1. ESCALERAS DE HOSPITAL
Silvia Jiménez Blázquez
Cuandome acabé el cigarrillo,entré enel hospitalymientrassubíaa laplanta del quirófano,
pensabaenla operación,deseandoyrezandoaun diosenel que no creía porque laoperación
fuese bien.Nome fijé enque el chicoque subíaconmigoenel ascensorme ofrecíaun pañuelo
al percatarse de misojosirritadosymi mocosanariz,hasta que me dio untoque enel brazo.
-Gracias-musité conunhilode voz.Él sólosonrió.Quiénsabe qué estabahaciendoenel
hospital;quizáunaccidenté de unamigo,oel infartode un familiar,otal vezsimplemente
estabade visita;encualquiercaso,nuncame gustaronloshospitales;nohacían más que
recordarnoslosproblemasque puede darnoslavida.
La voz automáticadel ascensorque anunciabaque estábamosenlasextaplantame
devolvióalarealidad. El chicosaliódel ascensor,nosinantesofrecerme unadulce sonrisa
acompañadade unguiño.La verdadesque tenía una dentaduraperfecta.Se me pasópor la
cabezaque quizáslo conocía,pero al cerrarse laspuertas,loolvidé.
El resto del caminolosubí sola,entonandounacancioncillaque me enseñóAndrea,mi
hermanapequeña.Treintasegundosenunascensorpuedenparecereternos,de verdad.
Cuandoal finse abrieronlaspuertasenla décimaplanta,vi de lejoscómoel cirujano,conuna
expresiónindescifrableque supongoadquirióconlaexperienciamarcadaenlas arrugas de su
rostro,se acercaba a mi madre,quientodavíallevabapuesto,ymanchadode lasangre de mi
hermana,el uniforme de lacárcel.Conla cara enterradaentre lasmanosno vioal cirujano
hasta que éste,paradofrente aella,carraspeó.Mi madre levantóconesfuerzolacabeza,y
juropor cualquiercosaque aquel escalofríoque me recorrióel cuerpoal ver losojoscomo
pelotasde golf de mi madre,no fue normal.Supuse que se habíapasadola noche llorando.No
estabalosuficientemente cercade ellosparaescucharel resultadode laoperación,peroporla
formaen que lasrodillasde mi madre se hincaronenel frío mármol de aquel fríohospital y
por el desgarradorgritoque la desolaciónarrancóde supecho,comprendíque mi hermana,
de tan sólosiete años,nohabía superadolaoperación.
Mi madre,desconsolada,quientodavíano me había visto,se giróal escucharel ruidoque
hizomi móvil al caer contra ese malditosuelo.
Ni me molesté enrecogerlo.
En lugarde irhacia ellapara consolarnosmutuamente,comocabríaesperar,mi reacción
fue la contraria.Corrí, como nunca,hacia lasescalerasde emergenciamientraslaslágrimas
bañabanmi rostro,haciendocasoomisode las vocesque me llamaban;una,lasuplicante voz
rota de mi madre,y laotra, un tanto perpleja,ladel cirujano.
Nopodía parar de correr. No era consciente de losarañazosque me causabala barandilla
rota, ni de cuando, para no caer al sueloenlosúltimosescalonesde untramo,me estampé
contra una pared.Seguíasindejarde correr. Estaba enfadada;enfadadaporlainjusticiade
arrebatarle lavidaa una niñade siete años.Yano podría darle aquellahorrendamuñecacon
trenzasdeshilachadasque tantole gustabaque habíacompradopor su cumpleaños.No
volveríaa despertarme enmitadde lanoche porque habíatenidounapesadilla,ynopodría
ofrecerle mi camay abrazarlahasta que se durmiera.Noconoceríael amargo saborde un
desamor.Y no volveríaaoírla gritar al sol cuandoéste derritiese sumuñecode nieve.
