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Jung y los fenómenos paranormales
Moisés Garrido
Algunas notas a modo de prefacio
Por: Raúl Ortega
El estilo paradójico, que a veces sin reservas habría que tildar de ambiguo, conel
que Jung abordapor aquí y acullá especialmente su producciónoficial, su creación
desdey para la “máscara”, provocaa menudo malentendidos entre el público no
especializado a la hora de captar el sentido y la implicación auténticos de algunos
de sus postulados, especialmente de aquellos más comprometedores para su
credibilidad profesional: los que tratan sobretemas relativos a los sectores limíte
del conocimiento científico. Es precisamente del Jung más paracientífico del que
se ocupaeste artículo que nos llega desdela excelente pluma de Moisés Garrido,
originariamente publicado en la revista especializada Más Allá, y es por ello que
no viene nada mal puntualizar algunos detalles al respecto, en pro de una claridad
que sí está mejor representada en las comunicaciones privadas del maestro, donde
se liberaba de tanta reserva. Un material aún muy escondido, como Moisés
oportunamente señalará, que hay que rastrear casial estilo arqueológico, y que
suele ser conocido, en lo que va saliendo a la luz, sólo porlos especialistas,
quedando fuera de foco en el plano de la divulgación general.
Por supuesto, la materia de la que se trata, la Psique, es paradójica, oscuray
paracientífica per se, y hay aseveraciones sobresu realidad que no pueden ser más
concisas y cartesianas de lo que ella en sí misma es. Era “ElOscuro” como
apodabana Heráclito, y no lo era en realidad él, sino aquello de lo que se ocupaban
sus abismales pensamientos, tan precisos sin embargo en su coherencia lógica
como los de Euclides, centrados porcontra en algo tan agradable al entendimiento
como es la Geometría, y la mayor parte de laoscuridad junguiana es debida
exactamente a esto mismo. Cuando el pensamiento junguiano se vuelve tan
impreciso por no otra cosaque tratar de mantenerse coherente conla materia de la
que se ocupa, no hay nada que puntualizar, y él, ni en la intimidad del círculo
fraterno ni consigo mismo, podíaser más explícito. Este es un lastre que tiene que
cargar, en general, cualquier escuela de psicologíaprofunda, de lo inconsciente. La
crítica epistemológica a estas disciplinas que llega, porejemplo, desdeun Popper,
o las críticas generalizadas que vierte un Eysenck [1] hay que tacharlas de injustas,
improcedentes y tendenciosas. Hoy en día ya deberíamos tener plenamente
asumido que un matemático planteando teoremas no hace algo muy diferente de
escribir poesías,y que los tratados físicos de científicos como Penrose o Hawking
están mucho más emparentados conla novela de lo que hubiese podido admitir la
filosofía científica de corte decimonónico. En la era en que redescubrimos la
subjetividad en lo aparentemente objetivo puro ¿desdequé absurdo paradigma
filosófico nos seguimos atreviendo a exigirle matematicidad a la psicología, cuyo
objeto de estudio es precisamente lo subjetivo puro? Cuando nuestra aventura
numérica para entender la realidad nos ha devuelto al problema nuclear de la
Conciencia, todavía hay quien se permite postular que a la Conciencia se la debe
entender a través de los números.
La Conciencia, o sea, la conciencia y el inconsciente, la Psique, abarca lo
científico, lo instintivo, lo religioso y lo artístico. Obviamente requiere una
metodología de estudio consecuente conesa omniabarcante naturaleza, y el método
científico, tal y como lo entendemos hasta ahora, se ha quedado corto incluso para
la Física. Pues las partículas y las galaxias se han revelado también oscuras,
heraclitianas, y ya no son mansamente concisas, como los triángulos de Euclides.
Por esto Niels Bohr se extendió en sus investigaciones sobrela realidad hasta la
filosofía oriental, y acabó grabando en su escudo emblemático el mistérico símbolo
del Yin-Yang taoísta, y la leyenda “Contraria suntComplementa“. De hecho, las
constantes reuniones privadas en la casa de este eminente físico y en el Instituto de
FísicaTeórica (podemos decir que la FísicaCuántica nace desdeel método
dialéctico) son un perfecto paralelo con laSociedad Psicológica de los Miércoles, y
su relación con Born y Heisenberg, de la que nace la interpretación de
Copenhague, un genuino Círculo Hermético. El esotérico blasón del danés se
correspondesin más con el misterioso anillo gnóstico de Carl Gustav, y la célebre
controversia que mantuvo conun tozudo y dogmático Einstein (por cierto que un
auténtico no semidios, sino dios total, para nuestra cultura, patéticamente
idealizado por ella al estilo de un Elvis) conel enfrentamiento Freud-Jung. Porotro
lado, los horrores del juego sucio y el plagio están a la orden del díaen el mundo
científico, en general, desde siempre. Pero claro, para personajes al estilo de
Richard Noll las diferencias soncomo de la noche al día: una es la historia de
nuestra sagrada Ciencia; la otra, de lo peor de nuestra superchería.
Quizás no sepamos nunca si el grandioso Heisenberg no le dio la bombaatómica a
Hitler por principios morales o por torpeza en sus cálculos, pero sí que estamos en
condiciones de esclarecer algunas opiniones de Jung en relación a los polémicos
mundos de lo paranormal y lo religioso, así que vamos sin más dilación a ello.
En el artículo se declarará esto. En realidad, es con el protestantismo, y no conel
catolicismo, con el que Jung se ensaña más vehementemente, ya que la ausencia de
imágenes y representaciones simbólicas en una religión le parece un auténtico
pecado. Poresta razón entendía la liturgia católica como más cercana a la realidad
religiosa del alma que la luterana. Gerhard Wehr, biógrafo de Jung, se hace eco
de estas ideas:
No sólo en el protestantismo, sino en general desdelos comienzos de la Reforma,
de la era que se vincula estrechamente al desarrollo de la ciencia natural y de una
conciencia que se atiene al yo individual, se fue perdiendo la espiritualidad
tradicional consu enorme riqueza de imágenes y de signos, de símbolos y
misterios. Tres protestantes, Jean Paul (“Discurso de Cristo muerto desdela cima
del Universo, en el que afirma que no hay Dios”), Hegel y, sobre todo, Nietzsche,
han soñado conla muerte de Dios y la han concebido y proclamado como un
acontecimiento próximo. El hombre moderno dirige, altivo, una mirada
retrospectiva hacia la niebla de la superstición, de la credulidad medieval y
primitiva y al hacerlo olvida por completo que ese pasado espiritual y anímico, con
sus imágenes originarias, sostiene la orgullosa conciencia racional [ver nota]. Si
no bebe en las capas profundas de la psique -sugiere Jung- el espíritu humano
permanecerá, sin duda alguna, como en el aire.
El mismo Jung, en una carta a H. Irminger de finales de 1944:
Ejerzo la ciencia, pero ninguna apologética ni filosofía alguna, y no tengo ni
capacidad ni ganas de convertirme en fundador de una religión. Mi interés es de
carácter científico… Parto de un cristianismo positivo que es tanto católico como
protestante, y me esfuerzo porseñalar, de forma científicamente responsable,
aquellos hechos empíricamente comprensibles que hacen por lo menos verosímil la
justificación del dogma cristiano, y en especial el católico.
