Contabilidad universitaria Septima edición de MCGrawsHill
Jean marc borello la contra
1. N
ací en un pueblo minero de
Francia y a los 18 años me hi-
ce educador social...
¿Qué estudió?
Poco y mal. Sentía que todo
lo que debía aprender estaba en la calle.
Y ganó reputación como educador.
Cuando llegó la izquierda al poder, Gaston
Deferre, alcalde de Marsella; el ministro de
Asuntos Sociales, Pierre Bérégovoy, y el pri-
mer ministro Laurent Fabius me ficharon.
¿En calidad de qué?
Como experto en toxicomanías e integra-
ción de minorías en barrios problemáticos.
Tenía 24 años y estuve diez trabajando en el
gobierno con mucha ilusión.
¿Sirvió de algo?
Mucho trabajo para pocos resultados. Yo ha-
bía contactado mientras con el grupo Re-
gina, que apadrinaron el proyecto SOS, y,
cuando llegó la derecha al poder, me hicie-
ron la oferta de presidir el grupo de hoteles.
Debió de impresionarles usted.
No quería ver cómo la derecha desmontaba
lo que habíamos hecho y quería aprender a
gestionar, así que acepté. Seguían apasio-
nándome los objetivos de lo público, pero
no su método de gestión. Así que decidí apa-
sionarme por la gestión de lo privado, y, ade-
más, en paralelo, hicimos crecer SOS.
¿Qué tal el cambio?
De gestionar los hoteles me apasionaba el
método pero no el objetivo, que en una em-
presa es siempre el mismo: ganar dinero.
Y cuanto más, mejor.
Así que del gobierno me apasionaba el obje-
tivo pero no el método; y en la empresa, el
método pero no el objetivo, y, tras otros
diez años de ejecutivo, decidí aplicar el mé-
todo de gestión de lo privado a conseguir
objetivos sociales.
Buena síntesis, pero ¿no tuvo antes un
problema con la justicia?
Dentro del grupo Regina estaba Le Palace,
una boîte parisina mítica donde se consu-
mía éxtasis –imposible controlar eso– y, co-
mo una peculiaridad penal francesa hace al
presidente responsable penal de cuantos de-
litos se cometan en la empresa, fui procesa-
do, pero sin mayores consecuencias.
Un mal trago.
Después me dieron la Legión de Honor.
Tal vez compensó el juicio.
Es una anécdota que gusta a los periodistas.
Ustedes siempre construyen mi relato en
torno a cuatro ejes: proceso judicial-legión
de honor; educador social-encargado de dis-
coteca; analfabeto sin título universitario-
conferenciante en la facultad de Políticas y
gestor social-con métodos privados.
Esa tensión crea la energía narrativa.
Lo importante es que SOS creció y cuando
llegó el sida éramos la primera organiza-
ción asistencial de Francia con un 90 por
ciento de atendidos seropositivos.
Un reto para usted y para el mundo.
Acompañamos a esos ciudadanos en su
muerte y luego les dimos acogida en nues-
tros centros y, a medida que mejoraba la me-
dicación, intentamos reinsertar poco a poco
a los nuevos enfermos.
¿Cómo?
Nosotros trabajamos como empresa para el
beneficiario y después para el cliente, que
es el Estado, al que prestamos un servicio:
evitar que los ciudadanos mueran en la ca-
lle. Al beneficiario le tratamos como un ciu-
dadano con su dignidad. En nuestros cen-
tros pueden hacer el amor. Atendemos sus
necesidades; no sólo las sanitarias. Y jamás
interferimos en sus creencias o ideología.
¿Cómo los atienden?
Los acogemos, pero también los formamos
y les buscamos un trabajo. Y conseguimos
que el 60 por ciento logre un empleo.
¿Quién les da un empleo?
Tenemos empresas privadas que compiten
en el mercado, como servicios de coche con
chófer y la cadena de tiendas de comercio
justo Altermundi. Además, tenemos acuer-
dos con empresas de hostelería que nos em-
plean camareros, limpiadores, celadores...
Gestión privada, objetivos públicos.
Nuestras empresas compiten para dar do-
ble beneficio: social y económico.
¿Cuánto cobra usted?
7.000 euros mensuales: en SOS, el que co-
bra más no puede percibir más de diez ve-
ces el sueldo del que cobra menos.
¿El grupo tiene otros negocios?
Tenemos una consultoría para el comercio
justo y editamos Respect, un diario que lu-
cha contra la marginación, además de publi-
car Interdependence para promocionar el
sector social.
¿Cuál es su línea editorial?
La llevo repitiendo toda mi vida: “Hay que
gestionar la realidad sin dejar de cuestionar-
la”. El capitalismo financiero genera benefi-
cios para unos pocos y exclusión para otros,
y eso hay que cuestionarlo, pero sin dejar
de aprovechar sus métodos precisamente
para reintegrar a esos que excluye.
Una mezcla de realismo y rebelión.
Se trata de reformar el sistema desde den-
tro: se puede hacer, y, de hecho, los grandes
capitalistas, los realmente creativos, lo en-
tienden tan bien como nosotros.
¿Como quién?
Obama tiene asesores trabajando en la eco-
nomía social, también Cameron, y hay gran-
des filántropos inteligentes.
¿Qué le diferencia de un empresario?
Cuando me retire, todos mis activos segui-
rán en la empresa, que gestionará otro. Lo
único que seguiré compartiendo con los em-
pleados de SOS serán nuestros valores y
nuestros objetivos.
LLUÍS AMIGUET
MAITE CRUZ
“Hayquegestionarlarealidad
sindejardecuestionarla”
Tengo 53 años: dicen que llegaré a viejo sin haber sido nunca adulto. Nací en la Provenza, pe-
ro mis raíces están en mis valores. Estoy reajuntado: mis hijos son los compañeros de SOS.
Soy un creyente en la laicidad. La izquierda debe poner el capitalismo al servicio de todos
“No hay nadie que no se
merezca una segunda
oportunidad”, proclama
Borello en el programa
de emprendedores socia-
les de la Generalitat, in-
dignado al denunciar el
racismo de Sarkozy con-
tra los gitanos: “Cuando
las cosas se ponen feas
es fácil para un político
crear barcos miseria: un
día metes en ellos a los
mineros; otro a los de
las banlieues (los ba-
rrios) y otro a los gita-
nos. Todo menos recono-
cer tus errores en políti-
ca económica. Mis pa-
dres no hablaban fran-
cés y tal vez hoy Sarko-
zy los metería en uno de
sus barcos miseria culpa-
bles para enviarnos bien
lejos y así evitar expli-
car la verdad al ciudada-
no: que el sistema a ve-
ces crea pobreza y que
también a veces obliga a
repartirla”.
Todos a bordo
Jean-MarcBorello,emprendedor social que aplica los métodos de gestión privados