 
Luis Armando González 
En la sociología y la 
ciencia política el 
tema del Estado 
es uno de esos 
temas gruesos, que siem-pre 
desafía a la reflexión. 
Con la ola neoliberal de los 
años ochenta y noventa, 
la discusión seria y rigu-rosa 
sobre el Estado fue 
dejada de lado en distin-tos 
ámbitos académicos, 
en los cuales se reflejaban 
las prácticas encaminadas 
a reducirlo (hacerlo más 
pequeño o eliminarlo) que 
se realizaban en el ámbito 
público. 
Pese a ello, el tema siem-pre 
siguió vivo, aunque 
fuera en los márgenes de 
la discusión académica. Y, 
por supuesto, el Estado re-sistió, 
con desigual éxito, 
según los distintos países, 
la ofensiva neoliberal ten-diente 
a desarticularlo e 
incluso a eliminarlo. Ahora, 
en esta primera década del 
siglo XXI, el debate sobre el 
Estado vuelve a ponerse a 
la orden del día. Y lo hace 
retomando una tradición 
sociológica y política que 
se vio interrumpida no sólo 
por la ofensiva neoliberal 
de los años ochenta y no-venta, 
sino por el derrumbe 
del muro de Berlín, la diso-lución 
del bloque del Este 
y el colapso de la URSS: la 
tradición marxista. 
Se tiene que decir, ante to-do, 
que en la obra de Karl 
Marx (1818-1883) se di-buja 
una aproximación al 
tema del Estado absoluta-mente 
moderna, es decir, 
una aproximación en la 
que se reconoce al Estado 
capitalista como una 
esfera autónoma (“relati-vamente 
autónoma”) de las 
otras esferas que integran 
un orden socio-histórico: 
la “esfera económica” y la 
“esfera ideológica” (que con 
justicia se puede entender 
como una “esfera cultu-ral”). 
La visión predominan-te 
anterior a Hegel –de 
procedencia contractua-lista— 
tendía a identificar 
Estado y sociedad: el con-trato 
social era establecido 
por los individuos para for-mar 
un Estado, antes del 
cual no formaban cuerpo 
social alguno, sino que más 
bien estaban en una guerra
R eflexión sobre el estado: 
Cuaderno de Pedagogía y Educación Julio - Septiembre de 2014 42 
vuelta a los clásicos del marxismo 
de todos contra todos. En 
todo caso, si se aceptaba 
la existencia de un orden 
social distinto del Estado, 
el mismo era una creación 
ulterior de este último. 
Marx, siguiendo a Hegel 
–como él mismo lo recono-ce 
en distintos textos-- no 
acepta ni que la sociedad 
sea igual al Estado ni que 
este sea el creador de aqué-lla. 
Antes bien, sucede lo 
contrario: la “sociedad ci-vil” 
(toma la expresión de 
Hegel), como ámbito de 
las relaciones familiares, 
la actividad práctica eco-nómica 
y el intercambio es 
históricamente anterior del 
Estado, siendo este último 
una derivación de los di-namismos 
que se generan 
en ella. Estos dinamismos 
son los dinamismos de 
clase. 
En la perspectiva de Marx, 
el Estado surge cuando se 
configuran las clases so-ciales 
(cuyo anclaje está 
en la base económica de 
la sociedad), una de las 
cuales –la dominante—ne-cesita 
de él para mantener 
su dominio sobre las clases 
subordinadas. El Estado, 
en este sentido, es un “ins-trumento” 
de dominación; 
un instrumento al servicio 
de la clase dominante. 
Pero el Estado, en Marx, no 
es un todo uniforme, sino 
que consta de dos momen-tos: 
(a) el legal, formado 
por un corpus juridico-normativo 
mediante el cual 
se legaliza (y legitima) la 
desigualdad de clases 
existente en la esfera eco-nómica 
(y en el cual los 
desiguales aparecen como 
iguales); y (b) el coerciti-vo, 
que entra en acción, 
apelando a los recursos de 
fuerza que monopoliza el 
Estado, cuando la ley falla 
en su función de mantener 
resguardados los intereses 
de la clase dominante. 
Así pues, el Estado es 
una pieza fundamental 
en la dominación de una 
clase sobre el resto de la 
sociedad. También lo es la 
ideología, pues para Marx 
–en la célebre definición 
ofrecida en la Ideología 
alemana— la ideología do-minante 
es la ideología de 
la clase dominante. 
Por eso, la lucha contra esa 
dominación se libra, pri-mero 
que todo, en contra 
del Estado y por su control, 
siendo esto último clave en 
un proceso de cambio re-volucionario. 
En la visión 
de Marx, una de las vías 
posibles para hacerse del 
control del Estado es la 
vía democrático-electoral, 
pero ella se enmarca en la 
legalidad burguesa y, en 
consecuencia, está limitada 
por ella. Friedrich Engels, 
en su testamento políti-co, 
hizo una apuesta por 
esta opción, abriendo las 
puertas al desarrollo de la 
socialdemocracia alemana. 
Georg Wilhelm Friedrich 
Hegel
43 
La otra vía, para Marx, es 
la revolucionaria, que su-pone 
el asalto violento del 
Estado por parte de la cla-se 
proletaria organizada en 
un partido comunista. Este 
asalto es necesario para 
que la clase en ascenso su-bordine 
el aparato estatal a 
sus propios fines. 
En el caso de la clase pro-letaria, 
esta conquista del 
Estado tiene una finali-dad 
última: conducirlo a 
su abolición definitiva, lo 
cual supone la abolición 
de la raíz económica de 
las divisiones de clase: la 
propiedad privada de los 
medios de producción. En 
la fase socialista del proceso 
revolucionario la clase pro-letaria 
creará –mediante la 
“dictadura del proletaria-do”— 
las condiciones que 
permitan arribar al comu-nismo 
como la etapa más 
plena del desarrollo histó-rico 
de la humanidad, una 
etapa en las cual las clases 
sociales habrán desapare-cido 
y, por consiguiente, 
el Estado será innecesario 
desde un punto de vista so-cial, 
político y económico. 
En resumen, Marx enfatizó 
la dimensión instrumental 
del Estado, lo cual fue un 
acierto, pues no podemos 
obviar la evidencia históri-ca 
que respalda el uso del 
Estado por parte de grupos 
de poder económico. Pero 
la visión de Marx es insufi-ciente, 
porque el Estado es, 
además de instrumento de 
dominación, otras muchas 
cosas. 
Para el caso, Marx no pres-tó 
atención al peso del 
Estado en la configuración 
del orden social, sobre to-do 
en lo que hace no sólo 
a su influencia normativa, 
sino a su influencia en las 
conductas, hábitos, estilos 
de comportamiento, va-loraciones 
y creencias de 
hombres y mujeres que vi-ven 
bajo su jurisdicción e 
incluso, en el caso de es-tados 
predominantes en el 
escenario mundial, fuera 
de ella. 
No hay mejor ejemplo de 
esto último que el enorme 
peso que tuvo el Estado so-viético 
en la configuración 
de las sociedades del blo-que 
del Este, desde 1945 
hasta 1989. O, la contra-partida 
occidental de un 
influjo semejante por par-te 
de Estados Unidos, el 
cual en la actualidad se ha 
extendido –muchas veces 
mediante mecanismos de
Cuaderno de Pedagogía y Educación Julio - Septiembre de 2014 44 
terror y violencia—, por el 
mundo. 
Más cerca de nosotros, es-tá 
el indiscutible influjo de 
los estados militarizados 
latinoamericanos –duran-te 
la mayor parte del siglo 
XX— sobre los hábitos, 
conductas y creencias de 
la gente. Una cultura po-lítica 
autoritaria germinó 
y se desarrolló a partir de 
ese influjo, sin que hasta 
ahora haya podido ser con-trarresta 
por una cultura 
política democrática. 
En la tradición marxista, 
el autor que más se acer-có 
a una comprensión del 
Estado como generador 
de cultura, y no sólo có-mo 
un instrumento de 
dominación, fue Antonio 
Gramsci (1891-1937). 
Cabe recordar que Lenín 
(1870-1924) continuó la 
línea de interpretación de 
Marx, es decir, la de en-tender 
al Estado como un 
instrumento de clase. Pero 
Gramsci tuvo al acierto de 
distanciarse de esta inter-pretación 
que era (y siguió 
siendo durante mucho 
tiempo) la predominante 
en los círculos marxistas. 
El filósofo italiano enten-dió 
al Estado como una 
instancia atravesada por 
una doble dimensión: el 
consenso y la coerción. 
En virtud de su capacidad 
para generar consenso, el 
Estado puede dotarse de 
legitimidad “convenciendo” 
a los ciudadanos y ciuda-danas 
de que lo suyo es el 
“bien común” y el “interés 
general”. 
Este convencimiento da 
estabilidad política a la 
sociedad y asegura el 
orden social, lo cual signi-fica 
que el proyecto de la 
clase dominante es acep-tado 
voluntariamente por 
las clases subordinadas. 
Cuando esta capacidad de 
convencimiento, entonces 
entran en juego los me-canismos 
coercitivos del 
Estado, que ponen en evi-dencia 
una situación de 
crisis política. 
Gramsci nos acercó, de 
esta manera, a una vi-sión 
más compleja 
R eflexión sobre el estado: 
vuelta a los clásicos del marxismo
45 
sobre la estructura del 
Estado y sus funciones. 
Lamentablemente, la vi-sión 
de Lenín –convertida 
en dogma de fe gracias a la 
labor de Stalin y sus hace-dores 
de manuales— fue la 
que se impuso en el deba-te 
marxista prácticamente 
hasta la desaparición de la 
URSS. De esta manera, se 
impidió que la interpreta-ción 
de Gramsci se abriera 
paso y marcara la pauta de 
la discusión teórica sobre 
el Estado. De aquí que la 
recuperación de Gramsci 
sea uno de los desafíos 
más importantes en el de-bate 
marxista actual. 
Pero no basta con retomar 
a Gramsci, para avanzar 
hacia aproximación teóri-ca 
más rigurosa sobre el 
Estado. Para empezar, la 
interpretación del Estado 
como instrumento de clase 
debe ser revisada crítica-mente, 
para ponderar qué 
tan realista es suponer que 
el Estado sea un ente ma-nipulable 
que puede ser 
usado por una clase para 
sus propios fines, o incluso 
que puede ser abolido por 
la voluntad colectiva en un 
determinado momento his-tórico. 
Hay que hacerse cargo de 
la realidad del Estado co-mo 
un aparato burocrático 
no sólo capaz de mantener-se 
en el tiempo, sino capaz 
de crecer y acumular poder 
(normativo, institucional, 
simbólico y material) si 
se lo deja a sus propia 
suerte, y ya no se diga si 
expresamente se impulsan 
prácticas políticas que lo 
hagan crecer y desarrollar-se 
(tal como sucedió en la 
ex URSS, con el Estado de 
bienestar occidental y con 
los estados populistas lati-noamericanos). 
Pocos ataques contra el 
Estado han sido tan fero-ces 
como los realizados por 
los reformadores neolibe-rales, 
que se propusieron, 
en su momento de más 
éxito (años ochenta y no-venta 
del siglo XX), cumplir 
el sueño de Marx: abolir el 
Estado, no socializándolo 
–como quería el filósofo ale-mán—, 
sino privatizando 
sus empresas, funciones y 
servicios. 
Pero el Estado resistió y 
siguió en pie. Y en estos 
momentos –en el marco de 
la actual crisis financiera 
mundial— se ha puesto en la 
mesa de discusión la nece-sidad 
de fortalecerlo, tanto 
en sus funciones económi-cas 
como en sus funciones 
sociales. Asimismo, por el 
lado latinoamericano, la 
resistencia al neoliberalis-mo 
de inicios del siglo XXI 
ha supuesto no sólo un 
protagonismo social, sino 
también un protagonismo 
estatal. 
En definitiva, no se quiere 
decir aquí que el Estado 
sea una sustancia eterna 
e inamovible. Nada más 
se señala que el Estado 
tiene una enorme capaci-dad 
de mantenerse en el 
tiempo, cambiando, pero 
conservando su identidad 
fundamental. Una iden-tidad 
que se ha forjado y 
cristalizado a lo largo de la 
historia de cada sociedad, 
lo cual convierte al Estado 
en una realidad resistente
Cuaderno de Pedagogía y Educación Julio - Septiembre de 2014 46 
no a los pequeños cambios 
(que se suceden regular-mente), 
sino a las grandes 
transformaciones, que so-brevienen 
en el marco de 
transformaciones sociales, 
económicas y políticas más 
amplias… Y aun así, sue-len 
quedar vestigios del 
Estado que ha sido demo-lido, 
tal como sucedió en la 
Rusia revolucionaria pos-terior 
a 1917 y sucede en la 
Rusia actual, una vez que, 
después de 1991, el socia-lismo 
real fue reemplazado 
por el capitalismo neolibe-ral. 
En enfoque de sistemas se 
impone como recurso teóri-co 
para entender al Estado. 
Visto como un sistema, el 
Estado tiene una capaci-dad 
de autoreproducción 
propia de cualquier sis-tema. 
Cambia, pero se 
mantiene en su identidad. 
Y se desintegra totalmen-te, 
cuando ya no es capaz 
de autoreproducirse, o sea, 
cuando ya no es capaz de 
asimilar los recursos que el 
entorno le ofrece para ello. 
Al suceder esto, un nuevo 
Estado (un nuevo sistema 
estatal) puede entrar en 
escena. Estas transforma-ciones 
sistémicas-estatales 
no han sido tan frecuentes 
en las sociedades conoci-das, 
pero cuando se han 
dado las han marcado de 
manera indeleble, reencau-zándolas 
por trayectorias 
distintas a las que habían 
seguido hasta entonces. 
R eflexión sobre el estado: 
vuelta a los clásicos del marxismo
47 
Utopía revolucionaria, el “problema del 
indio” y la idea de América Latina en el 
pensamiento emancipatorio de Manuel 
González Prada 
Luis Rubén González Márquez 
“…no hay, pues, una simple cuestión obrera, sino un 
vastísimo problema social; no una guerra de antropó-fagos 
entre clases y clases, sino un generoso trabajo 
de emancipación humana”. 