Al respecto de sus relaciones con el judeocristianismo en general, el símbolo
cristiano, disponemos también de unas declaraciones especialmente reveladoras de
su íntima discípula Barbara Hannah, que le escuchó decir a petit comité, en
privado, en el contexto de las Terry Lectures en la Universidad de Yale:
[…] A este propósito decíaJung a los participantes -y a muchos de ellos esto los
impresionó como si fuera la última palabra- que lo único que podemos hacer
consiste en seguir el ejemplo de Cristo y vivir nuestra vida de la forma más plena
posible, aún cuando se base en errores… Nadie ha descubierto todavía toda la
verdad; pero si todos vivimos conla misma integridad y con la misma entrega que
Cristo, él decíatener la esperanza de que todos resucitaríamos
Tal y como ya avisábamos al principio, Wehr apostilla conrespecto a estas
filtraciones de Hannah:
Debe tenerse presente que estas expresiones, a la vez sinceras y confidenciales,
Jung sólo las formulaba en el estrecho círculo de sus amistades más íntimas o su
correspondencia. En cambio, la crítica realizada por la iglesia, se vio obligada
muchas veces a señalar que, en materia religiosa, Jung se expresaba de manera en
exceso libre y, en realidad, ambigua
No viene mal recordar ahora las estrechas relaciones entre la terapia y la religión
que la psicologíajunguiana postula:
No sólo el Cristianismo, con su simbolismo de la salvación, sino todas las
religiones en general, incluidas las modalidades mágicas de la religión de los
primitivos, son psicoterapias, las cuales tratan y curan las afecciones del alma y las
corporales de origen anímico
Una vez señalados estos “pormenores”, podemos retomar el discurso más popular
de Jung en lo tocante a estos asuntos, espero que entendiéndose ahora, un poquito
mejor al menos, hasta dondealcanza la ambigüedad indecisa y donde comienza la
decidida y legítima paradoja en él:
Entre todos aquellos de mis pacientes que se hallan más allá de la mitad de la vida,
esto es, más allá de los treinta y cinco años, no hay ninguno cuyo problema último
no sea el de la actitud religiosa. En efecto, cada uno de ellos enferma en última
instancia porque ha perdido lo que las religiones vivientes han dado en todos los
tiempos a sus adeptos, y ninguno de ellos se halla realmente curado si no recupera
una actitud religiosa, lo cual naturalmente nada tiene que ver con la confesión
religiosa ni con la pertenencia a una Iglesia
En el campo de lo paranormal podríamos empezar destacando, para complementar
lo que vertirá Garrido, que Jung creía en la realidad objetiva de los fantasmas. De
hecho, instaba a sus discípulos más cercanos en el arte de interpretar sueños a
distinguir entre las personificaciones oníricas de seres fallecidos aquellas que se
quedan en el plano simbólico de aquellas que correspondena visitas realesdesde el
mundo de los muertos. A lo largo de su vida protagonizó bastantes experiencias al
respecto. Una vez, mientras pasabauna noche de fin de semana en una granja
recién alquilada por un amigo suyo, en la Inglaterra de 1920, empezó a escuchar
extraños ruidos de golpes y goteos, y a notar malos olores. Comenzó a poseerle
una especie de parálisis. Entonces se le aparece, a escasos 40 cms. de distancia en
su misma almohada, la mitad de una cabeza femenina, de apariencia sólida, que le
provocó tal terror que tuvo que pasar todo el resto de la noche sentado en una
poltrona, incapaz de volver a la cama. Con posterioridad conocieronél y su amigo
que en la aldea cercana corríael rumor de que aquella granja estaba encantada y
que espantaba a todos sus inquilinos. Jung trató de explicarse el suceso como
exteriorización de contenidos psíquicos, pero le era evidente que aquello estaba
ligado a aquel lugar tanto, cuanto menos, como a él mismo, que a pesar del estrés
de la febril actividad que llevaba a cabo en Londres en aquella fecha, durmió
espléndidamente bien en cualquier otro lugar. La granja fue demolida al poco
tiempo.
En la torre de Bollingen fue protagonista de dos señaladas anécdotas
fantasmagóricas. En una noche de la primavera de 1924, la paz del reposo se le
turba por el ruido de música y jolgorio aparentemente procedente del exterior. Dos
veces se levantará sobresaltado de la cama a mirar por la ventana, sin encontrar
nada. Jung es consciente de que la experiencia no es un sueño, pero tampoco
parece darse en plena vigilia. Tiene la representación visual de centenares de
figuras vestidas con oscuros ropajes. Especula con la idea de que se trate de
duendes, pero ninguna explicación le acaba de convencer:
En aquella noche todo era tan plenamente real, o por lo menos así lo parecía, que,
situado entre dos realidades, apenas podíaorientarme. No podíaexplicármelo.
¿Qué significaban estos zagales cantando que desfilaban en largas columnas? Me
daba la impresión de que habían venido por curiosidad a ver el torreón. Nunca más
volví a experimentar o soñar algo semejante. Pero aquel acontecimiento me dejó
atónito y no podíarecordarhaber oído algo parecido. Posteriormente hallé un
sentido al sueño al leer la crónica de Lucerna de Rennward Cysat del siglo XVII.
En ella se narra la siguiente historia: «En un pasto del Monte Pilatos que tiene
fama de estar poblado por fantasmas (se dice que hoy todavía allí ronda el espíritu
de Wotan), Cysat, en una ascensión al Pilatos, fue molestado por un gran gentío
que rodeó su cabaña cantando al sonde la música». Exactamente lo mismo que yo
había experimentado en el sueño. Al día siguiente pregunté al vaquero, en cuya
cabaña había pasado la noche, qué podríasignificar este hecho. Éste estaba
enterado ya: tuvo que ser el sälig lüt, es decir, el ejército de Wotan de las almas
descarriadas. Acostumbraban a «rondar» de este modo para hacerse notar […] La
explicación del acontecimiento como una compensaciónpsíquicanunca me
satisfizo del todo y no me bastaba decir que se trataba de una alucinación. Me
sentía obligado a considerar también el carácter de realidad.