Cuandollegabaal segundopiso,empecé aoleratabaco (cosa que me extrañó,puesno
conocía, ni conozco,ningúnhospital enel que esté permitidofumar). Ibaa tal velocidadque
2. no me diotiempoa frenary caí sobre unapersona.Gimióde dolorcuandole clavé el codo en
un intentode levantarmeyme deshice endisculpas.Nosabíaquiénera,laslucesestaban
apagadasy por la pequeñaventananoentrabademasiadaluzpuestoque hacíapocoque
había anochecido,asíque no teníamosmás que la escasaluzde emergencia.Vislumbré la
sombrade loque parecía ser unasonrisabienacomodada. Me molesté.Loque anteseran
gemidosde dolor,pasarona serrisitascon unaestúpidatosfalsaenun patéticointentode
disimularla.Parecíaungato intentandovomitarunabolade pelo.Me enfurecí.
- ¿Te estásriendode mí? -casi grité.
Nohuborespuesta.Sóloesaestúpidatosacentuada.
Palpé laparedenbusca del interruptorde laluzy al encender,loprimeroque vi fueron
unosojos verdesde unabellezaexquisitamolestosalaintensaluzde hospital,yde prontome
sentímal por habermolestadoaalgotan hermoso.Me cercioré de que el ojo derechoteníaun
destelloazulado,yme quedé prendadade sumirada.Entoncesme di cuentade algo.Era el
chico guapo.Ese tan simpáticodel ascensor.Apagóel cigarroyme miró.
Era un chicoalto, me sacaba unasdos cabezas;tenía que levantarlacabezapara mirarle a
losojos.Tenía unasespaldasde nadador,loque me hizorecordar de nuevo que podía haberle
conocidoantes.Susmanoseran grandesybonitas,y descubríque se mordía las uñas.Su
rostro notenía un aire muyduro, peroteníala mandíbulay lospómulosmuyperfilados,loque
le daba un toque sexy,aparte de suatractivogeneral.
Debíde mirarle de formaextrañaporque sonrióysusojosadquirieronuntoque travieso.
Me ruboricé y retiré lamiradahacia suszapatillas.
- Veoque no tienesunbuendía,esperaunsegundo- dijo,yse pusoa rebuscaren su
mochila.Entoncessacóun pañueloyme loofreció.
- No lonecesito -repliqué,algomolesta.
- ¿Estás segura?Tieneslablusachorreando -.Lo cual eramentira.Sóloteníael cuellode la
blusaun poco mojada,peroal retirarme unmechónde pelode lacara, comprobé que teníael
rostro empapadoenlágrimas.Acepté el pañuelode malaganayme sequé.No sé porqué,
peroparecía que todo loque hacía, le hacía gracia.
Norecuerdoqué fue loque ocurriódespués,peroacabamossentadosenlasescaleras
compartiendounrefrescoy cigarrillosycharlandosobre cualquiercosaque se nos pasabapor
la cabeza.A medidaque conversábamos,empecé asentirme atraídaporsus ojos.Eran unos
ojosexpresivos,ducese inocentes,peroenlosque,si se escarbabaunpocomás a fondo,
encontraríamosalgomás; algoencerradotras el dolory la soledadque nolodejaban salir.Y
entoncessentícuriosidad.Unacuriosidadinmensa.Quisedestruiresosmalditosbarrotesy
obligarloasalir,a exponerse ante el mundo.Perotambiéntuvemiedo;el mundonoestan
fantásticocomolo ponenenesaspelículas tanestúpidasque lesponenalosniños,yel
hospital enel que nosencontrábamoslodemostraba.Noqueríaobligarasalira algo,que
sospechabarealmentehermoso,paraque el mundolopisotease.Mi madre siempre dice:
“para liberaralgo,asegúrate de que esalibertadnolohará daño”.
Pasabanlashoras y seguíamoshablando.Nonosaburríamos.De pronto me di cuenta de
que no conocía su nombre.
- Oye,¿cómo te llamas?
- Soy Brian.
Me sorprendí.
- No eresde por aquí, ¿verdad?
3. - Yo sí, peromi madre es irlandesayle gustabaese nombre -respondióriendo.
- ¿Y tu padre?-pregunté,curiosa.Él apretólosdientesysusonrisase esfumó.
- Es de aquí -dijoconun hilode voz.
