Este documento describe la historia del hot rod y la cultura automovilística personalizada en Estados Unidos desde los años 1920 hasta principios de los 1960. Explica cómo los aficionados modificaban vehículos de serie para mejorar el rendimiento, y competían en carreras ilegales y en lechos secos de lagos. Después de la Segunda Guerra Mundial, el hot rodding se asentó con competiciones reguladas de drag racing y conciertos de coches personalizados. La subcultura floreció en California y se extendió por todo el país a trav
Explicación de la historia de los coches eléctricos desde hace más de 30 años, interesante ver que ya existían y que no se permitía su evolución, más bien se paró.
TODO LO QUE NECESITAS SABER DEL AUTOMOVILISMO dmcorreag9
Historia del automóvil
La historia del automóvil empieza con los vehículos autopropulsados por vapor del siglo XVIII. En 1885 se crea el primer vehículo automóvil por motor de combustión interna con gasolina. Se divide en una serie de etapas marcadas por los principales hitos tecnológicos.
Uno de los inventos más característicos del siglo XX ha sido sin duda el automóvil. Los primeros prototipos se crearon a finales del XIX, pero no fue hasta alguna década después cuando estos vehículos empezaron a ser vistos como algo "útil".
El intento de obtener una fuerza motriz que sustituyera a los caballos se remonta al siglo XVII. El automóvil recorre las tres fases de los grandes medios de propulsión: vapor, electricidad y gasolina.
Explicación de la historia de los coches eléctricos desde hace más de 30 años, interesante ver que ya existían y que no se permitía su evolución, más bien se paró.
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La historia del automóvil empieza con los vehículos autopropulsados por vapor del siglo XVIII. En 1885 se crea el primer vehículo automóvil por motor de combustión interna con gasolina. Se divide en una serie de etapas marcadas por los principales hitos tecnológicos.
Uno de los inventos más característicos del siglo XX ha sido sin duda el automóvil. Los primeros prototipos se crearon a finales del XIX, pero no fue hasta alguna década después cuando estos vehículos empezaron a ser vistos como algo "útil".
El intento de obtener una fuerza motriz que sustituyera a los caballos se remonta al siglo XVII. El automóvil recorre las tres fases de los grandes medios de propulsión: vapor, electricidad y gasolina.
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1. HISTORIA DEL HOT ROD - RAT ROD - CUSTOM - KUSTOM KULTURE
Antes de explicar qué es el concepto hot rod, tenemos que entender que significa la cultura
del automóvil en U.S.A. de mediados del siglo XX. Por todos es sabida la importancia que
ha tenido el automóvil en el mundo occidental y en los Estados Unidos en particular. Hasta
que Henry Ford no introdujo el concepto de producción en serie, el automóvil no estaba al
alcance del pueblo. Con el tiempo, la industria automovilística creció exageradamente. Los
E.E. U.U., con tan vasta extensión, de ciudades de avenidas interminables, con conceptos
urbanísticos alejados del ciudadano pedestre, con petróleo a precio asequible, necesitaba
del automóvil como la sangre que fluye por las venas. De forma gradual y sin que el
ciudadano se percatase al principio, el coche se convirtió en una posesión indispensable
para la logística del día a día. Era impensable la vida sin un medio de transporte personal.
Fue después de la resaca de la segunda guerra mundial, donde la figura del auto cobra su
máxima expresión. Hay tipos de coche para cada miembro de la familia, para cada
actividad. Los garajes de las casas de la familia media tienen espacio para 2 coches. Los
establecimientos tipo drive-in crecen como hongos: cines, cafeterías, restaurantes,
lavanderías se estructuran de tal forma, que para recibir un servicio no hace falta bajarse del
coche. El auto se convierte en un medio de afirmación personal. Se transforma en un
símbolo de estatus social. Dime que conduces y te diré quién eres. Se organizan
competiciones deportivas alrededor del mundo del motor: Indianápolis, Daytona... De
California surgió todo. Una de las características de la gente de este estado es su afán de
autosuficiencia. El mito del hombre del oeste hecho a sí mismo. El pionero que cruzó el
continente para encontrarse con la costa del Pacífico, y que con sus propias manos
construyó su casa, su pozo y su corral. Esa devoción a la practicidad y superación que se
inculcó generación tras generación, se dejó notar en el talante de la gente de California.