Por cierto que es extraño que Jung no estuviera informado conantelación de un
elemento tan típico del folclore germánico como es el Ejército de Wotan,
comparable a la Santa Compaña gallega. Pero esto le concedeuna mayor
genuinidad al suceso. El segundo encuentro con lo imposible dejemos que sea él
mismo quien nos lo relate, también desde Recuerdos, Sueños, Pensamientos:
Cuando en 1923 comenzamos a edificar aquí [en Bollingen] nos visitó mi hija
mayor y gritó: «Cómo, ¿tú edificas aquí? ¡Aquí hay cadáveres!» Yo pensé
naturalmente: «¡Qué absurdo!¡No vale la pena discutir!» Pero al cabo de cuatro
años, cuando recomenzamos las obras, hallamos realmente un esqueleto. Se
encontraba a 2,20 metros de profundidad. En el codo derecho se encontró una
antigua bala de fusil. Se veía por la posición del esqueleto que había sido echado a
la fosa en avanzado estado de descomposición. Pertenecía a las muchas docenas de
soldados franceses que en 1799 se ahogaron en el Linth y fueron arrastrados hasta
las orillas del lago. Esto sucedió después de que los austríacos volasen el puente de
Grynau que los franceses habían asaltado. En el torreón se encuentra una fotografía
de la fosa abierta conel esqueleto y la fecha del día en que se halló el cadáver en la
torre: el 22 de agosto de 1927. Construí entonces en mi finca una sepultura
adecuada al soldado, y disparé tres veces por encima de la tumba. Luego coloqué
una lápida con una inscripción. Mi hija había presentido la presencia del cadáver.
Su facultad de presentir la heredó de mi abuela materna.
Las interpretaciones sobrela cuestión ufológica que divulga la obraUn mito
moderno. Sobre cosas que se ven en el cielo [3] me resultan, digamos, poco
audaces. En correcta dirección, en general, mas de corto alcance. Pero esto es una
apreciación personal. Quizás un día descubramos entre el material privado
consideraciones al respecto de mayor relevancia y más apropiadas para un
fenómeno de tal magnitud, o quizás tengamos que conformarnos para siempre con
esa visión suya. En mi opinión, la de un Jung, lego en la materia, que llega a ella
en un momento en que la investigación por parte de los especialistas está en sus
albores, la documentación publicada escasa, él ya en la recta final de su larga y
egregia vida, sin tiempo ni energías para profundizar mucho más y, quizás lo más
importante, sin experiencias propias, que han sido siempre la piedra angular de
Jung y los cimientos de su creación, la PsicologíaAnalítica. Queda claro que
seguir a partir de ahí es la responsabilidad de todos aquellos que nos sentimos
continuadores de su legado. Otro gran mérito de Jung es haberse percatado
rápidamente de la importancia de esta sui-generis fenomenología, pero el colectivo
junguiano posterior parece no saber aún cómo reaccionar ante ello.
JUNG Y LOS FENÓMENOS PARANORMALES
“Aquella noche fatídica de junio de 1895, la primera sesión espiritista tuvo un
resultado más extraordinario de lo que cabía esperar. Jung se sentó junto con el
círculo de mujeres alrededor de una gran mesa redonda de madera, y presidió
nerviosamente la sesión. Como era habitualen este tipo de sesiones, colocó en el
centro un vaso de agua quepodía reflejar hasta la más imperceptible levitación de
la mesa. Ordenó a todos quecolocasen las manos suavementesobre la mesa y las
uniesen tocándose unos a otros ligeramente las yemas de los dedos. Al cabo de
unos instantes de completo silencio, el aire se volvió espeso, eléctrico. De pronto,
el vaso de agua empezó a moverse violentamente. A su pesar, Jung estaba tan
aterrorizado como el resto de los participantes. Con grandesdificultades,
exclamó: ‘Uno de nosotros es un médium muy dotado’. En aquel momento, la
joven Helly palideció y se desplomó en la silla. Y para sorpresa de todos los
presentes, empezó a hablar”.Este texto está extraído del libro The Aryan Christ:
The Secret Life of Carl Jung (1997), cuyo autor es Richard Noll, psicólogo clínico
y profesorde Historia de la Ciencia en la Universidad de Harvard. En dicha obra,
se descubren facetas muy poco conocidas deleminente psiquiatra suizo Carl
Gustav Jung (1875-1961), entre ellas, su incursión desdejoven en el mundo del
espiritismo y de los fenómenos paranormales. Cuando realizó dicha sesión
espiritista, Jung estaba a punto de cumplir 20 años. Todavíano podíaimaginar lo
que el destino le tenía reservado: convertirse en uno de los más grandes pensadores
del siglo XX. Su descubrimiento del inconsciente colectivo produjo una auténtica
revolución en el conocimiento de la mente humana. “Así como el cuerpo humano
muestra una anatomía generalpor encima y másallá de todas las diferencias
raciales, también la psiqueposee un sustrato general que trasciende todas las
diferencias de cultura y conciencia, al que he designadocomo inconsciente
colectivo”, explica Jung. Era pues de prever que, tanto en la psiquiatría como en el
psicoanálisis, terminara aventajando a su insigne mentor Sigmund Freud.
Realmente sabemos muy poco de la vida de Jung. Sus herederos siempre han sido
muy reacios a la hora de aportar material inédito a los investigadores -como
puedan ser sus diarios privados o toda su correspondencia-, con el que poder
construir una biografía mínimamente veraz, más centrada en los aspectos humanos
y alejada de ese personaje idealizado -a modo de semidios– que su familia y
seguidores han tratado de difundir. “Suponealgotremendamenteinjusto queJung
se presente como un autor alejadode la realidad, aportandopruebasde
oscurantismo que no existen en absoluto en sus escritos”, denuncia Pilar Quiroga,
doctoraen Psicologíay autora de la documentada obra C. G. Jung. Vida, obra y
psicoterapia (2003). Ni siquiera Recuerdos, Sueños, Pensamientos, libro elaborado
cuando Jung tenía 81 años y publicado tras su muerte, puede ser considerado una
autobiografía en todaregla, ya que se trata de una colección de escritos hábilmente
estructurados por Aniela Jaffé, su ayudante en los albores de su vida. “Jaffé tomó
las contribuciones y transcripciones de antiguasconferencias de Jung, añadiósus
propias notas sobre las conversaciones que mantuvocon él, puso todo en primera
persona y permitió queel conjunto se presentase como una autobiografía a un
público confiado”, aclara Noll. De los borradores escritos porJung, se modificaron
y eliminaron muchas frases, así como ciertas anécdotas, siempre porsugerencia
familiar. Aún así, con ese escaso material biográfico, y a través de sus trabajos
teóricos, vivencias personales y conversaciones con sus pacientes, podemos
hacernos una idea del gran interés que Jung siempre cultivó hacia los temas
limítrofes del conocimiento, que tanto marcarían su trayectoria personal y
profesional.
CONTACTOSCON EL “MÁS ALLÁ”
C. G. Jung nació en el seno de una familia muy piadosa. Su padre, Paul Jung, era
pastorprotestante, ejerciendo su labor en la Iglesia Reformada. Y su abuelo
materno, Samuel Preiswerk, fue profesorde exégesis bíblica en la Institución
Evangélica de Ginebra. Jung, sin embargo, no comulgaba con el judeocristianismo
y, menos aún, con el catolicismo [2]. Su alma visionaria y heterodoxa, rechazaba
todo dogmatismo religioso. “La ‘religión teológica’ no podía servirme para nada,
pues no correspondía a mi experiencia de Dios”, escribiría. En cierto modo,
podemos decir que elaboró su propia religión, a caballo entre la magia y el
paganismo, influido, sin duda, porlos antiguos cultos mistéricos y el mundo
alquímico, temas que siempre le cautivaron. De hecho, el torreón que se construyó
en Bollingen, junto al lago de Zurich, fue no solo lugar de soledad y meditación,
sino también de encuentros visionarios y otras experiencias transpersonales de
profundo significado trascendente. “Desde el principio el torreón se convirtió en
un lugarde perfeccionamiento, un seno materno o una figura materna en la cual
podía volver a ser lo que soy, lo que fui y lo que seré”, asegura. Allí, sobrela
pared del dormitorio, se conserva un mural dondeaparece representado su guía
espiritual Filemón -un sabio anciano con largas barbas y alas-, con quien mantuvo
contactos extrasensoriales y a quien debe algunos de sus más brillantes
descubrimientos sobrela psique humana -la idea del arquetipo, por ejemplo-,
según él mismo confiesa. Los diálogos que mantuvo conel mundo de los muertos
y los dibujos que realizó bajo estados no ordinarios de conciencia, se recogen en
su Libro Rojo, que aún permanece custodiado porsus descendientes.
