El autor sugiere repensar críticamente la educación para enfrentar nuevos retos que generen un pensamiento ético e intelectual. Propone que la educación ya no puede basarse solo en la transmisión de habilidades, sino que también debe considerar la experiencia. Además, plantea que se debe redefinir el concepto de educación e ir más allá de los procesos naturales para formar ciudadanos socialmente responsables y productivos que superen la decadencia.