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CASOS CLINICOS
John W. Barnhill, M.D.
Profesor de Psiquiatría Clfnica
Investígador Senior DeWitt Wallace
Vicepresidente de Medicina Psicosomática
Departamento de Psiquíatrfa
Weill Cornell Medica! College
Jefe del Servicio de Psiquiatría de Enlace
New York-Presbyterian Hospital/
Weill ÚJrnell Medical Center Hospital for Specíal Surgery
New York, EE.UU.
~-
~' Universidad de las
· Américas, A.C.
BIBLIOTECA
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John W. Harnhill, para su distribución mundial.
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1
2
Índice
Agradecimientos ................................... . ...
Colaboradores . ............... , .. , , .............•... , .. .
Introducción. .......................................... .
Nota sobre este libro. .........................•..........
Trastornos del desarrollo neurológico ...........•..........
Introducción ................ ·
....... _. . . . . . . . . . 1
Robert Haskell,M.D.
Caso 1.1: Una segunda opinión sobre el autismo ... _. 3
Catherine Lord, Ph.D.
Caso 1.2: Rabietas. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 7
Arshya Vahabzadeh, M.D.
Eugene Beresin, M.D.
Christopher McDougkM.D.
Caso 1.3: Problemas académicos 9
Rosemary Tannock, Ph.D.
Caso 1.4: Problemas escolares. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 12
Arden Dingle, M.D.
Caso 1.5: Distraido y no para de moverse. . . . . . . . . . . 15
Robert Haskell, M.D.
fohn T. Walkup, M.D.
Espectro-de la esquizofrenia
y otros trastornos psicóticos . ........................... .
Introducción. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 19
fohn W. Barnhill, M.D.
Caso 2.1: Perturbada emocionalmente .............
Olrol A. Tamminga, M.O.
Caso 2.2: Cada vez más raro .....................
Ming T. Tsuang, M. D., Ph.D.D.Sc.
William S. Stone, Ph.D.
Caso 2.3: Alucinaciones de naturaleza espiritual
Lianne K. Morris Smith, M.O.
Dolores Malaspina, M.D., M.P.H.
V
21
24
26
XV
xvii
XXV
xxix
1
19
ERRNVPHGLFRVRUJ
3
vi
Caso 2.4: Control mental......................... 30
Rajiv Tandon, M.D.
Caso 2.5: Triste y psicótico ...................... .
Stephan Heckers, M.D., M.Sc.
Caso 2.6: Psicosis y cannabis
Melissa Nau, M.O.
Heather Warm, M.D.
32
35
Caso 2.7: Infestación por pulgas . . . . . . . . . . . . . . . . . . 38
Julie B. Penzner, M.O.
Trastorno bipolar y trastornos relacionados ............... .
Introducción ......................•............ 41
]ohn W. Barnhill, M. D.
Caso 3.1: Perturbado emocionalmente ............. 44
Donald M. Hilty, M.O.
Caso 3.2: Ciclos de depresión .................... 47
Michael Gitlin, M.D.
Caso 3.3: Inquietud suicida•...................... 50
Maria A. Oquendo, M.D.
Caso 3.4: Depresiones episódicas . . . . . . . . . . . . . . . . . 53
Victoria E. Cosgrove, M.D.
Trisha Suppes, M.O., Ph.D.
Caso 3.5: Irritabilidad y tristeza ................... 56
Robert L. Findling, M.D., M. B.A.
Caso 3.6: ¡Dios me ha curado! . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 59
Stephen J. Ferrando, M.O.
Caso 3.7: Extrañamente callado ................... 62
Jessica Oaniels, M.D.
Caso 3.8: Cambio en el posparto . . . . . . . . • . . . . . . . . . 65
Jan Jones, M.R.C.Psych., Ph.D.
Caso 3.9: Ansiedad . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 68
Holly A. Swartz, M.O.
41
DSM-5@ Casos clínicos
·1
4
Índice
Trastornos depresivos •..........•••.......•...••.......
Introducción ................................... 71
John W. Barnhill, M.D.
Caso 4.1 : Temperamental e initable. . . . . . . . . . . . . . . . 73
William C. Wood, M.D.
Caso 4.2: Tristeza posparto ...................... 76
Kimberly A. Yonkers, M.O.
Heather B. Howell, M.S. W.
Caso 4.3: Duelo y depresión . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 79
Richard A Friedman, M.O.
Caso 4.4: Perdió el interés por la vida . . . . . . . . . . . . . . 82
Anthony f. Rothschild, M.D.
Caso 4.5: Desesperación . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 84
Cheryl Munday, Ph.D.
Jamie Miller Abe!son, M.S. W.
James Jackson, Ph.O.
Caso 4.6: Años abatida .......................... 87
Benjamin Brody, M. D.
Caso 4.7: Cambios de humor . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 89
Margare! Altemus, M.D.
Caso 4.8: Estrés, drogas e infelicidad . . . . . . . . . . . . . . 91
Edward V. Nunes, M.D.
Caso 4.9: Luchando con la enfermedad
deParkinson ................................ 94
Thomas W. Meeks, M.D.
Caso 4.1 O: Cambios de humor situacionales. . . . . . . . . 97
]oseph F. Goldberg, M.O.
Caso 4.11: De mal en peor ....................... 100
Pcter D. Kramer, M.D.
Caso 4.12: Insomnio y síntomas físicos . . . . . . . . . . . . . 103
Russell F. Lim, M.O.
71
vii
ERRNVPHGLFRVRUJ
5
6
viii
Trastornos de ansiedad .••••••••••••••••..•••..•••.•••••
Introducción ................. ; . . . . . . . . . . . . . . . . . 107
fohn W. Barnhill, M.D.
Caso 5.1: Miedos y preocupaciones ...•........... 109
Loes Jongerden, M.A.
Susan BOgels, Ph.D.
Caso 5.2: Pánico . . . . . . . . . . . • . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 111
Cario Faravelli, M.D.
Caso 5.3: Timidez de adolescente . • • • . . • • • . . . . . . . • 114
Barbara L. Milrod, M.D.
Caso 5.4: Miedo a volar. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 117
Katharina Meyerbri.iker, Ph.D.
Caso 5.5: Siempre tensa ...••...•................ 119
Ryan E. Lawrence, M.D.
Deborah L. Cabaniss, M.D.
Caso 5.6: Ansiedad y cirrosis . . . • . . . . • . . . . . . . . . . . . 121
Andrea DiMartini, M.O.
Catherine Crone, MD.
Trastornos obsesivo-compulsivo
y trastornos relacionados....•.......•..................•
Introducción ................................... 125
John W. Barnhill, M.D.
Caso 6.1: Depresión . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 127
Mayumi Okuda, M.D.
Helen Blair Simpson, M.D., Ph.D.
Caso 6.2: Gérmenes . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 130
Dan J. Stein, M. D., Ph.D.
Helen Blair Simpson, M.D., Ph.D.
tharine A. Phillips, M.O.
Caso 6.3: Preocupación por el aspecto ............. 132
Kntharine A. Phillips, M.D.
Caso 6.4: Depresión y ansiedad . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 135
David Mataix-Cols, Ph.D.
Lorena Fernández de la Cruz, Ph.D.
107
125
DSM~5@ Casos clínicos
1
1
1
'
i
il
1
'
1
1
ii
ij
1

il
7
1
8
indice
Caso 6.5: Pelo arrancado . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . • . 137
Dan]. Stein, M.D., Ph.D.
Trastornos relacionados con traumas
y factores de estrés..............••...•...•••....••• , ...
Introducción.. , ................................ 141
John W. Barnhill, M. D.
Caso 7.1 : Conductas peligrosas. . . . . . . . . . . . . . . . . . . 143
Daniel S. Schechter, M.D.
Caso 7.2: Dos reacciones al trauma. . . . . . . . . . . . . . . . 146
Matthew]. Friedman, M.D., Ph.D.
Caso 7.3: Accidente de coche ... , ................. 148
Robert S. Pynoos, M.D., M.P.H.
Alan M. Steinberg, Ph.D.
Christopher M, Layne, Ph.D.
Caso 7.4: Poco aguante ......................... 150
Lori L. Davis, M.D.
Caso 7.5: Estresado. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 153
Chcryl Munday, Ph.D.
]amie Miller Abelson, M.S. W:
]ames fackson, Ph.D.
Caso 7.6: Cáncer de pulmón. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 156
Anna Dickerman, M.D.
]ohn W. Barnhíll, M.D.
Caso 7.7: Sobredosis ........................... 158
Megan Mroczkowski, M.D.
Cynthia R. Pfeffer, M.D.
Trastornos disociativos .•....•...•................•...•.
Introducción .........•......................... 161
John W. Barnhí/1, M. D.
Caso 8.1: Triste y sola . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 163
Richard f. Loewenstein, M.D.
Caso 8.2: Sensación de estar ido ................. , , 166
Daphne Simeon, M.D.
141
161
ix
ERRNVPHGLFRVRUJ
9
Caso 8.3: Disociaciones . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 169
Roberto Lewis-Fernández, M.O,
Trastornos de sfntomas somáticos
y trastornos relacionados••.........•••••••••••.•.•......
Introducción................................... 173
Anna Oickerman, M.O.
John W. Barnhill, M.O.
Caso 9.1 : Dolor y depresión ... , . . . . . . . . . . . . . . . . . . 175
James A. Bourgeois, O.D., M.D.
Caso 9.2: Quejas somáticas . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 178
James L. Levenson, M.D.
Caso 9.3: Enfermedad de Lyme crónica. . . . . . . . . . . . . 180
Robert Boland, M.O.
Caso 9.4: Crisis epilépticas....................... 183
Jasan P. Caplan, M.O.
Theodore A. Stern, M.O.
Caso 9.5: Dolor abdominal . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 186
Joseph F. Murray, M. D.
Caso 9.0: Sin aliento ............................ 189
Janna Gordon-Elliott, M.D.
173
1O Trastornos de la conducta alimentaria
X
y la ingesta de alimentos ..•.........•................•..
Introducción............. , . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 193
John W. Barnhill, M.D.
Caso 10.1 : Dolor de estómago . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 195
SuBan Samuels, M.D.
Caso 10.2: Rezagada en la curva de crecimiento . . . . . 198
Eve K. Freidl, M.D.
Evelyn Attia, M.D.
Caso 10.3: Dolores de cabeza y fatiga. . . . . . . . . . . . . . 200
Jennifer J. Thomas, Ph.D.
Anne E. Becker, M.D., Ph.D.
Caso 10.4: Vómitos ............................. 204
James E. Mitchell, M.D.
193
DSM-5© Casos clínicos
1
1
i
'
1
1
'1:
1
11
12
Caso 10.5: Aumento de peso . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 206
Susan L. McE/roy, M.D.
Trastornos de la excreción ..•••......• o •••••••••••••••• , ,
Introducción ................................... 209
John W. Barnhill, M.D.
Caso 11.1: Rabietas y síntomas somáticos ....... , . . 21 O
David H. Rubin, M.D.
Trastornos del sueño-vigilia .••........•••• o ••••••••••••••
Introducción. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 215
John W. Barnhill, M.D.
Caso 12.1 : Problemas para dormir de un tirón . . . . . . . 217
Charles F. Reynolds 11!, M.D.
Caso 12.2: Ansiedad y sueño . . . . . . . . . . . . . . . . • . . . . 220
Maurice M. Ohayon, M.D., D.Sc., Ph.D.
Caso 12.3: Somnolencia . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 223
Brian Palen, M. D.
Vishesh K. Kapur, M.D., M.P.H.
Caso 12.4: Picores y cosquilleos .................. 225
Kathy P. Parker, Ph.D., R.N.
13 Disfunciones sexuales •••• o •••••••••••••••••••••••••••••
Introducción. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 229
John W. Barnhill, M.D.
Caso 13.1: Disfunción sexual . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 230
Cynthin A. Graham, Ph.D.
Caso 13.2: Problemas sexualeS . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 233
Richard Ba/on, M.D.
14 Disforia de género................................ , ••...
Índice
Introducción. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 237
John W. Barnl!ill, M. D.
209
215
229
237
xi
ERRNVPHGLFRVRUJ
Caso 14.1 : Reasignación de género. . . . . . . . . . . . . . . . 239
John W. Barnhill, M.D.
Friedemann Pfiifflin, M.D.
15 Trastornos disruptivos, del control de los impulsos
y de la conducta •..•.•... , ........•••..................
Introducción ................................... 243
John W. Barnhill, M.D.
Caso 15.1 : No conoce las normas ................. 245
Juan D. Pedraza, M.D.
Jeffrey H. Newcorn, M.D.
Caso 15.2: Convivencia imposible . . . . . . . . . . . . . . . . . 248
Emil F. Coceara, M.D.
16 Trastornos relacionados con sustancias
y trastornos adictivos ....••• , .......•••....•••••.•...•.•
Introducción. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 251
Jonathan Avery, M.D.
Caso 16.1: Un alcohólico «típico». . . . . . . . • . . . . . . . . . 253
MarcA. Schuckit, M.D.
Caso 16.2: Abstinencia de alcohol ................. 255
Roger D. Weiss, M.D.
Caso 16.3: Adicción. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 257
Petras Levounis, M.D., M.A.
Caso 16.4: Dolor de rodilla . . . . . . . . . . . . . . . . . • . . . . . 260
Jonathan Avery, M.D.
Stephen Ross, M.D,
Caso 16.5: Espiral descendente . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 263
C}u¡r/es H. Silberstein, M.D.
Caso 16.6: Estrés y abuso de sustancias............ 266
LiJin,D.O.
Daryl Shorter, M. D.
Coreen Domingo, Dr.P.H.
Th011Uls R. Kosten, M.D.
243
251
xii DSM-510 Casos clínicos
1
1
1
,,
1
'
,,
1
1
1
ti
11
il
Caso 16.7: Juego ..............................• 269
Silvia Bernardi, M.D.
Carlos Blanco, M.D., Ph.D.
17 Trastornos neurocognitivos •••..........................•
18
lndice
Introducción. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 273
John W. Barnhil/, M.D.
Caso 17.1: Disforia. . . . . . . . . . . • . . . . . . . . . . . . . . . . . . 275
John W. Barnhill, M.D.
Caso 17.2: Agitado y confuso ..................... 278
José R. Mnldonado, M. D.
Caso 17.3: Deprimido y retraído . . . . . . . . . . . . . . . . . . 280
Peter V. Rabins,M.D.,M.P.H.
Caso 17.4: Desarreglada y exhausta . . . . . . . . . . . . . . . 283
George S. Alexopoulos, M.D.
Caso 17.5: Rígido y olvidadizo .................... 286
James E, Galvin, M.D., M.P.H.
Caso 17.6: Paranoia y alucinaciones . . . . . . . . . . . . . . . 289
Lorin M. Scher, M.D.
Barbara J. Kocsis, M.D.
Caso 17.7: Rebelde de pronto .................... 292
Stuart C. Yudojsky, M.D.
Robert E. Hales, M.D., M. B.A.
Trastornos de la personalidad .•••........••••............
Introducción. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 297
John W. Barnhíll, M.D.
Caso 18.1: Conflictos de la personaJidad .. . . . . . . . . . . 300
Larn¡ J. Siever, M.D.
Lauren C. Zaluda, B.A.
Caso 18.2: Extrañamente aislado .................. 303
Salman Akhtar, M.D.
Caso 18.3: Preocupado y extrañamente absorto . . . . . 306
Kristin Cadenhead, M.D.
273
297
xiii
ERRNVPHGLFRVRUJ
19
xiv
Caso 18.4: Injusticia ............................ 308
Charles L. Scott, M.O.
Caso 18.5: Frágil y enojada....................... 311
Frank Yeomans, M.O., Ph.D.
Otto Kernberg, M.O.
Caso 18.6: Suicidalidad dolorosa ...............•.. 314
Elizabeth L. Auchinc/oss, M.D.
Caso 18.7: Insatisfacción
Robert Michels, M.O.
...... . .. . .... .......... 317
Caso 18.8: Timidez . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 320
J. Christopher Perry, M.P.H., M.D.
Caso 18.9: Falta de confianza en sí mismo .......... 322
Raymond Raad, M.D., M.P.H.
Paul S. Appelbaum, M.D.
Caso 18.1 0: Controlar la relación . . . . . . . . . . . . . . . . . . 325
Michael F. Walton, M. D.
Trastornos parafílicos ••.•••..••••••••••••••.••••........
Introducción ................................... 329
John W. Barnhill, M. D.
Caso19.1:Sadismo............................. 332
J. Paul Fedoroff, M. D.
Caso 19.2: Problemas de relación . . . . . . . . . . . . . . . . . 335
Richard Balon, M. D.
Caso 19.3: Delitos se-xuales ..............•....... 337
Nancy J. Neede/l, M. D.
Caso 19.4: Algunas perversiones . . . . . . . . . . . . . . . . . . 341
John W. Barnhi/1, M.D.
lndice analítico • . • . . . . . . . . . . . . . • . . . . . • . . . . • . . . . . . 345
329
DSM-5@ Casos clínicos
1
.,
rl

Agradecimientos
En DSM-5 DSM-5 Casos Clínicos han co-
laborado más de 100 autores. Aunque la mayo-
ría son psiquiatras, en el grupo también hay
profesionales de los campos de lapsicología, el
trabajo social, la enfermería y la sociología.
Como casi nadie declinó la invitación de escri-
bir para este libro, hubo muchos otros posibles
colaboradores -incluidos varios en mi misma
planta~ a los queno tuve ocasión de pedirselo
y que sin duda habrían realizado un trabajo
excelente. Algunos de los autores, aunque no
la mayoría, ya habían participado en la elabo-
ración del DSM-5, y algunos habían publicado
artículos mostrando su escepticismo en rela-
ción con los primeros borradores del manuaL
Todos los autores tuvieron que trabajar con
importantes limitaciones de espacio y tema, y
escribieron sus primeros borradores antes de
que el texto del DSM-5 estuviera completo. A
pesar de tener las agendas llenas, respondie-
ron profesionalmente a la gran cantidad de
cambios, recordatorios y preguntas que les lle-
garon, aportando a menudo ideas y críticas
muy de agradecer. Su flexibilidad, pericia y
esfuerzo constituyen el eje central de este libro.
Robert Hales, Rebecca Rinehart, John Mc-
Duffie, Greg Kuny, Roxanne Rhodes y el resto
del equipo de la American Psychlatric Publi-
shing (APP) guiaron este proyecto desde su
misma concepción, sin dejar de aportar ideas
y estfmulo. Me impresionó especialmente que
la APP invitara a aportar opiniones diversas
durante el prolongado periodo de confusión
que supuso la publicación del DSM-5.
Dentro de mi propia institución, Janna
Gordon-Elliott, Joseph Murray y Susan
Samuels merecen un especial agradecemiento
por su labor de enlace e interconsulta mien-
tras yo editaba este libro, Quiero también
agradecer a Jack Barchas, Robert Michels y
Philip Wilner su dedicación al desarrollo de la
DeWitt Wallace Fund, que facilita los distin-
tos trabajos académicos departamentales, en-
tre ellos el libro que nos ocupa.
Muchas personas aportaron sugerencias y
casos. Entre ellas están los miembros del co-
mité editorial y los autores, así como Michael
First, Mary Margaret Glcason, Dagmar Her-
zog, Steven Hyman, Kenneth Kendler, Ron
Kessler, Seth Kleinennan, Christin Kidd, Da-
vid Kupfer, Akshay Lohitsa, Elizabeth Nie-
miec, Charles O'Brien, John Oldham, Babu
Rankupalli y Samuel Weisblatt.
Los cinco jóvenes psiquiatras que formaron
parte del comité editorial de este libro (citados
en la página XVI) se seleccionaron entre el
magnífico grupo de residentes del Presbyte-
rian Hospital/Weill Comell Medica! College
de Nueva York. Ayudaron a estructurar el li-
bro, a crear los casos y a editar los originales.
Aunque acabaron su residencia al enviarse el
libro a imprenta, todos hicieron importantes
aportaciones al producto finaL
La colaboradora más importante de mitra-
bajo ha sido, ahora y siempre, mi editora y crí-
tica de 3 años de edad Katherine Barnhill, que
nos sugirió que incluyéramos «montones de
ilustraciones».Aunque, finalmente, el librono
contiene coloridos dibujos ni fotografías, espe-
ramos que sí tenga esa clase de «cuadros)) clí-
nicos que dan vida al diagnóstico y permiten
entender y tratar mejor a las personas concre-
tas que acuden a nosotros en busca de ayuda.
).W.B.
XV
ERRNVPHGLFRVRUJ
Comité Editorial
• Jonathan Avery, M.D., Fellow in Addiction
Psychi.atry, New York Uni· versity School of
Medicine
• Anna. Dickerman, M.D., Fellow in Psycho-
somatic Medicine, New York- Presbyterian
Hospital/Columbia University Medica!
Center
• Alexander Harris, M.D., Ph.D., Post- docto-
ral Fellow in the Affective, Anxiety, and Re-
lated Disorders; Research Fellow, Depart-
xvi
ment of Psychiatry, Columbia University
College of Physicians and Surgeons
• Robert Haskell, M.O., Fellow in Child and
Adolescent Psychiatry, University of Cali-
fornia, Los Angeles
• Raymond Raad, M.D., M.P.H., Re- search
Fellow in Forensic Psychiatry, New York
State Psychiatric Institute; Psychoanalytic
Candidate, Columbia University Ce:nter for
Psychoanalytic Training and Research
DSM-5@ Casos clinicos
1
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:1
11
l.
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1
'1
:1
1
Colaboradores
Jamle Miller Abelson, M.S.W.
University of Michigan, Ann Arbor, MI
Salman Akhtar_ M.O.
Jefferson Medica! College, Philadelphia, PA
George S, Alexopoulos, M.D.
Weill Curnell Medica! College, New York, NY,
and New York~Presbyterian Hospital, White
Plains, NY
Margaret Alternos, M.D.
Weill Cornell Medica! College and New
York~Presbyterian Hospital, New York, NY
Paul S. Appelbaum, M.D.
Columbia Univcrsity College of Physicians
and Surgeons and New York State Psychiatric
lnstitute, New York, NY
Evelyn Attia, M.O.
Columbia University College of Physicians
and Surgeons and Weill Cornell Medica!Colle-
ge, Ncw York, NY; New York~Presbyteria11
Hospital, White Plains, NY
Jonathan Avery, M.O.
NewYork University :3chool ofMedicine, New
York,NY
Elizabeth L. Auchincloss, M.D.
Weill Cornell Medical College and New
York~Presbyterian Hospital, New York, NY
Richard Balan_ M.O.
Wayne State University, Detroit, MI
John W. Bamhill, M.D.
Weill Cornell Medica! College and New
York·Presbyterian Hospital, New York, NY
Anne E. Becker, M.D., Ph.D.
Harvard Medica! School and Massachusetts
General Hospital, Boston, :MA
Eugene Beresin, M.D.
Harvard Medica! School and Massachusetts
General Hospital, Boston, MA
Silvia Bemardi, M.D.
Columbia University College of Physicians
and Surgeons and New York~Presbyterian
Hospital, New York, NY
Carlos Blalco, M.D., Ph.D.
Columbia University College of Physicians
and Surgeons and New York State Psychiatric
Institute, New York, NY
Susan BOgels, Ph.D.
University of Amsterdam, Amsterdam, The
Nctherlands
Robert Boland, M.O.
Alpert Medica! School of Brown University,
Providence, RI
James A. Bourgeois, O.D., M.D.
University of California, San Francisco, School
of Medicine, San Francisco, CA
Benjamin Brody, M.O.
Weill Cornell Medical College and New Yor~
kPresbyterian Hospital, New York, NY
xvii
ERRNVPHGLFRVRUJ
¡i
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1
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OebQrah L. Cabaniss, M.O.
Columbia University College of Physicians
and Surgeons, New York, NY
Kristin Cadenhead, M.D.
UniversityofCalifornia, SanDiego, La }olla, CA
Jason P. Caplan, M.D.
Creighton University School of Medicine and
St. Joseph's Hospital and Medical Centcr,
Phoenix,AZ
Emil F. Coccaro, M.O.
University of Chlcago, Chlcago, IL
Victoria E. Cosgrove, M.O.
Stanford University School of Medicine, Stan~
ford, CA
Catherine Crone, M.O.
GeorgeWashingtonUniversity, Washington_ OC
Jessica Daniels, M.O.
Weill Corncll Medical College and New
York~Presbyterian Hospital, New York, NY
Lori L. Davis, M.D.
University of Alabama at Birmingham and
Tuscaloosa VA Medical Center, Tuscaloosa, AL
Anna Dickerman, M.O.
Columbia University Medical Center and New
York~PresbyterianHospital, New York, NY
Andrea OiMartini, M.O.
Univcrsity of Pittsburgh Medical Center and
Western Psychiatric Institute and Clinic, Pitts-
burgh,PA
Arden Dingle, M.O.
EmoryUnivcrsitySchoolofMed.icine,Atlanta,GA
Coreen Domingo, Dr.P.H.
Baylor College of Medicine, Houston, TX
Cario Faravelli, M.D.
Univcrsity of Florence, Florence, Italy
xviii
J. Paul Fedoroff, M.O.
University ofOttawa, Ottawa, Ontario, Canada
Lorena Femández de la Cruz, Ph.O.