Manuel González Prada “El primero de Mayo” 
“Al indio no se le predique humildad y resignación 
sino orgullo y rebeldía” 
. 
Manuel González Prada, “Nuestros indios” 
1. Introducción 
En el presente en-sayo 
nos hemos 
propuesta explo-rar 
y problematizar 
el pensamiento emancipa-torio 
de Manuel González 
Prada en tres facetas clave: 
¿Cómo comprendía el pro-ceso 
de transformaciones 
sociales revolucionarias 
que proponía? ¿Cuál era su 
interpretación de la condi-ción 
del indio y en general 
de las “minorías” étnicas? 
¿Qué postura tenía ante 
el latinoamericanismo? La 
unidad de estas tres resi-de 
en la importancia que 
ocupan en la evolución 
del pensamiento crítico 
latinoamericano y, en ma-yor 
o menor grado, en el 
proyecto emancipador de 
González Prada. Ello no ex-cluye 
otras como su visión 
de la dominación masculi-na, 
de la relación entre alta 
cultura y cultura popular, 
literatura y cambio social; 
al contrario, se convierten 
estas temáticas pendientes 
se vuelven prioritarios para 
conocer y reinterpretar en 
la obra de este autor. 
Ahora bien, ¿Por 
qué González Prada? 
Consideramos la relevancia 
de sus ideas tanto desde 
la significación inherente 
de este autor como desde 
nuestro tiempo histórico, 
el aquí y ahora. Manuel 
González Prada es al mis-mo 
tiempo un clásico y un 
pensador relativamente 
olvidado -con más pre-cisión 
poco leído- en la 
historia del pensamiento 
José Manuel de los 
Reyes González de 
Prada, conocido como 
Manuel González Prada, 
fue un ensayista, pensa-dor 
anarquista y poeta 
peruano. (1844/01/05 - 
1918/07/22), Lima Perú. 
RTÍCULO A
U topía revolucionaria, 
Cuaderno de Pedagogía y Educación Julio - Septiembre de 2014 48 
el “problema del indio” y la idea de 
América Latina 
crítico latinoamericano, en 
parte porque se le ha con-siderado 
meramente como 
antecedente, en función 
de sus discípulos, prin-cipalmente 
José Carlos 
Mariátegui, y en parte por 
su definición como anar-quista. 
Sin embargo, en 
el momento actual de 
América Latina, con la ne-cesidad 
impostergable de 
crear un pensamiento crí-tico 
que hunda sus raíces 
en lo mejor de la tradición 
del pensamiento latinoa-mericano, 
consideramos 
crucial rescatar la figura 
de González Prada como 
intelectual clave. 
No está de más reafirmar, 
entonces, que nuestra 
perspectiva sobre González 
Prada no es desde la dis-cusión 
doctrinaria del 
anarquismo. Es histórica, 
en el sentido de que nos in-teresa 
el pasado presente 
de las ideas de este autor, 
para entender su formu-lación 
en sus contextos 
propios y luego llevarlas 
hacia las inquietudes del 
tiempo presente, las mis-mas 
que motivaron desde 
un inicio volver la vista 
hacia un pensador como 
él. No se trata tampoco 
de una reseña elogiosa: 
nos interesa traer a cuen-ta 
hacia el presente tanto 
las necesarias herencias 
que el autor puede legar 
al pensamiento crítico la-tinoamericano 
como sus 
limitaciones, dificultades y 
tesis problemáticas1. 
Si bien hay un consenso 
acerca de su importancia 
en el pensamiento latino-americano 
y peruano, los 
juicios sobre el significado 
del proyecto emancipador 
de González Prada han 
sido variados. Uno de 
los más célebres es el de 
Mariátegui, quien hacía 
un balance a la vez crítico 
y admirativo. Por un lado, 
acusó a González Prada 
de imperdonables faltas 
en su visión del Perú y en 
su praxis: “no interpretó 
este pueblo, no esclareció 
sus problemas, no legó un 
programa a la generación 
que debía venir después”, 
Manuel González Prada
49 
lo cual se explicaba por su 
talante meramente litera-rio, 
su desconocimiento de 
economía política y su in-capacidad 
de formulación 
teórica: “Los conceptos 
no son siquiera lo carac-terístico 
de su obra”. Pero 
por otro lado rescató su 
“espíritu” y su condición 
de representar “el primer 
instante lúcido” de “la con-ciencia 
de Perú”: “En la 
prosa de Páginas libres, en-tre 
sentencias alambicadas 
y retóricas, se encuentra el 
germen del nuevo espíritu 
nacional”. Por esa razón 
su análisis termina sien-do 
elogioso: “Los hombres 
de la nueva generación en 
González Prada admiramos 
y estimamos, sobre todo, 
el austero ejemplo moral. 
Estimamos y admiramos, 
sobre todo, la honradez in-telectual, 
la noble y fuerte 
rebeldía”. Para Mariátegui 
pues, González Prada es 
un “idealista” que logró al-gunas 
anticipaciones en su 
visión del Perú y sobre todo 
mantuvo una sensibilidad 
y un talante, “un espíritu”, 
de rebeldía de emulación 
necesaria2. 
En contraste, los edito-res 
latinoamericanos del 
Diccionario de Política 
de Bobbio, Matteucci y 
Pasquino se distancian de 
la severidad de Mariátegui. 
Para ellos González Prada 
es la “expresión cultural 
José Carlos Mariátegui 
José Carlos Mariátegui La Chira, fue un 
escritor, periodista, y pensador político mar-xista 
peruano. Wikipedia 
Fecha de nacimiento: 14 de junio de 1894, 
Moquegua, Perú. 
Fecha de la muerte: 16 de abril de 1930, 
Lima, Perú. 
más talentosa” del anar-quismo 
latinoamericano, 
por lo cual “dejó, en gran 
parte como consecuencia 
de esto, un sello imbo-rrable 
en la historia del 
movimiento revolucionario 
de su país”. Y tomando en 
cuenta otras “consideracio-nes” 
como la dominación 
colonial en el terreno cul-tural 
que viven los países 
latinoamericanos “y por 
lo tanto envueltos en una 
obstinada lucha por su 
afirmación y autonomía”, 
condición que vuelve a 
la literatura y la política 
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Cuaderno de pedagogía y educación No. 14

  • 1. 5 11 56 64 67 Derecho a caminar Ideas sociológicas de Masferrer Lo que tiene cabida (y lo que no tiene) en el paradigma del buen vivir Poesía de Lya Ayala Argueta Actividades Culturales de Biblioteca Central Manlio Argueta en el tiempo 1821- 2014 193 años Cuaderno de Pedagogía y Educación REVISTA N° 14 Julio - septiembre 2014
  • 2. Cuaderno de Pedagogía y Educación Julio - Septiembre de 2014 2 Buen vivir e inclusión Bases de una concepción pedagógica para educar en y parar los Derechos Humanos Reflexiones críticas sobre las virtudes de la educadora o educador Utopía revolucionaria, el “problema del indio” y la idea de América Latina en el pensamiento emancipatorio de Manuel González Prada Algunas claves para el futuro de América Latina y El Caribe Presentación 3 Editorial 5 Artículos 8 Reseña 97 El maestro de Alegría Alberto Masferrer y su quehacer intelectual: Una búsqueda sincera dela justicia social. I NDICE Asimilación de la fundamentación teórica y ética del modelo de Escuela Inclusiva y aplicación práctica por los docentes del municipio de Tacuba, Departamento de Ahuachapán Educación en Derechos humanos Reflexión sobre el Estado: vuelta a los clásicos del marxismo Presentación del libro “Educación, Conocimiento y Emancipación” de Luis Armando González El anillo de Alex Canizalez
  • 3. 3 RESENTACIÓN P Ofrecemos en esta oportunidad el Cuaderno de Pedagogía y Educación N° 14, cuyos materiales esperamos sean de utilidad para los docentes del país. Nuestro propósito es animar a la reflexión y el debate con aportes que, aunque no estén ligados a la práctica docente en lo inmediato, abran el horizonte hacia temas que son relevantes para la educación. Nuestra Independencia 1821 - 2014 Comité Editorial
  • 4. Cuaderno de Pedagogía y Educación Julio - Septiembre de 2014 4 OMITÉ EDITORIAL Dirección Nacional de Formación Continua-ESMA Escuela Superior de Maestros Dirección: Calle Real, Colonia y Edificio Quezaltepec, Santa Tecla, La Libertad. Teléfonos: (503) 2288-9435, (503) 2288-9376 CONSEJO DE REDACCIÓN Luis Armando González Director Álvaro Darío Lara Gerencia Académica Carlos Benjamín Henríquez Jefatura de Formación Inicial C Editor: Carlos Benjamín Henríquez Puedes colaborar en la producción de esta revista con aportes escritos, para su valoracion y posterior edición, enviándolos al correo electrónico: carlos.henriquez@mined.gob.sv
  • 5. 5 E DITORIAL Editorial Buen vivir e inclusión En 2013, el enton-ces Vicepresidente de la República, y candidato a la Presidencia por el FMLN, Salvador Sánchez Cerén, publicó un nuevo libro: El buen vivir en El Salvador (San Salvador, Impresos Los Planes, 2013). Se trata de un libro que, aunque pequeño en su extensión –se trata más bien de una especie de folleto popular— es su-mamente sustancioso en su contenido. De alguna manera, el mismo es una continuación de la línea de reflexión que Sánchez Cerén formuló de manera amplia y sistemática en su libro El País que quiero, que tan buena acogida tuvo en los distintos ambientes de El Salvador: profesionales, intelectuales, religiosos, sindicales y populares. En El buen vivir en El Salvador, Sánchez Cerén plantea de manera senci-lla y breve su concepción del buen vivir, así como sus principales implicacio-nes (y aplicaciones) en la realidad salvadoreña. Nos aclara que el buen vivir es una concepción humanista de la vida individual y so-cial, una concepción que se nutre de distintas tra-diciones filosóficas y éticas que centran su atención en el bien común y la realiza-ción integral de la persona humana. El buen vivir es una aspi-ración, una esperanza, un
  • 6. E DITORIAL Cuaderno de Pedagogía y Educación Julio - Septiembre de 2014 6 sueño: las situaciones de inhumanidad que afectan a nuestro país –y a otras sociedades— pueden ser superadas por un ordena-miento socio-económico y político distinto, que sea más humano, solidario y justo. En el centro del buen vi-vir –de la esperanza de una vida buena— está la persona, no vista como un átomo, como algo separa-do y en competencia con los demás, sino en sus vín-culos con los otros, en sus relaciones solidarias con quienes la rodean. Pero también en una relación de respeto y cuido hacia la na-turaleza. Y, asimismo, con un anclaje en las propias raíces históricas, cultura-les y comunitarias. Buen vivir, como vida bue-na, no significa “vivir bien” –como dice la propaganda comercial—, no signifi-ca poseer muchas cosas, mucho dinero, residencias lujosas o algo semejante. Buen vivir significa con-tar con las condiciones de realización –materia-les, culturales, sanitarias, educativas, etc.— que ase-guren a cada cual tener una vida digna. De aquí que el buen vivir apunta a una vida indivi-dual y colectiva plena en humanidad, sin dejar de reconocer que esa humani-zación plena no se logrará de un solo, sino paso a paso, con conquistas gra-duales, pero estructurales. No gracias al trabajo de un líder o un partido, sino gracias a la participación de todos: hombres, muje-res, campesinos, obreros, obreras, profesionales, intelectuales, técnicos, comerciantes informales, pequeños y medianos em-presarios, personas de iglesia… Es decir, el buen vivir es una obra colectiva, para la cual no hay recetas universales, sino que cada sociedad define sus formas y concreción particulares del buen vivir. En la actualidad, el mercado es el gran me-canismo de exclusión: excluye a quienes no pue-den ser ni compradores ni vendedores de lo que está controlado por él. Y el mercado, en el marco del neoliberalismo, se fue apoderando de recursos y bienes esenciales para una vida digna. Lo cual quiere decir que una vez en manos del mer-cado –y de las familias, empresas y corporaciones que lo controlan— esos re-cursos y bienes dejaron de estar disponibles para to-dos y todas. Quedaron a disposición de quienes, co-mo consumidores, podían y pueden comprarlos. Los no compradores –grandes
  • 7. 7 segmentos de la pobla-ción— quedaron y quedan excluidos de la posibilidad de acceder a esos bienes y recursos. ¿Es el buen vivir inclusivo? Por supuesto que sí. Hay que recordar que inclusión es algo opuesto a exclusión. Esta última se caracteriza por poner, a amplios secto-res sociales, al margen del acceso de bienes y recursos esenciales para su vida. Pese a la retórica de los de-fensores de la privatización de la salud, la educación, el agua, el medio ambiente…. Pese a su retórica, la ex-clusión es la consecuencia necesaria de la privatiza-ción. El corolario de ello es que mediante esa privatización se transfieren bienes y re-cursos públicos –que son de todos y todas— a ma-nos de unos pocos, que E DITORIAL terminan conformando una élite ajena a la realidad de la mayoría en su bienestar, riqueza y privilegios. La única manera de revertir la exclusión es impulsando mecanismos de inclusión que, por definición, no pueden ser generados des-de el ámbito empresarial privado (sea universitario, sanitario o de otro tipo), si-no desde el ámbito estatal. O sea la inclusión obliga al fortalecimiento del Estado, lo cual no significa ahogar al sector privado: significa que este último, por su na-turaleza, no puede tener en sus manos el bien común, que es el ámbito de la in-clusión….. Y también de la democracia. Significa también que el sector privado (y el mercado) no puede hacer y deshacer indiscriminadamente, o que la esfera estatal debe ser su cierva incondicional. El Estado debe dialogar, debe ser el interlocutor del sector privado; debe poner-le límites cuando se excede, debe marcarle la pauta de sus responsabilidades y obligaciones. No puede ha-cerlo si es débil, si no tiene una capacidad de inciden-cia efectiva en aquello que es de su competencia ex-clusiva o casi exclusiva. De aquí que, por un lado, el buen vivir se concreta – aunque no se agota— en la inclusión. Por otro lado, la inclusión es responsabilidad de un Estado democrático y cons-titucional. En la medida en que el Estado se fortalece para cumplir esa respon-sabilidad, en esa medida el Estado contribuye a la construcción del buen vi-vir.
