La filosofía romana adoptó corrientes del pensamiento griego como el estoicismo y el eclecticismo. El estoicismo fue representado por figuras como Séneca, Epicteto y Marco Aurelio. El eclecticismo tuvo como principal exponente a Cicerón. Más adelante, la filosofía adquirió rasgos místicos debido a la influencia de las religiones orientales, dando lugar al neoplatonismo cuyo máximo exponente fue Plotino.