King'sCollegeLondon, London, UnitedKingdom
Stephen J. Ferrando, M.O.
Weill Cornell Medical College, New York, NY,
and New York-Presbyterian Hospital, White
Plains,NY
Robert L. Findling, M.D., M.B.A.
Johns Hopkins School of Medicine, Baltimore,
MD
Eve K. Freidl, M.O.
Columbia University Medica! Center and New
York~Prcsbyterian Hospital, New York, NY
Matthew J. Friedman, M.D., Ph.D.
Geisel School of Medicine at Dartmouth, Ha~
nover,NH
Richard A. Friedman, M.O.
Weill Cornell Medkal Collegc and New
York-Presbyterian Hospital, New York, NY
James E. Galvin, M.O., M.P.H.
New York University School of Medicine, New
York,NY
Michael Gitlin, M.D.
Geffen School of Medicine at the University of
California, Los Angeles, Los Angeles, CA
Joseph F. Goldberg, M.D.
Icahn School of Medicine at Mount Sinai, New
York, NY
Janna Gordon-Elliott, M.O,
Weill Cornell Medica! College and New
York-Presbyterian Hospital, New York, NY
Cynthia A. Graham, Ph.D.
University of Southampton, Southampton,
United lGngdom
DSM~5@ Casos clfnicos
1
1
1
1
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1'
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1
1
1
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Robert E. Hales, M.O., M.B.A.
University of California, Davis, School of Me-
dicine, Sacramento, CA
Robert Haskell, M.O,
Geffen School of Medicine at the University of
California, Los Angeles, Los Angeles, CA
Stephan Heckers, M.D., M.Sc.
Vanderbilt University, Nashville, TN
Oonald M. Hilty, M.O.
University of California, Davis, School of Me-
dicine, Sacramento, CA
Heather B. Howell, M.S.W.
Yule School of Medicine, New Haven, CT
James Jackson,. Ph.O.
University of Michigan, Ann Arbor, MI
LiJin, 0.0.
Baylor College of Medicine, Houston, TX
Ian Jones, M.R.C.Psych., Ph.O.
CardiffUniven:;ity School of Medicine, Cardiff,
Wales, United Kingdom
Loes Jongerden, M.A.
University of Amsterdam, Amsterdam, The
Nctherlands
Vishesh K. Kapur, M.D., M.P.H.
University of Washington, Seattle, WA
Otto Kernberg, M.D.
Weill Comcll Medica! Collegc, Ncw York, N'{¡
and New York~Presbyterian Hospital, Whlte
Plains,NY
Barbara J. Kocsis, M.D.
UrriversityofCalifornia, Davis, Sacramento, CA
Thomas R. Kosten, M.O.
Baylor College of Medicine, Houston, TX
Peter D. Kramer, M.O.
Alpert Medical School of Brown University,
Providence, Rl
Colaboradores
Ryan E. Lawrence, M.O.
Columbia University College of Physidans
and Surgeons and New York~Presbyterian
Hospital, New York, NY
Christopher M. Layne, Ph.D.
University of California, Los Angeles, LosAn-
geles, CA
James L. Levenson, M.O.
VirginiaCommonwealth University School of
Medicine, Richmond, VA
Petros Levounis, M.O., M.A.
Rutgers New Jersey Medica! School and Uni-
versity Hospital, Newark, N]
Roberto Lewis-Fernández, M.O.
Columbia University College of Physiclans
and Surgeons and New York State Psychiatric
Institute, New York, NY
Russell F. Lim, M.O.
University of California, Davis, School of Me-
dicine, Sacramento, CA
Richard J. Loewenstein, M.D.
Utúversity ofMaryland SchoolofMedicine and
Sheppard Pratt Health System, Baltimore, MD
Catherine Lord, Ph.D.
Weill Cornell Medical College and New
York~Presbyterian Hospital, White Plains, NY
Dolores Malaspina, M.D., M.P.H.
New York University School ofMedicine, New
York,NY
José R. Maldonado, M.O.
Stanford University School of Medicine, Stan~
ford,CA.
David Mataix~Cols, Ph.D.
King's College I.ondon, London,.United Kingdom
Christopher McDougle, M.O,
Harvard Medica! School and Massachusetts
General Hospital, Boston, MA
Susan L. McElroy, M.O,
University of Cincinnati College of Medicine
and Lindner Center of Hope, Mason, OH
xix
ERRNVPHGLFRVRUJ
Kathllrina MeyerbrOker, Ph.D.
University of Amsterdom, Amsterdam, The
Netherlands
Thomas W. Meeks, M.O.
University of California, San Diego, La }olla,
CA
Robert Michels, M.O.
Wcill Corncll Medica! College and New
York-Presbyterian Hospital, New York, NY
Barbara L. Milrod, M.O.
Weill Cornell Medica! CoUege and New
York-Presbyterian Hospital, New York, NY
James E. Mitchell, M.O.
University of North Dakota School of Medici-
ne and Health Sciences, Fargo, ND
Lianne K. Morris Smith, M.D.
NewYork University School ofMedicine, New
York, NY
Megan Mroczkowski, M.D.
Weill Cornell Medica! College and New
York-Presbyterian Hospital, New York, NY
Cheryl Munday;. Ph.D.
University of Michigan, Ann Arbor, fv1l
Joseph F. Murray, M.D.
Weill Cornell Medica! College and New
York-Presbyterian Hospital, New York, NY
Melissa Nau, M.D.
University of California, San Francisco, San
Francisco, CA
Nam:y J. Needell, M.O.
Weill Corncll Medical College and New
York-Presbyterian Hospital, New York, NY
Jeffrey H. Newcorn. M.D.
Icahn School ofMedicine atMount Sinai, New
York,NY
XX
Edward V. Nunes, M.O.
Columbia University College of Physicians
and Surgeons and New York State Psychiatric
lnstihtte, New York, NY
Maurice M. Ohayon, M.D., D.Sc., Ph.O.
Stanford Univcrsity School of Medicine, Stan-
ford,CA
Mayumi Okuda, M.O.
Columbia UniversityMedical Center and New
York-Presbyterian Hospital, New York, NY
Maria A. Oquendo, M.O.
Columbia University College of Physicians
a11d Surgeons, New York-Prcsbyterian Hospi-
tal, and New York State Psychiatric Institute,
NewYork,NY
Brian Palen, M.O.
University of Washington, Seattle, WA
Kathy P. Parker,. Ph.O., R.N.
University of Rochester Medical Center, Ro-
chester, NY
Jttan D. Pedraza, M.O.
lcahn School of Medicine at Mount Sinai, New
York, NY
Julie B. Penzner, M.O.
Weill Cornell Medica College and New
York-Prcsbyterian Hospital, New York, NY
J. Christopher Perry, M.P.H., M.O.
McGill University, Montreal, Quebec, Canada
Friedemann Pf3.fflin, MO.
University of mm, mm, Germany
Cynlhia R. Pfeffer,. M.D.
Weill Cornell Medical College and New
York-Presbytcrian Hospital, New York, NY
Katharine A. Phillips, M.D.
Alpert Medical School of Brown University,
Providence, RI
Robert S. Pynoos, M.D., M.P.H.
Geffe:n School of Medicine at the University of
California, Los Angeles, Los Angeles, CA
DSM-5e Casos clínicos
U.aymond Raad, M.O., M.P.H.
Ncw York State Psychiatric Institute, Ncw
York,NY
Peter V. Rabins, M.O., M.P.H.
Johns Hopkins School of Medicine, Baltimore,
MD
Charles F. Reynolds III, M.D.
University of Pittsburgh School of Medicine,
Pittsbttrgh, PA
Stephen Ross, M.O.
New York University School of Medicine and
Bellevue Hospital Center, New York, NY
Anthony J. Rothscltild, M.O.
University of Massachusetts Medica! School,
Worcester, MA
David H. Rubin, M.D.
Harvard Medical School and Massachusetts
General Hospital, Boston, MA
Susan Samuels, M.O.
Weill Cornell Medica} College and New
York-Presbyterian Hospital, New York, NY
Daniel S. Schechter, M.O.
University of Geneva Hospitals and Faculty of
Medicine, Geneva, Switzerland
Lorin M. Scher, M.O.
University of California, Davis, Medical
School, Sacramento, CA
Marc A. Schuckit, M.D.
University oíCalifornia, San Diego, La]olla, CA
Charles L. Scott, M.O,
University of California, Davis, Medical Cen-
ter, Sacramento, CA
Daryl Shorter, M.D.
Baylor College of Medicine, Houston, TX
Larry J. Siever, M.O.
Icahn School of Medicine at Mount Sinai, New
York,NY
Charles H. Silberstein, M.O.
:tviartha's Vineyard, MA
Colaboradores
Daphne Sitneon, M.O.
Icahn School of Medicine at Mmmt Sinai, New
York, NY
Helen Blair Simpson, M.O., Ph.D.
Columbia University College of Physicians
and Surgeons and New York State Psychiatric
Institute, New York, NY
Dan J. Stein, M.D., Ph.O.
University of Cape Town, Cape Town, South
Africa
Alan M. Steinberg, Ph.D.
Geffen School ofMedicine at the University of
California, Los Angeles, Los Angeles, CA
Theodore A. Stem, M.D.
Harvard Medica! School and Massachusetts
General Hospital, Boston, MA
William S. Stone, Ph.D.
Harvard Medical School, Beth Israel Deaco-
ness Medica! Center and Massachusetts Men-
tal Health Center, Boston, MA
Trisha Suppes, M.O., Ph.O.
Stanford University School of Medicine, Stan-
ford,CA
Holly A. Swarlz, M.O.
University of Pittsburgh School of Medicine,
Pittsburgh, PA
Carol A. Tamminga, M.O,
University of Texas Southwestern Medica!
School, Dalias, TX
Rajiv Tandon, M.D.
University ofFlorida College ofMedicine, Gai-
nesville,FL
Rosemary Tannock, Ph.O.
University of Toronto, The Hospital for Sick
Children, Toronto, Ontario, Canada
JenniferJ. Thomas, Ph.D.
Harvard Medica! School and Massachusetts
General Hospital, Boston, MA
Ming T. Tsuang, M.D., Ph.D., O.Sc.
University ofCalifornia, SanDiego, LaJolla, CA
xxi
ERRNVPHGLFRVRUJ
Arshya Vahabzadeh, M.O.
Harvard Medica! School and Massachusctts
General Hospital, Boston, MA
John T. Walkup, M.O.
Weill Cornell Medical College nnd New
York-Presbyterian Hospital, New York, NY
Michael F. Walton, M.O.
NewYork University SchoolofMedkine, New
York,NY
Heather Warm, M.O.
University of California, San Francisco, San
Francisco, CA
Roger D. Weiss, M.O.
Harvard Medical School, Boston, MA, and
McLean Hospital, Belmont, MA
William C. Wood, M.O.
Weill Cornell Medica! College and New
York-Presbyterian Hospital, Ncw York, NY
Frank Yeomans, M.D., Ph.D.
Columbia University College of Physi-cians
and Surgeons, Ncw York, NY
Kimberly A. Yonkers, M.D.
Yale School of Medicine, New Haven, CT
Stuart C. Yudofsky, M.D.
Baylor College of Medicine, Houston, TX
Lauren C. Zaluda, B.A.
Icalm School of Medicine at Mount Sinai, New
York, NY
Declaración de intereses
Los colaboradores siguientes de este libro han declaradD
compartir intereses eronómicos oafi/Ulciones de otro tipo
con un patrocinador comercial, unfabricante de produc-
tos comerciales, un proveedor de servicios comercia/e.~,
una organización no gubernamental ouna agencia de la
Administrad6n ccmforme se enumera arontinuaci6n:
xxii
George S. Alexopoulos, M.D.-Research support:
Forest Consulting: Otsuka, Pfizer. Speakers' bureau:
AstraZeneca, Avanir, Novartis, Sunovion.
Evelyn Attia, M.D.-Rcscarch support: EH Lilly
(study medication only).
Arden Dingle, M.D.-Lecture fees: American Psy-
chiatric Association armual meeting (Psychlatry Re-
view course), 2012, 2013. 'TI'avel support: American
College of Psychiatrists, PRJ.TE meeting.
Robert L. Findling,. M.O., M.B.A.-Research su-
pport, cr:m.sulting, nnd/or speakers' bureau, 2012-2013:
American Psychiatric Publishing, AstraZeneca,
Bristol-MyersSquibb, Clinsys, Cognition Group, Eli
Lllly, Forest, GlaxoSmithKli.ne, Guilford Press,John-
son  Jolutson, KemPhann, Lundbeck, Merck, Na-
tional Tnstihltes of Health (NIH), Novartis, Otsuka,
Oxford Unlversity Press, Pfizer, Physicians Postgra-
duate Press, Rhodes Pharmaceuticals, Rache, Sage,
Shire, StanlcyMedica! Research Instihtte,SW1ovion,
Supemus Pharmaccuticals, Transcept Pharmaccuti-
cals, Validus, and WebMD.
Eve K. Freid!, M.D.-Research support; American
Academy of Child and Adolescent Psychlatry Pilot
Research Award for Junior Faculty and Child and
Adolescent Psychiatry L{esidents, supported by Li-
lly, USA LLC.
Michael Gitlin, M.D.-Speakers' bureau: Otsuka,
Bristoi-Myers Squibb.
Joseph F. Goldberg, M.D.-Speakers' bureau: AB-
traZeneca, Merck, Mylan Pharmaceuticab, Novar-
lis, Sunovian. Consultant: Avanir, Medscape, Mylan
Phannaceutkals, WebMD.
Roberto Lewis-Fernández, M.D.-Research mppcrt:
EJiLilly(R. Lewis-Fernández, principalinvestigator).
Susan L. McElroy, M.D.-Consulting/advisory board
memberships, 2012-2013: Brnckct, Corcept, MedA-
vante, Shire, Sunovion, Teva. Research support as
principal investigator or coinvestigator; Agency for
Healthcare Research and Quality, AstraZeneca,
Cephalon, Eli Lilly, f1orest, MarrioH Foundation,
Nationallnstitute of Mental Health, Orexigen The-
rapeutics, Pfizer, Shire, Takeda Pharmaceutical Co.
Ltd, Transccpt Phannaceutical. Patent: Dr. McE!roy
is an inventor on U.S. Patent No. 6,323,236 B2, Use
DSM-5@ Casos clínicos
i
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.1
1
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l
of Sullamate Derivatives for Treating Impulse Con-
trol Disorders, and, along with thepatent's assig:nee,
University of Ch1cinnati, Cincinnati, OH, has recei-
vcd paymentsfromJolmson  Johnson Pharmaceu-
tical Rcscarch  Development, LLC, whlch has ex-
clusive rights tmder the patent.
Barbara L. Milrod, M.D.-Research support: Brain
and Behavior Re~earch Foundation, a fund in the
New York commun.ity tmst established by DeWitt
Wallace. Royalties; Taylor  Francis.
Edward V, Nunes, M.D.-Research support: Alker-
mes/Cephalon Inc. (mcdication for research stu-
dies), HealthSim LLC (Web-based behavioral inter-
vention for a research study in data analysis),
Reckitt-Bencki;;er (placebo/Suboxone study kits for
research studies in data analysis), Duramed Phar-
maceuticals (oral naltrexone for a research shldy in
data analysis). Dr. Nunes (principal investigator)
receives partial support from National Institute on
Drug Abuse grant K24 DA022412.
Maria A. Oquendo, M.D.-Royalties: for use of lhe
Columbia Suicide Severity Rating Scale. Consulting:
Pfize1;, for safety evaluation of a dhlical fadlity, un-
related to the currentmanuscript. Unrestricted educa-
tiona/ grants and/or lecture fees: AstraZeneca, Bris-
tol-Myers Squibb, Eli J.illy, Janssen, Otsuko, PflZer,
Sanofi-Aventis, and Shire. Equities: Dr. Oquendo's
family owns stock in BristolMyers Squibb.
Peter V. Rabins, M.D., M.P.H.-Consulting: Legal
testimony for Janssen Pharmaceuticals.
Charles F. Reynolds 111, M.D.-Pharmaceutical su-
pportJor NIH-sponsored resm.rch studíes; Bristol-Myers
Squibb, florest, Pflzer, Lilly. Research support: Ame-
rican Foundation for Súidde Prevcntion,. Ccnter for
Medicare and Medicaid Scrviccs, Clinical and
Translational Science Institute, Corrunonwealth of
Pennsylvania, Jolm A. Hartford Found.ation, Natio-
nalCenterfor MinorltyHealth Disparities, National
Heart Lung and Blood Instihtte, National Tnstihlte
on Aging, National Instihtte of Mental Health, Na-
tional Palliative Care H.esearch Center, and Patient
Centered Outcomes Research Institute. Review
board: American Association for Geriatric Psychia-
Colaboradores
try. Patent: Dr. Reynolds is the coinvenlor (Licensed
Intcllectual Property) of psychometric analy~is of
the Pittsburgh Sleep Quality Index (PSQI)
PR010050447 (PI: E. Buysse).
Anthony J, Rothschi!d, M.D.-Research support:
Cyberonics, National Institute of Mental Health, St
Jude Medícal, and Takeda. Consulting: Allergan, Eli
Lilly, GlaxoSmithKli.ne, Noven Pharmaceuticals,
Pfizer, Shire, and Sunovion. Royalties: Amcricnn
Psychiatric Publishing (books) and University of
:Massachusetts Medical School (Rothschild Scale for
Antidepressant Tachyphylaxis RSAJW).
He1en Blair Simpson, M.O., Ph.D. -Research su-
pport for clinica1 trials: Janssen Pharmaceuticals
(2006-2012) and Neuropharm Ltd (2009). Scientifk
advisory board: Jazz Pharmaceuticals (for Luvox
CR, 2007-2008) and Pfizer (for Lyrica, 1009-2010).
Consulting: Quiltiles Inc (on thera.peutic nccds for
obsessive-compulsive disordcr, 2012). Royalties:
Cambridge Univcrsity Presa and UpToDate h1c.
Trisha Suppes, M.D., Ph.D.-Research funding or
medications for clinical grants: Elan Pharma Interna-
tional Ltd, National Institute of Mental health,
Sunovion Pharmaceuticals, VACooperative Shldies
Program. Consulting/advisory board: H. Lundbeck
A/S, Sunovion. Hanoraria: HealthmattersCME (con-
tinuing medica! education), Omnia-Prova-Educa-
tion Collaborative Inc. Royaltics: Jones  Bartlett
(formcrly compnct Clinicals). Travel support: Ameri-
canPsychiatric Association, H. LundbeckA/S, Om-
nia-Prova, Sunovion.
Rosemary Tannock, Ph.D.-Researchfunding: Pear·
son-cogmed. Travel grant:JanssenCilag (for keynote
presentation at international meeting, Stockholm).
Los siguieutes colaboradores han manifestado que no tie-
nen intereses económicos oafiliaciones que compitan en
relaci6n con el contenido de este libro:
Jamie Miller Abelson, M.S.W.
1t[argaret Altemus, M.D.
PaulS.Appelbaum, M.O.
Richard Balon, M.D.
John W. Barnhill, M.D.
Eugene Beresin, M.D.
xxiii
ERRNVPHGLFRVRUJ
Silvia Bernardi, M.O.
James A. Bourgeois, O.D., M.D.
Debotah L. Cabaniss, M.O.
Krlstin Cadenhcad, M.D.
Jason P. Caplan, M.O.
Catherine Crone, M.D.
Jessica Daniels, M.O.
L01i L. Davis, M.D.
Anna Dickerman,MD.
Andrea DiMartini, M.D.
J. Paul Fedoroff, M.O.
Stephen J. Ferrando, MD.
Matthew J. Priedman, M.O.,
PhO. James fl. Galvin, M.O.,
M.P.H. Janna Gordon-Elliott, M.O.
Stephan Heckers, M.O., M,Sc.
lJonald M. Hilty, M.O.
Heather B. Howell, M.S.W.
LiJin, D.O.
Christopher M. Laync, M.O.
James L. Levenson, M.O.
Petros Levounis, M .D.,
M.A, Russell F. Lim, M.O.
Richard J, Loewenstein, M.O.
Christopher McOougle, M.O.
Robert Michels, M.D.
xxiv
James E. Mitchell, M.O.
Lianne K. Morris Smith, M.D.
Joseph F. Mtll'ray, M.D.
Mdissa Nau, M.D.
Mayumi Okuda, M.O.
Juan D. Pedraza, M.O.
J. Chrístopher Perry, M.P.H., M.O.
Cynthia A. Pfeffer, M.O.
Katharine A. Phillips,M.D.
Robert S. Pynoos, M.O., M.PH.
Stephen Ross, M.D.
David H. Rubin,M.D.
Susan Samuels, M.O.
Lorin M. Scher, M.O.
MarcA. Schuckit, M.O.
Charles L. Scott, M.O.
Alan M. Steinberg, Ph.D.
Wtlli.am S. Stone, Ph.D.
Ming T. Tsmmg, M.O., Ph.D., D.Sc.
Arshya Vahabzadeh, M.O.
Michael E Walton, M.O.
Heather Warm, M.O.
Roger D. Weiss, M.O.
William C. Wood, M.D.
Kimberly A. Yonkers, M.O.
Lauren C. Zaluda, B.A.
DSM-!Jill Casos clínicos
'1
j
l
'1
:'
Introducción
La finalidad del libro DSM-5. Casos clínicos
es acompañar a la quinta edición del Manual
Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Men-
tales (DSM-5), creado y publicado por la Ame-
rican Psychiatric Association. Los dos libros
tienen la misma estructura básica (los títulos
de los 19 capítulos diagnósticos de este libro
son idénticos a los de los primeros 19 capítu-
los del DSM-5) y la misma finalidad principal
(la relevancia clínica). Ambos libros desgra-
nan los criterios de muchos diagnósticos psi-
quiátricos. Ambos pueden ser utilizados por
personas ajenas al ámbito de la salud mental,
aunque en ambos se subraya que el juicio clí-
nico curtido suele ser necesario para diferen-
ciar lo normal de lo patológico al hacer un
diagnóstico general, valorar determinados
criterios diagnósticos y reconocer cuadros ca-
mórbidos importantes.
Sin embargo, DSM-5. Casos clfnicos difiere
sobre todo del DSM-5 en la forma de presen-
tar la información. Cada uno de sus 19 capítu-
los presenta casos escogidos para demostrar
uno o más diagnósticos del DSM-5, y cada
uno de estos casos (103 en total) va seguido
de una breve ex:¡:ilicación diagnóstica. Algu-
nos casos se eligieron para ilustrar diagnósti-
cos frecuentes, mientras que otros pretenden
resaltarlas ambigüedades ycontroversias que
han llevado a contestar tan acaloradamente
las proposiciones del DSM-5. Las presentacio-
nes de los casos pueden contener mucha in-
fonnación, aunque no necesari.a.mente toda la
que permitiría corroborar detcnninado diag-
nóstico. Algunos pacientes son transparentes
y honestos; otros aportan información incier-
ta, incompleta, engañosa o falsa. Algunos pa-
cientes acuden por sí mismos para ser evalua-
dos ambulatoriamente; otros son llevados por
cónyuges, amigos o la policía. En algunos ca-
sos se puede llegar rápidamente a un diag-
nóstico mutuamente acordado. En otros pue-
de haber datos clave que no se descubran
hasta el final de la presentación. En otros ca-
sos más, el diagnóstico podría no estar claro
hasta después de haber clarificado el ponente
lo que quizá parecieran datos incipientes o
contmdictorios. En otras palabras, las presen-
taciones de los casos reflejan la experiencia
clínica habitual.
A cada uno de los ponentes se le pidió que
hiciera de asesor experto, explicando los pro-
cesos mentales que pudieran conducir a la
comprensión diagnóstica del paciente. El li-
mite de alrededor de 1.000 palabras para cada
caso y su explicación significa que ninguno
de ellos es exhaustivo, aunque esa misma bre-
vedad permite en el libro subrayar de qué
forma convierten los clínicos con experiencia
los datos clfuicos complejos en un diagnóstico
diferencial. También le permite al lector ad-
quirir conocimientos concretos de una sola
sentada.
A cada uno de los ponentes se le pidió que
hiciera un diagnóstico para cada caso. Como
se explica en el DSM-5, el diagnóstico princi-
pal es aquei que parece responsable de la con-
sulta ambulatoria o el ingreso hospitalario del
XXV
ERRNVPHGLFRVRUJ
paciente. También se pidió a los ponentes que
hicieran todos los diagnósticos comórbidos
que parecieran probables.
En las explicaciones de cada caso, al igua1
que en las introducciones de los capítulos, se
abordan los cambios con respecto al DSM-IV.
Además de los cambias que afectan a los dis-
tintos diagnósticos individuales, en el DSM-5
se introducen otros cambios más amplios re-
lacionados con la clasificación de los trastor-
nos. Por ejemplo, el sistema axíal desaparece,
aunque sus componentes siguen formando
parte de la evaluación clínica. En el DSM-5 se
señala que todos los diagnósticos pertinentes,
psiquiátricos y médicos, deben consignarsc
juntos en lugar de separados en los ejes 1, 11 y
lll. La atención a los problemas psicosociales
y ambientales (Eje V del DSM-IV) sigue te-
niendo importancia para la evaluación clíni-
ca. Con el fin de clasificar mejor los factores
de estrés psicosodal correspondientes, el
DSM-5 utiliza el sistema desarrollado por la
Organización Mundial de la Salud (OMS) en
los códigos V de la CIE-9 y los códigos Z que
aparecerán en la CIE-10, aún no publicada. El
eje V contenía la Evaluación Global del Fun-
cionamiento (EGF), pero este instrumento
adolecía de falta de claridad y una psicome-
tría cuestionable, lo que condujo a que en el
DSM-5 se propusiera el uso del Programa de
Evaluación de la Discapacidad de la OMS
(WHODAS, por sus siglas en inglés), incluido
en la Sección lii de dicho manual.