  • 8. A Cuaderno de Pedagogía y Educación Julio - Septiembre de 2014 8 ASIMILACIÓN DE LA FUNDAMENTACION TEÓRICA Y ÉTICA DEL MODELO DE ESCUELA INCLUSIVA Y APLICACIÓN PRÁCTICA POR LOS DOCENTES DEL MUNICIPIO DE TACUBA, DEPARTAMENTO DE AHUACHAPÁN. Carlos Ernesto Henríquez José Roberto Colón RTÍCULO
  • 9. 9 “Lo que hace un profesor se parece más, en realidad, a lo que hace un jardinero que presta una atención singular a cada planta de su jardín, y no a lo que hace un agricultor, que aplica un tratamiento homogéneo a todo un terreno” (Lawrence Stenhouse, 1987). El Ministerio de Educación de El Salvador a través del Plan Social Educativo “Vamos a la Escuela”, ha echado a andar un nuevo mode-lo educativo que pretende ampliar las oportunidades de educación mediante la estrategia de Sistemas Integrados de Escuela Inclusiva de Tiempo Pleno (SI-EITP), con el fin de ga-rantizar aprendizajes de calidad para todas y to-dos los salvadoreños. “Este modelo debe en-frentar directamente los principales problemas de la educación nacional que, por el momento, mani-fiesta indicadores difíciles pero no imposibles de su-perar, por ejemplo: la baja calidad como proceso y producto, aprendizajes que no corresponden a la reali-dad ni a las necesidades de los estudiantes, desequili-brio entre la demanda de servicios educativos y los que se ofrecen, servicios educativos incompletos, organizaciones escolares aisladas, débil participa-ción de la escuela y de sus actores en asuntos de la comunidad, las amenazas de la violencia social, en-tre otros.” (Ministerio de Educación, 2013, pág. 7) Esta propuesta represen-ta un verdadero reto para el sector docente ya que es considerado como el principal mediador de los procesos educativos. Lo que demanda la actuali-zación de sus prácticas, el cambio de paradigmas y una base teórica solida del modelo que se está de-sarrollando. Sin obviar el compromiso ético que va a regir su actuar en el pa-pel que desempeña en esta propuesta. La formación docente constituye un catalizador importante de los cambios
  • 10. fundamentación teórica y ética del modelo de escuela inclusiva A Cuaderno de Pedagogía y Educación Julio - Septiembre de 2014 10 similación de la que se están impulsando, y que debe ir más allá, pues se requiere la creación de esquemas mentales y pa-radigmas renovadores, que permitan al docente estar en sintonía con los cambios pretendidos hacia una escuela inclusiva de tiempo pleno. Además de maestros formados en este nuevo modelo, se necesitan maestros más motivados, y con una actitud concor-dante a las necesidades de la escuela y la comunidad, reconociendo que es un elemento crucial en este contexto. Con la finalización del pro-ceso de la fase de inducción de los Sistemas Integrados de Escuela Inclusiva de Tiempo Pleno, el 100% de docentes del municipio de Tacuba del departamento de Ahuachapán han reci-bido la base teórica y ética que sostiene la estrategia de sistemas integrados y del enfoque de escuela in-clusiva de tiempo pleno, componentes del nuevo modelo educativo que de-ben llevarse al aula y a la escuela para su rediseño. Con este proceso de for-mación basado en cuatro módulos: I) La transforma-ción de la escuela desde el nuevo modelo educativo; II) La escuela como núcleo de cultura; III) El modelo peda-gógico y IV) La evaluación de procesos participativos, se promueve la reflexión de la práctica docente, brin-da orientaciones y líneas de acción concretas para el trabajo en el aula y en el centro educativo, además del fortalecimiento perso-nal y social, de manera que se asuma un compromiso profesional y ético del equi-po docente y potencie su liderazgo. En el departamento de Ahuachapán esta fase de inducción se desarrolló en 16 horas presenciales y 8 horas no presenciales por módulo, en los muni-cipios priorizados por la Dirección Departamental de Educación (Atiquizaya, Tacuba, Apaneca, San Pedro Puxtla, Guaymango, Jujutla y Turín) a partir del mes de agosto del año 2013. Donde se convocó al 100% de docentes de estos municipios para que par-ticiparan del proceso y se les brindara por parte de la administración de los centros educativos los es-pacios para su formación. Sin embargo, concluido es-te proceso de inducción y consientes que el éxito de un modelo educativo está íntimamente ligado al que-hacer del docente, es de suma importancia conocer los resultados en cuanto a lo apropiación del conoci-miento y a la aplicación de este, en el aula y en la es-cuela.
  • 11. 11 I. OBJETIVOS El problema planteado se centra en la asimilación teórica del docente sobre el enfoque de educación inclusiva, la práctica que ejerce , la actitud y ética profesional que muestra al respecto, constituyendo los referentes de este estudio y la línea para los objetivos siguientes: Objetivo General: • Conocer la funda-mentación teórica y ética de los docentes en cuan-to al enfoque de Escuela Inclusiva de Tiempo Pleno y la aplicación práctica que realizan en sus sedes escolares en el municipio de Tacuba, departamento de Ahuachapán. Objetivos Específicos: • Diagnosticar el ni-vel de conocimiento acerca del enfoque de Escuela Inclusiva de Tiempo Pleno por el sector do-cente del municipio de Tacuba, departamento de Ahuachapán. • Conocer la respues-ta actitudinal y ética del docente ante el mode-lo educativo de Escuela Inclusiva de Tiempo Pleno en municipio de Tacuba, departamento de Ahuachapán. • Identificar las prácti-cas pedagógicas inclusivas y participativas planifica-das y desarrolladas por el docente del municipio de Tacuba, departamento de Ahuachapán. II. PREGUNTAS DE INVESTIGACION Las preguntas de inves-tigación que se plantean para el estudio se presen-tan a continuación: 1. ¿Cuánto han asi-milado los docentes la fundamentación teórica de la educación inclusiva? 2. ¿Cuál es la actitud y la ética profesional que el docente manifiesta en el proceso de implementación del nuevo modelo educati-vo basado en el enfoque de inclusión? 3. ¿Cómo se están aplicando los elementos de la Escuela Inclusiva en las sedes escola-res del municipio de Tacuba, departamento de Ahuachapán? III. HIPOTESIS 1. Asimilación insufi-ciente de la fundamentación teórica y ética de la estrate-gia de Sistemas Integrados de Escuela Inclusiva de Tiempo Pleno en el sector docente del municipio de Tacuba, departamento de Ahuachapán IV. ESTADO DEL ARTE 4.1 El Papel del docente en el modelo educativo de Escuela Inclusiva El avance hacia una educa-ción inclusiva y de atención a la diversidad, toma al docente como uno de los
  • 12. fundamentación teórica y ética del modelo de escuela inclusiva A Cuaderno de Pedagogía y Educación Julio - Septiembre de 2014 12 principales pilares para lo-grar su cometido, por lo que resulta sumamente nece-sario que el equipo docente fortalezca su compromiso y capacidad de liderazgo en este proceso. Es necesario dar el salto del concepto de maestro, a equipo docente con todas las implicaciones de esta nueva perspectiva. El com-promiso del docente que el Plan Social Educativo “Vamos a la escuela” (Ministerio de Educación, 2011)se enfoca en: 1. Tener dominio cien-tífico y pedagógico de las disciplinas en las que se desempeña como titular. 2. Diseñar adecuacio-nes curriculares inclusivas y de acuerdo al contexto. 3. Integrar equipos de trabajo y fomentar el aprendizaje entre iguales. Agregando también como parte de este compromi-so, la ética docente y el trabajo colegiado y colabo-rativo. Siendo un cambio significativo que nace en el aula, el docente es el motor de este emprendimiento, consciente de lo que repre-senta y de la participación activa y comprometida en la escuela y comunidad. El nuevo modelo peda-gógico enfocado en la inclusión “demanda del do-cente un proceso reflexivo de su propia práctica, de sus creencias, de sus teo-rías sobre la educación, el perfil del educando y las formas de aprender. Exige repensar la labor educativa como una tarea que involu-cra a la comunidad entera.” (Ministerio de Educación, 2013, pág. 75) De ahí la aspiración a que el docente se constituya en sí mismo un agente de cambio que dinamice y empuje el pro-ceso. El equipo docente debe entender la inclusión como un proceso: “abierto, dinámico, en continua búsqueda de respuestas acordes a la diversidad y que lleva implí-cita la idea de participación activa de los miembros de una comunidad educativa, transformando progresiva-mente la organización de los centros, su currículo y su entorno. No se produce por una simple declaración de intenciones ni tampoco por el efecto de decisiones po-líticas y/o institucionales, sino por una transforma-ción consciente y decidida de los actores de la edu-cación”. (Morales Orozco, 2006, pág. 40). De tal forma, el componen-te de inclusión y la igualdad de oportunidades para to-dos los niños y niñas será el ingrediente principal del proceso educativo, no por mandato sino por convic-ción. El equipo docente en la es-cuela inclusiva del tiempo similación de la
  • 13. 13 pleno será responsable de (Ministerio de Educación, 2013, pág. 82): • El diseño y desarrollo de la planificación didáctica colegiada, es decir equipos docentes usando conteni-dos interdisciplinares. • La aplicación de metodo-logías diversas. • El compromiso con el aprendizaje de los estu-diantes y la comunicación activa con las familias y el entorno comunitario para responder a los criterios de una escuela inclusiva. • El diseño de estrate-gias metodológicas que refuercen habilidades socioemocionales de coope-ración, practica de valores y convivencia social. • La organización de cri-terios pertinentes en la selección de contenidos cu-rriculares y demandas del territorio, además de la re-distribución de los mismos para la mejora en el logro del proceso de enseñanza-aprendizaje. La trascendencia de es-te modelo inclusivo de las aulas a la sociedad, depen-de en primera instancia de la escuela. Es necesa-rio construir y fortalecer el vínculo entre la escuela y la comunidad, de modo que la cultura de una escuela de la inclusión se trasla-de a todos los ciudadanos con un fuerte potencial transformador. Con este nuevo modelo educativo, el docente enfrenta grandes retos y no cuenta con las mejores condiciones para enfrentarlos. Pero consi-derando que su práctica pedagógica es el eje de es-te enfoque inclusivo, se apuesta a su compromiso y formación para conse-guir los objetivos que se plantean. La concepción del docente es un elemento clavo, pues según el do-cumento Elementos para el desarrollo del Modelo Pedagógico del Sistema Educativo Nacional (2013, págs. 19,20): “…es quien diseña los procesos de aprendizaje para que los estudiantes desarrollen competencias y puedan desenvolverse apropiadamente en los dis-tintos contextos y con los diferentes colectivos con los que se relacionen. Por ello, se privilegian dos pro-cesos claves: • La formación de los docen-tes en servicio. Enfocada en el desarrollo de competen-cias para la actualización de conocimientos, el diseño y desarrollo de metodolo-gías variadas, la evaluación formativa, las adecuacio-nes curriculares, como elementos necesarios e in-dispensables para hacer realidad el modelo peda-gógico. En este sentido, se deben ejecutar programas de formación continua, to-mando en cuenta que los intercambios de experien-cias exitosas entre colegas es uno de las mejores alter-nativas para el desarrollo de la capacidad docente.