¿De dóndele vino entonces su interés porla comunicación con los muertos?
¿Acaso de la lectura del Fausto de Goethe a la edad de quince años? Ello ejerció su
influencia, qué duda cabe. Tal obra significó para Jung una auténtica
revelación. “Inundómialma como un bálsamomaravilloso”, escribe. Tanto es así
que al final de su vida creyó ser la reencarnación de Goethe, no ya solo por lo
identificado que se sentía con dicho personaje, sino por ciertos sueños extraños que
parecían revelarle esa posibilidad. Sin embargo, su acceso al mundo del espiritismo
tuvo lugar justo cuando se graduó en la Facultad de Medicina de la Universidad de
Basilea, a mediados de 1895. En esas fechas, el espiritismo estaba en auge por toda
Europa. Era costumbre, sobretodo entre la alta sociedad, reunirse cada atardecer a
la luz de una vela para invocar a los antepasados. Jung sintió curiosidad por el
tema y quiso realizar algunas sesiones acompañado de varias mujeres de su
familia. Entre ellas, su prima Hélène Preiswerk, que era médium. Porsu parte, la
madre de Jung, Emilie Preiswerk, ya había dado buena muestra de sus dotes
clarividentes y había protagonizado alguna que otra experiencia relacionada con
espíritus. Portanto, aquellas séancesorganizadas porJung resultaron exitosas y los
presuntos contactos conlos muertos no tardaron en establecerse. Hélène, conocida
también conel nombre de “Helly”, es la joven citada en la narración inicial. En
aquella primera sesión coordinadapor Jung, Hélène, de quince años, entró en
trance y a través suya se manifestó su abuelo difunto: “No temáis. Os acompaño
todos los días. Soy vuestro padre Samuel, quevive con Dios”. Durante el tiempo
que duró el éxtasis, la joven viajó astralmente al continente americano para visitar
a su tía Bertha. Pormuy delirantes que hoy nos parezcan estas historias
mediúmnicas, entonces se vivían con total normalidad, incluso por personas con
formación académica, como el propio Jung. De hecho, en torno al espiritismo, se
dieron cita grandes personalidades del campo científico. Basta recordar a William
Crookes y Charles Richet, premios Nobel de Química y Medicina,
respectivamente. Ambos creían en la supervivencia del alma tras la muerte.
Lo cierto es que Jung fue testigo del cumplimiento de algunas premoniciones que
tuvo Hélène durante sus trances visionarios. Aquello le llevó a profundizar aún
más y comenzó incluso a interesarse en los estudios llevados a cabo por la
célebre Society for Psychical Research (S.P.R.)de Londres, presidida por el
catedrático de Filosofía Henry Sidgwick, institución que en 1882 inaugura el
estudio científico y sistemático de los fenómenos metapsíquicos. Seríanlos
preámbulos de la futura Parapsicología. Jung estaba fascinado con todo ello, y leía
con inusitado interés los notables trabajos del ya citado Crookes y de otros
pioneros de la Metapsíquica como William James, F. W. H. Myers, J. C. F.
Zoellner, Cesare Lombroso, etc. “A pesar de parecerme tan extrañas y discutibles,
las observaciones de los espiritualistas fueron para mí las primeras noticias sobre
fenómenos psíquicos objetivos. Los nombres de Zoellner y Crookes me
impresionaron y leí, por así decirlo, toda la literatura sobre espiritismo que estaba
entonces a mi alcance”, escribe Jung. No es de extrañar que su tesis doctoral
versara, entre otras cosas, sobreestas apasionantes cuestiones…
PSIQUIATRÍA Y MEDIUMNIDAD
Jung creía que el inconsciente puede conectar conotros niveles superiores de la
realidad no sometidos a nuestras leyes espacio-temporales. Su cada vez más
dilatada formación psiquiátrica, no le hizo dar marcha atrás en sus convicciones,
aunque sí se iba mostrando más prudente a la hora de referirse a los espíritus-guías
(prefería hablar ya de “personalidadesinconscientes”). Comprendió que el
inconsciente escondíademasiados secretos que tenía que ir sacando a la luz, antes
de atribuir a posibles fuerzas del más allá los numerosos casos de narcolepsia,
criptomnesia, hipnagogia, estado de ensoñación, trance visionario, automatisme
ambulatoire, etc., que le iban llegando a su consulta, trabajando ya como psiquiatra
en el prestigioso hospital de Burghölzli, durante la primera décadadel siglo
XX. “Aun cuandoexisten casos perfectamente dignos de crédito, queda en pie la
cuestión de si el fantasma o la voz se identifican con el muerto o son una
proyección psíquica, y si la declaración procede realmente del muerto o quizásse
origina en el saber existente en el inconsciente”, subraya Jung. Fue su etapa más
escéptica, aunque como puntualizó William James, jamás perdió su voluntad de
creer…
Si bien es cierto que estableció una conexión entre la mediumnidad y la histeria,
estudiando la “disociación” de la personalidad de los médiums espiritistas, en
ningún momento cuestionó la autenticidad de las facultades metapsíquicas, como
la clarividencia o la precognición. En su tesis doctoralde medicina, escrita en 1902
bajo el título Acerca de la psicología y patología de los llamadosfenómenos
ocultos, se hace eco de las experiencias mediúmnicas de su prima Hélène (empleó
para referirse a ella el pseudónimo “S.W.”), afirmando que a pesar de su
personalidad histérica -que provocabasus desvanecimientos y automatismos-,
manifestaba auténticas capacidades telepáticas y precognitivas durante esos
estados de trance. En la conferencia que pronunció en 1919 ante los miembros de
la S.P.R., titulada Los fundamentospsicológicos de la creencia en los espíritus,
dejó claro su convencimiento de que las manifestaciones espiritistas se debían
a “efectos exteriorizados de complejos del inconsciente”. El ya cada vez más
célebre psiquiatra continuó ahondando en el estudio de los fenómenos
paranormales, siguiendo una línea marcadamente científica, por eso no le pasó
desapercibidas las investigaciones llevadas a cabo a partir de 1934 por el biólogo
Joseph B. Rhine, en torno a la llamada “percepciónextrasensorial” (ESP), desdesu
laboratorio de la Universidad de Duke. Sus rigurosos análisis estadísticos sobrela
telepatía, la clarividencia, la precognición y la psicocinesis hicieron que la
Parapsicología adquiriese respetabilidad científica y se multiplicasen las cátedras
por todo el mundo. En 1937, Jung tendría la oportunidad de conocerle
personalmente. “Por lo menos una parte de la psique no se encuentra sometida a
las leyes del espacio y del tiempo -sugiere Jung-. La prueba científica acerca de
ello la aportaron los conocidos experimentos de Rhine. Junto a incontables casos
de presentimientos espontáneos, las percepciones fuera del espacio y otros casos
de este tipo, de los cuales ya he contado algunosejemplos de mi vida, demuestran
que la psiqueen ocasiones funciona más allá de la ley de la causalidad espacio-
tiempo. De ello se desprendeque nuestras concepciones de espacio y tiempo, y con
ello la causalidad,son imperfectas”.
