Los nietos Samuel y María Paula escuchan un rumor sobre un tesoro escondido en la casa de sus abuelos y deciden buscarlo. Encuentran un cuarto secreto en el sótano con cofres y herramientas, y un mapa con acertijos que los guía a diferentes lugares de la casa hasta llegar a un árbol, donde cavan y encuentran el tesoro escondido.
1. EL TESORO MISTERIOSO
GABRIEL ALVARADO SEPULVEDA
TERCERO
Había una vez, una casa donde había muchos misterios; un día unos abuelos se mudaron a ahí, con
sus nietos que se llamaban Samuel y María Paula, aquellos eran muy curiosos y se metían en
problemas siempre por su curiosidad. Un día ellos escucharon una noticia muy misteriosa sobre la
casa donde estaban viviendo. La noticia era sobre un tesoro oculto en su casa y eso despertó su
curiosidad al límite y comenzaron a buscar el tesoro. Nadie sabía que era el tesoro, nadie sabía si
eran diamantes, oro o alguna otra piedra preciosa; al saber esto los niños se emocionaron
muchísimo al punto de desmayarse. Samuel dijo: ¡podríamos encontrar ese tesoro y ser ricos!
María Paula le respondió: me parece bien, seamos ricos!. Al decir estas palabras comenzaron a
buscar. La casa tenía 3 pisos, 1 terraza y 1 sótano. Para los niños el sótano era el principal
escondite sospechoso en el que iban a buscar el tesoro. Samuel y María Paula encontraron la
puerta del sótano pero esta tenía candado, así que preguntaron a sus abuelos permiso para tomar
las llaves y abrir el candado y entrar. “bueno, les damos permiso pero deben tener cuidado” dijo el
abuelo Juanchito. Los chicos tomaron las llaves y abrieron el candado. Cuando entraron
encontraron un estante lleno de herramientas. Allí se encontraba una pared donde había una
antorcha. Samuel tomó la antorcha de la parte de madera y la haló hacia abajo. Lo hizo porque
había visto muchas películas de misterio donde sucedía eso (los personajes de las películas
halaban una antorcha de la pared y aparecía un cuarto secreto). Eso pasó exactamente con la
antorcha del sótano de la casa de los abuelos. Los nietos entraron al cuarto secreto. Vieron
muchos cofres. Samuel dijo: en uno de estos cofres debería estar el tesoro”. “Exacto” contesto
Maria Paula. Entonces los chicos comenzaron a buscar, cada uno un cofre a la vez. Samuel abrió el
primero y estaba vacío, el segundo también; el tercero debe ser – pensó Samuel- pero también
estaba vacío. Quizá el cuarto – dijo María Paula-. Ella misma lo abrió y encontraron unas
herramientas de perforación. Samuel dijo: ¿para que serán estas herramientas? - María Paula
respondió: quizá el tesoro este bajo tierra. Dentro del cofre había también un mapa que tenía el
dibujo de la casa en donde había un acertijo que los llevaría al lugar donde se debía perforar con
las herramientas. De pronto escucharon el sonido de un auto. Era el de los abuelos que habían
salido a visitar un amigo así que se habían quedado solos y podían perforar el suelo sin que nadie
sospechara. Cuando iban a salir del cuarto secreto, la puerta se había cerrado y no había ningún
dispositivo para abrirla. Samuel dijo: tal vez las herramientas sean para perforar la pared. María
Paula le respondió: estoy contigo, ¡hagámoslo! Los dos sostuvieron una de esas herramientas que
era un taladro que tenía un espiral de cabezal, lo encendieron y dirigieron el cabezal hacia la
puerta y la perforaron. El procedimiento fue exitoso, pudieron abrir un hueco en la puerta para
abrirla y poder salir. Ellos salieron del sótano y buscaron el sitio de perforación. Fue un arduo
trabajo. El mapa en su primera parte decía: la suma de los siguientes números dará como
2. resultado los pasos que debes caminar para llegar al siguiente punto del mapa: 50+50. Samuel
dijo: cómo vamos a resolver esto si yo no sé sumar? María Paula le respondió: yo tampoco sé
sumar, pero podríamos usar la calculadora del abuelo Juanchito donde estará?. Buscaron en la
habitación de los abuelos y no la encontraron. Samuel recordó que el abuelo le había mostrado un
cajón secreto que tenía en la mesa de noche. Samuel dijo: la calculadora debería estar allí. Al abrir
el cajón encontraron una calculadora pequeña llena de polvo y un poquito vieja. Los chicos
digitaron lo que decía el mapa para hallar el resultado. 50+50 = 100 – debemos caminar 100 pasos
hasta la próxima pista – dijo María Paula. – ¿pero desde donde debemos empezar? Dijo Samuel.
Vieron el mapa otra vez y se dieron cuenta que apareció una pista que no habían visto antes: en el
suelo esta dibujada una pinza. Ese el punto de partida. María Paula y Samuel buscaron en el suelo
del primer piso la marca en forma de pinza. Cada uno busco por su lado cuando de repente se
estrellaron frente a frente. Al caer María Paula vio la forma de pinza en el suelo “auuuuhhchh, mi
cabeza… la pinza!. ¡Debemos empezar desde aquí! Usemos la calculadora para saber cuantos
pasos hemos recorrido. Uno, dos, tres, seis, doce, cuarenta y cinco, setenta y nueve, noventa y
nueve y cien! Hemos llegado dijo Samuel. Aquí debemos buscar la segunda pista. Al levantar la
mirada se dieron cuenta que estaban en la sala de la casa. Revisaron el mapa y el segundo acertijo
decía lo siguiente: para llegar al punto de su destino deben hacer lo siguiente: dar una vuelta a la
derecha, luego a la izquierda, caminar en sentido recto otra vez derecha, subir por la escalera y
salir a la terraza. Hicieron lo que decía el mapa y al llegar a la terraza vieron el mapa y otra vez
apareció una nueva pista que no se había visto. Esta decía: “Para tu destino encontrar la siguiente
actividad deberán hacer una búsqueda de una brújula que tiene una cuerda que los llevara a la
siguiente pista”. Buscaron la brújula en la terraza y Samuel la encontró dentro de un paraguas que
se estaba secando allí. - Aquí está- dijo Samuel. Y ahora qué? dijo María Paula. Los hermanos
misterio siguieron la cuerda que tenia la brújula amarrada hasta llegar al baño. Allí terminaba la
cuerda que sostenía la brújula. Miraron el mapa y estaba el último acertijo por resolver. Este
decía: Encontrar la X marcada afuera de la casa debajo de un árbol. – ¿cual árbol? Dijo María
Paula. Samuel le respondió. Debe ser un árbol en forma de X. volvieron a la terraza ya que desde
allí podían divisar todos los alrededores de la casa. Comenzaron a mirar árbol por árbol para ver
cual se tenía forma de X. de pronto un fuerte viento sopló y puso las ramas de dos árboles en
forma de X justo en frente de ellos. Samuel dijo: ¡debe ser debajo de ese árbol! Mari apaula le
respondió: Si, debe ser ahí. Entonces los chicos corrieron hasta el árbol y comenzaron a cavar con
las herramientas que encontraron en el cofre. Después de un tiempo de estar cavando
encontraron un cofre. Al sacarlo lo abrieron y emocionados vieron el tesoro escondido. Samuel
dijo: Al fin vamos a ser ricos!! María Paula le respondió: tu sigue hablando mientras celebro con las
monedas que tengo.