  • 14. fundamentación teórica y ética del modelo de escuela inclusiva A Cuaderno de Pedagogía y Educación Julio - Septiembre de 2014 14 • La asistencia técni-ca pedagógica. Se concibe como un proceso formati-vo en sí mismo, de apoyo pedagógico al trabajo de di-rectores y docentes con el propósito de fortalecer su desempeño en los procesos educativos.” Además, es necesario to-mar en cuenta la labor de sensibilización al docente, el acompañamiento en el aula y en la escuela, el for-talecimiento de su vocación y el sentido de pertenencia al entorno en el que labora. El niño y la comunidad de-ben reeducarse para que participen de manera pro-tagónica en la construcción del conocimiento y en el avance hacia la inclusión. Ante ello, primero, como lo ilustraba Marx en su Tesis de Feuerbach, el educa-dor debe ser reeducado en concordancia con esta necesidad a la que se en-frenta. V. METODOLOGÍA TIPO DE ESTUDIO El presente estudio es descriptivo, pues busca es-pecificar las características de la práctica docente, en el marco de la implementación de un nuevo modelo educa-tivo basado en la inclusión, describiendo la base teó-rica con que se cuenta para ello, determinando la actitud y ética profesional mostrada por los maestros de aula. ENFOQUE El problema se abordó des-de el enfoque cualitativo partiendo de la línea del problema del ser y el deber ser basado en la conduc-ta docente en cuanto a los procesos pedagógicos, con-ductuales y éticos de su ejercicio. MÉTODO Para nutrir el estudio con la recolección del dato em-pírico se empleó el método hipotético deductivo, sobre el cual se fundamentó la investigación. PARTICIPANTES La muestra de participan-tes provino de los cuatro Complejos Educativos que se encuentran funcio-nando en el municipio de Tacuba (entiéndase com-plejo educativo como la institución pública edu-cativa que cuenta con la oferta de educación par-vularia, educación básica y bachillerato) de la cual se seleccionó a los cuatro directores de los centros educativos, 16 docentes que trabajan con el tercer ciclo de educación básica en las asignaturas básicas (Matemáticas, Estudios Sociales, Lenguaje y Literatura, Ciencia Salud y Medio Ambiente). Para la muestra de los estudian-tes se aplicó la Técnica de Muestreo Probabilístico, el Muestreo Aleatorio Simple (Revista Argentina de Humanidades y Ciencias Sociales., 2009, pág. 7), y el cálculo del tamaño de la muestra se realizó a través de un muestreo proporcio-nal (Revista Argentina de Humanidades y Ciencias Sociales., 2009) para que ésta resultara significa-tiva y representativa de la población estudiantil. Adicionalmente, es impor-tante destacar que para darle mayor uniformidad a los datos recolectados, se decidió encuestar so-lamente a los estudiantes que pertenecen al tercer ciclo de dichos centros educativos, esta decisión se tomó considerando que lo mejor era involucrar solamente a la población estudiantil que está en un mismo nivel de aprendiza-je, y principalmente, que estén involucrados y per-ciban en mayor medida la aplicación que sus profe-sores de las áreas básicas de conocimiento, hacen de la metodología del mode-lo de Escuela Inclusiva de Tiempo Pleno. A continuación se muestra el detalle de los estudiantes similación de la
  • 15. 15 que cursan en el año 2014 el tercer ciclo en los Complejos Educativos que fueron considerados para el presente estudio: Se tuvo durante la pre-sente investigación una población estudiantil de 945 personas cursando el Tercer Ciclo en los diferentes Complejos Educativos en estudio, para determinar el tamaño de la muestra, se utilizó como técnica de muestreo probabilístico, el Muestreo Aleatorio Simple, y específicamente el tama-ño de la muestra se realizó a través de un muestreo proporcional:
  • 16. fundamentación teórica y ética del modelo de escuela inclusiva A Cuaderno de Pedagogía y Educación Julio - Septiembre de 2014 16 Para el presente estudio se utilizaron los siguientes valores para las variables: El tamaño de la población fue de 945 estudiantes que cursan tercer ciclo, se tomó un nivel de confianza del 95%, por tanto, el valor de la tabla Normal para Z de acuerdo a dicho nivel de confianza es: 1.96. El resto de valores fueron: p=0.5; q=0.5; d=0.05 Al sustituir en la formula, dio como resultado que el tamaño de la muestra es: n=274 estudiantes que cursan Tercer Ciclo. Finalmente, debido a que se determinó que los cua-tro Complejos Educativos deberían tener igual repre-sentación en la muestra estadística, se aplicó una regla de tres aritmética pa-ra calcular el porcentaje y la respectiva cantidad de estudiantes del Tercer Ciclo que se encuestarían en ca-da uno de las Instituciones Educativas, dando como resultado los siguientes va-lores: INSTRUMENTOS Los instrumentos utiliza-dos han sido de elaboración propia del equipo investi-gador, validados mediante un prueba piloto, en una institución del municipio de Tacuba con caracterís-ticas similares a las que se han seleccionado como muestra. Los instrumentos se des-criben a continuación: Entrevista a docentes: El instrumento está com-puesto por ocho preguntas abiertas a los docentes similación de la
  • 17. 17 seleccionados, que pre-tenden conocer el nivel de asimilación del enfo-que de escuela inclusiva, el conocimiento de las ca-racterísticas de la Escuela Inclusiva y de los facto-res que conducen al éxito de este modelo, así como también el dominio de es-trategias didácticas para concretar el enfoque de in-clusión. Entrevista a directores: Este instrumento consta de siete preguntas abier-tas, se ha diseñado con el fin de conocer primero la respuesta actitudinal y ética del docente en el cen-tro educativo y el contexto comunitario según la per-cepción del director de la institución. Encuesta a directores: La encuesta a los directores consta de dos partes, la primera ha sido elaborada a partir de diferentes con-sideraciones relativas a la ética profesional docente, consta de 20 ítems y una escala Likert para las res-puestas que y la segunda parte ha sido diseñada pa-ra conocer las hallazgos del director, en la revisión de las planificaciones del año 2014 a los docentes de sus respectivos centros educa-tivos, consta de 10 ítems, también con escala Likert para sus respuestas. Encuesta a estudiantes: Este instrumento ha sido elaborado en tres partes, las primeras dos para co-nocer la percepción de los estudiantes en cuanto a la actitud personal del do-cente y su conducta en el aula, consta de 10 ítems con sus respectiva escala Likert. La tercera parte se ha formulado para conocer de parte del estudiantado la coherencia de las estra-tegias pedagógicas que los docentes desarrollan con ellos y el enfoque de educa-ción inclusiva, para ello se han formulado cinco ítems con una escala Likert para las respuestas. DISEÑO Y ANALISIS DE DATOS Para la sistematización de la información, los datos obtenidos se procesaron a través de técnicas de aná-lisis de entrevistas con el software libre WEFT QDA versión 1.0.1; mientras que los análisis de las en-cuestas, se llevaron a cabo utilizando el programa PSPP versión 0.8.3, el cual es un software de libre dis-tribución también. RESULTADOS Y CONCLUSIONES Los resultados presenta-dos están en sintonía con los objetivos planteados, y según los aspectos que se plantearon para analizar-los. Basados en el soporte teórico del estudio y en el procesamiento y análisis del dato empírico se presen-ta un informe de resultados y de las conclusiones que se han hilvanado al con-siderar todos los insumos que el estudio provee VI. CONCLUSIONES Uno de los objetivos planteados en esta investi-gación ha sido diagnosticar
  • 18. fundamentación teórica y ética del modelo de escuela inclusiva A Cuaderno de Pedagogía y Educación Julio - Septiembre de 2014 18 el nivel de conocimien-to acerca del enfoque de Escuela Inclusiva de Tiempo Pleno por el sector docente del municipio de Tacuba, departamento de Ahuachapán, de acuerdo a los resultados obtenidos en los aspectos referidos a la apropiación del en-foque, dominio y práctica en el aula, se refleja que el docente posee un conoci-miento superficial, que no es suficiente para que dicte el rumbo de su práctica pe-dagógica y no le permite al centro educativo asumir el modelo pedagógico inclusi-vo en toda su dimensión. Además, es palpable la confusión de los profesores con respecto a términos clave y la tendencia a hacer referencia a ellos sin tener un dominio claro de su significado, dando lugar a concepciones alejadas de la finalidad de la escuela inclusiva. Muestra de esto, es que al hacer referencia a las estrategias inclusivas que se encuentran aplican-do o que planean ejecutar, incluyen de manera indis-criminada las estrategias que han venido practican-do antes del proceso de inducción, que son apli-cadas sin tomar en cuenta la diversidad del estudian-tado y son muy pocos los que ponen sobre la pales-tra estrategias socializadas en el proceso de inducción y técnicas para agregar el componente de inclusión a estrategias que ya se venían trabajando desde hace varios años. En cuanto a conocer la res-puesta actitudinal y ética del docente ante el mode-lo educativo de Escuela Inclusiva de Tiempo Pleno en municipio de Tacuba, departamento de Ahuachapán, las eviden-cias empíricas muestran una actitud consiente ante los beneficios del mode-lo educativo de escuela inclusiva y la apertura ha-cia este, pero también es muy palpable la renuencia a dar un salto de calidad en su práctica pedagógica, de botar los paradigmas tradicionales y asumir su papel como eje de cam-bio en este proceso. Los directores resienten de sus plantas docentes, la falta de interés en su for-mación y autoformación profesional, la ausencia de la aplicación práctica de los conocimientos adqui-ridos y el consenso para compartir experiencias. En general consideran que los docentes presentan una ética aceptable en cuanto a su actuar. Las opiniones de los es-tudiantes en cuanto a la actitud del maestro en el aula en la escuela y en la comunidad, positivas o negativas, en ninguno de los dos casos tuvieron ma-yoría, pero partiendo de similación de la
  • 19. 19 la premisa de que el pro-pósito de la inclusión va encaminado en que todo el estudiantado se sienta in-cluido y reciba respuestas a sus necesidades, intereses, problemas y aspiraciones, puede hacerse notar que no todos ven el maestro un modelo a seguir, que sien-ten que las preferencias por algunos estudiantes son muy marcadas, que en el proceso de enseñanza aprendizaje para una pro-porción considerable no se muestran empáticos, no perciben un acercamiento para conocer sus nece-sidades y ofrecerles una respuesta pertinente, no sienten que sus opiniones sean valoradas y no to-man en cuenta la realidad de sus familias y comuni-dades, aunque haya un proporción igual que si ex-perimenta estos beneficios. Los niños y las niñas reco-nocen en alguna medida el trabajo del docente en el aula y de los esfuerzos que este hace por mantener su interés y dinamizar su for-ma de enseñar. Con respecto a Identificar las prácticas peda-gógicas inclusivas y participativas planifica-das y desarrolladas por el docente del municipio de Tacuba, departamento de Ahuachapán, inicialmen-te se hace notar que los centros educativos no han dado el salto imprescindible para pasar del concepto de maestro a equipo docente, lo que permitiría hilvanar de manera colaborativa un proyecto pedagógico inclu-sivo, desde la diversidad de ideas, conocimientos y experiencias, aunque se están gestando iniciativas para lograr un acuerdo co-legiado. Las planificaciones individuales del maestro, en la mayoría de los ca-sos no reflejan el enfoque inclusivo de manera con-creta, se deja de lado el contexto comunitario, de las familias y de los estu-diantes, aunque se han considerado algunas estra-tegias que ellos consideran que van en sintonía con el enfoque y que han incorpo-rado en alguna medida para desarrollarlas con los es-tudiantes, quienes en una proporción considerable resienten el hecho de no tener un trato equitativo, falta de atención a sus ne-cesidades específicas , que no siempre se desarrollan actividades para que todos puedan aprender y la no consideración sus intere-ses como estudiantes. VII. BIBLIOGRAFÍA Revista Argentina de Humanidades y Ciencias Sociales. (2009). Recuperado el 01 de Agosto de 2014, de Técnicas de muestreo y determinación del tamaño de la muestra en investigación cuantita-tiva: http://www.sai.com. ar/metodologia/rahycs/ rahycs_v7_n2_06.htm Ainscow, M. (2001). Desarrollo de escuelas in-clusivas. Ideas, propuestas y experiencias para mejorar
  • 20. fundamentación teórica y ética del modelo de escuela inclusiva A Cuaderno de Pedagogía y Educación Julio - Septiembre de 2014 20 las instituciones escolares. Madrid: Narcea. Arnaiz Sánchez, P. (s.f.). El reto de educar en una sociedad multicultural y desigual. Arnaiz Sánchez, P. (s.f.). Universidad Autonoma de Madrid. Recuperado el 15 de mayo de 2014, de http://www.uam.es/ personal_pdi/psicologia/ agonzale/.../arnaizmulti-cult. doc. Banco Internacional de Reconstrucción y Fomento/ Banco Mundial. (2006). Educación Inclusiva, Aportes de una experiencia en Uruguay. Montevideo: MONOCROMO. Banco Internacional de Reconstrucción y Fomento/ Banco Mundial. (2006). Educacion Inclusiva. Aportes de una experiencia en Uruguay. Montevideo: MONOCROMO. Comenius, J. (1998). Didactica Magna (Octava ed.). México: Editorial Porrúa. Echeita, G. (2004). Educar sin excluir. Cuadernos de Pedagogía, 50-53. González, L. (15 de Agosto de 2013). Buen Vivir e Inclusión. Recuperado el 15 de mayo de 2014, de Contrapunto: http:// www.contrapunto.com.sv/ columnistas/buen-vivir-e-inclusion. Martínez, J. (03 de Abril de 2013). La utopía del Buen Vivir. Recuperado el 15 de mayo de 2014, de Contrapunto: http:// www.contrapunto.com.sv/ columnistas/la-utopia-del-buen- vivir. Ministerio de Educación (MINED). (08 de abril de 2013). Elementos para el desarrollo del Modelo Pedagógico del Sistema Educativo Nacional. 19. San Salvador, El Salvador: Imprenta Nacional. Ministerio de Educación. (1995). Reforma Educativa en Marcha. San Salvador: Imprenta Nacional. Ministerio de Educación. (2006). Informe del Primer Aniversario del Plan 2021. San Salvador: Imprenta Nacional. Ministerio de Educación. (2010). Politica de Educación Inclusiva. San Salvador: Imprenta Nacional. Ministerio de Educación. (2010). Politica de Educación Inclusiva. San Salvador: Imprenta Nacional. Ministerio de Educación. (2011). Plan Social Educativo Vamos a la Escuela. San Salvador: Imprenta Nacional. Ministerio de Educación. (2013). Fundamentos de la educación inclusiva. San Salvador: Imprenta Nacional. Ministerio de Educación. (2013). Guia de Actualización Metodologia para Docentes. San Salvador: Imprenta Nacional. Ministerio de Educación. (2013). Guia de Actualización Metodológica para Docentes. San Salvador: Imprenta Nacional. Ministerio de Educación. (2013). Modelo Pedagógico del Sistema Educativo Nacional. San Salvador: Imprenta Nacional. Montano García, A. (2004). Diagnostico situacional de Educación Inclusiva en El Salvador. San Salvador: Imprenta Nacional. Morales Orozco, L. (2006). similación de la
  • 21. 21 La integración del alumna-do inmigrante: Propuestas para el aprendizaje coope-rativo. Madrid: Catarata. Organización de Estados Iberoamericanos OEI. (s.f.). Organización de Estados Iberoamericanos. Recuperado el 20 de 05 de 2014, de http://www.oei. org.uy/Uruguay_web.pdf Organizacion de las Naciones Unidas. (s.f.). Organizacion de las Naciones Unidas. Recuperado el 20 de 05 de 2014, de http://www2.oh-chr. org/spanish/law/crc. htm. Sánchez Cerén, S. (2013). El Buen Vivir en El Salvador. San Salvador: Impresos Los Planes. Sanchez Cerén, S. (2013). El Pais que Quiero. San Salvador: Ocean Sur. UNESCO. (1994). Declaración de Salamanca. Paris: UNESCO. UNESCO. (2007). Taller Regional Preparatorio so-bre Educación Inclusiva: América Latina, Regiones Andina y Cono Sur. Buenos Aires: UNESCO. UNESCO. (2008). El Salvador avanza hacia la Educación Inclusiva. Plan Nacional de Educación 2021. San Salvador: Imprenta Nacional.
