1. Durero. María Isabel Espiñeira Castelos
1
DURERO
ace en Alemania, aunque es de origen húngaro, y estudia en
profundidad a los artistas venecianos. Cuando viaja a Italia visita
Padua y Mantua. El emperador Maximiliano le convierte en su
protegido y además de hacer trabajos también se dedica a escribir
tratados entre los que destacan instrucciones para medir y tratados sobre la
anatomía humana. Su obra se clasifica en cuatro apartados: representación
del cuerpo humano, estudio de la naturaleza, estudio de la psicología
humana en autorretratos y retratos, y de temática religiosa.
Como representación del cuerpo humano destaremos Adán y Eva, en
cuadro y en grabado. El cuadro se conserva en el Museo del Prado, en dos
tablas separadas aunque formando conjunto. Las figuras presentan un
alargamiento ya casi manierista, aunque la estructura de los cuerpos se
corresponde con un perfecto y clásico estudio geométrico. Los cuerpos
desnudos se hacen destacar en el paisaje que les rodea.
Como hombre amante de la naturaleza, nos lega algunos grabados como La
liebre, el Rinoceronte, Hierbas en un prado, donde a su minuciosidad como
pintor nórdico se une el interés científico que ya Leonardo había tenido. Le
interesan especialmente los caballos, tal y como queda demostrado en Los
cuatro jinetes de la Apocalipsis o El caballero, la muerte y el diablo.
N
2. Durero. María Isabel Espiñeira Castelos
2
En los retratos hablaremos en primer lugar de varios autorretratos que
realiza a lo largo de su vida, a distintas edades y donde vamos viendo su
evolución. En el que se conserva en el Prado aparece como un joven y noble
caballero, orgulloso y altivo, como si quisiera demostrar su valía más allá
del simple artesano, viéndose como artista.
3. Durero. María Isabel Espiñeira Castelos
3
Entre las obras religiosas destacan La Virgen de la Pera, La Virgen del
Rosario, con ciertas similitudes con la forma de pintar de Rafael, a pesar de
que los volúmenes en Durero son bastante más rotundos que en el italiano.
Domina ya todos los cánones clásicos: equilibrio, armonía, composición
piramidal, serenidad, color y dibujo. Hace también los Cuatro apóstoles y
Adoración de la Santísima trinidad, dentro de la misma temática religiosa.
En los grabados Durero es un verdadero maestro, destacando el ciclo de
Grabados del Apocalipsis, con unos excelentes sombreados donde se recalca
la expresividad, con la composición en diagonal y los rostros cuidados. Otro
grabado de bastante importancia es el titulado San Jerónimo, donde ilustra
la vida del hombre santo en el mundo espiritual de la contemplación divina,
es decir, la virtud teologal. San Jerónimo aparece en el interior de un
gabinete de trabajo soleado y bien ordenado. La habitación es una auténtica
celda, separada de las siguientes y cuya ventana parece corresponder al
lienzo sur de un claustro. En una estancia sencilla y agradable, con todo lo
necesario para una vida devota y estudiosa, con algo de confort. La
impresión general es de cálida intimidad y seguridad. El rayo de sol que
4. Durero. María Isabel Espiñeira Castelos
4
ilumina el interior consigue que incluso la calavera del poyo de la ventana
parezca familiar. La visión idílica del santo era muy querida a Durero, que
deseaba un estado similar de paz espiritual y dedicación al estudio.