El poema de Parménides describe la naturaleza del ser. La Diosa guía a Parménides por el camino de la verdad, enseñándole que el ser es y el no-ser no es. El ser es eterno e inmutable, no tiene principio ni fin, y está presente en su totalidad. El ser no puede dividirse, es continuo y uniforme en todas direcciones.

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El poema de Parménides sobre la naturaleza.
(Fragmentos revisados y adaptados1
).
Las yeguas que me arrastran, tan lejos como mi ánimo deseaba,
me han acompañado, cuando me condujeron guiándome al
famoso camino de la Diosa que lleva al mortal vidente a través de
todas las ciudades […] cuando aumentaron la velocidad las
jóvenes Heliades, marchando desde la morada de la Noche
hacia la luz, quitándose los velos de la cabeza. Allí están las
puertas de los caminos de la Noche y del Día,
Y la Diosa me acogió con afecto, la mano derecha con la suya
tomó y me dirigió la palabra diciéndome: “¡Oh joven, compañero
de inmortales aurigas, tú que llegas a nuestra morada con las
yeguas que te arrastran, salud! Pues no es un mal hado el que te
ha inducido a seguir este camino (que está apartado del
sendero de los hombres), sino el Derecho y la Justicia. Es
preciso que conozcas todo, tanto el corazón imperturbable de la
Verdad bien redonda, como las opiniones de los mortales,
en las cuales no se halla la verdadera creencia.
Pues bien, te contaré (tú escucha y recuerda el relato) ": Lo
primero, que “es” y no es “no-ser”, es la vía de la creencia
(pues sigue a la Verdad). La otra, que “no es” y es
necesariamente “no-ser”; esta, te lo aseguro, es una vía
impracticable. Pues no conocerías el no-ser; ello es imposible e
inexpresable.
Pues lo mismo es pensar y el ser.
Es necesario decir y pensar que “lo ente” es; pues es el
“ser”, pero el “no-ser” no es; te ordeno que consideres esto.
Te aparto, pues, de esta primera vía de investigación, así como de
aquella por la que los mortales ignorantes, errantes, bicéfalos […]
son arrastrados, como sordos y mudos, estupefactos, gentes sin
juicio para las que, para quienes el camino de todas las cosas
marcha en direcciones opuestas.
Pues nunca será conseguido que el no-ser sea: aparta tu
pensamiento de esta vía de investigación y no te obligue a
marchar por ella la costumbre tantas veces practicada.
El ser es ingénito e imperecedero, pues es completo,
imperturbable y sin fin. No ha sido ni será en cierto momento,
pues es ahora todo a la vez, uno, continuo. Pues ¿qué
nacimiento le buscarías? ¿Cómo y de dónde habría nacido? No te
permitiré que digas del “no-ser” porque ello no es ni expresable
ni concebible. Pues ¿qué necesidad a nacer antes o después le
impulsaría si procediese del no-ser? Por tanto, es necesario que
sea absolutamente o no. Pero tampoco permitirá la fuerza de la
verdad que del no-ser nazca algo a su lado. Tampoco que se
1
La revisión del original griego es mía, así como la adaptación adecuada a la
tarea del comentario del texto que propongo para nuestro seminario (E.A.M.)

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engendre ni que perezca permite la justicia relajando las cadenas,
sino que las mantiene firmes. El juicio sobre ello en este respecto
es: es o no es. Pero se ha decidido, como era de necesidad, que
esta vía era impensable e inexpresable ¿Cómo podría perecer
entonces el ser? ¿Cómo podía nacer?. Por tanto queda extinguido
el nacimiento e ignorada la destrucción.
No está dividido, pues es todo igual. Ni es más (aquí), pues
ello impediría que fuese continuo. Ni es menos (allí), pues todo
está lleno de ser. Por tanto es todo continuo, pues el ser toca al
ser.
Ello mismo en lo mismo permanece, yace sobre sí mismo y así
residirá inmutable allí mismo; pues la firme Necesidad lo tiene en
cadenas envolventes, lo aprisiona por todas partes. Por ello no es
lícito que el ser sea infinito. Pues no es indigente de nada;
mientras que no siendo carecería de todo. Lo mismo es el pensar
y aquello por lo que es el pensamiento.
Pero, puesto que su límite es el último, es completo por doquier,
semejante a la masa de una esfera bien redonda, igual en fuerza a
partir del centro por todas partes. Pues ni mayor ni menor es
necesario que sea aquí o allí. Puesto que es igual en todas
direcciones, alcanza de igual manera sus límites. De todo lo cual
se concluye que el ser es ilimitado, aunque no infinito. […]
Con esto cierro para ti el fidedigno discurso sobre la verdad.