La forma farmacéutica determina la eficacia del medicamento al liberar el principio activo de manera lenta o en el lugar de mayor eficiencia, evitando daños al paciente. Existen formas sólidas como polvos, granulados, cápsulas, sellos, tabletas y grageas, formas semisólidas como pomadas y cremas, y formas líquidas como soluciones, lociones, jarabes, emulsiones y suspensiones, cada una con características y usos específicos.