El segundo cambio extenso de la clasifica-
ción se refiere al agrupamiento en categorías
diagnósticas amplias que corresponden a los
problemas que afectan al desarrollo y a toda
la vida. Por ejemplo, el DSM-5 comienza por
aquellos diagnósticos que se consideran refle-
jo de procesos del desarrollo que se manifies-
tan en las primeras etapas de la vida (p. ej., los
trastornos del desarrollo neurológico), pasa
después a los diagnósticos que normalmente
evolucionan algo más tarde (p. ej., trastornos
xxvi
del espectro de la esquizofrenia, bipolares,
depresivos y de ansiedad) y concluye con los
diagnósticos más importantes para la edad
adulta y la vida tardía (p. ej., trastornos neu-
rocognitivos). A cada una de estas categorías
diagnósticas se le ha dedicado el mismo es-
fuerzo. Porejemplo,la pica abre el capítulo de
los trastornos alimentarios, mientras que el
capítulo dedicado a los trastornos depresivos
empieza por la explicación de un diagnóstico
nuevo del DSM-5, el trastorno de desregula-
ción destructiva del estado de ánimo.
En la introducción de cada capítulo y en las
explicaciones correspondientes a cada caso se
exponen con más detalle los cambios introdu-
cidos en el DSM-5.
El libro DSM-5. Casos clínicos se ha estruc-
hlrado para abordar específicamente los diag-
nósticos que figuran en los primeros 19 capí~
tulos de la Sección TI del DSM~5. (La Sección 1
es una introducción.) Los aspectos derivados
de los capítulos finales de la Sección 11 se dis-
cuten en los casos a lo largo de todo el libro.
Por ejemplo, el capítulo 21 del DSM~5 está
dedicado a los efectos adversos de la medica-
ción, como el síndrome neuroléptico maligno
o la distonía inducida por medicamentos. En
el capítulo 22 de la Sección 11 se describen si-
tuaciones que podrían ser merecedoras de
atención clínica pero que no constituyen tras-
tornos mentales. Entre ellas están los proble-
mas familiares, económicos y psicosociales de
otro tipo, que se detallan con varias docenas
de códigos Vy Z, como se dijo anteriormente.
Al igual que los efectos adversos de los medi-
camentos, estos problemas psicosociales se
abordan en los casos correspondientes a lo
largo de todo el libro.
Aunque los criterios diagnósticos de la Sec~
ción 11 del DSM-5 han sido objeto de extensas
revisiones, aún no existen datos científicos
que respalden el uso generalizado de las he-
rramientas, técnicas y diagnósticos que apa-
recen en la Sección III. No obstante, en el libro
DSM-5(1 Casos clínicos
i
¡,
DSM-5. Casos clfnicos sí se tienen en cuenta
algunas de estas herramientas (p. ej., la entre-
vista de formulación cultural) y diagnósticos
(p. ej., los nuevos modelos para el diagnóstico
de los trastornos de la personalidad, el sín~
drome de psicosis atenuada y la autolesión no
suicida) de la Sección III. El DSM-5 concluye
con un apéndice en el que se explican algw1os
de los cambios con respecto al DSM-IV, un
glosario de términos técnicos y un glosario de
conceptos culturales acerca del malestar. En el
OSM-5. Casos clínicos se incluyen ejemplos en
los que se usan estos elementos, aunque se
anima al lector a leer el DSM-5, donde encon-
Introducción
trará una explicación más detallada de todos
los aspectos diagnósticos de la psiquiatría.
Laspersonas sufren a causa de muchos tipos
de conductas, sentimientos y pensamientos, y
el manual diagnóstico de nuestra profesión, el
DSM-5, refleja el conocimiento científico de
esta complejidad. No obstante, sin sabiduría
clínica, ni siquiera el mejor tratado generará un
conocimiento eficaz de nuestros pacientes. El
libro DSM-5. Casos clfnicos pretende ayudamos
a cultivar nuestra propia pericia clínica y a
aprender la forma de usar eficazmente los co-
nocirni.e:ntos más actuales de nuestra profesión
en lo referente al diagnóstico psiquiátrico.
xxvii
ERRNVPHGLFRVRUJ
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'
Nota sobre este libro
El elemento central del libro DSM-5. Casos
clínicos son las presentaciones y explicaciones
de los casos que contiene. Estos casos se han
agrupado de forma que coincidan con las ca-
tegorías diagnósticas del DSM-5; así, un caso
con diagnóstico principal de autismo figurará
en el primer capítulo, entre los trastornos del
desarrollo neurológico. Algunos casos se eli-
gieron de forma que presentaran comorbili-
dad, controversias y ambigüedades, pero mu-
dtos otros se escogieron para reflejar ejemplos
relativamente claros de los trastornos del
DSM-5.
A los autores de los casos y explicaciones se
les pidió que trabajaran con una serie de res-
tricciones. Los supuestos debían ser breves.
Tenían que centrarse en el diagnóstico y no en
el tratamlento. Además de demostrar la apli-
cación concreta de los criterios del DSM-5, los
autores podfan optar por explorar el diagnós-
tico diferencial, la comorbilidad o la formula-
ción cultural, aunque no tenían forma de ago-
tar los temas al encontrarse limitados a unas
500 palabras. Se les pidió también que hicie-
ran los diagnósticos basándose en el material
del caso. Dado que los casos son breves y a
menudo intencionadamente incompletos, la
explicación diagnóstica concluye a veces con
el mismo tipo de certeza provisoria que se ob-
serva frecuentemente en la clínica. Finalmen-
te, como las explicaciones pretenden fomen-
tar el estudio, se pidió a los autores que
recomendaran lechtras en lugar de citar refe-
rencias bibliográficas.
Los casos se basan en pacientes reales cuya
identidad se ha disfrazado. Una vez finaliza-
dos los casos y sus explicaciones, los editores
eligieron nombres para todos los pacientes.
Iln el protocolo se pedía que los nombres se
escogieran por orden alfabético, indicándose
solo el nombre de pila de los pacientes de me-
nos de 20 años de edad. Procuramos elegir
nombres que reflejaran el mosaico cultural
estadounidense y que, por azar, no coincidie-
ran con los de personas que pudieran confun-
dirse con pacientes reales de los autores; si
cualquiera de los nombres y rasgos clinicos
incluidos recordara casualmente a alguna
persona real, tal coincidencia seria la que he-
mos intentado concretamente evitar.
xxix
ERRNVPHGLFRVRUJ
.
'!
Trastornos del desarrollo
neurológico
1NTRODUCCIÓN
Robert Haskell, M.D.
En su forma de abordar la enfermedad men-
tal recorriendo las etapas de la vida del pa-
ciente, el DSM-5 comienza lógicamente por
los trastornos del desarrollo neurológico.
Como grupo, estos trastornos se diagnostican
normalmente en la lactancia, la infancia o la
adolescencia. lndividualmente, estos trastor-
nos han sido objeto de una labor de poda, re-
organización y clarificación que abarca uno
de los cambios más debatidos del DSM-5, el
que afecta a la definición y los criterios diag-
nósticos del autismo.
Enel DSM-5, el trastorno del espectro del au-
tismo describe pacientes que antes se dividían
entre el trastorno autista, el trastorno de Asper-
ger, el trastorno desffitegrativo infantil, el tras-
torno de Rett y el trastorno generalizado del
desarrollo no especificado. Estos ya no se consi-
1
deran entidades clínicas separadas. Entre los
nuevos criterios nos encontramos; 1) deficien-
cias persistentes y generalizadas de la comuni-
cación social y la interacción social, y 2) patro-
nesrestrictivosyrepetitivosdecomportamiento,
intereses y actividades. Según la definición ac-
tual, el trastorno del espectro del autismo (JEA)
puede subdividirse por la presencia o ausencia
de deterioro intelectual o de alguna enferme-
dad física asociada. Además, la identificación
de tres niveles de gravedad ayuda a esclarecer
lanecesidad deservicios adicionales decarácter
social u ocupacional. Por ejemplo, un paciente
que requiera «apoyo muy considerable» podría
presentar inflexibilidad conductual extrema o
poseer 20 palabras de habla inteligible.
El trastorno por déficit de atención con hi-
peractividad (TDAH) se sigue subdividiendo
ERRNVPHGLFRVRUJ
en dos dimensiones sintomáticas (inatención
e hiperactividad/impulsividad), siendo re-
quisito indispensable lu presencia de al menos
seis síntomas de ambas dimensiones o de cual-
quiera de ellas. Por ejemplo, la inatención po-
dría notarsc en la presencia de comportamien-
tos tales como cometer errores por descuido,
no completar los deberes en casa y perder li-
bros. Entre los criterios de la hiperactividad/
impulsividad se encuentran el no estarse
quieto, la impaciencia y la verborrea. El diag-
nóstico de TDAH está generalmente incom-
pleto sin la inclusión de los especificadores
dimensionales (falta de atención predomi-
nante, hiperactividad/impulsividad predo-
minante o presentación combinada). Varios
de estos síntomas deben haber estado pre-
sentes antes de los 12 años de edad, siendo
este un cambio con respecto a los requisitos
del DSM-IV, donde los síntomas causantes
del deterioro debían estarpresentes desde an-
tes de los 7 años de edad. Otro cambio es la
tante, el diagnóstico ya no depende de prue-
bas de inteligencia formales. Ahora, el DSM-5
invita al clínico a realizar una evaluacióninte-
grada de la gravedad de leve a profunda, de
acuerdo con tres dominios biográficos impor-
tantes: conceptual, social y práctico. Por ejem-
plo, una persona con discapacidad intelectual
grave podría entender escasamente concep-
tos tales como el tiempo o el dinero, podría
usar el lenguaje para comunicar pero no para
explicar, y probablemente precisaría ayuda
para todas las actividades de la vida diaria.
Entre los trastornos de la comunicación
que debutan en la niñez están el trastorno del
lenguaje (anteriormente dividido en trastor-
no de la expresión y trastorno de la recepción
del lenguaje); el trastorno fonológico, en el
que el paciente tiene deteriorada la capacidad
de producir los elementos fonológicos de las
palabras pero carece de alteraciones físicas
congénitas o adquiridas que expliquen dicho
deterioro; el trastorno de la fluidez de inicio
reducción del número de criterios sintomáti- en la infancia (tartamudeo), y un diagnóstico
cos para los adultos, que pasa de seis a cinco
dentro de cada dimensión. Estos dos últimos
cambios se deben al hecho de que la «relaja-
ción» de los criterios permite identificar a per-
sonas con síntomas, malestares y disfuncio-
nes muy pare:idas a las de las personas ya
diagnosticadas de TDAH y a las que podría
convenir la atención clínica. Como sucede en
todo el DSM-5, depende del médico diagnosti-
car únicamente a las personas que cumplen los
criterios sintomáticos y cuyo malestar y dis-
función alcance un umbral clínico relevante.
Haciéndose eco de los textos jurídicos fe-
derales y de las palabras usadas por los facul-
tativos más sensibles, el DSM-5 ha sustituido
el término retrMo mental por el de discapacidad
intelectual. Los tres criterios principales si-
guen siendo los mismos: deficiencias de las
funciones intelectuales y la adaptación (en
ámbitos como la comunicación, el trabajo o el
ocio) e inicio a una edad temprana. No obs-
2
nuevo, el trastorno de la comunicación social
(pragmático), en el que el paciente presenta
problemas persistentes con el uso social de la
comunicación verbal y no verbal: muy proba-
blemente un diagnóstico acertado para algu-
nos de los individuos que presentan rasgos
de TEA pero no cumplen todos los criterios.
El trastorno específico del aprendizaje es un
nuevo diagnóstico genérico del DSM-5. Los
especificadores de lectura, expresión escrita y
matemáticas tienen por objeto ayudar a profe-
sores y padres a atender de forma más concre-
ta las necesidades académicas del niño.
El capítulo de los trastornos del desarrollo
neurológico culmina con los trastornos moto-
res, como el trastorno del desarrollo de la coor-
dinación,. el trastorno de movimientos estereo-
tipados y los trastornos de tics. El tic es un
movimiento no rítmico, de duración breve y
comienzo brusco. Estos movimientos pueden
dividirse en tics motores, como encogerse de
DSM-510 Casos clínicos
.1
hombros y guiñar los ojos, y tics vocales, como
sorber por la nariz, resoplar y la producción es-
pontánea de m1a palabra o frase. El trastorno de
Ja Tourette es el más complejo de los trastornos
de tics y se refiere a pacientes que presentan
múltiples tics motores y al menos un tic vocal
durante más de 1ru'ío queno puedan explicarse
por una enfermedad física o los efectos fisioló-
gicos de una sustancia como la cocaína.
Inevitablemente, los trastornos del desa-
rrollo neurológico tienen síntomas en comím
con una amplia variedad de cuadros psiquiá-
tricos, y los clínicos deben abordar el diagnós-
tico diferencial entendiendo que este es mu-
cho más amplio entre los niños menores de
12 años. Los trastornos del desarrollo neuro-
lógico contribuyen a veceti a la aparición de
otros trastornos; por ejemplo, un trastorno
del aprendizaje puede causar ansiedad y nn
TDAI-1 no tratado puede volver al paciente
vulnerable al abuso de sustancias. Los casos
que se exponen a continuación trntan de des-
hacer algunos de estos nudos diagnósticos y
de explorar la comorbilidad que hace que el
tratamiento de los trastornos del desarrollo
neurológico sea una de las labores más exi-
gentes de la psiquiatría.
Lecturas recomendadas
Brown TTI (ed): ADHD Comorbiditi~s. Washing-
ton, DC, American Psychialric Publllihing, 2009.
Hansen RL, Rogers SJ (eds): Autism and Other
Ncurodcvclopmental Disorders. Washington,
OC, American Psychiatric Publishing, 2013.
Tanguay PE: Autism in DSM-5. Am JPsychiatry
168(11):1142-1144, 2011.
CASO 1.1
Una segunda opinión sobre el autismo
Catherine Lord, Ph.D.
Ashley, de 17 años de edad, fue deriva-
da para una reevaluación diagnóstica des-
pués de haber estado diagnosticada de au-
tismo y retraso mental casi toda su vida.
Hace poco le diagnosticaron un síndrome
de Kleefstra y la familia desea confirmar los
diagnósticos previos y valorar el riesgo ge-
nético para los futuros hijos de sus herma-
nas mayores.
Trastornos del desarrollo neurológico
En el momento de la :reevaluación, Ashley
asistía a un colegio especial para desarrollar
habilidades ftmdonales. Era capaz de vestirse
pero·no de ducharse sin ayuda o de quedarse
en casa sola. Podía decodificar (p. ej., leer pa-
labras) y deletrear a nivel de secundaria, pero
entendía poco de lo que leía. Los cambios de
agenda y las mayores expectativas funciona-
les tendían a volverla irritable. Cuando estaba
3
ERRNVPHGLFRVRUJ
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molesta, Ashley solía hacerse daño a !:iÍ 1n.isma
(p. ej., mordiéndose la muñeca) y a los demás
(p. ej., pellizcando y tinmdo del pelo).
En las pruebas formales realizadas durante
la reevaluación, Ashley presentó un CI no
verbal de 39 y un CI verbal de 23, siendo el CI
global de 31. Las puntuaciones adaptativas
fueron algo más altas, con una puntuación
global de 42 (siendo el promedio de 100).
Según su historia, Ashley empezó a recibir
servicios a los 9 meses de edad, después de que
los padres notaran importantes retrasos moto-
res. Empezó a caminar a los 20 meses y a ir al
cuarto de baño sola a los 5 años. Dijo sus prime-
ras palabras a los 6 años. Le diagnosticaron re-
h'aso del desurrollo a los 3 años y autismo, obe-
sidad y encefalopatía estática a los 4 años. En
tma de las primeras evaluaciones se observó
una posible dismorfología facial; las pruebas
genéticas de entonces no aportaron nada.
Los padres refirieron que Ashley sabfa cien-
tos de palabras sueltas y muchas frases senci-
llas. Le interesaban desde hace mucho las ma-
trículas de los vehículos y se pasaba horas
dibujándolas. Su mayor capacidad era la me-
moria, ypodia dibujar con precisión matrículas
de distintos estados. Ashleyhabía estado siem-
pre muy unida a sus padres y hermanas y, aun-
que era cariñosa con los bebés, su interés por
los demás adolescentes era mínimo.
Entre los antecedentes familiares de interés
de Ashley se cuentan un padre con dislexia, un
tío paterno con epilepsia y un primo materno
con posible «síndrome de Asperger). Sus dos
hermanas iban a la universidad y estabanbien.
En la exploración, Ashley aparecla como una
joven con sobrepeso que miraba poco a los ojos
y a menudo de soslayo. TeiÚa una bonita sonri-
sa y a veces se reía para sus adentros, pero sus
expresiones faciales eran apagadas casi todo el
tiempo. Nunca iniciaba la atención compartida
tratando de captar la mirada de los demás. Con
frecuencia ignoraba lo que le decían. Para solici-
tar un objeto deseado (p. ej., tma revista de por-
4
tada brillante), Ashley se mecía de un lado a
otro y apuntaba cml el dedo. Al ofrecerle un
objeto (p. ej., un animal de peluche), se lo lleva-
ba a la nariz y a los labios para inspeccionarlo.
Ashley hablaba con voz aguda y una entona-
ción poco usual. Durante la entrevista usó mtü-
tiples palabras y unas pocas frases cortas que
sonaron a memorizadas pero fueron comunica-
tivas: por ejemplo, «Quiero limpiar» y «¿Tienes
una furgoneta?.
En los meses previos a la evaluación, lot pa-
dres de Ashley observaron que la joven estaba
cada vez más apática. Una evaluación médica
concluyó que la causa más probable de sus sín-
tomas era una infección de vías urinarias, pero
los antibióticos, si acaso, parecieron aumentar
la apatía. Ulteriores evaluaciones médicas lle--
varon a realizar pruebas genéticas más am-
plias y a Ashley le diagnosticaron síndrome de
Kleefstra, un raro defecto genético que se
acompaña de múltiples problemas médicos,
incluida la discapacidad intelectual. Los pa-
dres dijeron que también a ellos les habían he-
cho pruebas y habían (dado negativo».
En concreto, los padres querían saber si los
resultados delas prudas genéticas afectaban a
los diagnósticos ya conocidos de Ashley y a su
acceso a distintos servicios en el futuro. Ade-
más, querian saber si sus otras dos hijas debían
hacerse pruebaspor el riesgo de ser portadoras
de genes relacionados con el autismo, el retra-
so mental o el sfndrome de IC!eefstra.
Diagnósticos
• Discapacidad intelectual grave.
• Trastorno del espectro del autismo acompa-
ñado de deterioro intelectual y del lenguaje
en relación con el síndrome de Kleefstra.
Explicación
Con respecto al diagnóstico, las pruebas cogni-
ti.vas de Ashley y sus escasas habilidades adap-
tativas en el dia a dfa indican que padece la difl-
DSM-5(1 Casos clfnlcos
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capacidad intelectual que contempla el DSM-5.
Además, Ashley presenta síntomas prominen-
tes de los dos criterios sintomáticos principales
del trastorno del espectro del autismo (TEA):
1) deficiencias en la comwúcación social y 2) pa-
trones restringidos y repetitivos de comporta-
miento, intereses y actividades.Ashleytambién
cumple el requisito de haber tenido síntomas en
Jns fases tempranas del desarrollo y poseer an-
tecedentes de deterioro importante que estable-
ce el DSM-5 para el TEA. Un quinto requisito
del TEA es que las alteraciones no se expliquen
mejor por la discapacidad intelectual, lo que es
un asw1tomás complicado enel caso deAshley.
Durante muchos años, clínicos e investiga-
dores han debatido los límites entre el autismo
y la discapacidad intelectual. El porcentaje de
niños y adultos que cumplen los criterios del
autismo aumenta según disminuye el CI. La
mayoría de las personas con O inferior a 30 tie-
nen TEA además de discapacidad intelectual.
Para queAshley pueda cumplir los criterios
del DSM-5 referentes tanto al TEA como a la
discapacidad intelectual, las deficiencias y
conductas específicas del TEA deben ser más
acusadas de lo que podria observarse normal-
mente en personas dotadas de desarrollo inte-
lectual. En otras palabras, si las deficiencias se
debieran solamente a lo limitado de su capad-
dad intelectual, cabría esperar que tuviera las
habilidades sociales y lúdicas del típico niño
de 3 a 4 años de edad. Sin embargo, la interac-
ción social de Ashley no se parece en nada, ni
jamás se pareció, a la de un típico preescolar.
Presenta expresiones faciales limitadas, escaso
contacto ocular e interés mínimo por sus coe-
táneos. Encomparación con su «edad mental»,
Ashley muestra importantes restricciones tan-
to en sus intereses como en la comprensión de
las emociones básicas del ser .humano. Ade-
más, presenta comportamientos que no se ob-
servan normalmente a ninguna edad.
La heterogeneidad del autismo ha ocasiona-
do importantes conflictos. Algunos, por ejem-
Trastornos del desarrollo neurol6gico
plo, aducen que los niños con discapacidades
intelectuales muy marcadas deberían excluirse
del TEA. Otros dicen que los niños con TEA de
mayor capacidad intelectual deberían clasificar-
se en una categoría propia: el síndrome de As-
perger. Las investigaciones no avalan ninguna
de estas dos distinciones. Por ejemplo, los estu-
dios indican que los niños con síntomas de au-
tismo y discapacidad intelectual grave suelen
tener hermanos con autismo y mayor capaci-
dad intelectual. Queda mucho por descubrir
acerca del TEA, pero el CI no parece constituir
el factor esencial para distinguirlo.
Desde una perspectiva pragmática, el factor
crítico es si el diagnóstico de TEA aporta o no
información que ayude a orientarel tratamiento
y la provisión de servicios. En el caso de Ashley,
el diagnóstico de TEA atrae la atención hacia
sus escasas habilidades sociales. Atrae la aten-
ción hacia las diferencias en sus motivaciones y
en sunecesidad de estructura. El diagnósiico de
1EA subraya también la importancia de obser-
var con detenimiento los aspectos positivos de
su cognición (p. ej., la capacidad memorística y
de representación visual) y los más débiles
(p. ej., comprensión, interacción social y capaci-
dad de adaptarse a los cambios). Todosellospue--
den influir en gran medida en su esfuerzo por
llevar una vida lo más independiente posible.
A los padres les preocupa también la in-
fluencia de los resultados de las recientes
pruebas genéticas sobre el tratamiento de Ash-
ley y la planificación familiar de sus herma-
nas. Hay cientos de genes que pueden inter-
venirenlos complejosproblemasneurológicos
que conlleva el autismo, pero la mayoría de
los casos de TEA carecen de un origen claro.
La enfermedad genética de Ashley, el síndro-
me de Kleefstra, se asocia claramente a disca-
pacidad intelectual y síntomas de TEA. Cuan-
do parece que hay algún cuadro físico o
genético o algún factor medioambiental im-
plicado, este se consigna como especificador,
pero el diagnóstico de TEAno se ve afectado.
5
ERRNVPHGLFRVRUJ
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:¡
:!
Conocer la causa genética de la discapacidad
intelectual y el TEA de Ashley es importante
porvarios motivos. Recuerda a los médicos que
deben explorar la comorbilidad física frecuente
del síndrome de Kleefstra, como son los proble-
mas cardiacos y renales (posiblemente causa de
sus infecciones recurrentes de vías minadas). TI1
conocimiento de la causa genética amplía tam-
bién los recursos informativos al conectar a la
familia de Ashley con oh·as familias afectadas
por este raro síndmme.
Un aspecto especialmente importante de
este nuevo diagnóstico genético es su reper-
cusión en las hermanas de Ashley. En casi to-
dos los casos publicados, el síndTOme de
Kleefstra aparece de novo, lo que significa
que la probabilidad de que alguien más de la
familia presente anomalías en la región gené-
tica afectada es extremadamente baja. En ra-
ras ocasiones, un progenitor no afectado pre-
senta una translocación cromosómica o un
mosaidsmo que conduce al síndrome, pero el
que los padres de Ashley «dieran negativo»
indica que no son portadores genéticos. Aun-
que no es necesariamente cierto en otras si-
tuaciones en las que intervienen trastornos
genéticos relacionados con el autlsmo, este
diagnóstico genético en particular indica pro-
bablemente que las hermanas de Ashley no
6
tienen mayor riesgo de tener hijos con autis-
mo. Esta información puede ser muy tranqui-
liZadora y útil para las hermanas de Ashley.
El hecho es que, aunque la genética interviene
sin duda y de manera importante en el autis-
mo y la discapacidad intelectual, la mayoría
de los casos no pueden preverse de manera
fiable y el diagnóstico t~e efectúa mediante la
observación longitudinal continuada a lo lar-
go de la infancia.
