La filosofía medieval se centra en Dios y la Iglesia Católica. La Iglesia interpreta la verdad revelada por Dios y enseña la fe a la gente, separando la fe de la razón. San Agustín ve el cuerpo como una prisión del alma, mientras que Santo Tomás de Aquino considera que el alma y el cuerpo son lo mismo y que los seres humanos se mueven racionalmente hacia Dios. Ambos filósofos usan la razón para probar la existencia de Dios.