EXPERIENCIAS PERSONALES
A lo largo de su vida, Jung protagonizó una serie de sucesos anómalos muy
significativos que le sirvieron para convencerse, aún más si cabe, de la existencia
de una realidad trascendente. No hablamos ya de experiencias visionarias y sueños
de abundante material arquetípico -uno de los cuáles le inspiró la idea
delinconsciente colectivo-, sino de otros fenómenos englobados en el campo de lo
paranormal, como porejemplo, la proyecciónextracorpórea. En 1944, Jung sufrió
un infarto cardíaco. Estando inconsciente sintió que abandonaba su cuerpo físico y
ascendíahacia lo alto. “Mepareció como si me encontrase allá arriba en el
espacio. Lejos de mí veía la esfera de la tierra sumergida en una luz azul intensa.
Veía el mar azul profundoy los continentes. Bajo mis pies, a lo lejos, estaba
Ceilán y ante mí estaba el subcontinente de la India. Mi campo de visión no
abarcaba toda la tierra, sin embargo, su forma esférica era claramente visible, y
sus contornos brillaban plateadosa través de la maravillosa luz azul(…) La
contemplación de la tierra desde tal altura es lo másgrandioso y más fascinante
que he experimentado”.
Muchos años atrás, cuando aún vivía consus padres, experimentó algunos
fenómenos psicocinéticos a su alrededor. Extrañas explosiones, golpes, rotura de
objetos… Durante el verano de 1898, vivió varios episodios de esta naturaleza.
Uno de los que más le llamó la atención fue la extraña explosión que oyeron en un
mueble aparador. “Comencé a inspeccionar detalladamenteel aparadory lo
inmediatoa él, pero sin éxito -cuenta en sus memorias-. En el cajón, conteniendo
la cesta del pan, halléel pan y junto a él el cuchillo, cuya hoja estaba destrozada
casi por completo. El mangoestaba en un rincón del cesto rectangulary en cada
una de las tres restantes esquinashabía un trozo de la hoja del cuchillo. El
cuchillo se había empleadotodavía a las cuatro de la tarde y despuésse había
guardado. Desdeentonces nadielo había tocado”. Dos semanas antes, el tablero
de una mesa se había roto por la mitad inexplicablemente, ante el asombro de toda
la familia. “¿Por quéy cómo se partió la mesa y se quebró el cuchillo? La
hipótesis de la casualidad resultaba deltodo inadmisible”, reconocería.
De casado, siguió protagonizando más incidentes de este tipo. Cuenta cómo en
1916 estos fenómenos paranormales se incrementaron. “Mi hija mayor veía por la
noche una figura blanca atravesar la habitación. Mi otra hija contaba -
independientementedela primera- quele habían levantadola manta de la cama
dos veces por la noche”. Uno de esos días, la campanilla de la puerta de la casa
sonó insistentemente: “Yo me encontraba cerca de la campanilla,la oí sonar y ví
cómo se movía el martillo. Todos corrieron inmediatamentehacia la puerta para
ver quién llamaba ¡pero allí no había nadie!¡Nos miramos como alelados!”. Jung
estaba convencido de que aquella incesante fenomenología parapsicológica
guardaba estrecha relación conel estado emocional en que se encontraba por aquel
entonces. “Era una constelación inconsciente, y la atmósfera característica de tal
constelación me era bien conocida como numen de un arquetipo”.
Insólito fue también lo que le sucedió años antes, en 1909, estando en Viena en
compañíade Freud. Ambos discutían precisamente sobrela realidad de los
supuestos fenómenos paranormales. En esa época, Freud mantenía una postura
escéptica. Tuvieron que pasar años hasta aceptar la autenticidad de los casos
estudiados porla Parapsicología. Así cuenta Jung lo ocurrido durante la reunión
mantenida con su mentor:
“MientrasFreud exponía sus argumentos, yo sentí una extraordinaria sensación.
Me pareció como si mi diafragma fuera de hierro y se pusiera incandescente. Y en
ese instantesonó un crujido tal en la biblioteca, que se hallaba juntoa nosotros,
que los dos nos asustamos. Creímos que el armario caía sobre nosotros. Tan fuerte
fue el crujido. Le dije a Freud:‘Esto ha sido un fenómeno de exteriorización de los
denominadoscatalíticos’.
‘¡Bah –dijo él-, esto sí que es un absurdo!’.
‘Pues no -le respondí-, se equivoca usted, señor profesor. Y para probarque llevo
razón le predigo ahora que volverá inmeditamentea oírse otro crujido’. Y,
efectivamente: ¡apenashabía pronunciadoestas palabrasse oyó el mismo crujido
en la biblioteca!… No sé aún hoy por qué tenía tal certeza. Pero sabía con total
exactitud que el crujido iba a repetirse. Freud me miró horrorizado. No sé qué
pensaba o qué miraba. En todo caso, este hecho despertó su desconfianza hacia mí
y yo tuve la sensación de haberle hecho algo. Nunca más volví a hablarlede esto”.
SINCRONICIDAD
Para Jung, resultaba insuficiente explicar ciertos fenómenos extraños, relacionados
con la psicologíadel inconsciente, mediante el principio de causalidad. Eso era
algo que le venía preocupando desdesiempre. Durante sus investigaciones, se
topabamuy a menudo con extrañas coincidencias que le resultaban imposibles de
entender por la vía racional. A tales conexiones acausales las bautizó conel
nombre de sincronicidad. “He elegido el término ‘sincronicidad’ porque la
simultaneidad dedos acontecimientos análogos, pero acausalmenteligados,
parece un criterio esencial. Empleo, pues, aquí, el concepto generalde
sincronismo en el sentido especial de coincidencia temporal de dos o más
acontecimientos, relacionados mutuamentedemodo acausal, quetienen un
contenido idéntico o semejante”, explica en La interpretación de la naturaleza y la
psique(1952), obraen la que colaboró el premio Nobel de FísicaWolfgang Pauli.
