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¿Quiénes somos?
Guardianes es un programa de Afectividad y Sexualidad, A.C., que se
dedica a buscar el interés superior de niñas, niños y adolescentes,
alineado a los Objetivos de Desarrollo Sostenible de la Agenda 2030.
Nuestra organización cuenta desde 2017 con el Estatus Consultivo
Especial otorgado por el Consejo Económico y Social de las Naciones
Unidas. A lo largo de sus 19 años de trayectoria ha colaborado con
organizaciones de la sociedad civil en la defensa de los derechos de las
niñas, niños y adolescentes, centrando sus esfuerzos en la prevención
del maltrato y abuso sexual infantil.
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Primeros auxilios emocionales
Por: María del Rosario Alfaro Martínez
Una de las preguntas más frecuentes que nos hacen en Guardianes es:
¿Qué debemos hacer cuando una niña, niño o adolescente nos cuenta que
ha sufrido violencia sexual? Y además dice que es la primera vez que va
hablar de esto.
Ésta es una excelente pregunta; es más, es la pregunta clave para afrontar
dicha situación, pues de la reacción que tengamos dependerá el curso en
el cual se desarrollará la resolución o no de esta experiencia traumática.
Lo que debemos hacer cuando alguien nos cuenta, es escuchar con
comprensión de forma empática y sin juicios. Hacer esto suena sencillo,
pero no es tan fácil como parece. Para actuar de manera adecuada es
muy conveniente capacitarnos en primeros auxilios emocionales; pues
cuando estamos, sobre todo, ante menores de edad, lo más importante es
desarrollar en ellas y ellos la resiliencia, la capacidad de encontrar una
oportunidad en la adversidad.
Estos primeros auxilios se pueden dar cuando acaba de ocurrir el
acontecimiento traumático, dentro de las primeras cuatro o seis semanas;
sin embargo, sabemos que las víctimas de violencia sexual no hablan
inmediatamente. En el caso de niñas y niños es posible seguir utilizando
esta metodología siempre y cuando sea la primera vez que van hablar del
tema. De no ser así, es necesario usar otro tipo de técnicas basadas en la
psicoeducación y normalización, las cuales en el caso de violencia siempre
deben incluir:
1. Creerle a la víctima de forma incondicional.
2. Garantizar su seguridad, sobre todo ponerla a salvo del agresor.
3. Escucharla con atención plena.
4. Confirmarle que haber hablado ha sido un buen inicio, que es bueno
platicar del tema e intentar recordar lo que ocurrió. Es importante
decir que contarlo es sólo el primer paso.
5. Mostrar empatía emocional.
6. No minimizar ningún tema que para la víctima sea relevante.
7. Si es una persona menor de edad, animarlo a buscar un Guardián
Protector:
1. Es alguien que te trata bien y te hace sentir seguro.
Los primeros auxilios emocionales no requieren de una formación
psicológica como tal, sino más bien una preparación para desarrollar
habilidades de escucha activa y de empatía. A través de una metolodogía
muy sencilla, estas habilidades pueden ayudar a que este primer momento
sea una experiencia de contención que brinde la fuerza necesaria, para que
una víctima pueda entrar con más impulso a un proceso de sanación y de
denuncia legal.
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2. Es una persona cercana, alguien que te da confianza. Puede ser de
tu familia, como tu abuelita, un tío o una prima, o alguien de la
escuela, una maestra o un profesor.
3. Es una persona que puede cuidarte y protegerte. Lo más
importante es que te ayudará a encontrar tu voz para hablar y
decir la verdad, nunca te pedirá que guardes secretos.
8. Recordarle la importancia de denunciar y ayudarle a hacerlo. De
no querer presentar la denuncia, se debe mencionar que es nuestra
obligación efectuarla y que en este caso no existe la obligación de
guardar el secreto profesional.
9. Manifestar una creencia intensa en la posibilidad de curación y en el
potencial de un futuro floreciente.
