2. Tras unas elecciones bastante reñidas y luego de denuncias de fraude electoral, Lenín Moreno es oficialmente el nuevo
presidente de Ecuador.
Moreno, quien ocupará la presidencia tras diez años de Rafael Correa en el gobierno, podrá hacerlo mejor o peor que
su antecesor, pero será difícil que llegue a ejercer el poder como él, de una manera que bien podría definirse como
omnipresente.
La sombra de Rafael Correa, la polarización y otros desafíos de Lenín Moreno como nuevo presidente de Ecuador
Lo que dice de América Latina que en Ecuador asuma Lenín Moreno, un presidente en silla de ruedas
En la década de 2007-2017, el ahora exmandatario se involucró en casi todo asunto que generara interés en el país —
haya sido político, social, económico, religioso o deportivo— sea en persona o a través de su red social preferida: Twitter.
Fue protagonista de gabinetes itinerantes y de unos 500 enlaces ciudadanos en todo el territorio ecuatoriano, conocidos
informalmente como "las sabatinas".
Son cadenas mediáticas en las que —para sus seguidores— llevó la política a actores nacionales que nunca habían sido
tenidos en cuenta antes y que —para sus detractores— le sirvieron para defenestrar a sus opositores cada sábado en
vivo y en directo.
3. GOBIERNO DE CORREA Y
AHORA PRESIDENTE
ACTUAL LENIN MORENO
Esa omnipresencia, para los fieles a su
"Revolución Ciudadana", nace de una suerte
de omnisciencia.
Todos sabían hace 10 años que el país
necesitaba un cambio radical, tras haber
tenido 12 presidentes desde el retorno a la
democracia en julio de 1978 (entre ellos un
interino, una presidenta de tres días y un
triunvirato cívico-militar que duró apenas
horas).
Pero sólo Correa supo convertir en realidad
ese reclamo social de una mayor presencia
del Estado en los asuntos de la nación y un
líder fuerte que impulsara esta renovación de
la identidad nacional, aunque la velocidad
con la que encaró esos cambios pareció
indicar que no quería sólo renovar su país sino
refundarlo.
Para sus críticos —sean aquellos que él mismo
eligió como enemigos desde el comienzo de
su mandato (representantes de la vieja
política o "Partidocracia", banqueros de la
"larga noche neoliberal", periodistas "sicarios
de la tinta") o aquellos que se fueron
desencantando en el camino— la
omnipresencia se volvió omnipotencia.
4. No la del poderlo todo, sino la del querer llevar su poder
(ejecutivo e indiscutido) a todas partes: desde los pasillos de los
tribunales, pasando por las redacciones de los medios hasta las
aulas de las universidades.
Tanto trajín y tanta controversia han hecho que los ecuatorianos,
divididos por accidentes geográficos (la costa o la sierra),
ciudades hegemónicas (Quito o Guayaquil), o clubes de fútbol
(Barcelona o la Liga Universitaria) lleguen a este 19 de febrero
con casi exclusivamente dos camisetas: correístas y
anticorreístas, aunque este apellido no esté en las papeletas.
LAS RAZONES QUE DIO ECUADOR AL RECONOCER QUE
LE RESTRINGIÓ EL ACCESO A INTERNET A JULIAN
ASSANGE
5. UNA CUESTIÓN
POLÍTICA
Esta división tajante de las aguas hace que,
dependiendo del interlocutor, uno reciba
versiones del mandatario —y del país—
absolutamente contradictorias.
"En lo político, Correa es un caudillo: no se
fortaleció la democracia, por el contrario, se
restringieron las libertades, se estableció un marco
jurídico represivo y se golpeó duramente a los
movimientos sociales que viabilizaron el triunfo de
Correa en el 2006", le dice a BBC Mundo Alberto
Acosta, expresidente de la Asamblea Nacional.
Acosta fue uno de los mentores políticos de
Correa que luego se enfrentó con el mandatario.
Aunque le reconoce al gobierno la reducción de
la pobreza hasta el año 2014, sostiene que los más
poderosos del país obtuvieron simultáneamente
los mayores beneficios de toda la historia.
"En términos relativos la inequidad en la
distribución del ingreso disminuyó (medida por el
coeficiente Gini), pero en valores absolutos la
desigualdad se incrementó. La 'década ganada'
fue para pocos: grandes grupos económicos, el
capital chino (tanto petrolero como minero), y
hasta el clásico capital financiero internacional".