2. Todas las circunstancias y condiciones acompañaban para que se forjaran las piezas de ese
gran motor que primero revolucionó California, para luego arrasar en el resto del país. LOS
INICIOS Ya en los años 20 y 30, las modificaciones en vehículos de serie eran una
realidad. En esa época no existía aún el término “hot rod”. Se les llamaba hot irons o
simplemente roadsters. Todo surgió como consecuencia de la apertura de miras del
californiano medio. Cuando el individuo sin pudientes no podía financiarse un deportivo de
importación o un auto nacional de gama alta, la necesidad agudizaba el ingenio. De esta
forma surgió el concepto del hot rod. Un concepto populista y si se nos permite utilizar una
expresión prohibida en los E.E.U.U., incluso se puede afirmar que tenía un cáliz comunista.
El vehículo potente estaba al alcance de todo el mundo. Era una actividad protagonizada
por el pueblo llano, que no tenía muchos medios, pero que sabía aprovechar lo poco que
tenía. El hot rod huía del elitismo que representaban las marcas de la gente bien, y además
se desarrollaba un orgullo renovado por los modelos más populares adecuadamente
modificados. Básicamente, la definición de hot rod es toda aquella modificación realizada
en un auto de serie tanto en elementos mecánicos, como en la carrocería, con el objetivo de
conseguir mejores prestaciones y tener un coche único y personalizado. El modus operandi
consistía en comprar un coche relativamente viejo, pero de base robusta. Los desguaces de
coches y el mercado de segunda mano eran las fuentes principales para dar este primer
paso. Debido a la gran producción, sencillez y robustez de los autos Ford en la década de
los 20 y 30, esta marca fue la opción más popular entre los rodders. Una vez conseguida la
base, el aficionado se disponía a realizar las modificaciones en el motor, o bien lo sustituían
por otro más potente. Otras partes mecánicas eran reemplazadas si era necesario, para ello
existían los desguaces. Cuando mecánicamente el coche ya estaba preparado, se solía
modificar la carrocería. Se eliminaban los elementos innecesarios como los guardabarros,
3. ruedas de recambio, parachoques... con el objetivo de aligerar peso y así conseguir mejores
marcas en competición. No fue hasta los años cuarenta donde surgió la costumbre de
decorar las carrocerías, pues hasta ese momento los roadsters tenían un aspecto feo y
desgarbado. Esta nueva forma de expresión a través del automóvil, conllevó la aparición de
“Speed Shops” o tiendas donde se vendían componentes mecánicos especializados
diseñados por y para rodders. Hoy ya son instituciones del hot rod, tiendas como Bell Auto
Parts, Moon Equipment o So-Cal Speed Shop. El aficionado se pasaba horas en su garaje
construyendo su propia máquina, buscando soluciones caseras a los eventuales problemas
mecánicos que surgían durante la construcción. El resultado final era una bólido de
potencia considerable y con precarias condiciones de seguridad para el piloto. Había que
probar las posibilidades del auto una vez acabado. En los primeros tiempos habían dos
posibilidades: una eran las carreras ilegales en calles o carreteras abiertas al público. La
segunda opción era la más segura y completamente legal: las carreras de velocidad en
lechos secos de lagos. Estos lagos secos ofrecían una inmensa superficie completamente
plana y natural, con piso de barro seco. Se encontraba en los desiertos de California y uno
de los más concurridos era el lago Muroc, aunque más tarde se descubrió en Utah, el lago
salado de Bonneville. Un lecho de lago seco, cubierto de sal en lugar de tierra, que ofrecía