10. Transmitir que la curación es un proceso, largo y doloroso, pero
que es posible salir adelante, no sólo gestionando los síntomas, sino
con un cambio de conciencia para convertir el dolor en aprendizaje.
Los primeros auxilios emocionales tienen tres objetivos que debemos tener
en mente cuando comienza nuestra escucha.
1. Reducir el estrés.
2. Ayudar a las víctimas a recobrar la seguridad en sí mismas y en sus
percepciones y sensaciones.
3. Ayudarles a reducir el impacto del trauma, sin minimizarlo;
contemplándolo con la dureza de la realidad que implica y ayudando
a la víctima a tomar conciencia de que poner esta experiencia en
palabras y comunicarla ha sido un gran primer paso.
Cabe recordar que cuando estamos con infantes de cero a tres años, los
primeros auxilios se le brindan al cuidador primario o guardián protector.
En tanto, cuando se aplican a infantes de tres a seis años, su cuidador
primario debe estar presente y puede participar en la escucha; nosotros
debemos indicarle de qué manera.
Para realizarlo, necesitamos un mínimo de recursos materiales:
• Un lugar seguro y privado con buena iluminación y ventilación.
• Que el espacio se encuentre comunicado, y que el niño o la niña sepa
que estará cerca un familiar o persona de confianza por si lo necesita.
• También es esencial que la persona que va a dar dicho servicio esté
dispuesta y recuerde mantenerse abierta y receptiva a la víctima. Sobre
todo, que le crea incondicionalmente y se lo pueda transmitir.
En general, aplicar estos primeros auxilios emocionales o psicológicos
a niñas, niños y adolescentes consiste en cinco acciones que deben
efectuarse siempre y en este orden:
1. Contener 2. Calmar 3. Informar 4. Normalizar 5. Consolar
Transmitir que la curación es un proceso, largo y doloroso, pero que es
posible salir adelante, no sólo gestionando los síntomas, sino con un
cambio de conciencia para convertir el dolor en aprendizaje.
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A continuación revisaremos cómo llevar a cabo cada acción, de acuerdo con la etapa evolutiva de niñas y niños.
0 - 3 años 3 - 6 años 6 - 9 años 9 - 12 años
¿Quién aplica
los PAE?
• El cuidador primario. • Dependiendo de la sensibilidad y,
sobre todo, del grado de estrés del
niño, los PAE puede darlos el cuidador
o la persona capacitada en éstos.
• La persona capacitada. • La persona capacitada. Podrían
estar presentes, si lo necesita
uno o alguno de sus amigos o
compañeros.
Aspectos a
considerar
• Recordar que cada niño es diferente.
• No siempre entienden lo que pasa ni
su trascendencia.
• Se muestran asustados y enojados,
y a veces no podemos calmarlos.
• Muy importante: el cuidador
primario muchas veces está más
ansioso y enojado que el niño,
por eso también necesita ayuda
psicológica.
• Recordar que en esta etapa tienen un
pensamiento egocéntrico. Inventan
historias y pueden decir hoy un
relato y mañana otro difente. Tienen
pensamiento mágico.
• Muestran un gran interés en el mundo
que les rodea.
• Tienen una mayor madurez cognitiva
y
• m a y o r r e c e p t i b i l i d a d a l a
información, pero también a los
rumores.
• Poseen mayor conciencia sobre los
miedos y respecto a la ansiedad de
los adultos.
• Tienen una comprensión cognitiva
similar a la de los adultos. Época
de cambios físicos y psicológicos.
• El grupo de iguales adquiere un
peso destacado.
• Les es difícil manejar emociones.
• Tienen mal humor como expresión
de tristeza.
• Se comunican poco y mal con los
adultos.
Contener
• Evitar separarse de la niña o niño.
• Tomarle de las manos. Mientras esto
ocurre garantizarle que le vamos a
creer y que reconocemos su dolor.
• Reconducir las conductas de apego
físicamente exagerado.
• Dar espacio al llanto y al grito
controlado.