Noañadiónada más.Me limité aesperarcomo unaidiotaa que me preguntase pormi
nombre,peroesapreguntanollegó.Parecíasaberlo que esperabayle divertía.Me molesté
un poco.En vezde preguntarme el nombre,me hizootrapreguntaque,si me hubierahecho
cualquierotro,me habría enfadadobastante porlaindiscreción,peronotuvolaoportunidad
de conocer mi mal carácter,él no.
- Bueno,¿me vas a decirde una vezpor qué corrías comouna loca tirandoa gente al suelo,
huyendode tuvidao quieresseguirhablandode cosassinimportancia?
“Huyendode tuvida”.Me sorprendieronsuspalabras.
- Es unalarga historia.
- No tengoningunaprisa-dijoentonoburlón.
Así que comencé.
- Hace unos añosmi madre salióunpoco más tarde del trabajo,así que,al salirde
clase,Andreatuvoque esperarunosminutos.Unantiguopadre del colegiohabía
perdidoasu hijopor unaenfermedadenel hígadohacía unosmeses,yese día fue al
colegio,se acercóa mi hermanay le dijoque él lallevaríaa casa. Mis padressiempre
nos enseñaronque nodebíamosirnoscondesconocidos;el problemaesque el hijode
ese hombre eraamigode mi hermana,porlo que ellaloconocía y se fue con él.
- A estasalturasde la historialagente siempre piensaque el hombre lavioló,peroesono
ocurrió-le comenté aBrian. La verdadesque no suelocontarle estahistoriaamucha gente,
por loque no suelodarese dato,pero Brianno me había interrumpido,yescuchaba
atentamente,asíque nome pareciómal decírselo.Él,muyserio,nodijonada,sólome cogióla
mano yasintiópara que continuara.
- El hijode puta no lallevóanuestracasa, sinoque la llevóaun antiguoalmacén
abandonadoenque se había instaladotrassepararse de su esposaal perdera su hijo.
Le dijoa mi hermanaque habían parado allíporque necesitabapedirle unfavor,ymi
hermana,quiennuncanegabaunfavor,aceptósinsaber de qué se trataba. El cerdole
dijoque,si se portaba bien,al acabar le daría una piruletayla llevaríaa casa. La llevóa
una salaque había preparadoél con una mesade operacionesymaterial quirúrgico.La
tumbósobre la mesay,afortunadamente,lasedó.Qué considerado,¿nocrees?A
partir de ahí lo que hizofue experimentarconelladurante cincodías.Cinco malditos
días enlos que mispadresy yola buscamosdía tras día hasta que el hijode putala
soltó.
Dejé de relatarlahistoriacuandoBrian alargóel brazo para recogeruna lágrimaque se
deslizabapormi mejilla.Sonrióynopude evitardevolverle unasonrisatriste.Nohubo
palabras,peroense momento,enesasescalerasde hospital,losdossentimosalgomuy
íntimo,que quedaríaentre él,lalágrimay yo. Nos llamólaatenciónel sonidode lasgotasde
lluviagolpearel cristal de laventanaconrabia.Estaba lloviendoy,probablemente llevabaun
rato. Me di cuenta de que seguíamoscogidosde lamano,pero noquise soltarle.
4. - El hombre que la tenía,al perdera suhijo,se volviólocoe investigólaenfermedad
para encontrarun cura. Lo que hizocon mi hermanafue meterensu hígado decenas
de bacteriasque,creía, podríancombatir laenfermedad.Peroloque noviofue que
ellanotenía ningunaputaenfermedad,porloque nohabía nadaque combatiry su
hígado quedóhechomierda.
Hace mesesque tenemosque veniral hospital porque se despiertavomitando
sangre y expulsandotrozosde hígado.Losmédicosnosabían qué hacerporque nunca
han vistonadaparecido.
La retuvocincodías como“periodode observación”.Cuandose cansó,ladejóenla
puertadel colegio.Ladirectorallamóa mispadresy fuimosapor ella.Ellaestababien,
no fue consciente de nada.Noscontóloque había pasado,aunque enla parte de las
operacionesnosdijoque se durmióysoñócon unconejito blancoque jugabaenel
campo.La llevamosal hospital yahífue donde nosexplicaronloocurrido. Andrea
supodecirnosquiénerael hombre de lapiruletaylapolicía se lollevó.Perolanoche
antesde avisar a la policía,mi madre fue al almacén,loatóa lamesade operacionesy
le diouna palizaconel bate de mi padre.Le rompiótrescotillas,losdospómulos,una
ceja,una piernayno sé cuántas cosas más.Mi padre intuyóque laausenciade mi
madre durante la cenano se debía a “un atasco” y preocupado,fue apor ellaal único
sitiodonde sabíaque se encontraría.De no ser por él,mi madre lohabría matado.