mejores condiciones para los coches. Cada domingo se reunían docenas y docenas de
aficionados, que muchas veces aparecían con coches construidos ex profeso para estas
competiciones, eran los lakesters. La competición consistía en carreras en línea recta en un
tramo de varios kilómetros de recorrido, con el único objetivo de conseguir la máxima
velocidad de cada máquina. Estas competiciones se organizaban de forma espontánea en un
principio, hasta que aparecieron diversas organizaciones para establecer una reglas de
juego, como la S.C.T.A. (Southern California Timing Association) entre otras. Cuando la
4. segunda guerra mundial llegó, toda esta actividad se paró. Muchos aficionados fueron
alistados, además de haber un racionamiento de gasolina que no permitió la evolución del
movimiento durante este período. Después de la guerra, el hot rod definió su personalidad
de forma firme. Muchos hombres que habían servido en la guerra, volvieron a casa con
nociones de mecánica que habían aprendido durante el servicio. Volvían de un infierno. El
carácter rebelde asociado al motor explotó como una forma de desahogo delante de los
traumas de la guerra. Uno de los ejemplos más claros de inadaptación social de veteranos,
fue la aparición de las bandas de motoristas. Muchos veteranos se sintieron incapaces de
llevar una vida normal, después del combate. Cuando volvieron a sus casas, algunos de
ellos encontraron en las motos el mismo tipo de emociones que cuando pilotaban
bombarderos en arriesgadas misiones. Estos motoristas también modificaban sus
motocicletas para incrementar su potencia y darles un toque personal. Las marcas elegidas
eran la Harley-Davidson, Indian o Triumph. De ahí empezaron a parecer los Booze
Fighters, los Hell’s Angels... que con los años degeneraron en grupúsculos completamente
contrarios a los postulados de la moral americana. Volviendo a las 4 ruedas, el término hot
rod ya se empezó a utilizar –aunque sobre el origen del mismo, hay varias teorías-, y la
importancia del drag racing se vio incrementada. Para buscar el génesis del drag racing,
debemos remontarnos a las carreras ilegales en pistas públicas. Estas carreras representaban
un serio problema para los cuerpos de policía del sur de California. Las carreras
clandestinas provocaban numerosos accidentes de tráfico con jóvenes rodders como
víctimas mortales. Por este motivo, la policía patrocinó conjuntamente con otras
organizaciones, las primeras competiciones de dragsters bajo condiciones supervisadas. El
primer dragstrip (pista de dragsters) oficial de la historia, fue un aeropuerto abandonado de
Santa Ana (California), y ocurrió a principios de la década de los 50. Una carrera de
5. dragsters, consiste en la competición de dos participantes que se enfrentan a una carrera de
aceleración en una pista en línea recta de un cuarto de milla (402 metros aprox.). Este tipo
de competiciones generó todo una parafernalia de argot, tecnicismos, categorías y
peculiaridades igual que pasó con las competiciones en los lagos secos. Al principio, eran
carreras populares, donde todo el mundo podía competir con el rod que uno conducía desde
casa. A medida que el drag racing evolucionó, se crearon clases específicas para cada tipo
de coches o combustibles: fuel altered, gasser, rail, funny car... Otra modalidad derivada del
hot rod fueron las –en un principio caóticas- carreras ovales. Carreras en pistas ovales de
tierra, donde la metodología rodder servía para construir los bólidos que muchas veces no
duraban más de tres carreras debido a los continuos choques entre los demás participantes.