• Dar espacio a la rabia. Permitirles
patear pelotas o romper algún
objeto sin hacerse daño.
• Asegurar que le creemos.
• Dar muestras frecuentes de cariño y
cercanía.
• Cuidar que sus emociones no se
desborden.
• Encontrar el equilibrio entre la
expresión emocional, el llanto y el
miedo, y el control racional.
• Atender y registrar los miedos,
respondiendo a sus pensamientos.
• Evitar el contagio emocional con
la ayuda del contacto corporal con
ellos.
• Decirles que creemos lo que nos
están contando.
• Tratar que las emociones no se
desborden.
• Dejar cierto espacio para que
puedan estar solos si lo necesitan.
• Respetar sus silencios.
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0 - 3 años 3 - 6 años 6 - 9 años 9 - 12 años
Calmar
• Ayudarle a relajarse; la respiración
consciente ayuda.
• Hacer que se sienta querido,
comprendido y apoyado.
• Facilitarle la liberación de energía
nerviosa.
• Con niños mayores de dos años,
ayudar a ponerle nombre a las
emociones.
• Hablarle en voz baja y suave.
• Podemos distraerle con elementos de
su mundo imaginario.
• Contarle un cuento que le ayude a
sentirse más calmado o comprendido.
• Hablarles en voz baja y con
suavidad. Procurar ofrecerles
motivos y razones para que se
tranquilicen. Buscar alguna situación
previa en la que hayan sentido
miedo, para recordarles cómo fue que
lograron controlarlo y manejarlo.
• No responsabilizarlos de sus miedos
diciéndoles que si se calman todo
irá mejor; posiblemente eso no sea
cierto.
• Hablar en voz baja y pausada.
• Ofrecer motivos y razones que le
ayuden a tranquilizarse.
• Recordarle o motivar a que
recuerde alguna situación en la
que pudo calmarse.
Informar
• Intentar explicarle en un lenguaje
adaptado a su edad qué fue lo que
ocurrió.
• Utilizar frases cortas y, sobre todo,
que pueda entender lo que pasó; y
lo más importante: hazle saber que
no tiene la culpa.
• No ocultarle información ni
mentirle nunca.
• Decirle a menudo que lo entiendes
y que sabes que está enojado, que
tiene miedo, que está triste.
• Usar un lenguaje adecuado a su edad.
• Explicar lo ocurrido de forma simple
y honesta.
• Tratar de responder a todas sus
preguntas de forma clara.
• Explicar la diferencia entre los
síntomas como los sueños aterradores
y la vida real.
• Explicar el sucedo de una forma
sencilla y honesta, sin minimizar,
pero tampoco exagerando las
consecuencias.
• Dar a entender los siguientes pasos.
Responder todas sus preguntas
cuando el niño o niña las realice, no
en todo momento.
• Aclarar la información que
haya escuchado, para corregir o
complementarla.
• Usar un lenguaje adulto pero
sencillo.
• Responder con claridad y sin
evasivas a sus preguntas.
• No dar más información de la
que se nos pide, pero invitar a
formular más preguntas.
• Pueden decir que no les interesa
ninguna explicación porque están
evitando el dolor; entonces hay
que intentar en otro momento
retomar el tema.
Normalizar
• Establece una rutina para ir a
dormir; recuerda que muchos niños
desarrollan terrores nocturnos.
• No lo obligues a comer si no tiene
hambre.
• Intenta que la comida se realice de
la forma más relajada posible.
• Establece límites adecuados para
las rabietas.
• Intenta recuperar la rutina y no
hagas que el abuso ocupe el centro
de todos tus días.
• Poner nombre a las emociones.
Alfabetización emocional.
• Brindar la posibilidad de expresar el
enojo y la rabia, pero con una forma
de canalizarlo (golpear una pelota,
romper un objeto que no lo lastime,
gritar con todas sus fuerzas).
• Reconocer las regresiones y
mostrarlas.