  • 22. Cuaderno de Pedagogía y Educación Julio - Septiembre de 2014 22 Educación en Derechos humanos1 Los niños no son una botella Que hay que llenar, sino Fuego que hay que encender. Montaigne Educar en derechos humanos se ha convertido, en los últimos tiempos, en una demanda acadé-mica y vivencial en las acciones de carácter for-mativo de la educación. En ese contexto, el Centro de Recursos Educativos de acuerdo con el mandato institucional, ha realizado diversas actividades ten-dientes a la capacitación formal y no formal de edu-cadores y estudiantes en varios países del continen-te americano. La implementación de di-cha actividad se ha llevado a cabo por medio de cur-sos, seminarios y talleres a agentes multiplicadores de la región y, también, a través de la preparación de documentos escritos, audiovisuales y gráficos que les permitan a los educadores poder contar con instrumentos de apo-yo en el desarrollo de su actividad docente. Para el CRE es motivo de gran satisfacción la cuar-ta edición de la carpeta de materiales, la cual se ha constituido en un recono-cido texto de estudio y de trabajo, solicitado por los educadores latinoameri-canos que incorporarán en su labor cotidiana los temas relativos a los dere-chos humanos. Tal como nos lo propu-simos desde la primera edición de la carpeta, el objetivo general de la pro-ducción de las unidades didácticas sobre Libertad, Igualdad, Solidaridad y Participación, es brindar un material de apoyo para los educadores, y aportar una metodología para la educación en derechos humanos, que desarrolle contenidos teóricos que re-fuercen el aprendizaje por medio de actividades prác-ticas de interés, tanto de los educadores como de los estudiantes. Cumpliremos con este ob-jetivo en la medida en que este material coadyuve en la motivación y la reflexión de los educadores y de jó-venes estudiantes sobre el respeto y la defensa de los derechos humanos, favoreciéndose así una con-cepción de tales derechos cómo preceptos prácticos que rijan las relaciones in-terpersonales y promuevan la construcción de una cul-tura de paz. 1. Presentación a la quinta edición, “Carpeta Latinoamericana de Materiales Didácticos para Educación en Derechos Humanos”. A RTÍCULO
  • 23. 23 A RTÍCULO BASES DE UNA CONCEPCIÓN PEDAGÓGICA PARA EDUCAR EN Y PARA LOS DERECHOS HUMANOS Abraham Magenzo1 LOS VALORES Educar en y pa-ra los derechos humanos es sin duda educar para los valores. Es precisamen-te en la “universalidad” de los derechos humanos que podemos afirmar una edu-cación en valores que no conduce, por un lado, a la relativización de los valores y, por el otro, a la descon-textualización cultural y local. Educar para los valores es una tarea difícil ya que éstos no se saben, a la manera que se sabe una fórmula química, sino que se viven. El mejor baróme-tro de la formación valórica es, precisamente, la cohe-rencia existente entre la formulación valórica y la vivencia valórica. Más aún ubicados en la concepción de los derechos humanos sería antitético, por decir lo menos, que la forma-ción valórica se hiciera vía del adoctrinamiento. Por el contrario formar colo-res es preguntarse por sus raíces, por sus interac-ciones, por las tenciones existentes entre distintas opciones valóricas, etc. El análisis de los valores debe ir acompañado, también, de los modos a través de los cuales accedemos a ellos (clariticación valórica). La clarificación valórica con-duce no sólo a la opción libre frente a los valores sino a un comportamiento consecuente con los valo-res escogidos. Además le permite al alumno ubicar-se y respetar opciones y comportamientos distintos a los propios y comprender los fundamentos éticos so-bre los que se sustentan. EL SUJETO La educación en dere-chos humanos, por su naturaleza misma, es una educación para el Derecho que le asiste al alumno de _______________ 1 Chileno. Consultor del IIDH, Investigador del Programa Interdisciplinario de Investigaciones en edu-cación. PIIE.
  • 24. pedagógica para educar en y para los derechos humanos B Cuaderno de Pedagogía y Educación Julio - Septiembre de 2014 24 ases de una concepción ser persona. Cierto es que toda educación, en últi-ma instancia se propone este cometido, pero para la educación en derechos humanos es un objetivo in-eludible formar personas en dignidad y en libertad. En este sentido nos remi-timos a lo que la propia Declaración Universal de los Derechos Humanos en su artículo 26 establece: “La educación tendrá por objeto el pleno desarrollo de la personalidad humana y el fortalecimiento y respe-to a los derechos humanos y las libertades fundamen-tales”. En esta Declaración se legitima una concepción humanizadora de la edu-cación y se la vincula a la dignidad humana. Educar en y para los de-rechos humanos supone revisar criticamente la ubi-cación y significación que se da al sujeto que aprende en su identidad individual y cultural. Una declaración que propicie el encuentro del alumno y de la alum-na consigo mismo, con su pertenencia a una cultura propia, con su ser hombre o mujer, con su cuerpo, con su potencial de ser, es una educación que forma a un sujeto de derecho. Existe el derecho a ser persona. Una educación en y para los derechos humanos debe necesariamente apartarse del conjunto de negaciones y discriminaciones que en la escuela aún perduran respecto a género, cultura, condición social o étnica, etc. EL CONOCIMIENTO En primer término, deseamos señalar que el co-nocimiento no se agota en lo meramente informativo; sino que incorpora además, la efectividad y los compor-tamientos, los sentimientos y las acciones, los valores y vivencias que se desarro-llan en torno a los derechos humanos. Por lo tanto, el conocimiento de los dere-chos humanos no puede quedar remitido exclusiva-mente a las Declaraciones o Instrumentos Jurídicos. Este conocimiento se cons-truye y reconstruye, se contextualiza y se recon-textualiza en la experiencia individual y colectiva que tienen personas de carne y hueso de vivir los derechos en su cotidianidad. Ligado a lo anterior debe-mos señalar, entonces, que nos aproximamos al conocimiento de los derechos humanos no sólo desde nuestra inte-lectualidad, desde nuestra racionalidad, sino tam-bién desde nuestro cuerpo, desde nuestra efectividad. Es un saber que está en nuestra vida cotidiana, ahí en nuestro diario vivir, en nuestra vida económica, social, política. En la fa-milia, en la comunidad, en la escuela se vive el respe-to y también la valoración a los derechos humanos. Es entonces, un saber que trasciende la escuela.
  • 25. 25 Creemos firmemente que el saber de los derechos humanos emerge funda-mentalmente, cuando se percibe y se toma concien-cia de los conflictos que se generan como resultado de las contradicciones en-tre un discurso de respeto de los derechos y la reali-dad social, que se encarga de violarlos. Desentrañan estas contradicciones, analizar las consecuencias que éstas tienen tanto en el plano individual como social- y, por sobre todo, levantar propuestas ten-dientes superarlas, es una tarea central que debe pro-ponerse una educación para los derechos huma-nos. Ha sido característica de la educación tradicional evitar que los alumnos en-frenten las contradicciones y las situaciones problemá-ticas. Ha existido. Según nuestro parecer, implícita o explícitamente, un inten-to de alejar los alumnos de los problemas que la socie-dad enfrenta, creando -por así decirlo un ambiente “escéptico”, “inocuo”, “neu-tro”. Las situaciones vinculadas a los derechos humanos, se hacen conflictivas, en muchas ocasiones porque están en juego intereses distintos. Pensamos en las tensiones que surgen entre la libertad y la igualdad, entre los intereses públi-cos y privados, entre el bien común y el bien indi-vidual, entre la libertad y el orden, entre la justicia y la misericordia, entre la vida y el sufrimiento, entre la libre expresión y la se-guridad, entre lo deseable y lo factible. Es fácil dar ejemplos respecto a cada una de estas contradiccio-nes. Es así como se exige el cumplimiento de ciertas obligaciones (restricciones a la libertad) con el fin de mantener un orden esta-blecido (bien común); se inculpa a un ladrón (jus-ticia) que robó para darle de comer a sus hijos ham-brientos (derecho a la vida); se mantiene la vida de un enfermo terminal (derecho a la vida) pese a sus sufri-mientos (misericordia); se castiga con la pena capi-tal (bien común) violando un derecho más capital, el derecho a la vida; se da pleno derecho a los empre-sarios para que decidan el destino de sus empresas (derecho a la propiedad) pese que esto signifique dejar muchos cesantes (derecho al trabajo); se per-mite que los trabajadores se sindicalicen, pero se les aleja de sus trabajos cuan-do reclaman sus derechos; se reafirma el derecho a la libre expresión e informa-ción y se establecen límites por asunto de seguridad. Por su naturaleza propia, los derechos humanos siempre se plantarán en la
  • 26. pedagógica para educar en y para los derechos humanos B Cuaderno de Pedagogía y Educación Julio - Septiembre de 2014 26 disyuntiva existente entre su vigencia y su atropello, entre un discurso que in-duce a su cumplimiento y una realidad que los infrin-ge. El conocimiento de los derechos humanos se construye en la histo-ria que éstos tienen para abrirse paso en el devenir social y dramático de los pueblos. Esta historia está saturada, como es sabido, de luchas intensas e ince-santes, y de conflictos que los hombres a través del tiempo han dado y confron-tado para hacer vigentes sus derechos. Reconocer esta historia es imperio-so si deseamos hacer de la enseñanza de derechos humanos un quehacer educativo relevante. EL APRENDIZAJE La naturaleza del cono-cimiento de los derechos humanos, los valores que compromete y el propósi-to de constituir al alumno como sujeto de derechos predisponen a un proceso de aprendizaje que tiene características muy defini-das. Por de pronto implica, un aprendizaje holístico, es decir un aprendizaje que compromete al ser todo del alumno. Su intelecto, su cuerpo, su afectividad, su ser vivencial, su ser indivi-dual y social. Dicho de manera muy metafórica, los derechos humanos no se aprenden sólo con la cabeza sino también con el corazón y con el cuerpo íntegro: en la experiencia individual y colectiva. Como todo aprendizaje que implica valores, hay necesi-dad de un aprendizaje que por sobre todo compromete el quehacer consiente del sujeto. El hacer acciones que conllevan al respeto a los derechos humanos es una modalidad muy mo-tivante y efectiva para el aprendizaje de los derechos humanos. En esta pers-pectiva ligar el aprendizaje de los derechos humanos con procesos de transfor-mación social, a nivel de la vida cotidiana, en la es-cuela, en la familia, en la comunidad cercana apare-ce como muy estimulante y relevante para producir aprendizajes efectivos. En esta perspectiva hay dos características adicio-nales que condicionan el aprendizaje de los derechos humanos. Por un lado es un aprendizaje que combi-na la experiencia personal con el conocimiento uni-versal y sistemático y por el otro es un aprendizaje que compromete la participa-ción activa del alumno. Los alumnos no se asoman al aprendizaje de los dere-chos humanos como una tabla rasa, sino que traen con ellos la experiencia ases de una concepción
  • 27. 27 personal y de otros en el respeto y también en la violación de derechos. Los estudiantes han ex-perimentado vigencia y también el atropello de los derechos en sus familias y en la escuela, en la tele-visión y en la comunidad, en la casa y en la calle. La educación en derechos humanos recoge estas ex-periencias, las analiza, las sistematiza, las clarifica, y la compara con el cono-cimiento universal de los derechos humanos que la humanidad a acumula-do y sistematizado en las Declaraciones Universales e Instrumentos normativos y legales. Para que esto ocurra, es decir para que se genere un aprendizaje desde la ex-periencia es necesario un aprendizaje significativo en el que el alumno asume riesgos. Es difícil pensar que se produzcan auténticos aprendizajes relacionados con los derechos humanos si el alumno no puede vi-venciar mientras está en la escuela, la emoción, el riesgo, la aventura, el con-flicto de tomar decisiones que sean significativas. Esto implica participar con otros en la tarea de cons-truir conocimiento. Es en definitiva un aprendizaje para la autonomía, para la postura crítica, para darse tiempo y espacio efectivo para tomar decisiones y hacerse responsable de ellas. LA ESCUELA Una concepción pedagógi-ca y curricular referida a los derechos humanos exi-ge necesariamente dar una mirada distinta a la escue-la. Significa leerla como un espacio cultural y social en el que hay maneras muy específicas de relacionarse, de comunicarse, de valo-rar, de actuar, de sentir y de pensar. Ahora bien, es precisa-mente desde los derechos humanos que nos asoma-mos a mirar con sentido crítico la cultura escolar y nos preguntamos cuáles son las normas, decisiones y prácticas sociales de la escuela que favorecen y las que dificultan una adecua-ción en derechos humanos. Ciertamente, la cultura autoritaria, jerárquica, no dialogante, poco participa-tiva, son de las prácticas que dificultan una adecua-ción en y para los derechos humanos. Se necesita impostergablemente, cons-truir aunque sea en un proceso lento pero soste-nido una cultura escolar distinta. Una escuela en que prive una cultura de la ética de la comunicación. En la que haya espacios de dialogo; en la que to-dos –profesores, alumnos, padres de familia- puedan expresarse, comprender-se, aclararse, coincidir,
  • 28. pedagógica para educar en y para los derechos humanos B Cuaderno de Pedagogía y Educación Julio - Septiembre de 2014 28 discrepar y comprome-terse. En la que se valore el saber universal y siste-mático y también el saber que los alumnos traen de su vida cotidiana. Sólo en una cultura escolar democrática es posible in-sertar con autenticidad una educación en y pa-ra los derechos humanos. Esta cultura escolar de-mocrática es una creación social, por consiguiente es posible de alcanzar. Puede parecer un tanto redun-dante y tautológico, pero la educación en derechos humanos es precisamen-te la que puede contribuir significativamente a la construcción de la cultura escolar democrática. EL MAESTRO La concepción pedagógi-ca para una educación en derechos humanos no podría articularse de ma-nera apropiada, si no se repensara el rol docente y educador del maestro. En especial, hay necesidad de que el maestro interro-gue su práctica docente e investigue en qué medida ésta es promotora o no de sus derechos. Hacer esto requiere que el maestro se abra a la crítica y al cuestionamiento. Un maestro crítico de su prác-tica, que no interroga. Que no examina los supuestos explícitos e implícitos que condicionan sus maneras de actuar, que no busca el sentido último de su que-hacer docente, difícilmente puede ser un educador en derechos humanos. Educar en y para los dere-chos humanos supone, por ejemplo, que el maestro revise críticamente el len-guaje discriminatorio, que, en ocasiones, utiliza con las alumnas, con grupos étnicos, con niños o jóve-nes, minusválidos, etc. Implica que mire, con una lectura desde los derechos humanos. El currículum. Los textos de estudio, los materiales e3ducativos, las instrucciones recibidas por la dirección y los ministe-rios, con el fin de sacar a la luz los significados profun-dos que éstos tienen. Entonces, como hemos se-ñalado, ser un educador en derechos humanos es ser Un sujeto investiga-dor- crítico. Un sujeto no conformista, que no acepta a “ciegas” las instrucciones que se le ofrecen. En esta perspectiva, el maestro crea vínculos de comunicación, en que an-tepone la verdad al poder y a la manipulación. Cierto que una postura de esta naturaleza aparece como muy utópica, muy desvin-culada de la realidad que siempre está imponiendo ases de una concepción
  • 29. 29 la lógica de la manipula-ción, de la competencia, del ocultamiento. Introducir en la escuela los derechos humanos tiene sentido, precisamente, para modifi-car esta realidad que está socialmente construida. Se enfrentarán tensiones y conflictos. Los derechos humanos están cargados de todas las contradiccio-nes propias de lo humano. Un educador en derechos humanos debe enfrentar estos conflictos desde una ética de la comunicación. Definitivamente, entonces, se está repensando el rol docente, pero este repen-sar no se desvincula de la esencia misma de ser maestro. Las invitaciones que a través de una lectu-ra crítica el maestro mire los contenidos curriculares los replantee, los tensio-ne. Que modifique su rol de un sujeto pasivo frente al currículum de su pro-pia disciplina y pase a ser agente activo. Adicionalmente a lo que se ha señalado hasta aquí to-das aquellas implicaciones que para el rol del maestro tiene a firmar que el cono-cimiento de los derechos humanos se construye en la síntesis del saber experiencial y del saber universal. Esto significa para el maestro ubicarse en una posición distinta a la tradicional y clásica en la que él es el que sabe y los alumnos son “neófitos”, “tabla rasa”, “ignorantes”, “aprendices”. Se ubica en un punto en el que apro-vechando la experiencia de los alumnos hace una con-tribución desde el saber sistemático y universal. Por sobre todo, muestra que el saber de los dere-chos humanos no es un saber acabado, en el que se ha dicho la última pala-bra, sino que hay un lugar para la exploración, para tensionar y problematizar el conocimiento. Finalmente y dado que estamos vinculando estre-chamente lo valórico con los derechos humanos y ambos se aprenden ac-tuando, el rol del docente es crear deliberadamente las condiciones para que se produzca dicha prácti-ca. Esto es un rol distinto al que el maestro está ac-tualmente acostumbrado a cumplir. Por lo general el maestro se convierte en un transmisor de co-nocimientos, a veces un recontextualizador de di-cho conocimiento, pero muy ocasionalmente él es un agente “generador” de experiencias, de vivencias y de conocimientos. Se trata que el maestro-edu-cador en para los derechos humanos cree las condicio-nes para que los alumnos aprendan a leer la realidad escolar, familiar, comunal desde la perspectiva de los derechos humanos, apren-dan a actuar y vivenciar en estos espacios los derechos humanos y por sobre todo aprendan a transformar la realidad social en función de las exigencias que se hacen en y desde los dere-chos humanos. Volvemos a decir, entonces, que el desafío es precisamente el repensar el rol docente. Instituto Interamericano de Derechos Humanos IIDH. “Carpeta Latinoamericana de Materiales Didácticos para Educación en Derechos Humanos”. Págs. 7 a la 12. Octava reimpre-sión, 2009.