Estas pruebas derivaron en formas más ordenadas de competición que en algún caso
acabaron siendo instituciones dentro del mundo deportivo del motor. Como es el caso de
las competiciones de Stock Cars. Mientras la faceta de la competición evolucionaba a su
antojo, debemos echar un vistazo a lo que pasaba en la calle. Durante los 50 se asentaron
las diferentes formas de expresión hot rod. La clase media-baja de raza blanca,
normalmente representaba la esencia del hotrodding: roadsters Fords de los años 20 y 30
con motores tipo Flathead (de la marca Ford o mercury) que implicaba un carácter “white
trash” a esta disciplina. El estrato social de raza blanca con ansias de llegar un estatus
superior dentro de la sociedad se decidía por el Custom. El Custom era la personalización
de automóviles de serie pero sin el objetivo de potenciar el motor para conseguir mayor
velocidad. Aquí lo que primaba era el derecho de hacer ostentación de una máquina
lujuriosa apta para ir de cruising (ir de paseo) con la chavala hasta el drive-in. Se preferían
modelos de los años 40 o 50 como base de la customización y la marca preferida solía ser
Mercury (aunque no se descartaban todas las otras). Estas modificaciones que casi siempre
6. se realizaban sobre carrocería e interior, eran demasiado sutiles para que el aficionado las
pudiera realizar. De ahí que surgieran multitud de talleres especializados en Customs por
todo el sur de Los Angeles, como el taller de los hermanos Barris, o los talleres
especializados en tapicerías casi siempre regentados por chicanos. Esta disciplina también
fue adaptada por otros estratos sociales, pero de carácter minoritario. La minoría chicana,
los japoneses-americanos y en menor medida los afro-americanos, desarrollaron su propia
versión del custom, añadiéndole características específicas que desembocaron en el Low-
ridin’. Una especialidad derivada del custom, donde la marca preferida era el Chevrolet, y
que consistía en bajar las suspensiones, consiguiendo un efecto en el cual el coche parecía
rozar el suelo. El modelo de inadaptado más rastrero, perteneciente a la pura “white trash”,
tenía como recurso la motocicleta. El escalafón más bajo socialmente hablando. Si los
rodders convencionales ya representaban un peligro para la mamá que conduce su Cadillac
hasta el supermercado, el motorista ya era el demonio sobre ruedas. LOS AÑOS DE
ESPLENDOR SOBRE RUEDAS En la década de los 50 la subcultura popular del hot rod
ya estaba asentada. Existían revistas especializadas, como el Hot Rod Magazine, que
apareció en 1948. Le siguieron otras publicaciones periódicas como Motor Trend, Hop Up,
Car Craft o Honk!. Estas publicaciones sirvieron de nexo común para los rodders que
querían estar al día de los acontecimientos y nuevas técnicas. Las Speed Shops,
preparadores mecánicos y marcas de accesorios pululaban por doquier, ofreciendo un
amplísimo abanico de posibilidades en función de la cantidad de dólares que una se quisiera
gastar en su rod. Vic Edelbrock, Schneider, Ansen, Clay Smith, Bell, Dean Moon,
Offenhauser, Ak Miller eran algunos nombres de los ingenieros hechos a sí mismos, que
curtían sus conocimientos mecánicos en base de su experiencia en las pistas. La National
Hot Rod Association fue creada en 1951 por Wally Parks. Gracias a esta organización se
7. pudo establecer una normativa de seguridad en las competiciones de drag racing, así como
la formación de un circuito estatal de pruebas. En la segunda mitad de los 50, la fiebre
customizadora se había extendido por toda la nación, aunque le Meca seguía siendo el sur
de California. Este era el epicentro de toda la actividad, de donde surgían las nuevas
tendencias, donde se probaban las más inusitadas combinaciones mecánicas... Los
ejecutivos de Hollywood siendo oriundos de California, no podían ignorar el potencial de
este fenómeno, y los estudios se encargaron de predicar la palabra rodder por todo el país
(ver artículo sobre hot rod movies). La actividad económica generada por el hot rod, era
significativa, y lo fue aún más en la primera mitad de los sesenta. En esta época no sólo se
organizaban competiciones en lagos salados, en los dragstrips y las pistas ovales. También
existía un tipo muy diferente de competiciones creadas en los 50, que gozó de un circuito
nacional durante los 60. Eran las concentraciones de roadsters, rods, customs, bikes... Al
principio, estas exhibiciones se montaban en campos de fútbol en las típicas high schools.
Algún “Car Club” se encargaba de la infraestructura e invitaban a otros clubs a que
exhibieran sus roadsters o customs. El objetivo de estas reuniones era hacer una exhibición
informal de las preparadas máquinas. Simplemente se dejaban los coches aparcados y el
público los admiraba. De hecho, esto no era más que un concurso de belleza para autos,
pues se premiaba al más elegante, al mejor acabado de pintura, al interior mejor tapizado...