• Ayúdale a explicar cómo se siente,
poniendo nombre a sus emociones.
• Fomenta que exprese sus emociones
y las nombre.
• Dile con suavidad que comprendes
que está asustado o enfadado, pero
que poco a poco irá dejando de
estarlo.
• Animarlo a expresarse pero sin
forzar.
• No obligarlo a hablar.
• Explicarle que hay muchas formas
de estar triste, que se vale llorar
sin lágrimas y que a veces lo que
hacemos es estar enojados.
• Explícale que el dolor y la tristeza
son pasajeras y se van a ir.
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0 - 3 años 3 - 6 años 6 - 9 años 9 - 12 años
Consolar • Procura hacer actividades positivas
con el niño o niña.
• Intenta escuchar con atención
cuando te hable.
• Permítele tener control de cosas
pequeñas.
• Ayúdale a expresar sentimientos y
emociones a través del juego.
• Dale caricias de ternura (Álvarez,
2020).
• Recordarle que no fue su culpa.
• Ayudarle a entender lo que ha
ocurrido.
• No obligarlo a hablar.
• Podemos invitarlo a hacer un ritual,
que puede ser religioso y le permita
sentirse mejor. Dibujar también puede
ser una actividad que le ayude a
consolarse (Cruz, 2020)
• Animarlos a externar lo que sienten
y piensan. A través del juego y el
dibujo es posible enterarnos de su
estado emocional.
• Procurar mantener al máximo las
rutinas familiares.
• Buscar un buen equilibrio entre
momentos de distracción y de
afrontamiento sobre lo que les
ocurrió.
• Permite que colaboren en tareas
productivas y apropiadas a su edad.
• Fomenta el contacto con sus amigos
y sus compañeros de colegio usando
la tecnología (Porcar, 2020)
• Lo mejor en esta etapa es
permitirle regresar a su vida
social lo antes posible.
• No lo trates como si le hubiera
ocurrido lo peor.
• Asegúrale que no fue su culpa
(Porcar, 2020).
En cualquier etapa es importante explicarle al niño o niña lo que está
sintiendo; necesitamos que recobre la seguridad en sí mismo y en lo que
siente.
Es indispensable recordar que estamos hablando con una niña, niño o
adolescente que ha vivido una experiencia traumática y que, por lo tanto,
puede tener alguna reacción hacia nuestra propia escucha. Debemos ser
pacientes y garantizarles que estamos ahí para ellos y que somos capaces
de aceptarlos aunque no estén de buen humor o se sientan muy tristes.
Garantizar nuestra escucha y atención de forma incondicional es el primer
paso y el impulso para que ellos busquen atención adecuada.
Por lo tanto, el fin de nuestra participación como primeros auxilios
emocionales consiste en hacer una canalización oportuna y adecuada.
Bibliografía
Cruz, E. (2020), Primeros auxilios emocionales (de 3-6), UTCCB Centro de Crisis, Facultad de Psicología,
Barcelona, España.
Álvarez, A. (2020), Curso: Primeros auxilios psicológicos evolutivos de 0-3 años, UTCCB Centro de Crisis,
Facultad de Psicología, Barcelona, España.
Porcar, I. (2020), Primeros auxilios emocionales de 9 a 12 años, UTCCB Centro de Crisis, Facultad de
Psicología, Barcelona, España.
Porcar, I. (2020), Primeros auxilos emocionales evolutivos de 6 a 9 años, UTCCB Centro de Crisis, Facultad
de Psicología, Barcelona, España.
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El cuento “La playera de Filipón” es gratuito
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y niños habilidades psicoemocionales que les permitan
identificar adultos protectores y mejorar su autoestima.
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Guardianes es un programa de Afectividad y Sexualidad, A. C.
Esta guía está dirigida a cualquier
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en adquirir estrategias que
les permitan brindar primeros
auxilios emocionales a niñas,
niños y adolescentes de 6 a
18 años, que revelen que han
sido víctimas de maltrato o de
violencia sexual.