Ambos consideraron que los fenómenos sincrónicos, aquellos que se producen
simultáneamente sin que medie una relación causal, son muy significativos para
quien los protagoniza. Los experimentos de Rhine -que proporcionaronla prueba
de la existencia de conexiones acausales de sucesos-sirvieron para que Jung
planteara la posibilidad de que el espacio y el tiempo pudieran tener también una
realidad psíquica, no solo física. “Parece como si el espacio y el tiempo
dependieran decondiciones psíquicasy no existieran en sí mismos, sino quefuesen
sólo ‘puestos’ por la conciencia”, sugiere. Partiendo de esa premisa, la
sincronicidad supone entonces un gran desafío al azar. De hecho, constantemente
nos ocurren cosas que consideramos casuales, pero ¿realmente lo son
siempre?… “Sibien la gran mayoría de los hechos casualespodría admitir una
explicación causal, subsisten multitud de ellos que no manifiestan conexión causal
alguna”, puntualiza Jung. Entre los muchos casos que le ocurrió, resulta
especialmente llamativo el registrado el 1 de abril de 1949. Así lo cuenta: “Hoy
viernes. En el almuerzo nos sirven pescado. En la conversación alguien recuerda
incidentalmentela costumbre del ‘pez de abril’. Durantela mañanahabía yo
anotadouna inscripción: ‘Est homo totus medius piscis ab imo’. Por la tarde, una
ex paciente mía a quien no había visto desde meses atrás, vino a mostrarme
algunoscuadros de peces, singularmenteimpresionantes, quehabía pintado
duranteese lapso. Por la noche se me mostró un bordadoquerepresentaba
monstruos marinos pisciformes. El dos de abril, a las primeras horas de la
mañana, otra ex paciente a quien no había visto desde hacía muchosaños, me
relató un sueño en el cual, estando a orillas de un lago, vio a un pez grandequese
acercaba nadandoen dirección a ella, para amarrar, por así decir, a sus pies.
Duranteesos días estaba yo ocupadoen una investigación sobre el símbolo del pez
en la historia”. Dicho relato lo escribió a orillas de un lago. Al terminarlo, se
percató que a escasos metros de dondese encontraba, yacía un pez muerto
totalmente intacto. “En la tarde del día anterior no había allí ningún pez”,
advirtió. ¿Es posible atribuir a la simple casualidad un caso así?…
En conclusión, sus estudios sobreel inconsciente y los fenómenos paranormales -a
veces protagonizados porél mismo como ya hemos visto-, le llevó a considerar
que “existe una cierta probabilidad dequealgo de nuestra psique continúe
viviendo después de la muerte”. Y con ese convencimiento se marchó de este
mundo a la edad de 85 años, dejando tras de sí una huella imborrable de
conocimientos sobreel psiquismo humano.
(Nota: La ‘Obra Completa de C.G.Jung’ha sido publicada en 20 excelentes
volúmenes por la Editorial Trotta).
(Anexo 1)
HÉLÈNE PREISWERK, LA MÉDIUM HISTÉRICA
La oportunidad que tuvo Jung de examinar los trances de su prima Hélène
Preiswerk durante las séances espiritistas -experimentando primero conlas “mesas
giratorias” y más tarde conel “psicógrafo”, método similar a la actual ouija-, le
llevó a interesarse profundamente por la mediumnidad y a establecer los
mecanismos psíquicos queentran en juego durante dicha fenomenología. Ese fue
precisamente el tema que desarrolló en su interesante tesis doctoralde 1902.
Aunque abordó otros casos,secentró preferentemente en Hélène, detallando
minuciosamente los sonambulismos mediúmnicos, automatismos motrices y
distintas personalidadesinconscientes (espíritus) que se manifestaban bajo
los estados alterados de conciencia de la joven. Porregla general, cuando ya
estaban concentrados realizando la sesión y la mesa comenzaba a moverse, la
médium (citada en la tesis como “S.W.”)caíaal suelo, su rostro se volvía pálido,
entraba en un estado cataléptico, respiraba profundamente y, ya en éxtasis,
comenzaba a hablar. En ocasiones, podíaestar así durante dos horas. Dependiendo
del espíritu que se manifestase, unas veces se expresaba en alemán culto, y otras
veces, de forma vulgar. El contenido de sus mensajes era variado y las
conversaciones conlos participantes solían ser muy animadas. Los trances eran
sosegados ypoco gestuales o, por el contrario, muy histriónicos. Quien más se
manifestaba era su abuelo Samuel Preiswerk, que hacía las veces de espíritu-guía,
dándole consejos e impartiendo instrucciones al resto. De vez en cuando, durante
el trance, Hélène sentía que abandonabasu cuerpo físico y, ayudada porlos
espíritus, era trasladada a miles de kilómetros. “Durantelos éxtasis en que
hablaban los espíritus la señorita S.W. emprendía largos viajes, la mayoría de las
veces iba a visitar a parientes suyos, a los quese aparecía; o bien se encontraba
en el Más Allá, ‘en aquelespacio situado entre los astros del que la gente opina
que está vacío; pero en él se encuentran numerosos mundoshabitadospor
espíritus’”, escribe Jung. Estos éxtasis la agotaban mucho y, cuando regresaba al
estado consciente, solíasufrir ceguera histérica durante un buen rato. Según el
psiquiatra, “en las sesiones espiritistas se observan con frecuencia ataques
convulsivos histéricos. Nuestra paciente no presentó nunca manifestaciones
convulsivas, pero sí los estados de sueño o hípnicos peculiares”. Además, constató
que los fenómenos sonambúlicos son especialmente frecuentes justo en el periodo
de la pubertad. En su opinión, existía una estrecha relación entre los trastornos
histéricos sufridos por Hélène y las alteraciones fisiológicas del carácter propias de
esa etapa de la vida. Pero ¿cómo explicar sus percepciones extrasensoriales, sobre
todo, las premoniciones?… “Elhombre debe percibir quevive en un mundoque
en cierto sentido es enigmático. Queen él suceden y pueden experimentarse cosas
que permanecen inexplicables”, declararía al final de su vida.
(Anexo 2)
PSICOANÁLISIS:¿CIENCIAO RELIGIÓN?
C.G. Jung dotó al psicoanalisis de ciertos elementos más o menos mistéricos,
adornándolo con reminiscencias herméticas y simbólicas, por lo que no es de
extrañar que muchos detractores identificasen el movimiento psicoanalítico como
una especie de nuevo culto o secta pseudomística. Eso no desalentó a Jung. Al
contrario, en esas críticas creyó observar que estaba llevando el psicoanálisis al
terreno correcto, conectándolo conlos orígenes de la humanidad, los mitos, los
misterios, el arte, lo sagrado… No en vano, Jung afirmaba que “el psicoanálisis es
una verdad demasiadograndecomo para ser públicamentereconocida como tal.
Primero deberían divulgarseextractos generosamenteadulteradosy diluidos”.