Con el tiempo, este tipo de eventos se profesionalizó. Se convirtió en lucrativo negocio
durante buena parte de los 60. Se hacía pagar entrada al público y como reclamo se
exhibían célebres bólidos de competición o algún show rod. Los show rods eran hot rods
exagerados, que presentaban nuevos conceptos mecánicos, pero que en muchos casos eran
completamente impracticables. Se trataba de impresionar al público con descabelladas
exhibiciones de cromo y pinturas de efectos ópticos. Si estas creaciones habían hecho su
8. aparición en la TV o el cine, su atractivo se multiplicaba. Ed Roth construyó un show rod
por año entre 1959 y 1966, entre sus creaciones están el “Outlaw”, el “Beatnik Bandit”, el
“Mysterion”, el “Road Agent” o el “Surfite”. George Barris, con sus delicadas creaciones
ganó en más de una ocasión el prestigioso concurso de elegancia en el Oakland Roadster
Show -con el “Ala Kart” por ejemplo ganó dos años consecutivos, en 1958 y 1959-. El
“King of the Kustomizers” sacó un buen partido del circuito de exhibiciones, pues era el
customizador al cual Hollywood acudía cuando necesitaba coches rocambolescos para sus
producciones. Para los promotores de hot rod shows, era un reclamo excelente, exhibir el
Batmobil (del cual existían 5 réplicas para satisfacer la demanda). El “Munster Koach” era
otra creación de Barris para la serie los Munster. Otras “obras” fueron la limousine Cadillac
de Elvis, o el desternillante engendro mecánico para promocionar a la banda pop Paul
Revere and the Raiders. Darryl Starbird surgió de Wichita, Kansas para estilizar las
creaciones de Detroit con sus conceptos futuristas. Sus creaciones fueron remolcadas por
todos los rincones del país. Entre sus célebres show rods figuran el “Predicta”, el
“Futurista” o el precioso “Cosma Ray” con la base de un Chevrolet Corvette de 1964. Dean
Jeffries también hizo de las suyas con el “Seaburst” y el “Manta Ray” que apareció en un
capítulo de la serie Batman y en la película playera “Bikini Beach”. Joe Wilhelm era otro
mago de la mecánica que aportó el roadster de 1964 “Wild Dream”. Y como último
ejemplo de show rod llevado al máximo exponente, citar a Joe Bailon, como creador -
inspirado en un boceto de Ed Newton- del surrealista bólido que aparecía en la careta del
“Show de la Pantera Rosa”. Los creadores de estos artefactos podían llegar a tener una
segunda fuente de ingresos gracias a sus creaciones, pues las compañías productoras de kits
en plástico vendían versiones a escala de los coches más famosos. Compañías como la
Revell o Monogram, ganaron opulentos beneficios de la venta de toneladas de plástico en
9. forma de reproducciones a escala de coches salidos de las factorías Barris, Roth o Starbird.
Hacia la mitad de los sesenta, había una efervescencia custom que afectaba a cualquier
vehículo con motor de explosión. Cualquier base era buena para la personalización. Los
VW escarabajo tenían su propio estilo de customización denominado Cal Look (California
Look). También con base VW se desencadenó el boom de los dune buggies a partir de
1964, gracias a la labor de Bruce Meyer. Otra forma de hot rodding eran los karts, con los
que se hacían competiciones en diminutos circuitos. En las pistas ovales competían los
“midgets racers” y se popularizaban las carreras de speedway de motocicletas. En pleno
apogeo mediático, el universo hot rod recibió un revés. Las cosas se ponían serias para el
americano despreocupado. Llegó la hora de tener conciencia social, inquietudes y miedos.
La invasión británica de 1964 era un preludio de lo que llegaría después: Dylan, Vietnam,
psicodelia... En palabras de Ed Roth: “Los chicos dejaron de comprar monster shirts para
comprarse guitarras”. La frivolidad que transmitía el mundo rodero, no era políticamente
correcta cuando miles de jóvenes morían en un país de oriente a miles de kilómetros.