Lecturas recomendadas
Kleefstra T, Nillesen WM, Yntema HG: Kleeislra
syndrome. GeneReviews October 5, 2010.
Lord C, Pickles A: Languagc Leve! ¡¡nd nonverbal
social-conununicative behaviors in autistic and
language-delayed children. JArn Acad Child
Adolesc Psychiatry 35{11 ):1542-1550, 1996.
Lord C, Spence SJ: Autism spectrum disorders:
phenotype and diagnosis, in Understanding
Autism: From Basic Neuroscirmce to Treatment.
Editado por Moldin SO, Rubenstein JLR. Boca
Raton, FL, Taylor  Francis, 2006, pp 1-24.
Shattuck PT, Durkin M, Maenner M, et al: Timing
ofidentification among children with an autism
spectrum disorder: findings from a popula-
tion-based surveillance study. JAm Acad Child
Adolesc Psychlatry 48(5):474---483, 2009.
Wing L, Gould J: Severe impairmenls of social in-
teraction and associated abnormalities in chil-
dren: epidemiology and classlfication. JAutism
Dev Disord 9(1):11-29, 1979.
DSM~5!') Casos clinicos
,'
rl.
----------------------------------
CASO 1.2
Rabietas
Arshya Vahabzadeh, MD.
Eugene Beresin, MD.
Christopher McDougle, M.D.
Brandon es un chico de 12 años al que su
madre trajo para una evaluación psiquiátrica
porpresentar rabietas que paredan contribuir
al declive de su rendimiento escolar. A lama-
dre ¡¡e le saltaban las lágrima¡¡ al referir que
las cosas habían sido siempre difíciles, pero
que habían empeorado al llegar Brandon a
seclUldaria.
Los profesores de sexto grado referían que
Brandon era académicamente capaz, pero
poco hábil para hacer amigos. Parecía descon-
fiar de las intenciones de los compañeros de
clast' que trataban de ser agradables con él y,
sin embargo, confiaba en otros que, riéndose,
fingían estar interesados en los coches y ca-
miones de juguete que llevaba al colegio. Los
profesores habían observado que lloraba a
menudo y rara vez hablaba en clase. En los
último¡¡ meses, varios profesores le habían
oído gritar a otros chicos, generalmente en el
pasillo, pero a veces en medio de alguna cla-
se. Los profesores no habían detectado ningu-
na causa pero, en general, no habían castiga-
do a Brandon porque suponían que estaba
respondiendo a alguna provocación.
Al entrevistarlo a solas, Brandon respon-
dió con balbuceos no espontáneos a las pre-
guntas sobre el colegio, los compañeros de
clase y la familia. Sin embargo, cuando el
examinador le preguntó si le interesaban los
Trastornos del desarrollo neurológico
coches de juguete, Brandon se animó. Sacó
de la mochila varios coches, camiones y avio-
nes y, sin mirar mucho a los ojos, se puso a
hablar largo y tendido sobre los vehículos,
utilizando aparentemente sus denominacio-
nes exactas (p. ej., pala mecánica, B-52, Ja-
guar). Al preguntarle de nuevo por el cole-
gio, Brandon sacó el teléfono móvil y mostró
una serie de mensajes de texto: «¡¡¡Bobo!!!!»,
«Don tartaja», «PeRDeDoR», «¡Bicho raro!»,
«TODOS TE ODIAN». Mientras el examina-
dor leía la larga ristra de mensajes que Eran-
don había guardado pero que, al parecer, no
había enseñado a nadie, el muchacho añadió
que otros chicos le susurraban «palabras ma-
las» en clase y que después le gritaban al oído
en el vestíbulo. Y yo odio los ruidos fuer-
tes). Dijo que había pensado en fugarse, pero
que después había decidido que lo mejor era,
quizá, huir a su propio cuarto.
En cuanto al desarrollo, Brandon dijo su
primera palabra a los 11 meses de edad y em-
pezó a utilizar frases cortas a los 3 años. Siem-
pre le habían interesado mucho los camiones,
los coches y los trenes. Según la madre, ¡¡iem-
pre había sido muy tímido» y nunca había
tenido un mejor amigo. Le disgustaban los
chistes y las bromas tipicas de la niñez porque
«lo entiende todo literalmente». La madre de
Brandon venia observando desde hada mu-
7
ERRNVPHGLFRVRUJ
cho que este comportamiento era «un poco
raro», pero añadió quenu era muy distinto al
del padre, un abogado de éxito que tenia inte-
reses parecidos. Ambos eran «tiquismiquis
con las rutinas~ y «Sin :;entidu del humor),
En la exploración., Brandon se mostró túni-
do )~ por lo general, nada espontáneo. El con-
tacto ocular era inferior al promedio espera-
ble. El discurso era coherente e intencional.
En ocasiones, Brandon se trabucaba con las
palabras, hada pausas excesivas y a veces re-
petía rápidamente palabras o partes de pala-
bras. Brandon dijo que se encontraba bien
pero ru.ladió que le daba miedo el colegio. Pa-
recía triste y solo se animaba al hablar de sus
coches de juguete. Negó tener ideas suicidas
u homicidas. Dijo no tener síntomas psicóti-
cos. La cognición estaba intacta.
Diagnóstico
• Trastorno del espectro del autismo sin dete-
rioro intelectual acompañante y con dete-
rioro asociado del lenguaje: trastorno de la
fluidez deinicio en la infancia (tartamudeo).
Explicación
Brandon presenta síntomas compatibles con el
trastorno del espectro del autismo (TEA), un
diagnóstico nuevo del DSM-5. En el TEA se in-
corporan varios trastornos previamente separa-
dos: el trastorno autista (autismo), el síndrome
deAspergery el trastorno generalizadodel desa-
rrollo no especificado. El TEA se caracteriza por
doscategorías sintomáticasprincipales: deficien-
cias de la comunicación social y un conjtmto fijo
de intereses y comportamientos repetitivos.
Es obvio que Brandon tiene problemas
considerables en las relaciones sociales con
sus compañeros. Es incapaz de entablar amis-
tades, no participa en juegos interactivos y le
cuesta percibir las señales sociales. A las per-
sonas con TEA les resulta normalmente difícil
8
interpretar correctamente la relevancia de las
expresiones faciales, el lenguaje corporal y
otras conductas no verbales. Brandon carece
de sentido del humor y «lo entiende todo lite-
ralmente». Estos síntomas cumplen los crite-
rios de las deficiencias de la comunicación
social que contempla el DSM-5.
En cuanto al segundo dominio sintomático
del TEA, Brandon presenta intereses fijos y
comportamientos repetitivos que le ocasio-
nan malestar significativo. Parece que le apa-
sionanlos coches y los trenes, le interesa poco
todo lo demás y aparentemente no se da
cuenta de que los otros chicos podrían no
compartir su entusiasmo. Necesita mtismi-
dadl y la alteración de la rutina provoca ma-
lestar. En consecuencia, Brandon cwnple los
dos criterios sintomáticos principales del
DSM-5 con respecto al TEA.
Brandon también se trabuca con las pala-
bras, hace pausas excesivas y repite palabras o
fragmentos de palabras. Estos síntomas son
compatibles con la tartamudez, clasificada
como uno de los trastornos de la comunicación
en el DSM-5 con el nombre de trastorno de la
fluidez de inicio en la infancia. Tipicamente
persistente y caracterizado por repeticiones o
alargamientos frecuentes de los sonidos, pala-
bras fragmentadas, pausas al hablar y circun-
loquios, el trastorno de la fluidez de inicio en
la infancia puede producir una importante dis
función social, académica y ocupacionaL
Otros trastornos de la comtmicación del
DSM-5 son la dificultad para hablar (trastor-
no fonológico), los problemas con el uso del
lenguaje hablado y escrito (trastorno del len-
guaje) y las dificultades con los usos sociales
de la comunicación verbal y no verbal (tras-
torno de la comunicación social [pragmáti-
co}). Aunque en el caso presentado no se ob-
servan estos problemas, se debería evaluar en
Brandon la presencia de todos ellos, pues los
deterioros del lenguaje forman normalmente
parte del TEA y aparecen como especificado-
DSM-5© Casos clinicos
1
i
res de este trastorno más que como diagnósti-
cos comórbidos separados.
Antes del DSM-5, Brandon habría cumpli-
do los criterios del síndrome deAsperger, que
servía para identificar a tm grupo de indivi-
duos con los rasgos nucleares del autismo
(deficiencias sociales e intereses fijos) e inteli-
gencia normal. Sin embargo, quizá por com-
partir síntomas del espectro autista con su
propio padre, a Brandon se le veía como «tm
poco raro)) pero sin problemas merecedores
de una atención clínica especial. La falta de
diagnóstico ayudó a que Brandon se convir-
tiera en víctima indefensa del acoso escolar,
hecho nada infrecuente entre las personas con
TEA. Sin intervenciones adecuadas para sus
síntomas autistas y su tartamudez, Brandun
corre un gran riesgo de padecer trawnas psi-
cológicos constantes y fracaso académico.
Lecturas recomendadas
Sterzing PR, Shattuck PT, Narendorf SC, ct al:
Bullying involvement and autism spectrum
disorders: prevalence and correlates ofbullying
involvement among adolcscents with an autism
spectrum disorder. Arch Pcdiatr Adolesc Mcd
166(11):1058-1064, 2012.
Toth K, King BH: Aspcrger's syndromc: diagnosis
and treatment. Am JPsychiatry 165(8):958-963,
2008.
CASO 1.3
Problemas académicos
Rosemary Tannock, Ph.D.
Carlos, un estudiante universitario hispa-
noamericano de 19 años de edad, acudió a
una consulta de atención primada para que lo
ayudaran con sus problemas académicos.
Desde que empezó la universidad hacía 6me-
ses, había rendido poco en los exámenes y se
había mostrado incapaz de cumplir su pro-
gramade estudios. La preocupación de que le
acabaran suspendiendo y echando de la uni-
versidad le provocaba insomnio, mala con-
centración y sensación general de desespe-
ranza. Después de 1 semana especialmente
'Irastornos del desarrollo neurológico
dura, regresó a casa inesperadamente y co-
municó a su familia que creía que debía dejar
los estudios. La madre lo llevó enseguida al
centro donde ya habían ayudado previamen-
te a Carlos y a su hermano mayor. La madre
se preguntaba en concreto si el «TDAH) de
Carlos podía ser el problema o si ya lo había
superado gracias a la edad.
A Carlos ya lo habían visto en ese mismo
centro a los 9 años, momentu en que le diag-
nosticaron un trastorno por déficit de aten-
ción con hiperactividad (TDAH) de presenta-
9
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ción combinada. Las notas de aquella eva-
luación clínica indicaban que Carlos había te-
nido problemas escolares por no seguir las
instrucciones, no hacer los deberes, levantar-
:;e del asiento, perder cosas, no esperar su tur-
no y no escuchar. Le costaba concentrarse ex-
cepto en los vidcojuegos, a los que «podía
jugar durante horas~. Carlos, aparentemente,
había empezado a hablar tardíamente, pero el
parto y el desarrollo habían sido por lo demás
normales. La familia había emigrado a Esta-
dos Unidos desde México cuando Carlos te-
nía 5 años. Este había repetido el primer gra-
do por inmadurez conductual y problemas
para aprender a leer. No se observó la facili-
dad con que Carlos había aprendido inglés,
su segnnda lengua.
Durante la evaluación llevada a cabo a los
9 años de edad, la valoración psicoeducativa
de un psicólogo clínico confirmó que Carlos
tenia problemas de lectura (especialmente
problemas de fluidez y comprensión). Sin
embargo, Carlos no cumplía los criterios de la
junta escolar para la discapacidad de aprendi-
zaje, que exigían una discrepancia docum€11-
tada de 20 puntos entre el CI y el rendimiento.
Por ello, no pudo ser candidato a los servicios
de educación especial. El médico de atención
primaria de Carlos le había recomendado una
fat·macoterapia, pero la madre no quiso darle
medicación. En cambio, refirió que se había
buscado un trabajo extra para pagar tutores
que flyudaran a su hijo «con la concentración
y la lectura».
Desde que había empezado la universidad,
Carlos refirió que con frecuencia no había podi-
do concenlTarse en la lectura y las clases. Se dis-
traía con frecuencia y tenfa problemas para en-
tregar a tiempolos trabajos. Se quejó de sentirse
inquieto, agitado y preocupado. Refirió dificul-
tades para conciliar el sueño, poca energía e :in-
capacidad para (divertirse» como sus compa-
ñeros. Dijo que los síntomas depresivos «iban y
venían durante la semana, pero que no pare-
10
cían influir en sus problemas de concentración.
Afirmó que no consumía ninguna sustancia.
Carlos dijo que en el bachillerato había te-
nido muy buenos profesores que lo habían
comprendido, ayudado a entender lo que leía
y permitido grabar en audio las clases y em-
plear otros formatos (p. ej., vídeos, wikis, pre-
sentaciones visuales) para los trabajos finales.
Sin este apoyo en la universidad, dijo que se
sentía «solo, estúpido, fracasado e incapaz de
salir adelante».
Aunque el profesor de bachillerato se lo
había aconsejado, Carlos no se inscribió en la
oficina de servicios para estudiantes con dis-
capacidad de la universidad. Prefería que no
lo consideraran distinto a sus compañeros y
pensaba que debía ser capaz de superar la
universidad por sí mismo.
Los antecedentes familiares de Carlos eran
positivos para el TDAH en la persona de su
hermano mayor. El padre, que había muerto
cuando Carlos tenía 7 años, había tenido alpa-
recer «d:islexia» y lo habían echado de una uni-
versidad pública local al cabo de tul semestre.
En la exploración, Carlos iba vestido con
unos vaqueros limpios, una camiseta y una su-
dadera cuya capucha se echaba una y otra vez
sobre la cara. Pennanecta sentado, quieto y en-
corvado. Suspiraba constantemente y rara vez
miraba al clínico a los ojos. Tamborileaba los
dedos con frecuencia y se :removía en el asiento,
pero era educado y respondía debidamente a
lus preguntus. Su dominio del inglés parecíu só-
lido, pero hablaba con un ligero acento español.
A menudo balbuceaba y pronunciaba mal algu-
nas palabrus de varias sílabas (p. ej., decía «lite-
raltura~ en lugar de literatura~ e intllnar»
cuando quería decir ((intimidar~). Dijo que no
tenía pensamientos suicidas. Parecía tener una
conciencia razonable de sus problemas.
Carlos fue derivado a un psicólogo para
hacerle más pruebas. La reevaluación psico-
educativa confirmó que la capacidad de lec-
tura y escritura de Carlos era considerable y
DSM-5 Casos clínicos
cuantificablemente húerior a la esperable
para su edad. El informe aclaraba que estos
problemas de aprendizaje no eran atribuibles
a discapacidad intelectual, problemas no co-
rregidos de visión o audición, adversidad psi-
cosocial o falta de dominio del idioma de la
enseñanza académica. Concluía diciendo que
Carlos tenía problemas específicos con la flui-
dez y comprensión de la lectura, y con la or-
tografía y la expresión escrita.
Diagnósticos
• Trastorno por déficit de atención con hlpe-
ractividad, de presentación predominante
con falta de atención y de gravedad entre
leve y moderada.
• Trastorno específico del aprendizaje con
afectación de los dominios de lectura (flui-
de7. y comprensión) y expresión escrita (or-
tografía y organización de la expresión es-
crita), todo ello actualmente de gravedad
moderada.
Explicación
Carlos tiene antecedentes de TDAH. Cuando
se le evaluó a los 9 rulos de edad, los criterios
del DSM-IV para el TDAH requerían seis de
los nueve síntomas enumerados en cualquiera
de sus dos categorías: inatención o hipe:ractivi-
dad-impulsividad (además del inicio antes de
los 12 años). Le diagnosticaron un TDAH de
tipo combinado, indicando de esta forma que
el especialista había detectado al menos seis
síntomas de cada una de estas esferas.
Carlos se presenta ahora a los 19 años de
edad y el informe del caso indica que tiene cinco
síntomas distintos de falta de atención y dos
síntomas de hiperactividad-impulsividad. Esto
parece indicar una mejoría sintomática. La re-
misión parcial del TDAH es frecuente con la
edad, sobre todo en lo referente a los síntomas
de hiperactividad. Conforme al DSM-IV, el
TDAH de Carlos se diría que ha remitido. Sin
Trastornos del desarrollo neurológico
embargo, el DSM-5 posee un umbral más bajo
de cinco síntomas en cada categoría en lugar de
seis. En consecuencia, Carlos sí cumple este cri-
terio diagnóstico del TDAH.
No obstante, es importante buscar explica-
ciones alternativas al TDAH y una posibili-
dad sería que los síntomas actuales pudieran
explicursc mejor por un trastorno del ánimo.
Durru1te los 6 últimos meses, Carlos ha tenido
síntomas ansiosos y depresivos, pero su ina-
tención y escasa concentración no parecen li-
mitarse a estos episodios ni estar exacerbados
por ellos. Sus síntomas de TOAR son cróni-
cos y el trastorno se inició en la niñez sin tras-
tornos del ánimo o de ansiedad concurrentes.
Más aun, los síntomas depresivos de la pre-
sentación parecen haber durado tan solo alre-
dedor de 1 semana, mientras que los proble-
mas académicos son crónicos.
Los problemas académicos son frecuentes
en el TDAH incluso en ausencia de un trastor-
no específico del aprendizaje (TEAp), aunque
los TEAp también constituyen unacomorbili-
dad frecuente del TDAH. Incluso .:mtes de
repetir las pruebas psicológicas, Carlos pare-
óa tener diversos antecedentes problemáticos
capaces de aumentar la probabilidad de un
TEAp. La aparición del habla se retrasó en su
idioma materno, el español; la lectura se desa-
rrolló lentamente tanto en español como en
inglés, y recibió ayudas docentes (con las que
consiguió rendir) en el bachillerato. Todo ello
indica un TEAp, al igual que los antecedentes
familiares de problemas de aprendizaje.
La anterior evaluación psicoeducativa de
Carlos no pudo confirmar un trastorno del
aprendizaje porque no cumplía la discrepan-
da exigida para su diagnóstico entre el CI y el
rendimiento. Partiendo de una década más
de datos, el DSM-5 ha eliminado este criterio
de discrepancia en el TEAp. Este cambio ha
convertido en razonable la derivación de los
pacientes en plena adolescencia tardía para
su reevaluación.
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Las pruebas psicológicas repetidas indican
un TEAp de intensidad moderada. Como los
problemas de aprendizaje ya empezaron enla
edad escolar y siguen causando deterioro aca-
démico, Carlos .~umple los criterios diagnós-
ticos del DSM-5 pF..ra elTEAp. Al ser capaz de
docwnentar tanto un TDAH como un TEAp,
Carlos podrá acceder a ayudas académicas
que deberán permitirle continuar con mayor
solidez sus estudios universitarios.
Lecturas recomendadas
Frazier TW, Youngstrom EA, Glutting JJ, Watkins
MVV: ADHD and achievement: meta-analysis of
the child, ndolescent, and adult litcmtures and
a concomitant study with college students. J
Learn Disabil40(1):49-65, 2007.
Sexton CC, Gelhorn H, Bell JA, Classi PM: The
co-occurrence of reading disorder and ADHD:
epidemiology, treatment, psychosocial impact,
and economicborden. JLearnDisabi145(6):538---
564, 2012.
Svetaz MV, Ireland M, Dlum R: Adolescents with
learning disabilities: risk and protcctivc factors
associated with emotional well-being: findi.ngs
from the National Longitudinal Study of Ado-
lescent Health. JAdolesc Health 27(5):34(}...348,
2000.
'l'urgay A, Goodman DW, Asherson P, et al: Lifes-
pan persistence of ADHD: the life transition
model and its applications. J Clin Psychiatry
73(2):192-201, 2012.
CASO 1.4
Problemas escolares
Arden Dingle, M.O.
Daphne, una chica de 13 años cte noveno
grado, fue traida para efectuarle tma evalua-
ción psiquiátrica por presentar problemas
académicos y conductuales. Le costaba espe-
cialmente empezar y terminar sus deberes
escolares y seguir instrucciones, y la habían
suspendido repetidamente en matemáticas.
Al pedirle que realizase tareas, Daphne se po-
nía a discutir y se volvía irritable. Cada vez se
12
resistía más a ir al colegio, pidiendo quedarse
en casa con su madre.
Las pruebas indicaron que Daphne tenía
una inteligencia por encima de la media, ren-
dimientos adecuados para su edad en todas
las asignaturas excepto en matemáticas y al-
guna dificultad con sus capacidades visoes-
paciales. Varios años antes, el pedialra le ha-
bía diagnosticado un trastorno por déficit de
DSM~5© Casos clínicos
,.
atención con hiperactividad (TDAH) y le ha-
bía recetado un estimulante. 'lOmó el medica-
mento durante 1 semana, pero los padres de-
jaron de dárselo porque parecía agitada.
En casa, la atenta ~upervisión de los deberes
escolares de Daphnc por sus padres salia acabar
en discusiones conlloros y gritos. Terúa dos ami~
gas desde hacía mucho tiempo, pero llevaba va-
rios años sin hacer amistades nuevas. Normal-
mente prefería jugar con nUlas más jóvenes que
ella. Cuando las amigas escogían la actividad o
noseguíansus normas, tendía a retraerse. En ge-
neral era callada en los grupos y en el colegio,
pero se mostraba más atrevida con la familia.
Ya desde la primera infancia, a Daphne le
había costado siempre donnirse, necesit.mdo
una luz encendida y que los padres la ttan-
quilizaran. Reconociendo que los cambios la
perturbaban con facilidad, los padres rara vez
la habían forzado a realizar actividades nue-
vas. Le iba bien en el verano, que pasaba con
sus abuelos en una casa situada jtmto a un
lago. Los padres no habían notado ningún
trauma en especial, ni factores estresantes ni
problemas médicos o propios del desarrollo.
Daphne había tenido la primera regla 2 meses
antes de la evaluación. En sus antecedentes fa-
miliares destacaban varios parientes de primer
y segundo grado con trastornos dcl estado de
ánimo, de ansiedad o de aprendizaje.
En la primera entrevista, Daphne se mostró
timida y tensa. El contacto ocular era escaso y
le costaba hablar de cualquier cosa que no
fuera su colección de caballos de plástico. Al
cabo de 15 minutos se sintió más cómoda y
refirió que no le gustaba el colegio porque ha-
bía que esforzarse mucho y a los otros niños
parecía traerles sin cuidado. Dijo que tenía
miedo de cometer errores y sacar malasnotas,
y de defraudar a sus profesores y padres. La
preocupación derivada de sus fracasos pre-
vios le provocaba inatención e indecisión.
Daphne negó que fuera buena en nada y
quehubiera algún a..;pecto de su vida que esht-
Trastornos del desarrollo neurológico
viera bien. Deseaba tener más amigos. Hasta
donde podía recordar, siempre se había senti-
do así. Estas cosas la ponían triste, pero dijo no
tener sentimientos depresivos persistentes ni
pensamientos suicidas. Parecía ansiosa, pero
se animaba al hablar de su colección de caba-
llos en miniatura y de su familia.
Diagnósticos
• Trastorno especifico del aprendizaje (mate-
máticas).
• Trastorno de ansiedad generalizada.
Explicación
Daphne presenta síntomas de falta de aten-
ción,. problemas académicos, escasas relacio-
nes con sus compañeros y poca autoestima,
todo lo cual le genera malestar y deterioro
funcional. Desde el punto de vista biológico,
Daphne está pasando por los cambios hormo-
nales de la pubertad teniendo como telón de
fondo sus antecedentes familiares de trastor-
nos del ánimo, de ansiedad y del aprendizaje.
Desde el psicológico, Dap.hne vive creyendo
que no está a la altura, probablemente en re-
lación con sus problemas escolares persisten-
tes. En cuanto al desarrollo, Daphne rinde al
nivel emocional de una niña en edad escolar.
Socialmente, Daphne tiene una familia que la
apoya y se ha esforzado en protegerla, posi-
blemente interfiriendo con la adquisición de
capacidades referentes a la independencia y
la autonorrúa. Mientras tanto, el sistema edu-
cativo no ha dado a Daphne el apoyo que ne-
cesita para lograr el éxito académico.
