La concepción del hombre en la Edad Media estaba estrechamente ligada al cristianismo. Agustín de Hipona defendió una visión dualista del hombre como un alma y un cuerpo separados, mientras que Tomás de Aquino propuso una visión monista donde el alma y el cuerpo forman una unidad sustancial. Para Tomás de Aquino, la razón es la facultad suprema del hombre y la felicidad solo se alcanza a través de Dios.