Debido al empacho comercial que sufrió el fenómeno de preparación del motor, el hot rod
perdió su frescura y candidez inicial. En la segunda mitad de los 60 y durante la década de
los 70, el drag racing se convirtió en una actividad completamente profesional. La
importancia que tenía el aficionado de a pie cuando llevaba su dragster casero a competir,
se vio disminuida en favor de los grandes equipos con sponsor que podían correr por todo
el circuito estatal. El drag racing dejó de ser el deporte motorizado del pueblo. En la calle,
los estilismos rod se habían apelmazado, no evolucionaban. No se aportaba nada nuevo al
street rodding. La única bocanada de aire fresco la aportó la creciente customización de
motocicletas. Las choppers de horquillas largas, de mecánica cromada y depósitos pintados
en acabados metalflake, pululaban por las carreteras de California, apoyadas por los nuevos
10. blasones de libertad y rebelión que aparecieron a raíz de la nueva contracultura. A
remolque del custom biking, también a finales de los 60, las trikes hicieron acto de
presencia. Motos de tres ruedas con motores de Harleys o incluso de VW o V8s. LA
RESACA CUSTOM Durante los años 70, el horno del hot rod no estaba para bollos. Uno
de los elementos básicos para el disfrute de esta actividad, era la gasolina, y ésta era la
protagonista de la “crisis del petróleo”. El drag racing seguía su camino por la senda del
profesionalismo. Las competiciones en dry lakes continuaban siendo un deporte para
aficionados, aunque los lagos secos ya no gozaban del populoso ambiente de años
anteriores. La customización de VW se aposentó, quizás por el bajo consumo de sus
motores, y se reafirmó el Cal Look como una nueva frontera. Ya desde finales de la década
pasada, se veneraba la figura de los Muscle Cars. Coches deportivos de serie producidos
por las grandes marcas: Ford, Chevrolet, Dodge... Fue otra disciplina que se arraigó en los
70. Estos coches eran objeto de mejoras mecánicas y su lugar eran las pistas de dragsters.
Fue el equivalente setentero a los Fords coupes que se pilotaban en los 50 en el dragstrip.
Después vinieron las customizaciones de furgonetas de serie hasta convertirlas en antros de
lujuria sobre ruedas. Los laterales solían ofrecer murales pintados en aerógrafo de paisajes
fantásticos o de esclavas de historias de capa y espada inspiradas en el arte de Boris
Vallejo, Frank Kelly o Frank Frazzeta. Los interiores eran pesadillas coloristas forradas en
terciopelo y moquetas de medio palmo de espesor. En plena década del consumismo, no
había nada nuevo que aportar a este mundo. Simplemente los estilos se sofisticaban, y las
tendencias estilistas iban acorde con los gustos de la época. Tan sólo nombraré la marginal
rama del hot rod de los Monster Trucks. Todos hemos visto esos enormes pick ups con
ruedas descomunales, en carreras de aplastamiento de coches. El primer monster truck se
llamaba Big Foot, y fue construido en 1975. Durante los 80 se convirtió en una actividad de
11. exhibición, muy popular durante esa década, aunque desvinculada a mi entender de la
esencia del hot rodding. Los bigfoots estuvieron acompañados de otras modalidades
parecidas como el “Mud Bog”, que no era mas que competicones de aceleración sobre
barrizales. El “Car Pulling” eran carreras de arrastre de grandes pesos con tractores
customizados a veces montando en cada tractor hasta 4 motores. Era la competición sobre
ruedas de la America más profunda, una competición de dragster de granja. Incluso
aparecieron los "track foots", que eran furgonetas con sistemas de tracción de oruga como
los tanques de combate, que se batían en duelo aplastando chatarra de cementerio de
coches. A raíz de la desidia que sufría este mundo, el concepto “nostalgia” fue la válvula de
escape para muchos aficionados que recurrían a las raíces como una salida para encontrar la
piedra filosofal. Durante los noventa, viejos y jóvenes rodders volvieron a los estilos
sencillos y baratos de antaño, haciendo ascos a los constructores high tech como Boyd
Coddington o Arlen Ness. Llegó la idea del Kustom Kulture, como panacea rodera. Una
renovada forma de entender el motor. Donde prima el disfrute de la persona en contra del
concepto material del auto. Al igual que ha pasado con el low ridin’, donde el coche ha
pasado a convertirse en el objeto de identidad de un grupo social, los chicanos, que con
orgullo lucen sus Chevys Impalas rozando el suelo a ritmo de Mariachi o Rap a lo gansta.