  • 30. Cuaderno de Pedagogía y Educación Julio - Septiembre de 2014 30 REFLEXIONES CRÍTICAS SOBRE LAS VIRTUDES DE LA EDUCADORA O EDUCADOR EPaulo Freire1 stas virtudes no pueden ser vistas como algo con lo cual uno nace o como un regalo que uno recibe, sino como una for-ma de ser, de encarar, de comportarse, de compren-der, todo lo cual se crea a través de la práctica, en búsqueda de la transfor-mación de la sociedad. No son cualidades abstrac-tas, que existen antes que nosotros, sino que se crean con nosotros (y no indivi-dualmente). Las virtudes de las cuales voy a hablar no son virtu-des de cualquier educador, sino de aquellos que es-tán comprometidos con la transformación de la so-ciedad injusta, para crear una sociedad menos justa. DISCURSO Y PRÁCTICA 1. Ser coherente entre lo que se dice y lo que se hace La primera virtud o cua-lidad que me gustaría subrayar, es la virtud de la coherencia. La coheren-cia entre el discurso que se habla y que anuncia la opción, y la práctica que debería estar confirmado el discurso. Esta virtud enfatiza la ne-cesidad de disminuir la distancia entre el discurso y la práctica. Esto no es fácil de lograr. Cuando me refiero a esta virtud, al nivel más grande de la lucha política, yo digo que hay que disminuir la distancia entre el discurso del candidato y la práctica del que resulta elegido, de tal manera de que en algún momento la práctica sea discurso y el discurso sea práctica. Obviamente que en es-te intento de coherencia, es necesario señalar en primer lugar, que no es po-sible alcanzar la coherencia absoluta y que, en segundo lugar, ello sería un fastidio. ¡Imagínense ustedes que uno viviera de tal mane-ra la coherencia, que no tuviera la posibilidad de comprender lo que es co-herente, porque sólo se es coherente! Entonces no sa-be lo que es. Sr. Necesita ser coherente para transformarse en co-herente. Hay, sin embargo, un mí-nimo tolerado para la incoherencia. Yo no puedo proclamar mi opción por una sociedad justa, partici-pativa y, al mismo tiempo, rechazar a un alumno que tiene una visión crítica de mí como profesor. PALABRA Y SILENCIO 2. Sabe manejar la __________________________ 1 Brasileño. Texto adap-tado de Paulo Freire en Buenos Aires, CEAAL, Buenos Aires, 1966. Se trata de una intervención de Freire el 21/06/85, du-rante el acto preparatorio de la III Asamblea Mundial de Educación de Adultos. A RTÍCULO
  • 31. 31 tensión entre la palabra y el silencio Otra virtud que emerge de la experiencia responsable, es la virtud de aprender a lidiar con la tensión entre la palabra y el silencio. Esta es una gran virtud que los educadores tenemos que crear entre nosotros. ¿Qué quiere decir con esto? Se trata de trabajar esa tensión permanente que se crea entre la palabra del educador y el silencio del educando, entre la palabra de los educandos y el silen-cio del educador. Si uno, como educador, no resuelve bien esta tensión, puede que su palabra ter-mine por sugerir el silencio permanente de los educan-dos. Si no se escuchar y no doy el testimonio a los educan-dos de la palabra verdadera a través de exponerme a la palabra de ellos, termino discurseando “para” ellos. Hablar y discursear “para” termina siempre en hablar “sobre”, que necesariamen-te significa “contra”. Vivir apasionadamen-te la palabra y el silencio, significa hablar “con” los educandos, para que tam-bién ellos hablen “con” uno. Los educandos tienen que asumirse también como sujetos del discurso, y no como repetidores del dis-curso o de la palabra del profesor. Vivir esta experiencia de la tensión entre la pala-bra y el silencio no es fácil. Demanda mucho de noso-tros. Hay que aprender algunas cuestiones básicas como éstas, por ejemplo: no hay pregunta tonta, ni tampoco hay respuesta definitiva. La necesidad de preguntar es parte de la naturaleza del hombre. El orden ani-mal fue dominando el mundo y haciéndose hom-bre y mujer sobre la base de preguntar y preguntar-se. Es preciso que el educador testimonie en los educan-dos el gusto por la pregunta y el respeto a la pregunta. La pregunta es funda-mental, engarzada en la práctica. A veces, por ejemplo, el educador percibe en una clase que los alumnos no quieren correr el riesgo de preguntar, justamente por-que a veces temen a sus propios compañeros. Yo no tengo duda en decir que, a veces, cuando los compañeros se burlan de una pregunta, lo hacen co-mo una forma de escaparse de la situación dramática de no poder preguntar, de
  • 32. sobre las virtudes de la educadora o educador R Cuaderno de Pedagogía y Educación Julio - Septiembre de 2014 32 eflexiones críticas no poder afirmar una pre-gunta. A veces el propio profesor, frente a la pregunta que no viene bien organizada, di-buja una sonrisa, de esas que todo el mundo sabe qué significan por su ma-nera especial de sonreír. No es posible este modo de comportarse porque con-duce al silencio. Es una forma de castrar la curio-sidad, sin la cual no hay creatividad. Es necesario desarro-llar una pedagogía de la pregunta, porque lo que siempre estamos escu-chando es una pedagogía de la contestación de la respuesta. De manera general, los profesores contestan a pre-guntas que los alumnos no han hecho. SUBJETIVIDAD Y OBJETIVIDAD 3. Trabajar crítica-mente la tensión entre la subjetividad y la objetivi-dad Otra virtud es la de trabajar en forma crítica la tensión entre subjetividad y obje-tividad, entre conciencia y mundo, entre ser social y conciencia. Es difícil definir esta ten-sión porque ninguno de nosotros escapa a la ten-tación de minimizar la objetividad y reducirla al poder de la subjetividad todopoderosa. Entonces se dice que la subjetivi-dad arbitrariamente crea lo concreto, crea la objeti-vidad. No se puede transformar el mundo, la realidad, sin transformar las concien-cias de las personas: ese es uno de los mitos en que miles de personas han caí-do: primero se transforma el corazón de las personas y, cuando se tiene una hu-manidad bella, llena de seres angelicales, entonces esta humanidad hace una revolución que es divina también… Esto simple-mente no existe, jamás existió. La subjetividad cambia en el proceso de cambio de la objetividad. Yo me transformo al trans-formar. Yo soy hecho por la historia, al hacerla. Otro equívoco que está en esta tensión es el de reducir la subjetividad a un pu-ro reflejo de la objetividad. Entonces, esta ingenuidad asume que sólo debe trans-formarse la objetividad para que, al día siguiente, cambie la subjetividad. No es así, porque los procesos son dialécticos, contradic-torios, procesuales.
  • 33. 33 Cuando yo les digo que es difícil que uno ande por las calles de la historia sin sufrir alguna de estas dos tentaciones, quiero decir que yo también tuve estas tentaciones y anduve ca-yéndome un poco para el lado de la subjetividad. Recuerdo, por ejemplo, que en la “Educación como práctica de la Libertad” tu-ve algunos momentos que anunciaban que había sido picado por el subjetivismo. Cuando leo la palabra “concientización” –palabra que nunca más usé desde 1972-, la impresión que tengo es que el proceso de profundización de la toma de conciencia aparecía en ciertos momentos de mí práctica como algo subje-tivo. Me autocritiqué cuando vi que parecía que yo pensa-ba que la percepción crítica de la realidad ya significa su transformación. Esto es idealismo. Superé esas fa-ses, esos momentos, esas travesías por las calles de la historia en que fui pi-cado por el psicologismo o por el subjetivismo. AQUÍ Y ALLA 4. Diferenciar el aquí y el ahora del educador y el aquí y el ahora del educando. Otra virtud del educador y la educadora, es cómo no sólo comprender sino vivir la tensión entre el aquí y el ahora del educador y el aquí y el ahora de los edu-candos. Porque en la medida que yo comprendo la relación en-tre “mi aquí” y “el aquí” de los educandos es que em-piezo a descubrir que mi aquí es el allá de los edu-candos. No hay allá sin aquí lo cual es obvio. Sólo reconozco que hay un aquí porque hay algo diferente que es el allá. Solamente es posi-ble conocer un aquí porque hay un contrario. Si yo estoy en una calle hay sólo tres posiciones posibles, en el medio, en un lado o en el otro. Las demás son aproximaciones a estas tres posiciones bá-sicas. Si yo estoy en el lado de acá, y quiero ir al otro lado debo atravesar la ca-lle. Es por esta razón que na-die llega allá pariendo de allá. Esto es algo que los políticos-educadores y los educadores-políticos no ol-vidamos, es decir respetar la comprensión del alumno de la sociedad, la sabiduría popular, el sentido común que tienen los educandos. Entonces pretendemos partir de nuestro aquí. Yo no estoy diciendo que los educadores deben que-darse permanentemente
  • 34. sobre las virtudes de la educadora o educador R Cuaderno de Pedagogía y Educación Julio - Septiembre de 2014 34 en el nivel del saber po-pular. Hay una diferencia muy grande entre quedar-se y partir. Yo hablo de partir del nivel en que el pueblo se encuen-tra, porque alcanzar el allá pasa por el aquí. ESPONTANEISMO Y MANIPULACIÓN 5. Evitar el espontaneismo sin caer en la manipula-ción Hay otra virtud que es evitar caer en prácticas es-pontaneistas sin caer en posturas manipuladoras. Esto no es así. El contrario de estas dos posiciones es lo que yo llamo una posición radicalmente democrática. A esta altura quiero de-cir que no hay que temer pronunciar la palabra democracia. Porque hay mucha gente que, al escu-char esa palabra, la asocia con social-democracia e, inmediatamente, con refor-mismo. TEORÍA Y PRÁCTICA 6. Vincular teoría y práctica Otra virtud es de vivir in-tensamente la relación profunda entre la prác-tica y la teoría no como superposición, sino como unidad contradictoria. De tal manera que la práctica no puede prescindir de la teoría. Hay que pensar la práctica para, teóricamente, poder mejorar la práctica. Hacer esto demanda una enorme seriedad, una gran rigurosidad (y no super-ficialidad). Exige estudio, creación de una disciplina seria. Pensar que todo lo que es teórico es malo, es algo ab-surdo, es absolutamente falso. Hay que luchar con-tra esta afirmación. No hay que negar el papel funda-mental de la teoría. Sin embargo, la teoría deja de tener cualquier repercu-sión si no hay una práctica que motive la teoría. PACIENCIA E IMPACIENCIA 7. Practicar una paciencia impaciente. Otra virtud es la de apren-der a experimentar la relación tensa entre pa-ciencia e impaciencia, de tal manera que jamás se rompa la relación éntrelas dos posturas. Si uno enfatiza la paciencia, cae en discurso tradicional que dice: “Ten paciencia, hijo mío, porque tuyo se-rá el reino de los cielos”. El reino debe ser hecho aquí mismo, con una impacien-cia fantástica. eflexiones críticas
  • 35. 35 Si nosotros rompemos la relación entre paciencia e impaciencia, dejándonos ganar por la impaciencia, caemos en el activismo. El activismo olvida que la historia existe, no tiene na-da que ver con la realidad, pues está fuera de ella. TEXTO Y CONTEXTO 8. Leer el texto a partir de la lectura del contexto Finalmente, yo diría que todo esto tiene que ver con la relación entre la lectu-ra del texto y la lectura del contexto. Esta es una de las virtudes que deberíamos vivir para testimoniar a los educan-dos, cualquiera que sea su grado de instrucción (universitario, básico o de educación popular), la ex-periencia indispensable de leer la realidad, sin leer las palabras. Para que incluso se puedan entender las pa-labras. Toda lectura de texto pre-supone una rigurosa lectura del contexto. Instituto Interamericano de Derechos Humanos IIDH. “Carpeta Latinoamericana de Materiales Didácticos para Educación en Derechos Humanos”. Págs. 13 a la 18. Octava reimpre-sión, 2009.