Los problemas académicos de Daphne
pueden explicarse en parte por un trastorno
específico del aprendizaje en el campo de las
matemáticas. Tiene problemas que persisten
en este ámbito y que las pruebas avalan, pues
muestran un rendimiento inferior al nivel de
inteligencia y la edad cronológica. Sus logros
en otros aspectos académicos y su nivel fun-
cional adaptativo parecen ser en general los
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  • 2. ~ CASOS CLINICOS John W. Barnhill, M.D. Profesor de Psiquiatría Clfnica Investígador Senior DeWitt Wallace Vicepresidente de Medicina Psicosomática Departamento de Psiquíatrfa Weill Cornell Medica! College Jefe del Servicio de Psiquiatría de Enlace New York-Presbyterian Hospital/ Weill ÚJrnell Medical Center Hospital for Specíal Surgery New York, EE.UU. ~- ~' Universidad de las · Américas, A.C. BIBLIOTECA e=§EDITORIAL MfDICAa":) panamencana BUENOS AIRES- BOGOTÁ· CARACAS· MADRID- M~XICO. PORTO ALEGRE www.medleaiN'Inamerlcana.com ERRNVPHGLFRVRUJ
  • 3. Copyright© 2015 Awciación Americana de Psiquiatría (AJ-'A). American Psychiatric Association; 1000 Wilson Boule- vard; Arlington, VA 22209--3901¡ www.psych.org. DSM y DSM-5 son marcas registradas de la APA. Se prohíbe usar estos términos sin la autorización de laAsociadón Americana de Psiquiatría. Publicado originalmente en Estados Unidos de América por la American Psychiatdc Publishing, una división de la American Psychiatric Association, Adington, VA.© 2014. Todos los derechos reservadrn;. First 1-'ublished in the Unitea States by American Psychiatric Publishing, Arlington, VA. Copyright© 2014. A!l rights reserved. Publicado ori~inalmente en espafiol, en España y Latinoamérica, por Editorial Médica Panamericana. Editorial Mé- dica Panarnel'lcana es d editor en exclusiva de la versión en español del DSM-~ Casos clinkos, t• edición.© 2014 de John W. Harnhill, para su distribución mundial. First published i11 Spain aml U!lin America by Editorial Mtdica PaHamerimna in Spanish. J::ditoria/ Médica Panamericana is tire e;u;!usive pub/isher ofDSM-8C/inical cases,firsl edilion, © 2014 by Philip R. Muskin, M.D. in Spanishjordistribulion Wor!dwide. Para poder reproducir cualquier material contenido en esta obra deberá disponer del correspondiente permiso por escrito emitido por Editorial Médica Panamericana. Pennissionsfar use ofany malerü¡] in lhe trrmslated work mus/ be aulhorized in writing by Editorial Médica Panamericana. La American Psychiatric Associalion no ha pnrtidpado en la traducción del inglés al español de esta obra y no es res- pon~able de los posibles errores, omisiones o f~llos que puedan encontrarse en la misma. The American Psychiatric Association played IW role in the trans/ation ojthis publicalionfrom English to tire Spanish /anguage and is not responsib/eJor rmy errors, omlssions, or olher possiblc dcfocts in the translalion ofthc publication. cEEDITORIAL M!=DIOAii::) panamericana Visite nuestra página web: http:f/www.medkapanamerkana.com ARGENTINA Marcelo T. de Alvear 2.145 (C 1122 AAG) Ciudad Autónoma de Ruenos Aire~,Argentina Tel.: (5Hl) 4821-2066 /Fax' (54-11) 4821-1214 e-mail; info@m.edicapanamerlcana.com COLOMBIA Carrera 7a AN 69-19- Bogotá OC- Colombia. Tel.: (57-1) 235-4.068/ Fax: (57-1) 345-0019 e-mail: infomp@medicapanamericalll.com.co ISBN: Y7!-84-Y83S-921-3 (Versión impresa). ISBN: 978-84-9835-972-5 (Versión electrónica). ESPAÑA Quintanapalla, 8, 4. planta- 28050 Madtid, Bspaña Td.; (34-91) 131-78-00 1Fax; (34-91) 457-09-19 ~mail: info@medicapanamericana.es MÉXICO J-l.gel141, 2.0 piso. Colonia Polanco V Sección Delet;aclón Miguel. Hidalgo -11570- México D.F., México Tel.: (52-55) 5262-9470/5203-0176 1Fax: (52-55) 2624-2827 e-mal!' infomp@medicapanamerkan~.com.mx VENEZUELA Edificio Polar, Torre Oeste, Piso 6, Of. 6-C Plaza Venezuela, Urbanización Los Caobos, Parroquia El Recreo, MuniCipio Libertador- Caracas Depto. Capital Venezuela T.:•l.: (58-212) 79H857/6906/5985/1666 Fax: (SB-212) 793-588..~ e-mail: info@mcdicapanamcricarm.com.vc Gracias por comprar el original. Este libro es producto del esfuerzo de profesionales coJno usted, o de sus profe- sores, si usted es estudiante, Tenga en cuenta que fotocopiarlo es una falta de respecto hacia ellos y un robo de sus derechos intelectuales. Las ciencias de la s:llud están en permanente cambio. A medida que las nuevas investigaciones y la experiencia clíni- ca amplian nuestro conocimiento, se requieren modificaciones en las modalidades terapéuticas y en los tratamientos farmacológicos. Los autores de esta obra han verifi cado toda la infonnación con fuentes confi ables para asegurarse de que ésta sea completa y acorde con los estándares aceptados en el momento de la publicación. Sin embargo, e11 vista de la posibili.dad de un error humano o de cambios en las ciencias de la salud, ni Íos autores, ni la editorial o cualquier otra persona implicada en la preparación de este tr~bajo, garanti:óan que la totalidad de la información aqui contenida sea exacta o completa y no se responsabilizan por errores u omisiones o por los resultados obtenidos del uso de esta información. Se aconseja a los lectores confirmarla ~'On otras fuente~. Por ejemplo, y en particular, se rccomi=da a Jos lectores revisar el prospecto de cada fármaco que planean administrar para cerciorarse de que la información contenida en este libro ¡;ea correcta y que 1w se hayan pwducido cambios en k1.S dosis sugeridas o en las contraindicaciones para su adminlstraciÓTI. E.o;ta recomendación cobra especial importancia con relación a fánn.acos nuevos o de uso infrecuente. 1DDOS Lüti DERECHOS RESERVADOS. Salvo autorización previa por escrito de la Asociación Ameri- cana de Psiquiatría, ninglllla parte de este libro se puede reproducir ni utilizar vulnerando el copyright de la Asociación Americana de Psiquiatría. Esta prohibición rige para cualquier uso o reproducción no autorizados en cualquier form~, incluidos medios informáticos. Depósito Legal: M-32740-2015. Impreso en l!.spañ.a. 1 2 Índice Agradecimientos ................................... . ... Colaboradores . ............... , .. , , .............•... , .. . Introducción. .......................................... . Nota sobre este libro. .........................•.......... Trastornos del desarrollo neurológico ...........•.......... Introducción ................ · ....... _. . . . . . . . . . 1 Robert Haskell,M.D. Caso 1.1: Una segunda opinión sobre el autismo ... _. 3 Catherine Lord, Ph.D. Caso 1.2: Rabietas. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 7 Arshya Vahabzadeh, M.D. Eugene Beresin, M.D. Christopher McDougkM.D. Caso 1.3: Problemas académicos 9 Rosemary Tannock, Ph.D. Caso 1.4: Problemas escolares. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 12 Arden Dingle, M.D. Caso 1.5: Distraido y no para de moverse. . . . . . . . . . . 15 Robert Haskell, M.D. fohn T. Walkup, M.D. Espectro-de la esquizofrenia y otros trastornos psicóticos . ........................... . Introducción. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 19 fohn W. Barnhill, M.D. Caso 2.1: Perturbada emocionalmente ............. Olrol A. Tamminga, M.O. Caso 2.2: Cada vez más raro ..................... Ming T. Tsuang, M. D., Ph.D.D.Sc. William S. Stone, Ph.D. Caso 2.3: Alucinaciones de naturaleza espiritual Lianne K. Morris Smith, M.O. Dolores Malaspina, M.D., M.P.H. V 21 24 26 XV xvii XXV xxix 1 19 ERRNVPHGLFRVRUJ
  • 4. 3 vi Caso 2.4: Control mental......................... 30 Rajiv Tandon, M.D. Caso 2.5: Triste y psicótico ...................... . Stephan Heckers, M.D., M.Sc. Caso 2.6: Psicosis y cannabis Melissa Nau, M.O. Heather Warm, M.D. 32 35 Caso 2.7: Infestación por pulgas . . . . . . . . . . . . . . . . . . 38 Julie B. Penzner, M.O. Trastorno bipolar y trastornos relacionados ............... . Introducción ......................•............ 41 ]ohn W. Barnhill, M. D. Caso 3.1: Perturbado emocionalmente ............. 44 Donald M. Hilty, M.O. Caso 3.2: Ciclos de depresión .................... 47 Michael Gitlin, M.D. Caso 3.3: Inquietud suicida•...................... 50 Maria A. Oquendo, M.D. Caso 3.4: Depresiones episódicas . . . . . . . . . . . . . . . . . 53 Victoria E. Cosgrove, M.D. Trisha Suppes, M.O., Ph.D. Caso 3.5: Irritabilidad y tristeza ................... 56 Robert L. Findling, M.D., M. B.A. Caso 3.6: ¡Dios me ha curado! . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 59 Stephen J. Ferrando, M.O. Caso 3.7: Extrañamente callado ................... 62 Jessica Oaniels, M.D. Caso 3.8: Cambio en el posparto . . . . . . . . • . . . . . . . . . 65 Jan Jones, M.R.C.Psych., Ph.D. Caso 3.9: Ansiedad . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 68 Holly A. Swartz, M.O. 41 DSM-5@ Casos clínicos ·1 4 Índice Trastornos depresivos •..........•••.......•...••....... Introducción ................................... 71 John W. Barnhill, M.D. Caso 4.1 : Temperamental e initable. . . . . . . . . . . . . . . . 73 William C. Wood, M.D. Caso 4.2: Tristeza posparto ...................... 76 Kimberly A. Yonkers, M.O. Heather B. Howell, M.S. W. Caso 4.3: Duelo y depresión . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 79 Richard A Friedman, M.O. Caso 4.4: Perdió el interés por la vida . . . . . . . . . . . . . . 82 Anthony f. Rothschild, M.D. Caso 4.5: Desesperación . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 84 Cheryl Munday, Ph.D. Jamie Miller Abe!son, M.S. W. James Jackson, Ph.O. Caso 4.6: Años abatida .......................... 87 Benjamin Brody, M. D. Caso 4.7: Cambios de humor . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 89 Margare! Altemus, M.D. Caso 4.8: Estrés, drogas e infelicidad . . . . . . . . . . . . . . 91 Edward V. Nunes, M.D. Caso 4.9: Luchando con la enfermedad deParkinson ................................ 94 Thomas W. Meeks, M.D. Caso 4.1 O: Cambios de humor situacionales. . . . . . . . . 97 ]oseph F. Goldberg, M.O. Caso 4.11: De mal en peor ....................... 100 Pcter D. Kramer, M.D. Caso 4.12: Insomnio y síntomas físicos . . . . . . . . . . . . . 103 Russell F. Lim, M.O. 71 vii ERRNVPHGLFRVRUJ
  • 5. 5 6 viii Trastornos de ansiedad .••••••••••••••••..•••..•••.••••• Introducción ................. ; . . . . . . . . . . . . . . . . . 107 fohn W. Barnhill, M.D. Caso 5.1: Miedos y preocupaciones ...•........... 109 Loes Jongerden, M.A. Susan BOgels, Ph.D. Caso 5.2: Pánico . . . . . . . . . . . • . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 111 Cario Faravelli, M.D. Caso 5.3: Timidez de adolescente . • • • . . • • • . . . . . . . • 114 Barbara L. Milrod, M.D. Caso 5.4: Miedo a volar. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 117 Katharina Meyerbri.iker, Ph.D. Caso 5.5: Siempre tensa ...••...•................ 119 Ryan E. Lawrence, M.D. Deborah L. Cabaniss, M.D. Caso 5.6: Ansiedad y cirrosis . . . • . . . . • . . . . . . . . . . . . 121 Andrea DiMartini, M.O. Catherine Crone, MD. Trastornos obsesivo-compulsivo y trastornos relacionados....•.......•..................• Introducción ................................... 125 John W. Barnhill, M.D. Caso 6.1: Depresión . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 127 Mayumi Okuda, M.D. Helen Blair Simpson, M.D., Ph.D. Caso 6.2: Gérmenes . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 130 Dan J. Stein, M. D., Ph.D. Helen Blair Simpson, M.D., Ph.D. tharine A. Phillips, M.O. Caso 6.3: Preocupación por el aspecto ............. 132 Kntharine A. Phillips, M.D. Caso 6.4: Depresión y ansiedad . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 135 David Mataix-Cols, Ph.D. Lorena Fernández de la Cruz, Ph.D. 107 125 DSM~5@ Casos clínicos 1 1 1 ' i il 1 ' 1 1 ii ij 1 il 7 1 8 indice Caso 6.5: Pelo arrancado . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . • . 137 Dan]. Stein, M.D., Ph.D. Trastornos relacionados con traumas y factores de estrés..............••...•...•••....••• , ... Introducción.. , ................................ 141 John W. Barnhill, M. D. Caso 7.1 : Conductas peligrosas. . . . . . . . . . . . . . . . . . . 143 Daniel S. Schechter, M.D. Caso 7.2: Dos reacciones al trauma. . . . . . . . . . . . . . . . 146 Matthew]. Friedman, M.D., Ph.D. Caso 7.3: Accidente de coche ... , ................. 148 Robert S. Pynoos, M.D., M.P.H. Alan M. Steinberg, Ph.D. Christopher M, Layne, Ph.D. Caso 7.4: Poco aguante ......................... 150 Lori L. Davis, M.D. Caso 7.5: Estresado. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 153 Chcryl Munday, Ph.D. ]amie Miller Abelson, M.S. W: ]ames fackson, Ph.D. Caso 7.6: Cáncer de pulmón. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 156 Anna Dickerman, M.D. ]ohn W. Barnhíll, M.D. Caso 7.7: Sobredosis ........................... 158 Megan Mroczkowski, M.D. Cynthia R. Pfeffer, M.D. Trastornos disociativos .•....•...•................•...•. Introducción .........•......................... 161 John W. Barnhí/1, M. D. Caso 8.1: Triste y sola . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 163 Richard f. Loewenstein, M.D. Caso 8.2: Sensación de estar ido ................. , , 166 Daphne Simeon, M.D. 141 161 ix ERRNVPHGLFRVRUJ
  • 6. 9 Caso 8.3: Disociaciones . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 169 Roberto Lewis-Fernández, M.O, Trastornos de sfntomas somáticos y trastornos relacionados••.........•••••••••••.•.•...... Introducción................................... 173 Anna Oickerman, M.O. John W. Barnhill, M.O. Caso 9.1 : Dolor y depresión ... , . . . . . . . . . . . . . . . . . . 175 James A. Bourgeois, O.D., M.D. Caso 9.2: Quejas somáticas . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 178 James L. Levenson, M.D. Caso 9.3: Enfermedad de Lyme crónica. . . . . . . . . . . . . 180 Robert Boland, M.O. Caso 9.4: Crisis epilépticas....................... 183 Jasan P. Caplan, M.O. Theodore A. Stern, M.O. Caso 9.5: Dolor abdominal . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 186 Joseph F. Murray, M. D. Caso 9.0: Sin aliento ............................ 189 Janna Gordon-Elliott, M.D. 173 1O Trastornos de la conducta alimentaria X y la ingesta de alimentos ..•.........•................•.. Introducción............. , . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 193 John W. Barnhill, M.D. Caso 10.1 : Dolor de estómago . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 195 SuBan Samuels, M.D. Caso 10.2: Rezagada en la curva de crecimiento . . . . . 198 Eve K. Freidl, M.D. Evelyn Attia, M.D. Caso 10.3: Dolores de cabeza y fatiga. . . . . . . . . . . . . . 200 Jennifer J. Thomas, Ph.D. Anne E. Becker, M.D., Ph.D. Caso 10.4: Vómitos ............................. 204 James E. Mitchell, M.D. 193 DSM-5© Casos clínicos 1 1 i ' 1 1 '1: 1 11 12 Caso 10.5: Aumento de peso . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 206 Susan L. McE/roy, M.D. Trastornos de la excreción ..•••......• o •••••••••••••••• , , Introducción ................................... 209 John W. Barnhill, M.D. Caso 11.1: Rabietas y síntomas somáticos ....... , . . 21 O David H. Rubin, M.D. Trastornos del sueño-vigilia .••........•••• o •••••••••••••• Introducción. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 215 John W. Barnhill, M.D. Caso 12.1 : Problemas para dormir de un tirón . . . . . . . 217 Charles F. Reynolds 11!, M.D. Caso 12.2: Ansiedad y sueño . . . . . . . . . . . . . . . . • . . . . 220 Maurice M. Ohayon, M.D., D.Sc., Ph.D. Caso 12.3: Somnolencia . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 223 Brian Palen, M. D. Vishesh K. Kapur, M.D., M.P.H. Caso 12.4: Picores y cosquilleos .................. 225 Kathy P. Parker, Ph.D., R.N. 13 Disfunciones sexuales •••• o ••••••••••••••••••••••••••••• Introducción. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 229 John W. Barnhill, M.D. Caso 13.1: Disfunción sexual . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 230 Cynthin A. Graham, Ph.D. Caso 13.2: Problemas sexualeS . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 233 Richard Ba/on, M.D. 14 Disforia de género................................ , ••... Índice Introducción. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 237 John W. Barnl!ill, M. D. 209 215 229 237 xi ERRNVPHGLFRVRUJ
  • 7. Caso 14.1 : Reasignación de género. . . . . . . . . . . . . . . . 239 John W. Barnhill, M.D. Friedemann Pfiifflin, M.D. 15 Trastornos disruptivos, del control de los impulsos y de la conducta •..•.•... , ........•••.................. Introducción ................................... 243 John W. Barnhill, M.D. Caso 15.1 : No conoce las normas ................. 245 Juan D. Pedraza, M.D. Jeffrey H. Newcorn, M.D. Caso 15.2: Convivencia imposible . . . . . . . . . . . . . . . . . 248 Emil F. Coceara, M.D. 16 Trastornos relacionados con sustancias y trastornos adictivos ....••• , .......•••....•••••.•...•.• Introducción. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 251 Jonathan Avery, M.D. Caso 16.1: Un alcohólico «típico». . . . . . . . • . . . . . . . . . 253 MarcA. Schuckit, M.D. Caso 16.2: Abstinencia de alcohol ................. 255 Roger D. Weiss, M.D. Caso 16.3: Adicción. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 257 Petras Levounis, M.D., M.A. Caso 16.4: Dolor de rodilla . . . . . . . . . . . . . . . . . • . . . . . 260 Jonathan Avery, M.D. Stephen Ross, M.D, Caso 16.5: Espiral descendente . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 263 C}u¡r/es H. Silberstein, M.D. Caso 16.6: Estrés y abuso de sustancias............ 266 LiJin,D.O. Daryl Shorter, M. D. Coreen Domingo, Dr.P.H. Th011Uls R. Kosten, M.D. 243 251 xii DSM-510 Casos clínicos 1 1 1 ,, 1 ' ,, 1 1 1 ti 11 il Caso 16.7: Juego ..............................• 269 Silvia Bernardi, M.D. Carlos Blanco, M.D., Ph.D. 17 Trastornos neurocognitivos •••..........................• 18 lndice Introducción. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 273 John W. Barnhil/, M.D. Caso 17.1: Disforia. . . . . . . . . . . • . . . . . . . . . . . . . . . . . . 275 John W. Barnhill, M.D. Caso 17.2: Agitado y confuso ..................... 278 José R. Mnldonado, M. D. Caso 17.3: Deprimido y retraído . . . . . . . . . . . . . . . . . . 280 Peter V. Rabins,M.D.,M.P.H. Caso 17.4: Desarreglada y exhausta . . . . . . . . . . . . . . . 283 George S. Alexopoulos, M.D. Caso 17.5: Rígido y olvidadizo .................... 286 James E, Galvin, M.D., M.P.H. Caso 17.6: Paranoia y alucinaciones . . . . . . . . . . . . . . . 289 Lorin M. Scher, M.D. Barbara J. Kocsis, M.D. Caso 17.7: Rebelde de pronto .................... 292 Stuart C. Yudojsky, M.D. Robert E. Hales, M.D., M. B.A. Trastornos de la personalidad .•••........••••............ Introducción. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 297 John W. Barnhíll, M.D. Caso 18.1: Conflictos de la personaJidad .. . . . . . . . . . . 300 Larn¡ J. Siever, M.D. Lauren C. Zaluda, B.A. Caso 18.2: Extrañamente aislado .................. 303 Salman Akhtar, M.D. Caso 18.3: Preocupado y extrañamente absorto . . . . . 306 Kristin Cadenhead, M.D. 273 297 xiii ERRNVPHGLFRVRUJ
  • 8. 19 xiv Caso 18.4: Injusticia ............................ 308 Charles L. Scott, M.O. Caso 18.5: Frágil y enojada....................... 311 Frank Yeomans, M.O., Ph.D. Otto Kernberg, M.O. Caso 18.6: Suicidalidad dolorosa ...............•.. 314 Elizabeth L. Auchinc/oss, M.D. Caso 18.7: Insatisfacción Robert Michels, M.O. ...... . .. . .... .......... 317 Caso 18.8: Timidez . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 320 J. Christopher Perry, M.P.H., M.D. Caso 18.9: Falta de confianza en sí mismo .......... 322 Raymond Raad, M.D., M.P.H. Paul S. Appelbaum, M.D. Caso 18.1 0: Controlar la relación . . . . . . . . . . . . . . . . . . 325 Michael F. Walton, M. D. Trastornos parafílicos ••.•••..••••••••••••••.••••........ Introducción ................................... 329 John W. Barnhill, M. D. Caso19.1:Sadismo............................. 332 J. Paul Fedoroff, M. D. Caso 19.2: Problemas de relación . . . . . . . . . . . . . . . . . 335 Richard Balon, M. D. Caso 19.3: Delitos se-xuales ..............•....... 337 Nancy J. Neede/l, M. D. Caso 19.4: Algunas perversiones . . . . . . . . . . . . . . . . . . 341 John W. Barnhi/1, M.D. lndice analítico • . • . . . . . . . . . . . . . • . . . . . • . . . . • . . . . . . 345 329 DSM-5@ Casos clínicos 1 ., rl Agradecimientos En DSM-5 DSM-5 Casos Clínicos han co- laborado más de 100 autores. Aunque la mayo- ría son psiquiatras, en el grupo también hay profesionales de los campos de lapsicología, el trabajo social, la enfermería y la sociología. Como casi nadie declinó la invitación de escri- bir para este libro, hubo muchos otros posibles colaboradores -incluidos varios en mi misma planta~ a los queno tuve ocasión de pedirselo y que sin duda habrían realizado un trabajo excelente. Algunos de los autores, aunque no la mayoría, ya habían participado en la elabo- ración del DSM-5, y algunos habían publicado artículos mostrando su escepticismo en rela- ción con los primeros borradores del manuaL Todos los autores tuvieron que trabajar con importantes limitaciones de espacio y tema, y escribieron sus primeros borradores antes de que el texto del DSM-5 estuviera completo. A pesar de tener las agendas llenas, respondie- ron profesionalmente a la gran cantidad de cambios, recordatorios y preguntas que les lle- garon, aportando a menudo ideas y críticas muy de agradecer. Su flexibilidad, pericia y esfuerzo constituyen el eje central de este libro. Robert Hales, Rebecca Rinehart, John Mc- Duffie, Greg Kuny, Roxanne Rhodes y el resto del equipo de la American Psychlatric Publi- shing (APP) guiaron este proyecto desde su misma concepción, sin dejar de aportar ideas y estfmulo. Me impresionó especialmente que la APP invitara a aportar opiniones diversas durante el prolongado periodo de confusión que supuso la publicación del DSM-5. Dentro de mi propia institución, Janna Gordon-Elliott, Joseph Murray y Susan Samuels merecen un especial agradecemiento por su labor de enlace e interconsulta mien- tras yo editaba este libro, Quiero también agradecer a Jack Barchas, Robert Michels y Philip Wilner su dedicación al desarrollo de la DeWitt Wallace Fund, que facilita los distin- tos trabajos académicos departamentales, en- tre ellos el libro que nos ocupa. Muchas personas aportaron sugerencias y casos. Entre ellas están los miembros del co- mité editorial y los autores, así como Michael First, Mary Margaret Glcason, Dagmar Her- zog, Steven Hyman, Kenneth Kendler, Ron Kessler, Seth Kleinennan, Christin Kidd, Da- vid Kupfer, Akshay Lohitsa, Elizabeth Nie- miec, Charles O'Brien, John Oldham, Babu Rankupalli y Samuel Weisblatt. Los cinco jóvenes psiquiatras que formaron parte del comité editorial de este libro (citados en la página XVI) se seleccionaron entre el magnífico grupo de residentes del Presbyte- rian Hospital/Weill Comell Medica! College de Nueva York. Ayudaron a estructurar el li- bro, a crear los casos y a editar los originales. Aunque acabaron su residencia al enviarse el libro a imprenta, todos hicieron importantes aportaciones al producto finaL La colaboradora más importante de mitra- bajo ha sido, ahora y siempre, mi editora y crí- tica de 3 años de edad Katherine Barnhill, que nos sugirió que incluyéramos «montones de ilustraciones».Aunque, finalmente, el librono contiene coloridos dibujos ni fotografías, espe- ramos que sí tenga esa clase de «cuadros)) clí- nicos que dan vida al diagnóstico y permiten entender y tratar mejor a las personas concre- tas que acuden a nosotros en busca de ayuda. ).W.B. XV ERRNVPHGLFRVRUJ