Metieronami madre enla cárcel y cumple unacondenade seisaños.Lobuenoes
que mi tía esuna de lasfuncionariasde lacárcel y, losdías de visita,nosda más
tiempo.
El hombre que nos arruinólavidalo confesótodo,sinunápice de remordimiento.
Fue a juicioy tendríaque cumplirunacondenade cincuentaaños,peroa causa de las
lesiones,llevaingresadoenunhospital casi unaño.
Ayerfue día de visitaenlacárcel y mi padre nosllevóami hermanay a mí a ver a
mi madre.Él tuvoque irse antesporque teníareuniónconnosé qué directorgeneral,
perogracias a misdiezy ocho años,pudimosquedarnos.
Es agradable volveravera mi madre.Lo que no esagradable esvercómo la cárcel
la consume.Susojos,que antesbailabansolos,ahoranosonmás que dosfríos trozos
de hiloazul,tristesyapagados.Su melenarubiabienpeinadase haconvertidoenuna
maraña de pelolacio.Y sussiempre carnososysonrienteslabios,estánsecosy
cortados;y dudo muchoque suelasonreírenla cárcel.
Ayer,comocada día de visita,Andreaestabacontándoleami madre cómo le ibaen
el colegio,cuandoempezóatoser.Nole dimosimportancia.Unafría mañanade
diciembre enlaque nohabía cogidobufanda.Podíaser perfectamente unconstipado.
Peroal manchar lamesade sangre nosasustamos.De pronto se atragantó con algo,
metí lamano ensu boca y, horripilada,saqué unhiloviscoso ysangrante.Nopude
evitarlasnáuseas.Mi madre no dejabade gritarle al guardia que llamaraa una
ambulanciamientrasyoseguíasacandomierdade mi hermana.Mi madre la tumbóde
ladopara evitarque se ahogase,y Andreavomitóloque parecíauna bolsa llenade
sangre.Su cuerpose convulsionabaante misojosenunalentaagonía,intentadocoger
aire.Yo no podía dejarde gritar cuandollególaambulanciaenlaque se lallevaron.
Alguienllamóami padre,porque enel hospital me dijeronque estabade camino.
5. Tuvieronque operarlade urgencia,sindemasiadaideade loque habíapasado.La
operaciónhadurado diezysiete horas,ynos han dichoque ha muerto;que,apesar
de ser la niñade siete añosmáscabezotay fuerte que he conocido,noha podidocon
esto.Mi padre ni siquieraestabacuandonoslohandicho,había bajadoa porcafé.
Supongoque ahora estaránllorandojuntos.
- Y esaes larazón por la que llorabatantoy por la que corría como una loca cayéndome
encimade la gente.¿Huyendode mi vida?Si quieresllamarloasí,adelante -.A medidaque
acababa la frase,laslágrimasinundabanmisojos.Nopodíaevitarlosescalofríos.Estavezsí
era consciente de mi llanto.Brianme abrazóy enterré el rostro ensu musculosopecho.Ensus
brazos me sentíaa salvo.Me acariciaba el pelointentandoconsolarme,sinmuchoéxito.
Pasadosunosminutos,me tranquilicé,peronoqueríasalirde suabrazo, y él nome obligó.
- Lisa, puedesquedarte aquítodoloque necesites.
Sonreípara misadentros.
Peroentoncescaí.Me incorporé de golpe.
- ¿Cómo sabesmi nombre? –de prontoestabaconfusa.Se le tensóel rostroy apretó los
puños.Norespondió. –Te he hechouna pregunta-dije tirándole delbrazo.
- Iba contigoal instituto.
- ¿Y por qué nome lohas dichoantes?
- No queríaque te acordaras -musitóconla cabezagacha. Parecía avergonzadoyno
entendíanada.