  • 36. Cuaderno de Pedagogía y Educación Julio - Septiembre de 2014 36 Alberto Masferrer y su época Luis Armando González Alberto Masferrer Hay intelectuales salvadoreños que son unos verda-deros clásicos del pensamiento social cen-troamericano. Uno de ellos es, sin duda alguna, Alberto Masferrer (1868-1932), a quien interpretaciones sesgadas de su obra ter-minaron relegado a un lugar marginal en la cultu-ra nacional. “Oficializarlo” no contribuyó en nada a entender la dureza de sus críticas a un orden social, económico y político que generaba desigualdades e injusticias a las cuales se opuso ese reformador so-cial que fue Masferrer. En El Salvador, el cierre de la segunda década del siglo XX era sumamente conflic-tivo tanto en el plano social como en el plano político. Las familias cafetaleras habían consolidado un es-quema de poder económico y político que era funcional a sus intereses, pero que excluía a amplios secto-res de la sociedad, no sólo indígenas y campesinos, sino también obreros, pro-fesionales e intelectuales. El presidente Pío Romero Bosque (1927-1931), en el marco impuesto por los RTÍCULO A
  • 37. 37 intereses de esas familias, buscó hacerse del apoyo de los sectores populares, a la vez que intentó demo-cratizar el sistema político. Suprimió el “Estado de sitió” que su antecesor, Alfonso Quiñónez Molina (1923-1927), había man-tenido desde la época de Jorge Meléndez (1919- 1923), creó el Ministerio de Trabajo y sentó las bases para la legislación de las relaciones obrero-patrona-les . Asimismo, bajo su gobierno se reorganizaron las finan-zas de la Escuela Militar, se creó el centro de Bellas Artes y se fundó el Hospital Benjamín Bloom. Con ha-bilidad, quiso demarcarse de los gobiernos anteriores, enviando señales evidentes de pretender establecer un régimen de derecho . Este propósito tenía un límite infranqueable: los intere-ses de los cafetaleros. Con todo, la apertura propi-ciada por Romero Bosque rindió sus frutos, pues ba-jo su mandato cobraron vida una serie de partidos políticos independientes, al igual que cobró vida una prensa que difundió ampliamente ideas na-cionalistas –-reacias a la presencia estadounidense y a la inversión extranjera en tierras centroamerica-nas— y democráticas. “De esta manera, las reivin-dicaciones económicas pasaron a ser también po-líticas, al tiempo que surgió un sentimiento naciona-lista, orientado hacia la denuncia y protesta contra las compañías extranje-ras y el papel de Estados Unidos. Se acrecentaba así una acción popular reivin-dicativa y un pensamiento intelectual y periodístico que, bajo la protesta social en todo el país, busca-ba la construcción de un sentimiento nacional y la profundización de la tole-rancia política esbozado por el gobierno de Romero Bosque” . El Salvador de la época, por lo demás, no era ajeno a los grandes movimientos nacionalis-tas y antiimperialistas que se desataron a finales del siglo XIX y principios del siglo XX en otras socie-dades latinoamericanas y caribeñas, especialmente en México (a partir de la revolución de 1910) y en Cuba (primero, a raíz de las guerras de independen-cia contra España y, luego, en la resistencia a Estados Unidos) . Visto en su conjunto, lo que quiso hacer Romero Bosque fue democratizar el sistema político –-permitió la legalización del Partido Comunista Salvadoreño, en 1930— y la sociedad, Alfonso Quiñónez Molina lo cual no suponía más que recuperar y poner en práctica las exigen-cias de la Constitución de 1886. Y es que, como ha-bía sucedido desde de la independencia de España, en la segunda década del siglo XX, los ideales cons-titucionales continuaban divorciados de la reali-dad. Lo que intentaba Pío Romero Bosque –-un juris-ta destacado, después de todo— era, como otros mu-chos antes que él lo habían intentado, salvar la brecha entre la realidad y los idea-les constitucionales. La terminación de su periodo de gobierno le ahorraría la experiencia de ver derro-tados, de manera violenta, los ideales por la bruta-lidad de la realidad. Esta fue la experiencia que le toco vivir a Arturo Araujo, quien –-como sucesor de Romero Bosque— quiso
  • 38. Cuaderno de Pedagogía y Educación Julio - Septiembre de 2014 38 continuar con el proceso democratizador propiciado por el presidente salien-te. Araujo, con su partido laborista, creado según el modelo del laborismo britá-nico, pretendió convertirse en benefactor de la clase obrera, lo hizo que pronto se afiliaran a su partido obre-ros urbanos y campesinos, que fueron influenciados fuertemente por las ideas de Alberto Masferrer. En un ambiente no sólo de graves desigualdades y terribles miserias, sino de una reli-giosidad popular a flor de piel, era imposible que no tuvieran eco las ideas de alguien que escribió: “Después del aire, el pan. Ese pan nuestro de cada día, santificado y consa-grado por las religiones; ese pan a que se refería Jesús cuando expresó que ‘digno es el trabajador de su alimento’; ese pan de que las bestias de los campos y , pájaros de los aires no suelen carecer sino cuando falta para to-dos; ese pan que ingerido por nuestro organismo se convierte en fuerza, alegría y pensamiento; ese pan, que es la vida, y que sien-do naturalmente el premio del trabajo, debería sobrar a los trabajadores; ese pan rueda abundante en la me-sa de los ricos ociosos, y falta enteramente a veces, o escasea casi siempre, en casa de los que riegan la tierra con el sudor de su frente” . Y, haciendo eco del principal problema socio-económico de la época, dijo lo siguiente: “Tan injusto y torpe des-orden no tendrá remedio mientras no se alcance la liberación de la tierra: de la tierra que, lo mismo que el aire y el agua, no pueden ser objeto de monopolio sin que se cometa el mayor de los crímenes contra Dios y los hombres. ¡La liberación de la tierra!.. ¡Qué her-moso, justo y bienhechor ideal, y cuán digno que le consagren su vida todos aquellos que se lamentan de tener en qué emplearla! Desgraciadamente, la tie-rra no es como el aire y los hombres pueden monopoli-zarla y esclavizarla. Y la han esclavizado. La tierra es de unos pocos, dondequiera que existe la civilización… ¡Emancipemos la tierra! Que al nacer, cada hombre encuentre que es poseedor de una porción de sue-lo; que al llegar a la edad del trabajo, halle que tie-ne en qué trabajar; que, A ALBERTO MASFERRER Y SU ÉPOCA
  • 39. 39 cualesquiera que sean las circunstancias de su vida, sepa que siempre habrá un rincón de tierra que le ser-virá de refugio y amparo” . Arturo Araujo es el hom-bre generoso y bien inspirado –-en la visión de Masferrer— que garan-tizará desde el mínimum vital a los habitantes de El Salvador, es decir, que ase-gurará, desde un gobierno con vocación nacional, “la satisfacción constante de nuestras necesidades pri-mordiales. Necesidades primordiales son aquellas que –-si no se satisfacen— acarrean la degeneración, la ruina, la muerte del indi-viduo. La salud, la alegría, la capacidad de trabajar, la voluntad de hacer lo bueno, el espíritu de ab-negación, la fuerza, en fin, todas sus manifestacio-nes, están vinculadas a la satisfacción constante, segura, íntegra, de tales necesidades… la satis-facción plena de nuestras necesidades primordiales es la base y la condición perenne de la vida y de la salud. Asegurarla ‘para to-dos’ no puede ser el interés restringido de una casta, de una clase social, de un grupo de privilegiados, si-no el interés supremo de la Nación entera, puesto que ella extrae todas sus efi-ciencias de la salud, de la Pío Romero Bosque fuerza, del equilibrio, de la alegría y del valor de todos sus hijos” . Masferrer fue optimista acerca de las posibilidades de reforma social que se abrían con la elección de Araujo, quien tomó pose-sión del cargo de presidente de la República el 1 de mar-zo de 1931. Con todo, lo que él vislumbraba era, más que una reforma social, una reforma moral, base de implantación de una verdadera patria. “Porque, nótese bien, nosotros no somos, no constituimos, todavía una patria. Error lamentable el de creer que la temperatura, el paisaje, la raza, el gobierno, ni aun el idioma, bastan para constituirla. De todos los lazos, el de mayor potencia, que es el idioma, no basta, sin embargo, para que un grupo tan grande como se quiera de hombres, pueda formar una patria. Esta se sobre todo una creación moral, y su núcleo se en-cuentra en la comunidad de aspiraciones, sosteni-das y proseguidas por el común esfuerzo” . Lamentablemente, esa re-forma social y moral se vio truncada prácticamen-te desde la misma toma de posición del presidente Araujo. Eran demasiados
  • 40. A ALBERTO MASFERRER Cuaderno de Pedagogía y Educación Julio - Septiembre de 2014 40 Y SU ÉPOCA los conflictos y demasia-das las presiones sobre el nuevo gobierno; era poca su capacidad de maniobra en un contexto tan hostil a los necesarios cambios que el país urgía en esos momentos. En diciembre de 1931 caía el gobierno de Araujo mediante un golpe de Estado encabezado por su vicepresidente, el gene-ral Maximiliano Hernández Martínez. Una nueva fase histórica se iniciaba en El Salvador –-la del control militar del aparato esta-tal—; atrás quedaba la Constitución de 1886 y su republicanismo liberal. La derrota del proyecto arau-jista, al que tanto la había apostado Masferrer, fue su derrota: murió solo el 8 de septiembre de 1932. ¿Pero realmente fueron de-rrotados sus ideales? Si se ve el asunto con ligereza se puede responder afir-mativamente. Pero, visto con más detenimiento, es claro que su sueño por construir una patria no se ha hecho realidad, por-que este El Salvador de la primera década del siglo XXI no es todavía una “co-munidad de aspiraciones, Alberto Masferrer sostenidas y proseguidas por el común esfuerzo”. Y ello porque, al igual que en época de Masferrer, las desigualdades socio-eco-nómicas siguen negando el “pan nuestro de cada día” a amplios sectores de la sociedad. Es decir, segui-mos teniendo esa patria idénticas a sí misma, so-bre la que pasan los días y no rejuvenece, y en la que deberían dar premios de resistencia por ser salva-doreño y salvadoreña, tal como lo cantó otro grande de la cultura nacional, el poeta Roque Dalton.