Por consiguiente, el psicoanálisis, más que una disciplina médica, presentaba todas
las características para ser concebido como una especie de “sociedad secreta”. Bien
es verdad que las primeras reuniones psicoanalíticas -que dieron origen a
la Sociedad Psicológica de los Miércoles– invitaban a pensar así, por el ritualismo
y secretismo conque se hacían. Max Graf, un ex-miembro de aquel movimiento
elitista, reconocía: “Elambienteera propio de la fundación de una corriente
religiosa. Freud era su nuevo profeta. Los alumnos -todos inspirados y
convencidos- eran sus apóstoles”. Los partidarios consideraban que quienes se
sometieran al tratamiento psicoanalítico, experimentarían una revitalización de
carácter espiritual. El psicoanálisis venía pues a transformar el mundo, augurando
una Nueva Era para el hombre. Finalmente, logró su propósito depenetrar en las
esferas academicistas, no tanto porsus resultados psicoterapéuticos, sino por la
aceptación que fue adquiriendo en ciertos círculos intelectuales y contraculturales
de la vieja Europa. Actualmente, laAsociación Psicoanalítica Internacional,
fundada porFreud en 1910, está representada en 33 países y cuenta con11.500
miembros. Sin embargo, siguen alzándose muchas voces críticas, como la del
reputado catedrático de psicología Hans J. Eysenck [1], para quien“Freud y el
psicoanálisis deben ser considerados un fracaso. No nos queda másque una
interpretación imaginaria depseudo-acontecimientos, fracasos terapéuticos,
teorías ilógicas e inconsistentes, plagios disimuladosde los predecesores,
percepciones erróneas de valor no demostrado y un grupodictatorial e intolerante
de seguidores que no insisten en la verdad, sino en la propaganda”. En todo caso,
Jung siguió una línea muy alejada de la freudiana -fue notoria su discrepancia
respecto al tema de la libido, negando que todas las neurosis estuviesen motivadas
por traumas o represiones sexuales-, porlo que sus hipótesis sobrela enfermedad
mental y sus trabajos psicoterapéuticos están mejor considerados.
(Anexo 3)
LOS OVNIS COMO ARQUETIPOS [3]
Jung, consu innata curiosidad hacia los enigmas, no podíadejar escapar la ocasión
de estudiar un extraño fenómeno que levantó una gran expectación social desdesu
popularización en los años cincuenta. Nos referimos a los OVNIs. Él abordó el
problema desdeun enfoque psicoanalítico, resultado de lo cual fue su libro
póstumoUn mito moderno. Sobre cosas quese ven en el cielo (1958). La forma de
los llamados, por entonces, platillos volantes correspondíaclaramente al símbolo
mandálico. “El mandalaes una imagen arquetípica cuya existencia a través de los
milenios puedecomprobarse -explica el psicólogo suizo-. Caracteriza la totalidad
o simboliza la totalidad de la persona, del fundamentodelalma expresada
míticamente: simboliza el fenómeno de la divinidad encarnadaen el hombre”. En
dicha obra, se hace eco no solo de esosrumoresvisionarios sobreOVNIs, sino
también de los sueños que tienen a tales objetos como protagonistas y de su posible
significado psicológico. Para Jung, los OVNIs -surgidos de los niveles más
profundos de la psique humana- son símbolos arquetípicos detransformación
individual y colectiva, manifestándose preferentemente en situaciones de crisis. Su
presencia, además, guardaría relación con el paso de la era de Piscis a la de
Acuario. Y los ufonautasrepresentarían a los nuevos dioses tecnológicos. Jung
estaba convencido de que el fenómeno descansasobreuna base emocional y que su
naturaleza es psicoide (entre lo psíquico y lo físico). “La base de este género de
rumor es una tensión afectiva, que tiene su causa en una situación de apremio
colectivo o en una necesidad vital del alma”, afirmó. Tales postulados tuvieron su
eco en determinados círculos ufológicos, influyendo en algunas corrientes
heterodoxas como la paraufología, desdela que se comenzó a cuestionar el posible
origen extraterrestre de los OVNIs y a vincularse más con el factor humano,
haciendo tambalear los cimientos de la ufología clásica.
NOTA: En la primera edición de Paidós del libro de Gerard WehrCarl Gustav
Jung. Su vida, su obra, su influencia, leemos en la página 288 “conciencia
nacional”. Es evidente que se trata de una errata. [Regresar]
http://www.odiseajung.com/articulos/jung-y-los-fenomenos-paranormales/

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Jung y los fenómenos paranormales

  • 1. Jung y los fenómenos paranormales Moisés Garrido Algunas notas a modo de prefacio Por: Raúl Ortega El estilo paradójico, que a veces sin reservas habría que tildar de ambiguo, conel que Jung abordapor aquí y acullá especialmente su producciónoficial, su creación desdey para la “máscara”, provocaa menudo malentendidos entre el público no especializado a la hora de captar el sentido y la implicación auténticos de algunos de sus postulados, especialmente de aquellos más comprometedores para su credibilidad profesional: los que tratan sobretemas relativos a los sectores limíte del conocimiento científico. Es precisamente del Jung más paracientífico del que se ocupaeste artículo que nos llega desdela excelente pluma de Moisés Garrido, originariamente publicado en la revista especializada Más Allá, y es por ello que no viene nada mal puntualizar algunos detalles al respecto, en pro de una claridad que sí está mejor representada en las comunicaciones privadas del maestro, donde se liberaba de tanta reserva. Un material aún muy escondido, como Moisés oportunamente señalará, que hay que rastrear casial estilo arqueológico, y que
  • 2. suele ser conocido, en lo que va saliendo a la luz, sólo porlos especialistas, quedando fuera de foco en el plano de la divulgación general. Por supuesto, la materia de la que se trata, la Psique, es paradójica, oscuray paracientífica per se, y hay aseveraciones sobresu realidad que no pueden ser más concisas y cartesianas de lo que ella en sí misma es. Era “ElOscuro” como apodabana Heráclito, y no lo era en realidad él, sino aquello de lo que se ocupaban sus abismales pensamientos, tan precisos sin embargo en su coherencia lógica como los de Euclides, centrados porcontra en algo tan agradable al entendimiento como es la Geometría, y la mayor parte de laoscuridad junguiana es debida exactamente a esto mismo. Cuando el pensamiento junguiano se vuelve tan impreciso por no otra cosaque tratar de mantenerse coherente conla materia de la que se ocupa, no hay nada que puntualizar, y él, ni en la intimidad del círculo fraterno ni consigo mismo, podíaser más explícito. Este es un lastre que tiene que cargar, en general, cualquier escuela de psicologíaprofunda, de lo inconsciente. La crítica epistemológica a estas disciplinas que llega, porejemplo, desdeun Popper, o las críticas generalizadas que vierte un Eysenck [1] hay que tacharlas de injustas, improcedentes y tendenciosas. Hoy en día ya deberíamos tener plenamente asumido que un matemático planteando teoremas no hace algo muy diferente de escribir poesías,y que los tratados físicos de científicos como Penrose o Hawking están mucho más emparentados conla novela de lo que hubiese podido admitir la