  • 9. Comité Editorial • Jonathan Avery, M.D., Fellow in Addiction Psychi.atry, New York Uni· versity School of Medicine • Anna. Dickerman, M.D., Fellow in Psycho- somatic Medicine, New York- Presbyterian Hospital/Columbia University Medica! Center • Alexander Harris, M.D., Ph.D., Post- docto- ral Fellow in the Affective, Anxiety, and Re- lated Disorders; Research Fellow, Depart- xvi ment of Psychiatry, Columbia University College of Physicians and Surgeons • Robert Haskell, M.O., Fellow in Child and Adolescent Psychiatry, University of Cali- fornia, Los Angeles • Raymond Raad, M.D., M.P.H., Re- search Fellow in Forensic Psychiatry, New York State Psychiatric Institute; Psychoanalytic Candidate, Columbia University Ce:nter for Psychoanalytic Training and Research DSM-5@ Casos clinicos 1 ,l :1 11 l. i' ! 1 '1 :1 1 Colaboradores Jamle Miller Abelson, M.S.W. University of Michigan, Ann Arbor, MI Salman Akhtar_ M.O. Jefferson Medica! College, Philadelphia, PA George S, Alexopoulos, M.D. Weill Curnell Medica! College, New York, NY, and New York~Presbyterian Hospital, White Plains, NY Margaret Alternos, M.D. Weill Cornell Medica! College and New York~Presbyterian Hospital, New York, NY Paul S. Appelbaum, M.D. Columbia Univcrsity College of Physicians and Surgeons and New York State Psychiatric lnstitute, New York, NY Evelyn Attia, M.O. Columbia University College of Physicians and Surgeons and Weill Cornell Medica!Colle- ge, Ncw York, NY; New York~Presbyteria11 Hospital, White Plains, NY Jonathan Avery, M.O. NewYork University :3chool ofMedicine, New York,NY Elizabeth L. Auchincloss, M.D. Weill Cornell Medical College and New York~Presbyterian Hospital, New York, NY Richard Balan_ M.O. Wayne State University, Detroit, MI John W. Bamhill, M.D. Weill Cornell Medica! College and New York·Presbyterian Hospital, New York, NY Anne E. Becker, M.D., Ph.D. Harvard Medica! School and Massachusetts General Hospital, Boston, :MA Eugene Beresin, M.D. Harvard Medica! School and Massachusetts General Hospital, Boston, MA Silvia Bemardi, M.D. Columbia University College of Physicians and Surgeons and New York~Presbyterian Hospital, New York, NY Carlos Blalco, M.D., Ph.D. Columbia University College of Physicians and Surgeons and New York State Psychiatric Institute, New York, NY Susan BOgels, Ph.D. University of Amsterdam, Amsterdam, The Nctherlands Robert Boland, M.O. Alpert Medica! School of Brown University, Providence, RI James A. Bourgeois, O.D., M.D. University of California, San Francisco, School of Medicine, San Francisco, CA Benjamin Brody, M.O. Weill Cornell Medical College and New Yor~ kPresbyterian Hospital, New York, NY xvii ERRNVPHGLFRVRUJ
  • 10. ¡i ! li i,¡ e 1 ,1 ,, ;;r OebQrah L. Cabaniss, M.O. Columbia University College of Physicians and Surgeons, New York, NY Kristin Cadenhead, M.D. UniversityofCalifornia, SanDiego, La }olla, CA Jason P. Caplan, M.D. Creighton University School of Medicine and St. Joseph's Hospital and Medical Centcr, Phoenix,AZ Emil F. Coccaro, M.O. University of Chlcago, Chlcago, IL Victoria E. Cosgrove, M.O. Stanford University School of Medicine, Stan~ ford, CA Catherine Crone, M.O. GeorgeWashingtonUniversity, Washington_ OC Jessica Daniels, M.O. Weill Corncll Medical College and New York~Presbyterian Hospital, New York, NY Lori L. Davis, M.D. University of Alabama at Birmingham and Tuscaloosa VA Medical Center, Tuscaloosa, AL Anna Dickerman, M.O. Columbia University Medical Center and New York~PresbyterianHospital, New York, NY Andrea OiMartini, M.O. Univcrsity of Pittsburgh Medical Center and Western Psychiatric Institute and Clinic, Pitts- burgh,PA Arden Dingle, M.O. EmoryUnivcrsitySchoolofMed.icine,Atlanta,GA Coreen Domingo, Dr.P.H. Baylor College of Medicine, Houston, TX Cario Faravelli, M.D. Univcrsity of Florence, Florence, Italy xviii J. Paul Fedoroff, M.O. University ofOttawa, Ottawa, Ontario, Canada Lorena Femández de la Cruz, Ph.O. King'sCollegeLondon, London, UnitedKingdom Stephen J. Ferrando, M.O. Weill Cornell Medical College, New York, NY, and New York-Presbyterian Hospital, White Plains,NY Robert L. Findling, M.D., M.B.A. Johns Hopkins School of Medicine, Baltimore, MD Eve K. Freidl, M.O. Columbia University Medica! Center and New York~Prcsbyterian Hospital, New York, NY Matthew J. Friedman, M.D., Ph.D. Geisel School of Medicine at Dartmouth, Ha~ nover,NH Richard A. Friedman, M.O. Weill Cornell Medkal Collegc and New York-Presbyterian Hospital, New York, NY James E. Galvin, M.O., M.P.H. New York University School of Medicine, New York,NY Michael Gitlin, M.D. Geffen School of Medicine at the University of California, Los Angeles, Los Angeles, CA Joseph F. Goldberg, M.D. Icahn School of Medicine at Mount Sinai, New York, NY Janna Gordon-Elliott, M.O, Weill Cornell Medica! College and New York-Presbyterian Hospital, New York, NY Cynthia A. Graham, Ph.D. University of Southampton, Southampton, United lGngdom DSM~5@ Casos clfnicos 1 1 1 1 ,l ij ,l 1' ¡! 1 1 1 !, Robert E. Hales, M.O., M.B.A. University of California, Davis, School of Me- dicine, Sacramento, CA Robert Haskell, M.O, Geffen School of Medicine at the University of California, Los Angeles, Los Angeles, CA Stephan Heckers, M.D., M.Sc. Vanderbilt University, Nashville, TN Oonald M. Hilty, M.O. University of California, Davis, School of Me- dicine, Sacramento, CA Heather B. Howell, M.S.W. Yule School of Medicine, New Haven, CT James Jackson,. Ph.O. University of Michigan, Ann Arbor, MI LiJin, 0.0. Baylor College of Medicine, Houston, TX Ian Jones, M.R.C.Psych., Ph.O. CardiffUniven:;ity School of Medicine, Cardiff, Wales, United Kingdom Loes Jongerden, M.A. University of Amsterdam, Amsterdam, The Nctherlands Vishesh K. Kapur, M.D., M.P.H. University of Washington, Seattle, WA Otto Kernberg, M.D. Weill Comcll Medica! Collegc, Ncw York, N'{¡ and New York~Presbyterian Hospital, Whlte Plains,NY Barbara J. Kocsis, M.D. UrriversityofCalifornia, Davis, Sacramento, CA Thomas R. Kosten, M.O. Baylor College of Medicine, Houston, TX Peter D. Kramer, M.O. Alpert Medical School of Brown University, Providence, Rl Colaboradores Ryan E. Lawrence, M.O. Columbia University College of Physidans and Surgeons and New York~Presbyterian Hospital, New York, NY Christopher M. Layne, Ph.D. University of California, Los Angeles, LosAn- geles, CA James L. Levenson, M.O. VirginiaCommonwealth University School of Medicine, Richmond, VA Petros Levounis, M.O., M.A. Rutgers New Jersey Medica! School and Uni- versity Hospital, Newark, N] Roberto Lewis-Fernández, M.O. Columbia University College of Physiclans and Surgeons and New York State Psychiatric Institute, New York, NY Russell F. Lim, M.O. University of California, Davis, School of Me- dicine, Sacramento, CA Richard J. Loewenstein, M.D. Utúversity ofMaryland SchoolofMedicine and Sheppard Pratt Health System, Baltimore, MD Catherine Lord, Ph.D. Weill Cornell Medical College and New York~Presbyterian Hospital, White Plains, NY Dolores Malaspina, M.D., M.P.H. New York University School ofMedicine, New York,NY José R. Maldonado, M.O. Stanford University School of Medicine, Stan~ ford,CA. David Mataix~Cols, Ph.D. King's College I.ondon, London,.United Kingdom Christopher McDougle, M.O, Harvard Medica! School and Massachusetts General Hospital, Boston, MA Susan L. McElroy, M.O, University of Cincinnati College of Medicine and Lindner Center of Hope, Mason, OH xix ERRNVPHGLFRVRUJ
  • 11. Kathllrina MeyerbrOker, Ph.D. University of Amsterdom, Amsterdam, The Netherlands Thomas W. Meeks, M.O. University of California, San Diego, La }olla, CA Robert Michels, M.O. Wcill Corncll Medica! College and New York-Presbyterian Hospital, New York, NY Barbara L. Milrod, M.O. Weill Cornell Medica! CoUege and New York-Presbyterian Hospital, New York, NY James E. Mitchell, M.O. University of North Dakota School of Medici- ne and Health Sciences, Fargo, ND Lianne K. Morris Smith, M.D. NewYork University School ofMedicine, New York, NY Megan Mroczkowski, M.D. Weill Cornell Medica! College and New York-Presbyterian Hospital, New York, NY Cheryl Munday;. Ph.D. University of Michigan, Ann Arbor, fv1l Joseph F. Murray, M.D. Weill Cornell Medica! College and New York-Presbyterian Hospital, New York, NY Melissa Nau, M.D. University of California, San Francisco, San Francisco, CA Nam:y J. Needell, M.O. Weill Corncll Medical College and New York-Presbyterian Hospital, New York, NY Jeffrey H. Newcorn. M.D. Icahn School ofMedicine atMount Sinai, New York,NY XX Edward V. Nunes, M.O. Columbia University College of Physicians and Surgeons and New York State Psychiatric lnstihtte, New York, NY Maurice M. Ohayon, M.D., D.Sc., Ph.O. Stanford Univcrsity School of Medicine, Stan- ford,CA Mayumi Okuda, M.O. Columbia UniversityMedical Center and New York-Presbyterian Hospital, New York, NY Maria A. Oquendo, M.O. Columbia University College of Physicians a11d Surgeons, New York-Prcsbyterian Hospi- tal, and New York State Psychiatric Institute, NewYork,NY Brian Palen, M.O. University of Washington, Seattle, WA Kathy P. Parker,. Ph.O., R.N. University of Rochester Medical Center, Ro- chester, NY Jttan D. Pedraza, M.O. lcahn School of Medicine at Mount Sinai, New York, NY Julie B. Penzner, M.O. Weill Cornell Medica College and New York-Prcsbyterian Hospital, New York, NY J. Christopher Perry, M.P.H., M.O. McGill University, Montreal, Quebec, Canada Friedemann Pf3.fflin, MO. University of mm, mm, Germany Cynlhia R. Pfeffer,. M.D. Weill Cornell Medical College and New York-Presbytcrian Hospital, New York, NY Katharine A. Phillips, M.D. Alpert Medical School of Brown University, Providence, RI Robert S. Pynoos, M.D., M.P.H. Geffe:n School of Medicine at the University of California, Los Angeles, Los Angeles, CA DSM-5e Casos clínicos U.aymond Raad, M.O., M.P.H. Ncw York State Psychiatric Institute, Ncw York,NY Peter V. Rabins, M.O., M.P.H. Johns Hopkins School of Medicine, Baltimore, MD Charles F. Reynolds III, M.D. University of Pittsburgh School of Medicine, Pittsbttrgh, PA Stephen Ross, M.O. New York University School of Medicine and Bellevue Hospital Center, New York, NY Anthony J. Rothscltild, M.O. University of Massachusetts Medica! School, Worcester, MA David H. Rubin, M.D. Harvard Medical School and Massachusetts General Hospital, Boston, MA Susan Samuels, M.O. Weill Cornell Medica} College and New York-Presbyterian Hospital, New York, NY Daniel S. Schechter, M.O. University of Geneva Hospitals and Faculty of Medicine, Geneva, Switzerland Lorin M. Scher, M.O. University of California, Davis, Medical School, Sacramento, CA Marc A. Schuckit, M.D. University oíCalifornia, San Diego, La]olla, CA Charles L. Scott, M.O, University of California, Davis, Medical Cen- ter, Sacramento, CA Daryl Shorter, M.D. Baylor College of Medicine, Houston, TX Larry J. Siever, M.O. Icahn School of Medicine at Mount Sinai, New York,NY Charles H. Silberstein, M.O. :tviartha's Vineyard, MA Colaboradores Daphne Sitneon, M.O. Icahn School of Medicine at Mmmt Sinai, New York, NY Helen Blair Simpson, M.O., Ph.D. Columbia University College of Physicians and Surgeons and New York State Psychiatric Institute, New York, NY Dan J. Stein, M.D., Ph.O. University of Cape Town, Cape Town, South Africa Alan M. Steinberg, Ph.D. Geffen School ofMedicine at the University of California, Los Angeles, Los Angeles, CA Theodore A. Stem, M.D. Harvard Medica! School and Massachusetts General Hospital, Boston, MA William S. Stone, Ph.D. Harvard Medical School, Beth Israel Deaco- ness Medica! Center and Massachusetts Men- tal Health Center, Boston, MA Trisha Suppes, M.O., Ph.O. Stanford University School of Medicine, Stan- ford,CA Holly A. Swarlz, M.O. University of Pittsburgh School of Medicine, Pittsburgh, PA Carol A. Tamminga, M.O, University of Texas Southwestern Medica! School, Dalias, TX Rajiv Tandon, M.D. University ofFlorida College ofMedicine, Gai- nesville,FL Rosemary Tannock, Ph.O. University of Toronto, The Hospital for Sick Children, Toronto, Ontario, Canada JenniferJ. Thomas, Ph.D. Harvard Medica! School and Massachusetts General Hospital, Boston, MA Ming T. Tsuang, M.D., Ph.D., O.Sc. University ofCalifornia, SanDiego, LaJolla, CA xxi ERRNVPHGLFRVRUJ
  • 12. Arshya Vahabzadeh, M.O. Harvard Medica! School and Massachusctts General Hospital, Boston, MA John T. Walkup, M.O. Weill Cornell Medical College nnd New York-Presbyterian Hospital, New York, NY Michael F. Walton, M.O. NewYork University SchoolofMedkine, New York,NY Heather Warm, M.O. University of California, San Francisco, San Francisco, CA Roger D. Weiss, M.O. Harvard Medical School, Boston, MA, and McLean Hospital, Belmont, MA William C. Wood, M.O. Weill Cornell Medica! College and New York-Presbyterian Hospital, Ncw York, NY Frank Yeomans, M.D., Ph.D. Columbia University College of Physi-cians and Surgeons, Ncw York, NY Kimberly A. Yonkers, M.D. Yale School of Medicine, New Haven, CT Stuart C. Yudofsky, M.D. Baylor College of Medicine, Houston, TX Lauren C. Zaluda, B.A. Icalm School of Medicine at Mount Sinai, New York, NY Declaración de intereses Los colaboradores siguientes de este libro han declaradD compartir intereses eronómicos oafi/Ulciones de otro tipo con un patrocinador comercial, unfabricante de produc- tos comerciales, un proveedor de servicios comercia/e.~, una organización no gubernamental ouna agencia de la Administrad6n ccmforme se enumera arontinuaci6n: xxii George S. Alexopoulos, M.D.-Research support: Forest Consulting: Otsuka, Pfizer. Speakers' bureau: AstraZeneca, Avanir, Novartis, Sunovion. Evelyn Attia, M.D.-Rcscarch support: EH Lilly (study medication only). Arden Dingle, M.D.-Lecture fees: American Psy- chiatric Association armual meeting (Psychlatry Re- view course), 2012, 2013. 'TI'avel support: American College of Psychiatrists, PRJ.TE meeting. Robert L. Findling,. M.O., M.B.A.-Research su- pport, cr:m.sulting, nnd/or speakers' bureau, 2012-2013: American Psychiatric Publishing, AstraZeneca, Bristol-MyersSquibb, Clinsys, Cognition Group, Eli Lllly, Forest, GlaxoSmithKli.ne, Guilford Press,John- son Jolutson, KemPhann, Lundbeck, Merck, Na- tional Tnstihltes of Health (NIH), Novartis, Otsuka, Oxford Unlversity Press, Pfizer, Physicians Postgra- duate Press, Rhodes Pharmaceuticals, Rache, Sage, Shire, StanlcyMedica! Research Instihtte,SW1ovion, Supemus Pharmaccuticals, Transcept Pharmaccuti- cals, Validus, and WebMD. Eve K. Freid!, M.D.-Research support; American Academy of Child and Adolescent Psychlatry Pilot Research Award for Junior Faculty and Child and Adolescent Psychiatry L{esidents, supported by Li- lly, USA LLC. Michael Gitlin, M.D.-Speakers' bureau: Otsuka, Bristoi-Myers Squibb. Joseph F. Goldberg, M.D.-Speakers' bureau: AB- traZeneca, Merck, Mylan Pharmaceuticab, Novar- lis, Sunovian. Consultant: Avanir, Medscape, Mylan Phannaceutkals, WebMD. Roberto Lewis-Fernández, M.D.-Research mppcrt: EJiLilly(R. Lewis-Fernández, principalinvestigator). Susan L. McElroy, M.D.-Consulting/advisory board memberships, 2012-2013: Brnckct, Corcept, MedA- vante, Shire, Sunovion, Teva. Research support as principal investigator or coinvestigator; Agency for Healthcare Research and Quality, AstraZeneca, Cephalon, Eli Lilly, f1orest, MarrioH Foundation, Nationallnstitute of Mental Health, Orexigen The- rapeutics, Pfizer, Shire, Takeda Pharmaceutical Co. Ltd, Transccpt Phannaceutical. Patent: Dr. McE!roy is an inventor on U.S. Patent No. 6,323,236 B2, Use DSM-5@ Casos clínicos i ,, .1 1 li ,, l of Sullamate Derivatives for Treating Impulse Con- trol Disorders, and, along with thepatent's assig:nee, University of Ch1cinnati, Cincinnati, OH, has recei- vcd paymentsfromJolmson Johnson Pharmaceu- tical Rcscarch Development, LLC, whlch has ex- clusive rights tmder the patent. Barbara L. Milrod, M.D.-Research support: Brain and Behavior Re~earch Foundation, a fund in the New York commun.ity tmst established by DeWitt Wallace. Royalties; Taylor Francis. Edward V, Nunes, M.D.-Research support: Alker- mes/Cephalon Inc. (mcdication for research stu- dies), HealthSim LLC (Web-based behavioral inter- vention for a research study in data analysis), Reckitt-Bencki;;er (placebo/Suboxone study kits for research studies in data analysis), Duramed Phar- maceuticals (oral naltrexone for a research shldy in data analysis). Dr. Nunes (principal investigator) receives partial support from National Institute on Drug Abuse grant K24 DA022412. Maria A. Oquendo, M.D.-Royalties: for use of lhe Columbia Suicide Severity Rating Scale. Consulting: Pfize1;, for safety evaluation of a dhlical fadlity, un- related to the currentmanuscript. Unrestricted educa- tiona/ grants and/or lecture fees: AstraZeneca, Bris- tol-Myers Squibb, Eli J.illy, Janssen, Otsuko, PflZer, Sanofi-Aventis, and Shire. Equities: Dr. Oquendo's family owns stock in BristolMyers Squibb. Peter V. Rabins, M.D., M.P.H.-Consulting: Legal testimony for Janssen Pharmaceuticals. Charles F. Reynolds 111, M.D.-Pharmaceutical su- pportJor NIH-sponsored resm.rch studíes; Bristol-Myers Squibb, florest, Pflzer, Lilly. Research support: Ame- rican Foundation for Súidde Prevcntion,. Ccnter for Medicare and Medicaid Scrviccs, Clinical and Translational Science Institute, Corrunonwealth of Pennsylvania, Jolm A. Hartford Found.ation, Natio- nalCenterfor MinorltyHealth Disparities, National Heart Lung and Blood Instihtte, National Tnstihlte on Aging, National Instihtte of Mental Health, Na- tional Palliative Care H.esearch Center, and Patient Centered Outcomes Research Institute. Review board: American Association for Geriatric Psychia- Colaboradores try. Patent: Dr. Reynolds is the coinvenlor (Licensed Intcllectual Property) of psychometric analy~is of the Pittsburgh Sleep Quality Index (PSQI) PR010050447 (PI: E. Buysse). Anthony J, Rothschi!d, M.D.-Research support: Cyberonics, National Institute of Mental Health, St Jude Medícal, and Takeda. Consulting: Allergan, Eli Lilly, GlaxoSmithKli.ne, Noven Pharmaceuticals, Pfizer, Shire, and Sunovion. Royalties: Amcricnn Psychiatric Publishing (books) and University of :Massachusetts Medical School (Rothschild Scale for Antidepressant Tachyphylaxis RSAJW). He1en Blair Simpson, M.O., Ph.D. -Research su- pport for clinica1 trials: Janssen Pharmaceuticals (2006-2012) and Neuropharm Ltd (2009). Scientifk advisory board: Jazz Pharmaceuticals (for Luvox CR, 2007-2008) and Pfizer (for Lyrica, 1009-2010). Consulting: Quiltiles Inc (on thera.peutic nccds for obsessive-compulsive disordcr, 2012). Royalties: Cambridge Univcrsity Presa and UpToDate h1c. Trisha Suppes, M.D., Ph.D.-Research funding or medications for clinical grants: Elan Pharma Interna- tional Ltd, National Institute of Mental health, Sunovion Pharmaceuticals, VACooperative Shldies Program. Consulting/advisory board: H. Lundbeck A/S, Sunovion. Hanoraria: HealthmattersCME (con- tinuing medica! education), Omnia-Prova-Educa- tion Collaborative Inc. Royaltics: Jones Bartlett (formcrly compnct Clinicals). Travel support: Ameri- canPsychiatric Association, H. LundbeckA/S, Om- nia-Prova, Sunovion. Rosemary Tannock, Ph.D.-Researchfunding: Pear· son-cogmed. Travel grant:JanssenCilag (for keynote presentation at international meeting, Stockholm). Los siguieutes colaboradores han manifestado que no tie- nen intereses económicos oafiliaciones que compitan en relaci6n con el contenido de este libro: Jamie Miller Abelson, M.S.W. 1t[argaret Altemus, M.D. PaulS.Appelbaum, M.O. Richard Balon, M.D. John W. Barnhill, M.D. Eugene Beresin, M.D. xxiii ERRNVPHGLFRVRUJ
  • 13. Silvia Bernardi, M.O. James A. Bourgeois, O.D., M.D. Debotah L. Cabaniss, M.O. Krlstin Cadenhcad, M.D. Jason P. Caplan, M.O. Catherine Crone, M.D. Jessica Daniels, M.O. L01i L. Davis, M.D. Anna Dickerman,MD. Andrea DiMartini, M.D. J. Paul Fedoroff, M.O. Stephen J. Ferrando, MD. Matthew J. Priedman, M.O., PhO. James fl. Galvin, M.O., M.P.H. Janna Gordon-Elliott, M.O. Stephan Heckers, M.O., M,Sc. lJonald M. Hilty, M.O. Heather B. Howell, M.S.W. LiJin, D.O. Christopher M. Laync, M.O. James L. Levenson, M.O. Petros Levounis, M .D., M.A, Russell F. Lim, M.O. Richard J, Loewenstein, M.O. Christopher McOougle, M.O. Robert Michels, M.D. xxiv James E. Mitchell, M.O. Lianne K. Morris Smith, M.D. Joseph F. Mtll'ray, M.D. Mdissa Nau, M.D. Mayumi Okuda, M.O. Juan D. Pedraza, M.O. J. Chrístopher Perry, M.P.H., M.O. Cynthia A. Pfeffer, M.O. Katharine A. Phillips,M.D. Robert S. Pynoos, M.O., M.PH. Stephen Ross, M.D. David H. Rubin,M.D. Susan Samuels, M.O. Lorin M. Scher, M.O. MarcA. Schuckit, M.O. Charles L. Scott, M.O. Alan M. Steinberg, Ph.D. Wtlli.am S. Stone, Ph.D. Ming T. Tsmmg, M.O., Ph.D., D.Sc. Arshya Vahabzadeh, M.O. Michael E Walton, M.O. Heather Warm, M.O. Roger D. Weiss, M.O. William C. Wood, M.D. Kimberly A. Yonkers, M.O. Lauren C. Zaluda, B.A. DSM-!Jill Casos clínicos '1 j l '1 :' Introducción La finalidad del libro DSM-5. Casos clínicos es acompañar a la quinta edición del Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Men- tales (DSM-5), creado y publicado por la Ame- rican Psychiatric Association. Los dos libros tienen la misma estructura básica (los títulos de los 19 capítulos diagnósticos de este libro son idénticos a los de los primeros 19 capítu- los del DSM-5) y la misma finalidad principal (la relevancia clínica). Ambos libros desgra- nan los criterios de muchos diagnósticos psi- quiátricos. Ambos pueden ser utilizados por personas ajenas al ámbito de la salud mental, aunque en ambos se subraya que el juicio clí- nico curtido suele ser necesario para diferen- ciar lo normal de lo patológico al hacer un diagnóstico general, valorar determinados criterios diagnósticos y reconocer cuadros ca- mórbidos importantes. Sin embargo, DSM-5. Casos clfnicos difiere sobre todo del DSM-5 en la forma de presen- tar la información. Cada uno de sus 19 capítu- los presenta casos escogidos para demostrar uno o más diagnósticos del DSM-5, y cada uno de estos casos (103 en total) va seguido de una breve ex:¡:ilicación diagnóstica. Algu- nos casos se eligieron para ilustrar diagnósti- cos frecuentes, mientras que otros pretenden resaltarlas ambigüedades ycontroversias que han llevado a contestar tan acaloradamente las proposiciones del DSM-5. Las presentacio- nes de los casos pueden contener mucha in- fonnación, aunque no necesari.a.mente toda la que permitiría corroborar detcnninado diag- nóstico. Algunos pacientes son transparentes y honestos; otros aportan información incier- ta, incompleta, engañosa o falsa. Algunos pa- cientes acuden por sí mismos para ser evalua- dos ambulatoriamente; otros son llevados por cónyuges, amigos o la policía. En algunos ca- sos se puede llegar rápidamente a un diag- nóstico mutuamente acordado. En otros pue- de haber datos clave que no se descubran hasta el final de la presentación. En otros ca- sos más, el diagnóstico podría no estar claro hasta después de haber clarificado el ponente lo que quizá parecieran datos incipientes o contmdictorios. En otras palabras, las presen- taciones de los casos reflejan la experiencia clínica habitual. A cada uno de los ponentes se le pidió que hiciera de asesor experto, explicando los pro- cesos mentales que pudieran conducir a la comprensión diagnóstica del paciente. El li- mite de alrededor de 1.000 palabras para cada caso y su explicación significa que ninguno de ellos es exhaustivo, aunque esa misma bre- vedad permite en el libro subrayar de qué forma convierten los clínicos con experiencia los datos clfuicos complejos en un diagnóstico diferencial. También le permite al lector ad- quirir conocimientos concretos de una sola sentada. A cada uno de los ponentes se le pidió que hiciera un diagnóstico para cada caso. Como se explica en el DSM-5, el diagnóstico princi- pal es aquei que parece responsable de la con- sulta ambulatoria o el ingreso hospitalario del XXV ERRNVPHGLFRVRUJ