  • 41. 41 RTÍCULO A Reflexión sobre el Estado: vuelta a los clásicos del marxismo Luis Armando González En la sociología y la ciencia política el tema del Estado es uno de esos temas gruesos, que siem-pre desafía a la reflexión. Con la ola neoliberal de los años ochenta y noventa, la discusión seria y rigu-rosa sobre el Estado fue dejada de lado en distin-tos ámbitos académicos, en los cuales se reflejaban las prácticas encaminadas a reducirlo (hacerlo más pequeño o eliminarlo) que se realizaban en el ámbito público. Pese a ello, el tema siem-pre siguió vivo, aunque fuera en los márgenes de la discusión académica. Y, por supuesto, el Estado re-sistió, con desigual éxito, según los distintos países, la ofensiva neoliberal ten-diente a desarticularlo e incluso a eliminarlo. Ahora, en esta primera década del siglo XXI, el debate sobre el Estado vuelve a ponerse a la orden del día. Y lo hace retomando una tradición sociológica y política que se vio interrumpida no sólo por la ofensiva neoliberal de los años ochenta y no-venta, sino por el derrumbe del muro de Berlín, la diso-lución del bloque del Este y el colapso de la URSS: la tradición marxista. Se tiene que decir, ante to-do, que en la obra de Karl Marx (1818-1883) se di-buja una aproximación al tema del Estado absoluta-mente moderna, es decir, una aproximación en la que se reconoce al Estado capitalista como una esfera autónoma (“relati-vamente autónoma”) de las otras esferas que integran un orden socio-histórico: la “esfera económica” y la “esfera ideológica” (que con justicia se puede entender como una “esfera cultu-ral”). La visión predominan-te anterior a Hegel –de procedencia contractua-lista— tendía a identificar Estado y sociedad: el con-trato social era establecido por los individuos para for-mar un Estado, antes del cual no formaban cuerpo social alguno, sino que más bien estaban en una guerra
  • 42. R eflexión sobre el estado: Cuaderno de Pedagogía y Educación Julio - Septiembre de 2014 42 vuelta a los clásicos del marxismo de todos contra todos. En todo caso, si se aceptaba la existencia de un orden social distinto del Estado, el mismo era una creación ulterior de este último. Marx, siguiendo a Hegel –como él mismo lo recono-ce en distintos textos-- no acepta ni que la sociedad sea igual al Estado ni que este sea el creador de aqué-lla. Antes bien, sucede lo contrario: la “sociedad ci-vil” (toma la expresión de Hegel), como ámbito de las relaciones familiares, la actividad práctica eco-nómica y el intercambio es históricamente anterior del Estado, siendo este último una derivación de los di-namismos que se generan en ella. Estos dinamismos son los dinamismos de clase. En la perspectiva de Marx, el Estado surge cuando se configuran las clases so-ciales (cuyo anclaje está en la base económica de la sociedad), una de las cuales –la dominante—ne-cesita de él para mantener su dominio sobre las clases subordinadas. El Estado, en este sentido, es un “ins-trumento” de dominación; un instrumento al servicio de la clase dominante. Pero el Estado, en Marx, no es un todo uniforme, sino que consta de dos momen-tos: (a) el legal, formado por un corpus juridico-normativo mediante el cual se legaliza (y legitima) la desigualdad de clases existente en la esfera eco-nómica (y en el cual los desiguales aparecen como iguales); y (b) el coerciti-vo, que entra en acción, apelando a los recursos de fuerza que monopoliza el Estado, cuando la ley falla en su función de mantener resguardados los intereses de la clase dominante. Así pues, el Estado es una pieza fundamental en la dominación de una clase sobre el resto de la sociedad. También lo es la ideología, pues para Marx –en la célebre definición ofrecida en la Ideología alemana— la ideología do-minante es la ideología de la clase dominante. Por eso, la lucha contra esa dominación se libra, pri-mero que todo, en contra del Estado y por su control, siendo esto último clave en un proceso de cambio re-volucionario. En la visión de Marx, una de las vías posibles para hacerse del control del Estado es la vía democrático-electoral, pero ella se enmarca en la legalidad burguesa y, en consecuencia, está limitada por ella. Friedrich Engels, en su testamento políti-co, hizo una apuesta por esta opción, abriendo las puertas al desarrollo de la socialdemocracia alemana. Georg Wilhelm Friedrich Hegel
  • 43. 43 La otra vía, para Marx, es la revolucionaria, que su-pone el asalto violento del Estado por parte de la cla-se proletaria organizada en un partido comunista. Este asalto es necesario para que la clase en ascenso su-bordine el aparato estatal a sus propios fines. En el caso de la clase pro-letaria, esta conquista del Estado tiene una finali-dad última: conducirlo a su abolición definitiva, lo cual supone la abolición de la raíz económica de las divisiones de clase: la propiedad privada de los medios de producción. En la fase socialista del proceso revolucionario la clase pro-letaria creará –mediante la “dictadura del proletaria-do”— las condiciones que permitan arribar al comu-nismo como la etapa más plena del desarrollo histó-rico de la humanidad, una etapa en las cual las clases sociales habrán desapare-cido y, por consiguiente, el Estado será innecesario desde un punto de vista so-cial, político y económico. En resumen, Marx enfatizó la dimensión instrumental del Estado, lo cual fue un acierto, pues no podemos obviar la evidencia históri-ca que respalda el uso del Estado por parte de grupos de poder económico. Pero la visión de Marx es insufi-ciente, porque el Estado es, además de instrumento de dominación, otras muchas cosas. Para el caso, Marx no pres-tó atención al peso del Estado en la configuración del orden social, sobre to-do en lo que hace no sólo a su influencia normativa, sino a su influencia en las conductas, hábitos, estilos de comportamiento, va-loraciones y creencias de hombres y mujeres que vi-ven bajo su jurisdicción e incluso, en el caso de es-tados predominantes en el escenario mundial, fuera de ella. No hay mejor ejemplo de esto último que el enorme peso que tuvo el Estado so-viético en la configuración de las sociedades del blo-que del Este, desde 1945 hasta 1989. O, la contra-partida occidental de un influjo semejante por par-te de Estados Unidos, el cual en la actualidad se ha extendido –muchas veces mediante mecanismos de
  • 44. Cuaderno de Pedagogía y Educación Julio - Septiembre de 2014 44 terror y violencia—, por el mundo. Más cerca de nosotros, es-tá el indiscutible influjo de los estados militarizados latinoamericanos –duran-te la mayor parte del siglo XX— sobre los hábitos, conductas y creencias de la gente. Una cultura po-lítica autoritaria germinó y se desarrolló a partir de ese influjo, sin que hasta ahora haya podido ser con-trarresta por una cultura política democrática. En la tradición marxista, el autor que más se acer-có a una comprensión del Estado como generador de cultura, y no sólo có-mo un instrumento de dominación, fue Antonio Gramsci (1891-1937). Cabe recordar que Lenín (1870-1924) continuó la línea de interpretación de Marx, es decir, la de en-tender al Estado como un instrumento de clase. Pero Gramsci tuvo al acierto de distanciarse de esta inter-pretación que era (y siguió siendo durante mucho tiempo) la predominante en los círculos marxistas. El filósofo italiano enten-dió al Estado como una instancia atravesada por una doble dimensión: el consenso y la coerción. En virtud de su capacidad para generar consenso, el Estado puede dotarse de legitimidad “convenciendo” a los ciudadanos y ciuda-danas de que lo suyo es el “bien común” y el “interés general”. Este convencimiento da estabilidad política a la sociedad y asegura el orden social, lo cual signi-fica que el proyecto de la clase dominante es acep-tado voluntariamente por las clases subordinadas. Cuando esta capacidad de convencimiento, entonces entran en juego los me-canismos coercitivos del Estado, que ponen en evi-dencia una situación de crisis política. Gramsci nos acercó, de esta manera, a una vi-sión más compleja R eflexión sobre el estado: vuelta a los clásicos del marxismo
  • 45. 45 sobre la estructura del Estado y sus funciones. Lamentablemente, la vi-sión de Lenín –convertida en dogma de fe gracias a la labor de Stalin y sus hace-dores de manuales— fue la que se impuso en el deba-te marxista prácticamente hasta la desaparición de la URSS. De esta manera, se impidió que la interpreta-ción de Gramsci se abriera paso y marcara la pauta de la discusión teórica sobre el Estado. De aquí que la recuperación de Gramsci sea uno de los desafíos más importantes en el de-bate marxista actual. Pero no basta con retomar a Gramsci, para avanzar hacia aproximación teóri-ca más rigurosa sobre el Estado. Para empezar, la interpretación del Estado como instrumento de clase debe ser revisada crítica-mente, para ponderar qué tan realista es suponer que el Estado sea un ente ma-nipulable que puede ser usado por una clase para sus propios fines, o incluso que puede ser abolido por la voluntad colectiva en un determinado momento his-tórico. Hay que hacerse cargo de la realidad del Estado co-mo un aparato burocrático no sólo capaz de mantener-se en el tiempo, sino capaz de crecer y acumular poder (normativo, institucional, simbólico y material) si se lo deja a sus propia suerte, y ya no se diga si expresamente se impulsan prácticas políticas que lo hagan crecer y desarrollar-se (tal como sucedió en la ex URSS, con el Estado de bienestar occidental y con los estados populistas lati-noamericanos). Pocos ataques contra el Estado han sido tan fero-ces como los realizados por los reformadores neolibe-rales, que se propusieron, en su momento de más éxito (años ochenta y no-venta del siglo XX), cumplir el sueño de Marx: abolir el Estado, no socializándolo –como quería el filósofo ale-mán—, sino privatizando sus empresas, funciones y servicios. Pero el Estado resistió y siguió en pie. Y en estos momentos –en el marco de la actual crisis financiera mundial— se ha puesto en la mesa de discusión la nece-sidad de fortalecerlo, tanto en sus funciones económi-cas como en sus funciones sociales. Asimismo, por el lado latinoamericano, la resistencia al neoliberalis-mo de inicios del siglo XXI ha supuesto no sólo un protagonismo social, sino también un protagonismo estatal. En definitiva, no se quiere decir aquí que el Estado sea una sustancia eterna e inamovible. Nada más se señala que el Estado tiene una enorme capaci-dad de mantenerse en el tiempo, cambiando, pero conservando su identidad fundamental. Una iden-tidad que se ha forjado y cristalizado a lo largo de la historia de cada sociedad, lo cual convierte al Estado en una realidad resistente
  • 46. Cuaderno de Pedagogía y Educación Julio - Septiembre de 2014 46 no a los pequeños cambios (que se suceden regular-mente), sino a las grandes transformaciones, que so-brevienen en el marco de transformaciones sociales, económicas y políticas más amplias… Y aun así, sue-len quedar vestigios del Estado que ha sido demo-lido, tal como sucedió en la Rusia revolucionaria pos-terior a 1917 y sucede en la Rusia actual, una vez que, después de 1991, el socia-lismo real fue reemplazado por el capitalismo neolibe-ral. En enfoque de sistemas se impone como recurso teóri-co para entender al Estado. Visto como un sistema, el Estado tiene una capaci-dad de autoreproducción propia de cualquier sis-tema. Cambia, pero se mantiene en su identidad. Y se desintegra totalmen-te, cuando ya no es capaz de autoreproducirse, o sea, cuando ya no es capaz de asimilar los recursos que el entorno le ofrece para ello. Al suceder esto, un nuevo Estado (un nuevo sistema estatal) puede entrar en escena. Estas transforma-ciones sistémicas-estatales no han sido tan frecuentes en las sociedades conoci-das, pero cuando se han dado las han marcado de manera indeleble, reencau-zándolas por trayectorias distintas a las que habían seguido hasta entonces. R eflexión sobre el estado: vuelta a los clásicos del marxismo
  • 47. 47 Utopía revolucionaria, el “problema del indio” y la idea de América Latina en el pensamiento emancipatorio de Manuel González Prada Luis Rubén González Márquez “…no hay, pues, una simple cuestión obrera, sino un vastísimo problema social; no una guerra de antropó-fagos entre clases y clases, sino un generoso trabajo de emancipación humana”. Manuel González Prada “El primero de Mayo” “Al indio no se le predique humildad y resignación sino orgullo y rebeldía” . Manuel González Prada, “Nuestros indios” 1. Introducción En el presente en-sayo nos hemos propuesta explo-rar y problematizar el pensamiento emancipa-torio de Manuel González Prada en tres facetas clave: ¿Cómo comprendía el pro-ceso de transformaciones sociales revolucionarias que proponía? ¿Cuál era su interpretación de la condi-ción del indio y en general de las “minorías” étnicas? ¿Qué postura tenía ante el latinoamericanismo? La unidad de estas tres resi-de en la importancia que ocupan en la evolución del pensamiento crítico latinoamericano y, en ma-yor o menor grado, en el proyecto emancipador de González Prada. Ello no ex-cluye otras como su visión de la dominación masculi-na, de la relación entre alta cultura y cultura popular, literatura y cambio social; al contrario, se convierten estas temáticas pendientes se vuelven prioritarios para conocer y reinterpretar en la obra de este autor. Ahora bien, ¿Por qué González Prada? Consideramos la relevancia de sus ideas tanto desde la significación inherente de este autor como desde nuestro tiempo histórico, el aquí y ahora. Manuel González Prada es al mis-mo tiempo un clásico y un pensador relativamente olvidado -con más pre-cisión poco leído- en la historia del pensamiento José Manuel de los Reyes González de Prada, conocido como Manuel González Prada, fue un ensayista, pensa-dor anarquista y poeta peruano. (1844/01/05 - 1918/07/22), Lima Perú. RTÍCULO A
  • 48. U topía revolucionaria, Cuaderno de Pedagogía y Educación Julio - Septiembre de 2014 48 el “problema del indio” y la idea de América Latina crítico latinoamericano, en parte porque se le ha con-siderado meramente como antecedente, en función de sus discípulos, prin-cipalmente José Carlos Mariátegui, y en parte por su definición como anar-quista. Sin embargo, en el momento actual de América Latina, con la ne-cesidad impostergable de crear un pensamiento crí-tico que hunda sus raíces en lo mejor de la tradición del pensamiento latinoa-mericano, consideramos crucial rescatar la figura de González Prada como intelectual clave. No está de más reafirmar, entonces, que nuestra perspectiva sobre González Prada no es desde la dis-cusión doctrinaria del anarquismo. Es histórica, en el sentido de que nos in-teresa el pasado presente de las ideas de este autor, para entender su formu-lación en sus contextos propios y luego llevarlas hacia las inquietudes del tiempo presente, las mis-mas que motivaron desde un inicio volver la vista hacia un pensador como él. No se trata tampoco de una reseña elogiosa: nos interesa traer a cuen-ta hacia el presente tanto las necesarias herencias que el autor puede legar al pensamiento crítico la-tinoamericano como sus limitaciones, dificultades y tesis problemáticas1. Si bien hay un consenso acerca de su importancia en el pensamiento latino-americano y peruano, los juicios sobre el significado del proyecto emancipador de González Prada han sido variados. Uno de los más célebres es el de Mariátegui, quien hacía un balance a la vez crítico y admirativo. Por un lado, acusó a González Prada de imperdonables faltas en su visión del Perú y en su praxis: “no interpretó este pueblo, no esclareció sus problemas, no legó un programa a la generación que debía venir después”, Manuel González Prada
  • 49. 49 lo cual se explicaba por su talante meramente litera-rio, su desconocimiento de economía política y su in-capacidad de formulación teórica: “Los conceptos no son siquiera lo carac-terístico de su obra”. Pero por otro lado rescató su “espíritu” y su condición de representar “el primer instante lúcido” de “la con-ciencia de Perú”: “En la prosa de Páginas libres, en-tre sentencias alambicadas y retóricas, se encuentra el germen del nuevo espíritu nacional”. Por esa razón su análisis termina sien-do elogioso: “Los hombres de la nueva generación en González Prada admiramos y estimamos, sobre todo, el austero ejemplo moral. Estimamos y admiramos, sobre todo, la honradez in-telectual, la noble y fuerte rebeldía”. Para Mariátegui pues, González Prada es un “idealista” que logró al-gunas anticipaciones en su visión del Perú y sobre todo mantuvo una sensibilidad y un talante, “un espíritu”, de rebeldía de emulación necesaria2. En contraste, los edito-res latinoamericanos del Diccionario de Política de Bobbio, Matteucci y Pasquino se distancian de la severidad de Mariátegui. Para ellos González Prada es la “expresión cultural José Carlos Mariátegui José Carlos Mariátegui La Chira, fue un escritor, periodista, y pensador político mar-xista peruano. Wikipedia Fecha de nacimiento: 14 de junio de 1894, Moquegua, Perú. Fecha de la muerte: 16 de abril de 1930, Lima, Perú. más talentosa” del anar-quismo latinoamericano, por lo cual “dejó, en gran parte como consecuencia de esto, un sello imbo-rrable en la historia del movimiento revolucionario de su país”. Y tomando en cuenta otras “consideracio-nes” como la dominación colonial en el terreno cul-tural que viven los países latinoamericanos “y por lo tanto envueltos en una obstinada lucha por su afirmación y autonomía”, condición que vuelve a la literatura y la política “dos facetas de una única y misma labor”, el ejerci-cio intelectual de González Prada, lejos de ser incom-pleto, inconcreto y falaz, resulta legítimo3.