Ibaa preguntarle qué queríadecirconeso,peroentoncesrecordé.
El niñoque muriótenía un hermanomayor.Un chico que ibaa natación.Un chicoreservado
perobrillante;conojosverdesyhoyuelos.Unchicoque tuvo que cambiarse de instituto
cuandoocurrió aquelloporque,apesarde noquerersabernada sobre supadre,losdemás
chicosle echabanla culpa. La gente siempre quiereunculpable.
- Entonces…Tú… -balbuceé.Nopude acabarla frase.Nosabía qué tenía que hacer.Su
padre mató a mi hermana.De misojoscomenzarona caer lágrimasymás lágrimas,yaquella
fuente parecíano tenerfondo.
- ¿Necesitasunpañuelo? -preguntóconunhilode voz.
Nopude evitarreírme.Esoderritiólaespesacapa de hieloque se habíaformadoentre
nosotros.Asentí.Sacóotro pañuelode sumochilayme lotendió.Al cogerlo,rocé sussuaves
manos.Nopodía culparloa él.
- ¿Y qué hacestú eneste hospital?
-Noquieressaberlo.
- ¡Claro que quierosaberlo!Te he contadotodo,me enterode me conocías y de quiéneres,
intentoseguirhablando contigoytúme suelasesamierda.¿Qué haceseneste hospital? -
repetí,remarcandocada palabra.
- El ser que dice sermi padre,comohas dichoantes,estáingresadodesde hace mesesen
este hospital.
En ese momentodeseéque me explotaselacabeza.Teníarazón,no quería saberlo. Peroya
losabía.
- ¿En qué habitaciónestá? -pregunté convozmonótona.
- 523.
523.
6. Me levanté,tiré lospañuelosalabasura,apagué el cigarrilloconmi zapatillaysalí de las
escalerasde emergenciaconBriandetrás.
523.
Entramosenel ascensoren el que noshabíamos “conocido”hace tan sólounashoras y, sin
decirpalabra,le cogí lamano.Llegamosa la quintaplantay busqué lahabitación523. Brian
seguíasin decirnada.Me paré frente ala puertay lomiré.Él sonrío.Su sonrisaseguíasiendo
dulce y amable.Observabasusojosenbuscade una muestrade súplica,de “Nolohagas”;
perono la encontré.
Entoncesme besó.Fue unbesosuave,apenasunroce,perofue suficiente.Separósus
labiosde losmíos,aunque por pocotiempo,puestoque atrapé surostroentre mismanosy lo
miré.Él me atrajohacia sí y me cogiópor la cintura.Y lo besé apasionadamente.Novoyadar
más detalles.
Entramosenla habitaciónymiré a su padre.Sinceramente,estabahechomierda.Parecía
que una manadade búfalosamericanoshabíapasadoporencimade él.Una manada de
búfalosgordos.Teníalosojoscerrados,loslabiosagrietadosyestaballenode tubosycables.
Abriólosojosy me miró.Dejóde respirardurante un segundo,peroenseguidarecuperóel
aire.Creoque me reconocióde cuandoyoiba a buscar a Andreaal colegioyél a su hijoynos
quedábamoscharlandomientraslosesperábamos,opuede que,simplemente,hubiesevisto
misintencionesenmi mirada.Brianse acercó a él y lo besóenla frente,despuésse retiró.Al
igual que Brian,no hubosúplicaporparte de su padre,sinoque cerrólosojos,sonrió
conforme yderramóuna únicalágrima;peroantesmiró a su hijopara despedirse.Miré aBrian
una últimavezporsi había cambiadode opinión,perose limitóasonreír,dándome ánimos.De
la manode Briany con la miradahúmeda,me acerqué a lamáquinaque manteníacon vidaal
hombre sincordura y,lentamente,desenchufé el únicocable que louníaa la vida.
“Clic”.
Escuché cómo se apagaba su respiraciónpocoapoco, hastaque no hubomás fuelle.
Suspiré.Nosé si de alivioode rabia al comprobar loque ya sabía. No me sentíamejor.Pero
sigosinarrepentirme.Porel rabillodelojovi que Briancerrabalos ojos.A día de hoysigue sin
quererdecirme porqué esamuestrade alivio.