La ética kantiana destaca por combinar elementos ilustrados y religiosos. Kant creyó haber encontrado un equilibrio entre el empirismo y el racionalismo al afirmar que la experiencia es necesaria pero la razón juega un papel importante en darle sentido. Finalmente, para Kant un hombre actúa moralmente cuando actúa por deber, es decir, sometiéndose a la ley por respeto a ella y no por utilidad o satisfacción personal.