Desarrollo del pensamiento en la temprana infancia
1. LA FORMACIÓN DEL LENGUAJE ACTIVO SIRVE DE BASE A
TODO EL DESARROLLO PSÍQUICO DEL NIÑO
DESARROLLO DEL PENSAMIENTO EN LA TEMPRANA
INFANCIA
El desarrollo del pensamiento del niño depende
en primer lugar, de su propia actividad, el
pensamiento se apoya en su experiencia
sensorial y, en segundo lugar, de la influencia del
adulto que le enseña los modos de acción y le da
la denominación genética de los objetos. La
acción práctica con objetos induce con
frecuencia al niño a resolver los problemas que
surgen en una situación concreta. En la acción
trascurre el aprendizaje espontáneo: actuando
sobre el objeto, el niño observa que unas
acciones son exitosas y otras no. La experiencia recogida en las
acciones precedentes se refleja en las posteriores. El
pensamiento funciona en el proceso de solución de las tares
objetivas y se caracteriza por ser concreto.
Cualquiera que sea la importancia de la experiencia personal en el
desarrollo del pensamiento, sobre éste ejerce particular
influencia el medio social. Vigotski subrayaba que desde los
primeros días de vida del lactante la situación social tiene la más
profunda influencia sobre su tipo de conducta. En sus soluciones
intelectuales el niño permanentemente se orienta por lo que hace
el adulto. Observando las acciones de los adultos con los objetos,
el pequeño se apropia de las formas humanas de la actividad
práctica objetivada. En la acción con los objetos el niño descubre
que diversos objetos pueden ser utilizados de un modo similar.
Este tipo de descubrimiento lleva a la generalización no sólo de los
objetos similares (por algún rasgo) sino también generalizan la
experiencia de la actividad.
2. Son particularmente importantes para el desarrollo del
pensamiento las acciones instrumentales. El instrumento
mediatatiza la influencia del niño sobre el mundo objetivo.
Empleado en situaciones diversas y con respecto a objetos
diversos, el instrumento se convierte en el primer portador de la
generalización.
El cambio cualitativo del pensamiento en las distintas etapas del
desarrollo infantil depende de que el niño domine las formas
humanas de la actividad práctica objetivada, así como de que
acceda paulatinamente al lenguaje humano. El niño adquiere el
mayor cúmulo de experiencia gracias a la comunicación verbal con
el adulto; va asimilando los conceptos y las formas de pensamiento
elaborados por la humanidad. Al imitar a los adultos aprende a
construir correctamente un juicio y a hacer una deducción. Al
referirse al desarrollo mental del niño, Séchenov escribió que
desde las etapas más tempranas se da al niño, con el hecho y la
palabra, formas acabadas de la experiencia ajena.
En la temprana infancia la palabra del adulto puede contribuir al
desarrollo del pensamiento concreto. El adulto puede sugerir al
pequeño la forma de resolver cualquier problema ocasional no sólo
mediante la acción, sino también por medio de la palabra. Si el
pequeño, por ejemplo, tironea insistentemente una caja para
pasarla entre los barrotes de la cama y sus acciones están
condenadas a fracasar, el consejo del adulto: "Da vuelta la caja,
así podrás pasarla", suscita la correspondiente acción del niño.
En la temprana infancia el niño puede expresarse mientras realiza
una actividad. Pero en la primera etapa el lenguaje constituye algo
así como un proceso independiente, en la conducta del niño pueden
descubrirse en este período dos tipos de actividad: la verbal y la
intelectual. Más tarde estas actividades se funden formando el
pensamiento verbal.
Etapa inicial de formación de la personalidad del niño. - En la
temprana infancia se desarrolla intensamente la actividad
3. conjunta del niño y el adulto. En la actividad objetal el adulto
determina el carácter de la colaboración y asume en ese contacto
la dirección de la "comunicación". Organiza la comprensión mutua.
A los tres años el niño se torna más independiente: aprende a
bastarse a sí mismo en las cuestiones elementales, puede utilizar
el lápiz y la tiza, comienza a modelar y a hacer aplicaciones
sencillas. El pequeño aprende a diferenciarse del adulto, comienza
a referirse a sí mismo como a un "yo" independiente, es decir,
surgen en él las formas iniciales de la autoconciencia. En su
lenguaje ya se diferencia a sí mismo como algo permanente, en
tanto que delimita sus acciones como algo transitorio: "Ahora
Juanchito está sentado y ahora Juanchito corre, y ahora
Juanchito se cayó”. En rigor, el niño va aprendiendo a establecer
la diferencia entre sus acciones y él mismo.
Los progresos en el desarrollo modifican cualitativamente toda la
conducta del niño. Aunque el papel del adulto sigue siendo rector,
no obstante, en la limitada esfera de su vida práctica y dentro de
los marcos de sus pequeñas posibilidades el niño tiende a actuar
sin ayuda de los adultos. Las nuevas tendencias intensifican la
iniciativa del niño "Yo solo" y hacen surgir nuevas relaciones con
los mayores. Este período se ha dado en considerar crítico "crisis
de los tres años” por cuanto el adulto empieza a experimentar
dificultades en sus relaciones con el niño, que puede ponerse
insoportable en su negativismo y terquedad.
La crisis de los tres años es un fenómeno objetivamente existente
en el curso de las relaciones niño-adulto. Aparece en el pequeño la
tendencia a satisfacer en forma independiente sus
requerimientos, en tanto que el adulto conserva el viejo tipo de
relaciones y con ello limita la iniciativa del niño. Un niño normal,
con un desarrollo correcto, se opone a las relaciones anteriores.
Se encapricha, hace todo lo contrario de lo que le piden muestra
de todas las maneras posibles su actitud negativa hacia las
exigencias del adulto. Esa conducta no se extiende a todas las
personas: la negatividad del niño es muy selectiva y concierne sólo
4. a quienes tratan de limitar su libertad. En cambio, si los adultos
estimulan sensatamente la independencia del niño, las dificultades
de las relaciones se superan con rapidez.
La crisis de los tres años es un fenómeno transitorio, pero las
nuevas formaciones vinculadas a ella -la diferenciación de sí mismo
respecto de los circundantes, la comparación de sí mismo con otras
personas- es un importante avance en el desarrollo psíquico.
La tendencia a ser como los grandes puede encontrar la solución
más plena sólo en forma de juego (únicamente en el juego el niño
puede ir de compras, cocer el almuerzo, volar al cosmos en un
cohete, etcétera). Por eso la crisis de los tres años se resuelve
precisamente con el paso del niño a la actividad lúdica.