Sin embargo, para el historiador Juan Paz y Miño,
el gobierno de Correa marcó el inicio de un nuevo
ciclo histórico, superando el modelo
empresarial/neoliberal:
"Se reinstitucionalizó al Estado sobre la base
ciudadana, se afirmaron las capacidades
regulatorias del Estado en la economía; gracias a
la Constitución de 2008 se garantizaron los
derechos más amplios; se dio prioridad a las
condiciones de vida y de trabajo de la población
por sobre los intereses del capital".
El historiador le dijo a BBC Mundo que la "década
ganada" se entiende a partir de la conjunción de
tres elementos: el desarrollo y modernización de la
economía; el progreso material del país (obras
públicas) y los logros sociales en áreas como
educación, salud, seguridad social, con
redistribución de la riqueza y mayor equidad.
6. Es la economía
Como reconoce a BBC Mundo el actual Ministro Coordinador de Política
Económica, Diego Martínez, los altos precios del principal producto de
exportación ecuatoriano —el petróleo—, permitieron al gobierno de Correa
emprender un programa de mejoras en la infraestructura productiva, vial,
educativa y de salud.
Pero además de los ingresos dejados por el barril de crudo, se avanzó en materia
tributaria, indica el exgerente del Banco Central Ecuatoriano.
"El incremento de la eficiencia en la gestión de la recaudación promovió un
aumento de la participación de los ingresos tributarios en el total de ingresos
fiscales del Gobierno Central, alcanzando una representación de 76,6% en 2015,
frente a 61,6% en 2006".
Para el ministro, todos estos datos no son simplemente cifras sino que demuestran
que en estos años "hemos construido una sociedad con oportunidades,
oportunidades que hasta antes de este gobierno le fueron negadas a la mayoría
de la población".
7. Sin embargo, para el economista Walter Spurrier, aunque hay aspectos para destacar
como la mayor recaudación impositiva y la modernización de la infraestructura
nacional, se desperdició la oportunidad de desarrollar el país con esa gran bonanza
petrolera que terminó en 2015.
"El sesgo anti capital (del gobierno) privó al país de inversión privada que hubiera
resultado en un elevado crecimiento económico. En su lugar deja al Ecuador con el
gasto público que no tiene cómo cubrir, y que no puede licuar vía devaluación por
estar dolarizado".
"El próximo gobierno está condenado a un largo período de recesión, que dure todo su
mandato, o a tomar medidas para reducir el déficit fiscal y bajar el costo de producir
en el país, todo lo cual es impopular y de difícil viabilidad política".
8. Llegó el final
La despedida del poder de Rafael Correa no ha sido fácil, pero era difícil que un hombre que gobernó su país con la intención de refundarlo, y
que a cada paso se definió a partir de la elección de sus enemigos, viviera un final sencillo.
Derechos de autor de la imagen Reuters Image caption Lenin Moreno (en la imagen, de frente) fue vicepresidente de Ecuador hasta 2013.
Luego de meses de especulaciones sobre su futuro político, con una reforma constitucional que garantizó la reelección indefinida pero que lo
excluyó de ser beneficiado por ella —al menos por ahora— Correa eligió a los dos hombres que han sido sus vicepresidentes para liderar el
binomio oficial.
Sus últimos días en el Palacio de Carondelet lo encuentran respondiendo a las denuncias de corrupción que han caído sobre funcionarios de la
empresa estatal petrolera y esquivando las gotas de barro que han salpicado a varios gobiernos latinoamericanos por el escándalo de la
empresa brasileña Odebrecht.
Lejos de Quito, en la provincia suroriental de Morona Santiago, hay militares desplegados luego de que el gobierno decretara el estado de
excepción (que se extendió entre el 14 diciembre y el 14 de febrero) tras el ataque atribuido a un grupo indígena en contra del campamento
minero de Panantza, que dejó un policía muerto y varios heridos.
Derechos de autor de la imagen Getty Images Image caption ¿Cuál es el legado de Rafael Correa tras 10 años en el gobierno?
Hay algunos que vaticinan que el presidente seguirá gobernando en las sombras luego de ganar su candidato. Otros que especulaban que
volvería con más fuerza en algunos años si ganaba la oposición.
No falta quien teme que en su ausencia se esfumen logros sociales alcanzados en su presidencia y quienes sólo le desean —como en la novela
de Raymond Chandler— un triste y solitario final.
Pero nadie, luego de 10 años, ha quedado indiferente a la suerte de Rafael Correa, ése es el gran legado de su omnipresencia.