1. Diario de viajes
Vuelvo a transitar los pasillos estrechos que limitan con las enormes aulas
iluminadas por el sol. Los ventanales enrejados permiten visualizar las calles a
través de sus barrotes oscuros. Un peatón cruza un poco distraído la esquina
adoquinada. Mi maestra Carmen golpea su puntero sobre el pupitre, se genera
un silencio abismal, nos saluda e inmediatamente respondemos a coro ¡buenos
días señorita Carmen!
Comienza la clase, ella interroga, un frío recorre mi cuerpo, mis manos
sudadas dejan caer el lápiz negro. Se escucha de manera impetuosa ¿han
realizado la tarea?, por momentos nadie habla, luego respondemos
afirmativamente y en coro.
Se escucha que ella dice ¡Juan Giménez, pase al frente! Inmediatamente Juan
se levanta y camina un poco tembloroso y luego casi con palabras
entrecortadas dice seño ¿porqué estudiamos las calles del barrio, si no
conocemos Buenos Aires?
Un silencio se instaló en el aula por segundos. Juan había vislumbrado una
cuestión lógica ¿para qué estudiar algo que no pertenece al contexto inmediato
del alumno? ¿Porqué no se regionalizaban los contenidos en aquél momento?
¿Qué lugar ocupaban los saberes previos del educando?
Freire se refiere a la educación como un proceso situado, social cultural e
histórico. Cosa que hasta ese momento no era relevante.
Me traslado por los pasillos y cruzo los salones hasta llegar a mi quinto grado,
la seño Susana me espera, risueña, amable, con ansias de explicarnos todas
las veces que sean necesarias.
Siempre repetía “para aprender, se debe preguntar”. Al recordar sus palabras
veo cierta similitud con las ideas de Simón Rodríguez, el que consideraba que
los niños debían preguntar y no repetir, para obedecer a la razón y no a la
autoridad. “Un sujeto crítico que debía y podía interrogarse”.
Siguiendo en este fascinante viaje de recuerdos añorados impregnados de
múltiples ideologías, me detengo por unos instantes en las ideas del peronismo
2. e inmediatamente cobra vida la imagen de mi madre junto a mi padre un día de
domingo conversando sobre los campeonatos “Evita”. Me acerco a ellos y logro
escuchar una frase que denota cierta añoranza sobre todo de mi madre que
dice “la educación de aquél entonces era otra cosa”.
¿Era otra cosa? ¿A que se refiere al decir esto? Me imagino que tendrá que ver
con todas las oportunidades de educación que se desarrollaron por ese
entonces como por ejemplo: la ampliación del sistema de educación técnica
oficial donde se incluyeron obreros en el sistema educativo. La oferta oficial
quedó conformada con escuelas de artes y oficios, las Industriales de la
Nación, las técnicas de oficio y las profesionales para mujeres. Sobrevolaba la
“Cultura obrera” heredada del sindicalismo y el anarquismo. El cual postulaba
que los niños son considerados sujetos con derechos propios y habilidades
para participar activamente en la lucha contra la opresión del Estado y los
poderosos.
Estas ideas de “oprimidos”, demuestran ciertas similitudes con los
pensamientos Freirianos, los que constituyen una clave en la transformación de
la educación popular. Donde el pobre, el desamparado, el excluido encuentra
un lugar donde comenzar su lucha por sus derechos que hasta el momento
fueron arbitrariamente pasados por alto debido a injusticias sociales.
Los desarrapados de Simón Rodríguez, los descamisados de Eva Perón. Me
acompañan en este recorrido por la historia de nuestras luchas, haciendo eco
de la resistencia como guía de la esperanza, del cambio absoluto, de la
igualdad de oportunidades, de interculturalidad y de valorización latina. Donde
cada uno de nosotros es una pieza fundamental en el rompecabezas de la
dignidad.
En mis bolsos de viaje también llevo pequeños recuerdos de mi paso por la
secundaria y observo que gran parte de los contenidos de enseñanza se
encuentran impregnados de un “Eurocentrismo” que minimiza y hasta esfuma
lo latino, lo nuestro.
3. Todo gira alrededor de la calificación, de llegar con los temas propuestos, el
currículo, la asistencia. ¿Acaso no somos capaces de cambiar esto? Nuestra
cultura, nuestros valores, nuestra idiosincrasia ¿Dónde queda?
Muchos adolescentes caminan por las calles con remeras, gorras y pañuelos
de otros países como símbolo de ser fans de bandas extranjeras. Y nuestra
bandera ¿Dónde queda? ¿Por qué no se les enseña desde las aulas a valorar
nuestros símbolos patrios? Es un tiempo de euforia desde la cultura
adolescente por la imitación de lo extranjero.
Retomo mi viaje y sigo por toda Latinoamérica donde la resistencia de algunos
pone en jaque al monopolio capitalista y sus ideas de dominación encuentran
posturas fuertemente contradictorias. El débil se levanta e intenta oponerse a la
dominación, aparecen grandes pensadores entre ellos pedagogos con ideas
renovadas, críticas y acertadas. Se valora lo regional, se busca la autonomía
en el saber, se construye las bases para un nuevo pensamiento político,
cultural y social.
Este seminario permite conocer los pensamientos de aquellos pedagogos que
tuvieron una visión amplia sobre la educación y sobre los métodos de
enseñanza. Cambiaron la perspectiva desde la valorización de lo nuestro,
ofrecieron una esperanza para transitar un cambio trascendental en nuestra
historia, renovando nuestro saber autóctono, privilegiando lo latino y llevando
como bandera la lucha.
En palabras de Freire…“El punto de partida de la educación, está en el
contexto cultural, ideológico, político, social de los educandos, no importa que
este contexto este echado a perder. Una de tareas del educador es rehacer
esto, en el sentido de que el educador es también artista, el rehace el mundo,
redibuja el mundo, respeta el mundo, recanta el mundo, repinta el mundo,
redanza el mundo….”
Ana Beatriz Lozano