  • 14. paciente. También se pidió a los ponentes que hicieran todos los diagnósticos comórbidos que parecieran probables. En las explicaciones de cada caso, al igua1 que en las introducciones de los capítulos, se abordan los cambios con respecto al DSM-IV. Además de los cambias que afectan a los dis- tintos diagnósticos individuales, en el DSM-5 se introducen otros cambios más amplios re- lacionados con la clasificación de los trastor- nos. Por ejemplo, el sistema axíal desaparece, aunque sus componentes siguen formando parte de la evaluación clínica. En el DSM-5 se señala que todos los diagnósticos pertinentes, psiquiátricos y médicos, deben consignarsc juntos en lugar de separados en los ejes 1, 11 y lll. La atención a los problemas psicosociales y ambientales (Eje V del DSM-IV) sigue te- niendo importancia para la evaluación clíni- ca. Con el fin de clasificar mejor los factores de estrés psicosodal correspondientes, el DSM-5 utiliza el sistema desarrollado por la Organización Mundial de la Salud (OMS) en los códigos V de la CIE-9 y los códigos Z que aparecerán en la CIE-10, aún no publicada. El eje V contenía la Evaluación Global del Fun- cionamiento (EGF), pero este instrumento adolecía de falta de claridad y una psicome- tría cuestionable, lo que condujo a que en el DSM-5 se propusiera el uso del Programa de Evaluación de la Discapacidad de la OMS (WHODAS, por sus siglas en inglés), incluido en la Sección lii de dicho manual. El segundo cambio extenso de la clasifica- ción se refiere al agrupamiento en categorías diagnósticas amplias que corresponden a los problemas que afectan al desarrollo y a toda la vida. Por ejemplo, el DSM-5 comienza por aquellos diagnósticos que se consideran refle- jo de procesos del desarrollo que se manifies- tan en las primeras etapas de la vida (p. ej., los trastornos del desarrollo neurológico), pasa después a los diagnósticos que normalmente evolucionan algo más tarde (p. ej., trastornos xxvi del espectro de la esquizofrenia, bipolares, depresivos y de ansiedad) y concluye con los diagnósticos más importantes para la edad adulta y la vida tardía (p. ej., trastornos neu- rocognitivos). A cada una de estas categorías diagnósticas se le ha dedicado el mismo es- fuerzo. Porejemplo,la pica abre el capítulo de los trastornos alimentarios, mientras que el capítulo dedicado a los trastornos depresivos empieza por la explicación de un diagnóstico nuevo del DSM-5, el trastorno de desregula- ción destructiva del estado de ánimo. En la introducción de cada capítulo y en las explicaciones correspondientes a cada caso se exponen con más detalle los cambios introdu- cidos en el DSM-5. El libro DSM-5. Casos clínicos se ha estruc- hlrado para abordar específicamente los diag- nósticos que figuran en los primeros 19 capí~ tulos de la Sección TI del DSM~5. (La Sección 1 es una introducción.) Los aspectos derivados de los capítulos finales de la Sección 11 se dis- cuten en los casos a lo largo de todo el libro. Por ejemplo, el capítulo 21 del DSM~5 está dedicado a los efectos adversos de la medica- ción, como el síndrome neuroléptico maligno o la distonía inducida por medicamentos. En el capítulo 22 de la Sección 11 se describen si- tuaciones que podrían ser merecedoras de atención clínica pero que no constituyen tras- tornos mentales. Entre ellas están los proble- mas familiares, económicos y psicosociales de otro tipo, que se detallan con varias docenas de códigos Vy Z, como se dijo anteriormente. Al igual que los efectos adversos de los medi- camentos, estos problemas psicosociales se abordan en los casos correspondientes a lo largo de todo el libro. Aunque los criterios diagnósticos de la Sec~ ción 11 del DSM-5 han sido objeto de extensas revisiones, aún no existen datos científicos que respalden el uso generalizado de las he- rramientas, técnicas y diagnósticos que apa- recen en la Sección III. No obstante, en el libro DSM-5(1 Casos clínicos i ¡, DSM-5. Casos clfnicos sí se tienen en cuenta algunas de estas herramientas (p. ej., la entre- vista de formulación cultural) y diagnósticos (p. ej., los nuevos modelos para el diagnóstico de los trastornos de la personalidad, el sín~ drome de psicosis atenuada y la autolesión no suicida) de la Sección III. El DSM-5 concluye con un apéndice en el que se explican algw1os de los cambios con respecto al DSM-IV, un glosario de términos técnicos y un glosario de conceptos culturales acerca del malestar. En el OSM-5. Casos clínicos se incluyen ejemplos en los que se usan estos elementos, aunque se anima al lector a leer el DSM-5, donde encon- Introducción trará una explicación más detallada de todos los aspectos diagnósticos de la psiquiatría. Laspersonas sufren a causa de muchos tipos de conductas, sentimientos y pensamientos, y el manual diagnóstico de nuestra profesión, el DSM-5, refleja el conocimiento científico de esta complejidad. No obstante, sin sabiduría clínica, ni siquiera el mejor tratado generará un conocimiento eficaz de nuestros pacientes. El libro DSM-5. Casos clfnicos pretende ayudamos a cultivar nuestra propia pericia clínica y a aprender la forma de usar eficazmente los co- nocirni.e:ntos más actuales de nuestra profesión en lo referente al diagnóstico psiquiátrico. xxvii ERRNVPHGLFRVRUJ
  • 15. i ' ' Nota sobre este libro El elemento central del libro DSM-5. Casos clínicos son las presentaciones y explicaciones de los casos que contiene. Estos casos se han agrupado de forma que coincidan con las ca- tegorías diagnósticas del DSM-5; así, un caso con diagnóstico principal de autismo figurará en el primer capítulo, entre los trastornos del desarrollo neurológico. Algunos casos se eli- gieron de forma que presentaran comorbili- dad, controversias y ambigüedades, pero mu- dtos otros se escogieron para reflejar ejemplos relativamente claros de los trastornos del DSM-5. A los autores de los casos y explicaciones se les pidió que trabajaran con una serie de res- tricciones. Los supuestos debían ser breves. Tenían que centrarse en el diagnóstico y no en el tratamlento. Además de demostrar la apli- cación concreta de los criterios del DSM-5, los autores podfan optar por explorar el diagnós- tico diferencial, la comorbilidad o la formula- ción cultural, aunque no tenían forma de ago- tar los temas al encontrarse limitados a unas 500 palabras. Se les pidió también que hicie- ran los diagnósticos basándose en el material del caso. Dado que los casos son breves y a menudo intencionadamente incompletos, la explicación diagnóstica concluye a veces con el mismo tipo de certeza provisoria que se ob- serva frecuentemente en la clínica. Finalmen- te, como las explicaciones pretenden fomen- tar el estudio, se pidió a los autores que recomendaran lechtras en lugar de citar refe- rencias bibliográficas. Los casos se basan en pacientes reales cuya identidad se ha disfrazado. Una vez finaliza- dos los casos y sus explicaciones, los editores eligieron nombres para todos los pacientes. Iln el protocolo se pedía que los nombres se escogieran por orden alfabético, indicándose solo el nombre de pila de los pacientes de me- nos de 20 años de edad. Procuramos elegir nombres que reflejaran el mosaico cultural estadounidense y que, por azar, no coincidie- ran con los de personas que pudieran confun- dirse con pacientes reales de los autores; si cualquiera de los nombres y rasgos clinicos incluidos recordara casualmente a alguna persona real, tal coincidencia seria la que he- mos intentado concretamente evitar. xxix ERRNVPHGLFRVRUJ
  • 16. . '! Trastornos del desarrollo neurológico 1NTRODUCCIÓN Robert Haskell, M.D. En su forma de abordar la enfermedad men- tal recorriendo las etapas de la vida del pa- ciente, el DSM-5 comienza lógicamente por los trastornos del desarrollo neurológico. Como grupo, estos trastornos se diagnostican normalmente en la lactancia, la infancia o la adolescencia. lndividualmente, estos trastor- nos han sido objeto de una labor de poda, re- organización y clarificación que abarca uno de los cambios más debatidos del DSM-5, el que afecta a la definición y los criterios diag- nósticos del autismo. Enel DSM-5, el trastorno del espectro del au- tismo describe pacientes que antes se dividían entre el trastorno autista, el trastorno de Asper- ger, el trastorno desffitegrativo infantil, el tras- torno de Rett y el trastorno generalizado del desarrollo no especificado. Estos ya no se consi- 1 deran entidades clínicas separadas. Entre los nuevos criterios nos encontramos; 1) deficien- cias persistentes y generalizadas de la comuni- cación social y la interacción social, y 2) patro- nesrestrictivosyrepetitivosdecomportamiento, intereses y actividades. Según la definición ac- tual, el trastorno del espectro del autismo (JEA) puede subdividirse por la presencia o ausencia de deterioro intelectual o de alguna enferme- dad física asociada. Además, la identificación de tres niveles de gravedad ayuda a esclarecer lanecesidad deservicios adicionales decarácter social u ocupacional. Por ejemplo, un paciente que requiera «apoyo muy considerable» podría presentar inflexibilidad conductual extrema o poseer 20 palabras de habla inteligible. El trastorno por déficit de atención con hi- peractividad (TDAH) se sigue subdividiendo ERRNVPHGLFRVRUJ
  • 17. en dos dimensiones sintomáticas (inatención e hiperactividad/impulsividad), siendo re- quisito indispensable lu presencia de al menos seis síntomas de ambas dimensiones o de cual- quiera de ellas. Por ejemplo, la inatención po- dría notarsc en la presencia de comportamien- tos tales como cometer errores por descuido, no completar los deberes en casa y perder li- bros. Entre los criterios de la hiperactividad/ impulsividad se encuentran el no estarse quieto, la impaciencia y la verborrea. El diag- nóstico de TDAH está generalmente incom- pleto sin la inclusión de los especificadores dimensionales (falta de atención predomi- nante, hiperactividad/impulsividad predo- minante o presentación combinada). Varios de estos síntomas deben haber estado pre- sentes antes de los 12 años de edad, siendo este un cambio con respecto a los requisitos del DSM-IV, donde los síntomas causantes del deterioro debían estarpresentes desde an- tes de los 7 años de edad. Otro cambio es la tante, el diagnóstico ya no depende de prue- bas de inteligencia formales. Ahora, el DSM-5 invita al clínico a realizar una evaluacióninte- grada de la gravedad de leve a profunda, de acuerdo con tres dominios biográficos impor- tantes: conceptual, social y práctico. Por ejem- plo, una persona con discapacidad intelectual grave podría entender escasamente concep- tos tales como el tiempo o el dinero, podría usar el lenguaje para comunicar pero no para explicar, y probablemente precisaría ayuda para todas las actividades de la vida diaria. Entre los trastornos de la comunicación que debutan en la niñez están el trastorno del lenguaje (anteriormente dividido en trastor- no de la expresión y trastorno de la recepción del lenguaje); el trastorno fonológico, en el que el paciente tiene deteriorada la capacidad de producir los elementos fonológicos de las palabras pero carece de alteraciones físicas congénitas o adquiridas que expliquen dicho deterioro; el trastorno de la fluidez de inicio reducción del número de criterios sintomáti- en la infancia (tartamudeo), y un diagnóstico cos para los adultos, que pasa de seis a cinco dentro de cada dimensión. Estos dos últimos cambios se deben al hecho de que la «relaja- ción» de los criterios permite identificar a per- sonas con síntomas, malestares y disfuncio- nes muy pare:idas a las de las personas ya diagnosticadas de TDAH y a las que podría convenir la atención clínica. Como sucede en todo el DSM-5, depende del médico diagnosti- car únicamente a las personas que cumplen los criterios sintomáticos y cuyo malestar y dis- función alcance un umbral clínico relevante. Haciéndose eco de los textos jurídicos fe- derales y de las palabras usadas por los facul- tativos más sensibles, el DSM-5 ha sustituido el término retrMo mental por el de discapacidad intelectual. Los tres criterios principales si- guen siendo los mismos: deficiencias de las funciones intelectuales y la adaptación (en ámbitos como la comunicación, el trabajo o el ocio) e inicio a una edad temprana. No obs- 2 nuevo, el trastorno de la comunicación social (pragmático), en el que el paciente presenta problemas persistentes con el uso social de la comunicación verbal y no verbal: muy proba- blemente un diagnóstico acertado para algu- nos de los individuos que presentan rasgos de TEA pero no cumplen todos los criterios. El trastorno específico del aprendizaje es un nuevo diagnóstico genérico del DSM-5. Los especificadores de lectura, expresión escrita y matemáticas tienen por objeto ayudar a profe- sores y padres a atender de forma más concre- ta las necesidades académicas del niño. El capítulo de los trastornos del desarrollo neurológico culmina con los trastornos moto- res, como el trastorno del desarrollo de la coor- dinación,. el trastorno de movimientos estereo- tipados y los trastornos de tics. El tic es un movimiento no rítmico, de duración breve y comienzo brusco. Estos movimientos pueden dividirse en tics motores, como encogerse de DSM-510 Casos clínicos .1 hombros y guiñar los ojos, y tics vocales, como sorber por la nariz, resoplar y la producción es- pontánea de m1a palabra o frase. El trastorno de Ja Tourette es el más complejo de los trastornos de tics y se refiere a pacientes que presentan múltiples tics motores y al menos un tic vocal durante más de 1ru'ío queno puedan explicarse por una enfermedad física o los efectos fisioló- gicos de una sustancia como la cocaína. Inevitablemente, los trastornos del desa- rrollo neurológico tienen síntomas en comím con una amplia variedad de cuadros psiquiá- tricos, y los clínicos deben abordar el diagnós- tico diferencial entendiendo que este es mu- cho más amplio entre los niños menores de 12 años. Los trastornos del desarrollo neuro- lógico contribuyen a veceti a la aparición de otros trastornos; por ejemplo, un trastorno del aprendizaje puede causar ansiedad y nn TDAI-1 no tratado puede volver al paciente vulnerable al abuso de sustancias. Los casos que se exponen a continuación trntan de des- hacer algunos de estos nudos diagnósticos y de explorar la comorbilidad que hace que el tratamiento de los trastornos del desarrollo neurológico sea una de las labores más exi- gentes de la psiquiatría. Lecturas recomendadas Brown TTI (ed): ADHD Comorbiditi~s. Washing- ton, DC, American Psychialric Publllihing, 2009. Hansen RL, Rogers SJ (eds): Autism and Other Ncurodcvclopmental Disorders. Washington, OC, American Psychiatric Publishing, 2013. Tanguay PE: Autism in DSM-5. Am JPsychiatry 168(11):1142-1144, 2011. CASO 1.1 Una segunda opinión sobre el autismo Catherine Lord, Ph.D. Ashley, de 17 años de edad, fue deriva- da para una reevaluación diagnóstica des- pués de haber estado diagnosticada de au- tismo y retraso mental casi toda su vida. Hace poco le diagnosticaron un síndrome de Kleefstra y la familia desea confirmar los diagnósticos previos y valorar el riesgo ge- nético para los futuros hijos de sus herma- nas mayores. Trastornos del desarrollo neurológico En el momento de la :reevaluación, Ashley asistía a un colegio especial para desarrollar habilidades ftmdonales. Era capaz de vestirse pero·no de ducharse sin ayuda o de quedarse en casa sola. Podía decodificar (p. ej., leer pa- labras) y deletrear a nivel de secundaria, pero entendía poco de lo que leía. Los cambios de agenda y las mayores expectativas funciona- les tendían a volverla irritable. Cuando estaba 3 ERRNVPHGLFRVRUJ
  • 18. l. 1 'i 11 ' ,. ., 1 1 1 molesta, Ashley solía hacerse daño a !:iÍ 1n.isma (p. ej., mordiéndose la muñeca) y a los demás (p. ej., pellizcando y tinmdo del pelo). En las pruebas formales realizadas durante la reevaluación, Ashley presentó un CI no verbal de 39 y un CI verbal de 23, siendo el CI global de 31. Las puntuaciones adaptativas fueron algo más altas, con una puntuación global de 42 (siendo el promedio de 100). Según su historia, Ashley empezó a recibir servicios a los 9 meses de edad, después de que los padres notaran importantes retrasos moto- res. Empezó a caminar a los 20 meses y a ir al cuarto de baño sola a los 5 años. Dijo sus prime- ras palabras a los 6 años. Le diagnosticaron re- h'aso del desurrollo a los 3 años y autismo, obe- sidad y encefalopatía estática a los 4 años. En tma de las primeras evaluaciones se observó una posible dismorfología facial; las pruebas genéticas de entonces no aportaron nada. Los padres refirieron que Ashley sabfa cien- tos de palabras sueltas y muchas frases senci- llas. Le interesaban desde hace mucho las ma- trículas de los vehículos y se pasaba horas dibujándolas. Su mayor capacidad era la me- moria, ypodia dibujar con precisión matrículas de distintos estados. Ashleyhabía estado siem- pre muy unida a sus padres y hermanas y, aun- que era cariñosa con los bebés, su interés por los demás adolescentes era mínimo. Entre los antecedentes familiares de interés de Ashley se cuentan un padre con dislexia, un tío paterno con epilepsia y un primo materno con posible «síndrome de Asperger). Sus dos hermanas iban a la universidad y estabanbien. En la exploración, Ashley aparecla como una joven con sobrepeso que miraba poco a los ojos y a menudo de soslayo. TeiÚa una bonita sonri- sa y a veces se reía para sus adentros, pero sus expresiones faciales eran apagadas casi todo el tiempo. Nunca iniciaba la atención compartida tratando de captar la mirada de los demás. Con frecuencia ignoraba lo que le decían. Para solici- tar un objeto deseado (p. ej., tma revista de por- 4 tada brillante), Ashley se mecía de un lado a otro y apuntaba cml el dedo. Al ofrecerle un objeto (p. ej., un animal de peluche), se lo lleva- ba a la nariz y a los labios para inspeccionarlo. Ashley hablaba con voz aguda y una entona- ción poco usual. Durante la entrevista usó mtü- tiples palabras y unas pocas frases cortas que sonaron a memorizadas pero fueron comunica- tivas: por ejemplo, «Quiero limpiar» y «¿Tienes una furgoneta?. En los meses previos a la evaluación, lot pa- dres de Ashley observaron que la joven estaba cada vez más apática. Una evaluación médica concluyó que la causa más probable de sus sín- tomas era una infección de vías urinarias, pero los antibióticos, si acaso, parecieron aumentar la apatía. Ulteriores evaluaciones médicas lle-- varon a realizar pruebas genéticas más am- plias y a Ashley le diagnosticaron síndrome de Kleefstra, un raro defecto genético que se acompaña de múltiples problemas médicos, incluida la discapacidad intelectual. Los pa- dres dijeron que también a ellos les habían he- cho pruebas y habían (dado negativo». En concreto, los padres querían saber si los resultados delas prudas genéticas afectaban a los diagnósticos ya conocidos de Ashley y a su acceso a distintos servicios en el futuro. Ade- más, querian saber si sus otras dos hijas debían hacerse pruebaspor el riesgo de ser portadoras de genes relacionados con el autismo, el retra- so mental o el sfndrome de IC!eefstra. Diagnósticos • Discapacidad intelectual grave. • Trastorno del espectro del autismo acompa- ñado de deterioro intelectual y del lenguaje en relación con el síndrome de Kleefstra. Explicación Con respecto al diagnóstico, las pruebas cogni- ti.vas de Ashley y sus escasas habilidades adap- tativas en el dia a dfa indican que padece la difl- DSM-5(1 Casos clfnlcos 1 1 '' [! 'i '1 1 capacidad intelectual que contempla el DSM-5. Además, Ashley presenta síntomas prominen- tes de los dos criterios sintomáticos principales del trastorno del espectro del autismo (TEA): 1) deficiencias en la comwúcación social y 2) pa- trones restringidos y repetitivos de comporta- miento, intereses y actividades.Ashleytambién cumple el requisito de haber tenido síntomas en Jns fases tempranas del desarrollo y poseer an- tecedentes de deterioro importante que estable- ce el DSM-5 para el TEA. Un quinto requisito del TEA es que las alteraciones no se expliquen mejor por la discapacidad intelectual, lo que es un asw1tomás complicado enel caso deAshley. Durante muchos años, clínicos e investiga- dores han debatido los límites entre el autismo y la discapacidad intelectual. El porcentaje de niños y adultos que cumplen los criterios del autismo aumenta según disminuye el CI. La mayoría de las personas con O inferior a 30 tie- nen TEA además de discapacidad intelectual. Para queAshley pueda cumplir los criterios del DSM-5 referentes tanto al TEA como a la discapacidad intelectual, las deficiencias y conductas específicas del TEA deben ser más acusadas de lo que podria observarse normal- mente en personas dotadas de desarrollo inte- lectual. En otras palabras, si las deficiencias se debieran solamente a lo limitado de su capad- dad intelectual, cabría esperar que tuviera las habilidades sociales y lúdicas del típico niño de 3 a 4 años de edad. Sin embargo, la interac- ción social de Ashley no se parece en nada, ni jamás se pareció, a la de un típico preescolar. Presenta expresiones faciales limitadas, escaso contacto ocular e interés mínimo por sus coe- táneos. Encomparación con su «edad mental», Ashley muestra importantes restricciones tan- to en sus intereses como en la comprensión de las emociones básicas del ser .humano. Ade- más, presenta comportamientos que no se ob- servan normalmente a ninguna edad. La heterogeneidad del autismo ha ocasiona- do importantes conflictos. Algunos, por ejem- Trastornos del desarrollo neurol6gico plo, aducen que los niños con discapacidades intelectuales muy marcadas deberían excluirse del TEA. Otros dicen que los niños con TEA de mayor capacidad intelectual deberían clasificar- se en una categoría propia: el síndrome de As- perger. Las investigaciones no avalan ninguna de estas dos distinciones. Por ejemplo, los estu- dios indican que los niños con síntomas de au- tismo y discapacidad intelectual grave suelen tener hermanos con autismo y mayor capaci- dad intelectual. Queda mucho por descubrir acerca del TEA, pero el CI no parece constituir el factor esencial para distinguirlo. Desde una perspectiva pragmática, el factor crítico es si el diagnóstico de TEA aporta o no información que ayude a orientarel tratamiento y la provisión de servicios. En el caso de Ashley, el diagnóstico de TEA atrae la atención hacia sus escasas habilidades sociales. Atrae la aten- ción hacia las diferencias en sus motivaciones y en sunecesidad de estructura. El diagnósiico de 1EA subraya también la importancia de obser- var con detenimiento los aspectos positivos de su cognición (p. ej., la capacidad memorística y de representación visual) y los más débiles (p. ej., comprensión, interacción social y capaci- dad de adaptarse a los cambios). Todosellospue-- den influir en gran medida en su esfuerzo por llevar una vida lo más independiente posible. A los padres les preocupa también la in- fluencia de los resultados de las recientes pruebas genéticas sobre el tratamiento de Ash- ley y la planificación familiar de sus herma- nas. Hay cientos de genes que pueden inter- venirenlos complejosproblemasneurológicos que conlleva el autismo, pero la mayoría de los casos de TEA carecen de un origen claro. La enfermedad genética de Ashley, el síndro- me de Kleefstra, se asocia claramente a disca- pacidad intelectual y síntomas de TEA. Cuan- do parece que hay algún cuadro físico o genético o algún factor medioambiental im- plicado, este se consigna como especificador, pero el diagnóstico de TEAno se ve afectado. 5 ERRNVPHGLFRVRUJ
  • 19. ,¡ :¡ :! Conocer la causa genética de la discapacidad intelectual y el TEA de Ashley es importante porvarios motivos. Recuerda a los médicos que deben explorar la comorbilidad física frecuente del síndrome de Kleefstra, como son los proble- mas cardiacos y renales (posiblemente causa de sus infecciones recurrentes de vías minadas). TI1 conocimiento de la causa genética amplía tam- bién los recursos informativos al conectar a la familia de Ashley con oh·as familias afectadas por este raro síndmme. Un aspecto especialmente importante de este nuevo diagnóstico genético es su reper- cusión en las hermanas de Ashley. En casi to- dos los casos publicados, el síndTOme de Kleefstra aparece de novo, lo que significa que la probabilidad de que alguien más de la familia presente anomalías en la región gené- tica afectada es extremadamente baja. En ra- ras ocasiones, un progenitor no afectado pre- senta una translocación cromosómica o un mosaidsmo que conduce al síndrome, pero el que los padres de Ashley «dieran negativo» indica que no son portadores genéticos. Aun- que no es necesariamente cierto en otras si- tuaciones en las que intervienen trastornos genéticos relacionados con el autlsmo, este diagnóstico genético en particular indica pro- bablemente que las hermanas de Ashley no 6 tienen mayor riesgo de tener hijos con autis- mo. Esta información puede ser muy tranqui- liZadora y útil para las hermanas de Ashley. El hecho es que, aunque la genética interviene sin duda y de manera importante en el autis- mo y la discapacidad intelectual, la mayoría de los casos no pueden preverse de manera fiable y el diagnóstico t~e efectúa mediante la observación longitudinal continuada a lo lar- go de la infancia. Lecturas recomendadas Kleefstra T, Nillesen WM, Yntema HG: Kleeislra syndrome. GeneReviews October 5, 2010. Lord C, Pickles A: Languagc Leve! ¡¡nd nonverbal social-conununicative behaviors in autistic and language-delayed children. JArn Acad Child Adolesc Psychiatry 35{11 ):1542-1550, 1996. Lord C, Spence SJ: Autism spectrum disorders: phenotype and diagnosis, in Understanding Autism: From Basic Neuroscirmce to Treatment. Editado por Moldin SO, Rubenstein JLR. Boca Raton, FL, Taylor Francis, 2006, pp 1-24. Shattuck PT, Durkin M, Maenner M, et al: Timing ofidentification among children with an autism spectrum disorder: findings from a popula- tion-based surveillance study. JAm Acad Child Adolesc Psychlatry 48(5):474---483, 2009. Wing L, Gould J: Severe impairmenls of social in- teraction and associated abnormalities in chil- dren: epidemiology and classlfication. JAutism Dev Disord 9(1):11-29, 1979. DSM~5!') Casos clinicos ,' rl. ---------------------------------- CASO 1.2 Rabietas Arshya Vahabzadeh, MD. Eugene Beresin, MD. Christopher McDougle, M.D. Brandon es un chico de 12 años al que su madre trajo para una evaluación psiquiátrica porpresentar rabietas que paredan contribuir al declive de su rendimiento escolar. A lama- dre ¡¡e le saltaban las lágrima¡¡ al referir que las cosas habían sido siempre difíciles, pero que habían empeorado al llegar Brandon a seclUldaria. Los profesores de sexto grado referían que Brandon era académicamente capaz, pero poco hábil para hacer amigos. Parecía descon- fiar de las intenciones de los compañeros de clast' que trataban de ser agradables con él y, sin embargo, confiaba en otros que, riéndose, fingían estar interesados en los coches y ca- miones de juguete que llevaba al colegio. Los profesores habían observado que lloraba a menudo y rara vez hablaba en clase. En los último¡¡ meses, varios profesores le habían oído gritar a otros chicos, generalmente en el pasillo, pero a veces en medio de alguna cla- se. Los profesores no habían detectado ningu- na causa pero, en general, no habían castiga- do a Brandon porque suponían que estaba respondiendo a alguna provocación. Al entrevistarlo a solas, Brandon respon- dió con balbuceos no espontáneos a las pre- guntas sobre el colegio, los compañeros de clase y la familia. Sin embargo, cuando el examinador le preguntó si le interesaban los Trastornos del desarrollo neurológico coches de juguete, Brandon se animó. Sacó de la mochila varios coches, camiones y avio- nes y, sin mirar mucho a los ojos, se puso a hablar largo y tendido sobre los vehículos, utilizando aparentemente sus denominacio- nes exactas (p. ej., pala mecánica, B-52, Ja- guar). Al preguntarle de nuevo por el cole- gio, Brandon sacó el teléfono móvil y mostró una serie de mensajes de texto: «¡¡¡Bobo!!!!», «Don tartaja», «PeRDeDoR», «¡Bicho raro!», «TODOS TE ODIAN». Mientras el examina- dor leía la larga ristra de mensajes que Eran- don había guardado pero que, al parecer, no había enseñado a nadie, el muchacho añadió que otros chicos le susurraban «palabras ma- las» en clase y que después le gritaban al oído en el vestíbulo. Y yo odio los ruidos fuer- tes). Dijo que había pensado en fugarse, pero que después había decidido que lo mejor era, quizá, huir a su propio cuarto. En cuanto al desarrollo, Brandon dijo su primera palabra a los 11 meses de edad y em- pezó a utilizar frases cortas a los 3 años. Siem- pre le habían interesado mucho los camiones, los coches y los trenes. Según la madre, ¡¡iem- pre había sido muy tímido» y nunca había tenido un mejor amigo. Le disgustaban los chistes y las bromas tipicas de la niñez porque «lo entiende todo literalmente». La madre de Brandon venia observando desde hada mu- 7 ERRNVPHGLFRVRUJ
  • 20. cho que este comportamiento era «un poco raro», pero añadió quenu era muy distinto al del padre, un abogado de éxito que tenia inte- reses parecidos. Ambos eran «tiquismiquis con las rutinas~ y «Sin :;entidu del humor), En la exploración., Brandon se mostró túni- do )~ por lo general, nada espontáneo. El con- tacto ocular era inferior al promedio espera- ble. El discurso era coherente e intencional. En ocasiones, Brandon se trabucaba con las palabras, hada pausas excesivas y a veces re- petía rápidamente palabras o partes de pala- bras. Brandon dijo que se encontraba bien pero ru.ladió que le daba miedo el colegio. Pa- recía triste y solo se animaba al hablar de sus coches de juguete. Negó tener ideas suicidas u homicidas. Dijo no tener síntomas psicóti- cos. La cognición estaba intacta. Diagnóstico • Trastorno del espectro del autismo sin dete- rioro intelectual acompañante y con dete- rioro asociado del lenguaje: trastorno de la fluidez deinicio en la infancia (tartamudeo). Explicación Brandon presenta síntomas compatibles con el trastorno del espectro del autismo (TEA), un diagnóstico nuevo del DSM-5. En el TEA se in- corporan varios trastornos previamente separa- dos: el trastorno autista (autismo), el síndrome deAspergery el trastorno generalizadodel desa- rrollo no especificado. El TEA se caracteriza por doscategorías sintomáticasprincipales: deficien- cias de la comunicación social y un conjtmto fijo de intereses y comportamientos repetitivos. Es obvio que Brandon tiene problemas considerables en las relaciones sociales con sus compañeros. Es incapaz de entablar amis- tades, no participa en juegos interactivos y le cuesta percibir las señales sociales. A las per- sonas con TEA les resulta normalmente difícil 8 interpretar correctamente la relevancia de las expresiones faciales, el lenguaje corporal y otras conductas no verbales. Brandon carece de sentido del humor y «lo entiende todo lite- ralmente». Estos síntomas cumplen los crite- rios de las deficiencias de la comunicación social que contempla el DSM-5. En cuanto al segundo dominio sintomático del TEA, Brandon presenta intereses fijos y comportamientos repetitivos que le ocasio- nan malestar significativo. Parece que le apa- sionanlos coches y los trenes, le interesa poco todo lo demás y aparentemente no se da cuenta de que los otros chicos podrían no compartir su entusiasmo. Necesita mtismi- dadl y la alteración de la rutina provoca ma- lestar. En consecuencia, Brandon cwnple los dos criterios sintomáticos principales del DSM-5 con respecto al TEA. Brandon también se trabuca con las pala- bras, hace pausas excesivas y repite palabras o fragmentos de palabras. Estos síntomas son compatibles con la tartamudez, clasificada como uno de los trastornos de la comunicación en el DSM-5 con el nombre de trastorno de la fluidez de inicio en la infancia. Tipicamente persistente y caracterizado por repeticiones o alargamientos frecuentes de los sonidos, pala- bras fragmentadas, pausas al hablar y circun- loquios, el trastorno de la fluidez de inicio en la infancia puede producir una importante dis función social, académica y ocupacionaL Otros trastornos de la comtmicación del DSM-5 son la dificultad para hablar (trastor- no fonológico), los problemas con el uso del lenguaje hablado y escrito (trastorno del len- guaje) y las dificultades con los usos sociales de la comunicación verbal y no verbal (tras- torno de la comunicación social [pragmáti- co}). Aunque en el caso presentado no se ob- servan estos problemas, se debería evaluar en Brandon la presencia de todos ellos, pues los deterioros del lenguaje forman normalmente parte del TEA y aparecen como especificado- DSM-5© Casos clinicos 1 i res de este trastorno más que como diagnósti- cos comórbidos separados. Antes del DSM-5, Brandon habría cumpli- do los criterios del síndrome deAsperger, que servía para identificar a tm grupo de indivi- duos con los rasgos nucleares del autismo (deficiencias sociales e intereses fijos) e inteli- gencia normal. Sin embargo, quizá por com- partir síntomas del espectro autista con su propio padre, a Brandon se le veía como «tm poco raro)) pero sin problemas merecedores de una atención clínica especial. La falta de diagnóstico ayudó a que Brandon se convir- tiera en víctima indefensa del acoso escolar, hecho nada infrecuente entre las personas con TEA. Sin intervenciones adecuadas para sus síntomas autistas y su tartamudez, Brandun corre un gran riesgo de padecer trawnas psi- cológicos constantes y fracaso académico. Lecturas recomendadas Sterzing PR, Shattuck PT, Narendorf SC, ct al: Bullying involvement and autism spectrum disorders: prevalence and correlates ofbullying involvement among adolcscents with an autism spectrum disorder. Arch Pcdiatr Adolesc Mcd 166(11):1058-1064, 2012. Toth K, King BH: Aspcrger's syndromc: diagnosis and treatment. Am JPsychiatry 165(8):958-963, 2008. CASO 1.3 Problemas académicos Rosemary Tannock, Ph.D. Carlos, un estudiante universitario hispa- noamericano de 19 años de edad, acudió a una consulta de atención primada para que lo ayudaran con sus problemas académicos. Desde que empezó la universidad hacía 6me- ses, había rendido poco en los exámenes y se había mostrado incapaz de cumplir su pro- gramade estudios. La preocupación de que le acabaran suspendiendo y echando de la uni- versidad le provocaba insomnio, mala con- centración y sensación general de desespe- ranza. Después de 1 semana especialmente 'Irastornos del desarrollo neurológico dura, regresó a casa inesperadamente y co- municó a su familia que creía que debía dejar los estudios. La madre lo llevó enseguida al centro donde ya habían ayudado previamen- te a Carlos y a su hermano mayor. La madre se preguntaba en concreto si el «TDAH) de Carlos podía ser el problema o si ya lo había superado gracias a la edad. A Carlos ya lo habían visto en ese mismo centro a los 9 años, momentu en que le diag- nosticaron un trastorno por déficit de aten- ción con hiperactividad (TDAH) de presenta- 9 ERRNVPHGLFRVRUJ
  • 21. ción combinada. Las notas de aquella eva- luación clínica indicaban que Carlos había te- nido problemas escolares por no seguir las instrucciones, no hacer los deberes, levantar- :;e del asiento, perder cosas, no esperar su tur- no y no escuchar. Le costaba concentrarse ex- cepto en los vidcojuegos, a los que «podía jugar durante horas~. Carlos, aparentemente, había empezado a hablar tardíamente, pero el parto y el desarrollo habían sido por lo demás normales. La familia había emigrado a Esta- dos Unidos desde México cuando Carlos te- nía 5 años. Este había repetido el primer gra- do por inmadurez conductual y problemas para aprender a leer. No se observó la facili- dad con que Carlos había aprendido inglés, su segnnda lengua. Durante la evaluación llevada a cabo a los 9 años de edad, la valoración psicoeducativa de un psicólogo clínico confirmó que Carlos tenia problemas de lectura (especialmente problemas de fluidez y comprensión). Sin embargo, Carlos no cumplía los criterios de la junta escolar para la discapacidad de aprendi- zaje, que exigían una discrepancia docum€11- tada de 20 puntos entre el CI y el rendimiento. Por ello, no pudo ser candidato a los servicios de educación especial. El médico de atención primaria de Carlos le había recomendado una fat·macoterapia, pero la madre no quiso darle medicación. En cambio, refirió que se había buscado un trabajo extra para pagar tutores que flyudaran a su hijo «con la concentración y la lectura». Desde que había empezado la universidad, Carlos refirió que con frecuencia no había podi- do concenlTarse en la lectura y las clases. Se dis- traía con frecuencia y tenfa problemas para en- tregar a tiempolos trabajos. Se quejó de sentirse inquieto, agitado y preocupado. Refirió dificul- tades para conciliar el sueño, poca energía e :in- capacidad para (divertirse» como sus compa- ñeros. Dijo que los síntomas depresivos «iban y venían durante la semana, pero que no pare- 10 cían influir en sus problemas de concentración. Afirmó que no consumía ninguna sustancia. Carlos dijo que en el bachillerato había te- nido muy buenos profesores que lo habían comprendido, ayudado a entender lo que leía y permitido grabar en audio las clases y em- plear otros formatos (p. ej., vídeos, wikis, pre- sentaciones visuales) para los trabajos finales. Sin este apoyo en la universidad, dijo que se sentía «solo, estúpido, fracasado e incapaz de salir adelante». Aunque el profesor de bachillerato se lo había aconsejado, Carlos no se inscribió en la oficina de servicios para estudiantes con dis- capacidad de la universidad. Prefería que no lo consideraran distinto a sus compañeros y pensaba que debía ser capaz de superar la universidad por sí mismo. Los antecedentes familiares de Carlos eran positivos para el TDAH en la persona de su hermano mayor. El padre, que había muerto cuando Carlos tenía 7 años, había tenido alpa- recer «d:islexia» y lo habían echado de una uni- versidad pública local al cabo de tul semestre. En la exploración, Carlos iba vestido con unos vaqueros limpios, una camiseta y una su- dadera cuya capucha se echaba una y otra vez sobre la cara. Pennanecta sentado, quieto y en- corvado. Suspiraba constantemente y rara vez miraba al clínico a los ojos. Tamborileaba los dedos con frecuencia y se :removía en el asiento, pero era educado y respondía debidamente a lus preguntus. Su dominio del inglés parecíu só- lido, pero hablaba con un ligero acento español. A menudo balbuceaba y pronunciaba mal algu- nas palabrus de varias sílabas (p. ej., decía «lite- raltura~ en lugar de literatura~ e intllnar» cuando quería decir ((intimidar~). Dijo que no tenía pensamientos suicidas. Parecía tener una conciencia razonable de sus problemas. Carlos fue derivado a un psicólogo para hacerle más pruebas. La reevaluación psico- educativa confirmó que la capacidad de lec- tura y escritura de Carlos era considerable y DSM-5 Casos clínicos cuantificablemente húerior a la esperable para su edad. El informe aclaraba que estos problemas de aprendizaje no eran atribuibles a discapacidad intelectual, problemas no co- rregidos de visión o audición, adversidad psi- cosocial o falta de dominio del idioma de la enseñanza académica. Concluía diciendo que Carlos tenía problemas específicos con la flui- dez y comprensión de la lectura, y con la or- tografía y la expresión escrita. Diagnósticos • Trastorno por déficit de atención con hlpe- ractividad, de presentación predominante con falta de atención y de gravedad entre leve y moderada. • Trastorno específico del aprendizaje con afectación de los dominios de lectura (flui- de7. y comprensión) y expresión escrita (or- tografía y organización de la expresión es- crita), todo ello actualmente de gravedad moderada. Explicación Carlos tiene antecedentes de TDAH. Cuando se le evaluó a los 9 rulos de edad, los criterios del DSM-IV para el TDAH requerían seis de los nueve síntomas enumerados en cualquiera de sus dos categorías: inatención o hipe:ractivi- dad-impulsividad (además del inicio antes de los 12 años). Le diagnosticaron un TDAH de tipo combinado, indicando de esta forma que el especialista había detectado al menos seis síntomas de cada una de estas esferas. Carlos se presenta ahora a los 19 años de edad y el informe del caso indica que tiene cinco síntomas distintos de falta de atención y dos síntomas de hiperactividad-impulsividad. Esto parece indicar una mejoría sintomática. La re- misión parcial del TDAH es frecuente con la edad, sobre todo en lo referente a los síntomas de hiperactividad. Conforme al DSM-IV, el TDAH de Carlos se diría que ha remitido. Sin Trastornos del desarrollo neurológico embargo, el DSM-5 posee un umbral más bajo de cinco síntomas en cada categoría en lugar de seis. En consecuencia, Carlos sí cumple este cri- terio diagnóstico del TDAH. No obstante, es importante buscar explica- ciones alternativas al TDAH y una posibili- dad sería que los síntomas actuales pudieran explicursc mejor por un trastorno del ánimo. Durru1te los 6 últimos meses, Carlos ha tenido síntomas ansiosos y depresivos, pero su ina- tención y escasa concentración no parecen li- mitarse a estos episodios ni estar exacerbados por ellos. Sus síntomas de TOAR son cróni- cos y el trastorno se inició en la niñez sin tras- tornos del ánimo o de ansiedad concurrentes. Más aun, los síntomas depresivos de la pre- sentación parecen haber durado tan solo alre- dedor de 1 semana, mientras que los proble- mas académicos son crónicos. Los problemas académicos son frecuentes en el TDAH incluso en ausencia de un trastor- no específico del aprendizaje (TEAp), aunque los TEAp también constituyen unacomorbili- dad frecuente del TDAH. Incluso .:mtes de repetir las pruebas psicológicas, Carlos pare- óa tener diversos antecedentes problemáticos capaces de aumentar la probabilidad de un TEAp. La aparición del habla se retrasó en su idioma materno, el español; la lectura se desa- rrolló lentamente tanto en español como en inglés, y recibió ayudas docentes (con las que consiguió rendir) en el bachillerato. Todo ello indica un TEAp, al igual que los antecedentes familiares de problemas de aprendizaje. La anterior evaluación psicoeducativa de Carlos no pudo confirmar un trastorno del aprendizaje porque no cumplía la discrepan- da exigida para su diagnóstico entre el CI y el rendimiento. Partiendo de una década más de datos, el DSM-5 ha eliminado este criterio de discrepancia en el TEAp. Este cambio ha convertido en razonable la derivación de los pacientes en plena adolescencia tardía para su reevaluación. 11 ERRNVPHGLFRVRUJ
  • 22. ¡, l. i '1 1 1 1• ,, ! r ' 1'. 1. 1 Las pruebas psicológicas repetidas indican un TEAp de intensidad moderada. Como los problemas de aprendizaje ya empezaron enla edad escolar y siguen causando deterioro aca- démico, Carlos .~umple los criterios diagnós- ticos del DSM-5 pF..ra elTEAp. Al ser capaz de docwnentar tanto un TDAH como un TEAp, Carlos podrá acceder a ayudas académicas que deberán permitirle continuar con mayor solidez sus estudios universitarios. Lecturas recomendadas Frazier TW, Youngstrom EA, Glutting JJ, Watkins MVV: ADHD and achievement: meta-analysis of the child, ndolescent, and adult litcmtures and a concomitant study with college students. J Learn Disabil40(1):49-65, 2007. Sexton CC, Gelhorn H, Bell JA, Classi PM: The co-occurrence of reading disorder and ADHD: epidemiology, treatment, psychosocial impact, and economicborden. JLearnDisabi145(6):538--- 564, 2012. Svetaz MV, Ireland M, Dlum R: Adolescents with learning disabilities: risk and protcctivc factors associated with emotional well-being: findi.ngs from the National Longitudinal Study of Ado- lescent Health. JAdolesc Health 27(5):34(}...348, 2000. 'l'urgay A, Goodman DW, Asherson P, et al: Lifes- pan persistence of ADHD: the life transition model and its applications. J Clin Psychiatry 73(2):192-201, 2012. CASO 1.4 Problemas escolares Arden Dingle, M.O. Daphne, una chica de 13 años cte noveno grado, fue traida para efectuarle tma evalua- ción psiquiátrica por presentar problemas académicos y conductuales. Le costaba espe- cialmente empezar y terminar sus deberes escolares y seguir instrucciones, y la habían suspendido repetidamente en matemáticas. Al pedirle que realizase tareas, Daphne se po- nía a discutir y se volvía irritable. Cada vez se 12 resistía más a ir al colegio, pidiendo quedarse en casa con su madre. Las pruebas indicaron que Daphne tenía una inteligencia por encima de la media, ren- dimientos adecuados para su edad en todas las asignaturas excepto en matemáticas y al- guna dificultad con sus capacidades visoes- paciales. Varios años antes, el pedialra le ha- bía diagnosticado un trastorno por déficit de DSM~5© Casos clínicos ,. atención con hiperactividad (TDAH) y le ha- bía recetado un estimulante. 'lOmó el medica- mento durante 1 semana, pero los padres de- jaron de dárselo porque parecía agitada. En casa, la atenta ~upervisión de los deberes escolares de Daphnc por sus padres salia acabar en discusiones conlloros y gritos. Terúa dos ami~ gas desde hacía mucho tiempo, pero llevaba va- rios años sin hacer amistades nuevas. Normal- mente prefería jugar con nUlas más jóvenes que ella. Cuando las amigas escogían la actividad o noseguíansus normas, tendía a retraerse. En ge- neral era callada en los grupos y en el colegio, pero se mostraba más atrevida con la familia. Ya desde la primera infancia, a Daphne le había costado siempre donnirse, necesit.mdo una luz encendida y que los padres la ttan- quilizaran. Reconociendo que los cambios la perturbaban con facilidad, los padres rara vez la habían forzado a realizar actividades nue- vas. Le iba bien en el verano, que pasaba con sus abuelos en una casa situada jtmto a un lago. Los padres no habían notado ningún trauma en especial, ni factores estresantes ni problemas médicos o propios del desarrollo. Daphne había tenido la primera regla 2 meses antes de la evaluación. En sus antecedentes fa- miliares destacaban varios parientes de primer y segundo grado con trastornos dcl estado de ánimo, de ansiedad o de aprendizaje. En la primera entrevista, Daphne se mostró timida y tensa. El contacto ocular era escaso y le costaba hablar de cualquier cosa que no fuera su colección de caballos de plástico. Al cabo de 15 minutos se sintió más cómoda y refirió que no le gustaba el colegio porque ha- bía que esforzarse mucho y a los otros niños parecía traerles sin cuidado. Dijo que tenía miedo de cometer errores y sacar malasnotas, y de defraudar a sus profesores y padres. La preocupación derivada de sus fracasos pre- vios le provocaba inatención e indecisión. Daphne negó que fuera buena en nada y quehubiera algún a..;pecto de su vida que esht- Trastornos del desarrollo neurológico viera bien. Deseaba tener más amigos. Hasta donde podía recordar, siempre se había senti- do así. Estas cosas la ponían triste, pero dijo no tener sentimientos depresivos persistentes ni pensamientos suicidas. Parecía ansiosa, pero se animaba al hablar de su colección de caba- llos en miniatura y de su familia. Diagnósticos • Trastorno especifico del aprendizaje (mate- máticas). • Trastorno de ansiedad generalizada. Explicación Daphne presenta síntomas de falta de aten- ción,. problemas académicos, escasas relacio- nes con sus compañeros y poca autoestima, todo lo cual le genera malestar y deterioro funcional. Desde el punto de vista biológico, Daphne está pasando por los cambios hormo- nales de la pubertad teniendo como telón de fondo sus antecedentes familiares de trastor- nos del ánimo, de ansiedad y del aprendizaje. Desde el psicológico, Dap.hne vive creyendo que no está a la altura, probablemente en re- lación con sus problemas escolares persisten- tes. En cuanto al desarrollo, Daphne rinde al nivel emocional de una niña en edad escolar. Socialmente, Daphne tiene una familia que la apoya y se ha esforzado en protegerla, posi- blemente interfiriendo con la adquisición de capacidades referentes a la independencia y la autonorrúa. Mientras tanto, el sistema edu- cativo no ha dado a Daphne el apoyo que ne- cesita para lograr el éxito académico. Los problemas académicos de Daphne pueden explicarse en parte por un trastorno específico del aprendizaje en el campo de las matemáticas. Tiene problemas que persisten en este ámbito y que las pruebas avalan, pues muestran un rendimiento inferior al nivel de inteligencia y la edad cronológica. Sus logros en otros aspectos académicos y su nivel fun- cional adaptativo parecen ser en general los 13 ERRNVPHGLFRVRUJ