  • 3. filosofía científica de corte decimonónico. En la era en que redescubrimos la subjetividad en lo aparentemente objetivo puro ¿desdequé absurdo paradigma filosófico nos seguimos atreviendo a exigirle matematicidad a la psicología, cuyo objeto de estudio es precisamente lo subjetivo puro? Cuando nuestra aventura numérica para entender la realidad nos ha devuelto al problema nuclear de la Conciencia, todavía hay quien se permite postular que a la Conciencia se la debe entender a través de los números. La Conciencia, o sea, la conciencia y el inconsciente, la Psique, abarca lo científico, lo instintivo, lo religioso y lo artístico. Obviamente requiere una metodología de estudio consecuente conesa omniabarcante naturaleza, y el método científico, tal y como lo entendemos hasta ahora, se ha quedado corto incluso para la Física. Pues las partículas y las galaxias se han revelado también oscuras, heraclitianas, y ya no son mansamente concisas, como los triángulos de Euclides. Por esto Niels Bohr se extendió en sus investigaciones sobrela realidad hasta la filosofía oriental, y acabó grabando en su escudo emblemático el mistérico símbolo del Yin-Yang taoísta, y la leyenda “Contraria suntComplementa“. De hecho, las constantes reuniones privadas en la casa de este eminente físico y en el Instituto de FísicaTeórica (podemos decir que la FísicaCuántica nace desdeel método dialéctico) son un perfecto paralelo con laSociedad Psicológica de los Miércoles, y su relación con Born y Heisenberg, de la que nace la interpretación de
  • 4. Copenhague, un genuino Círculo Hermético. El esotérico blasón del danés se correspondesin más con el misterioso anillo gnóstico de Carl Gustav, y la célebre controversia que mantuvo conun tozudo y dogmático Einstein (por cierto que un auténtico no semidios, sino dios total, para nuestra cultura, patéticamente idealizado por ella al estilo de un Elvis) conel enfrentamiento Freud-Jung. Porotro lado, los horrores del juego sucio y el plagio están a la orden del díaen el mundo científico, en general, desde siempre. Pero claro, para personajes al estilo de Richard Noll las diferencias soncomo de la noche al día: una es la historia de nuestra sagrada Ciencia; la otra, de lo peor de nuestra superchería. Quizás no sepamos nunca si el grandioso Heisenberg no le dio la bombaatómica a Hitler por principios morales o por torpeza en sus cálculos, pero sí que estamos en condiciones de esclarecer algunas opiniones de Jung en relación a los polémicos mundos de lo paranormal y lo religioso, así que vamos sin más dilación a ello. En el artículo se declarará esto. En realidad, es con el protestantismo, y no conel catolicismo, con el que Jung se ensaña más vehementemente, ya que la ausencia de imágenes y representaciones simbólicas en una religión le parece un auténtico pecado. Poresta razón entendía la liturgia católica como más cercana a la realidad religiosa del alma que la luterana. Gerhard Wehr, biógrafo de Jung, se hace eco de estas ideas:
  • 5. No sólo en el protestantismo, sino en general desdelos comienzos de la Reforma, de la era que se vincula estrechamente al desarrollo de la ciencia natural y de una conciencia que se atiene al yo individual, se fue perdiendo la espiritualidad tradicional consu enorme riqueza de imágenes y de signos, de símbolos y misterios. Tres protestantes, Jean Paul (“Discurso de Cristo muerto desdela cima del Universo, en el que afirma que no hay Dios”), Hegel y, sobre todo, Nietzsche, han soñado conla muerte de Dios y la han concebido y proclamado como un acontecimiento próximo. El hombre moderno dirige, altivo, una mirada retrospectiva hacia la niebla de la superstición, de la credulidad medieval y primitiva y al hacerlo olvida por completo que ese pasado espiritual y anímico, con sus imágenes originarias, sostiene la orgullosa conciencia racional [ver nota]. Si no bebe en las capas profundas de la psique -sugiere Jung- el espíritu humano permanecerá, sin duda alguna, como en el aire. El mismo Jung, en una carta a H. Irminger de finales de 1944: Ejerzo la ciencia, pero ninguna apologética ni filosofía alguna, y no tengo ni capacidad ni ganas de convertirme en fundador de una religión. Mi interés es de carácter científico… Parto de un cristianismo positivo que es tanto católico como protestante, y me esfuerzo porseñalar, de forma científicamente responsable,
  • 6. aquellos hechos empíricamente comprensibles que hacen por lo menos verosímil la justificación del dogma cristiano, y en especial el católico. Al respecto de sus relaciones con el judeocristianismo en general, el símbolo cristiano, disponemos también de unas declaraciones especialmente reveladoras de su íntima discípula Barbara Hannah, que le escuchó decir a petit comité, en privado, en el contexto de las Terry Lectures en la Universidad de Yale: […] A este propósito decíaJung a los participantes -y a muchos de ellos esto los impresionó como si fuera la última palabra- que lo único que podemos hacer consiste en seguir el ejemplo de Cristo y vivir nuestra vida de la forma más plena posible, aún cuando se base en errores… Nadie ha descubierto todavía toda la verdad; pero si todos vivimos conla misma integridad y con la misma entrega que Cristo, él decíatener la esperanza de que todos resucitaríamos Tal y como ya avisábamos al principio, Wehr apostilla conrespecto a estas filtraciones de Hannah: Debe tenerse presente que estas expresiones, a la vez sinceras y confidenciales, Jung sólo las formulaba en el estrecho círculo de sus amistades más íntimas o su correspondencia. En cambio, la crítica realizada por la iglesia, se vio obligada
  • 7. muchas veces a señalar que, en materia religiosa, Jung se expresaba de manera en exceso libre y, en realidad, ambigua No viene mal recordar ahora las estrechas relaciones entre la terapia y la religión que la psicologíajunguiana postula: No sólo el Cristianismo, con su simbolismo de la salvación, sino todas las religiones en general, incluidas las modalidades mágicas de la religión de los primitivos, son psicoterapias, las cuales tratan y curan las afecciones del alma y las corporales de origen anímico Una vez señalados estos “pormenores”, podemos retomar el discurso más popular de Jung en lo tocante a estos asuntos, espero que entendiéndose ahora, un poquito mejor al menos, hasta dondealcanza la ambigüedad indecisa y donde comienza la decidida y legítima paradoja en él: Entre todos aquellos de mis pacientes que se hallan más allá de la mitad de la vida, esto es, más allá de los treinta y cinco años, no hay ninguno cuyo problema último no sea el de la actitud religiosa. En efecto, cada uno de ellos enferma en última instancia porque ha perdido lo que las religiones vivientes han dado en todos los tiempos a sus adeptos, y ninguno de ellos se halla realmente curado si no recupera
  • 8. una actitud religiosa, lo cual naturalmente nada tiene que ver con la confesión religiosa ni con la pertenencia a una Iglesia En el campo de lo paranormal podríamos empezar destacando, para complementar lo que vertirá Garrido, que Jung creía en la realidad objetiva de los fantasmas. De hecho, instaba a sus discípulos más cercanos en el arte de interpretar sueños a distinguir entre las personificaciones oníricas de seres fallecidos aquellas que se quedan en el plano simbólico de aquellas que correspondena visitas realesdesde el mundo de los muertos. A lo largo de su vida protagonizó bastantes experiencias al respecto. Una vez, mientras pasabauna noche de fin de semana en una granja recién alquilada por un amigo suyo, en la Inglaterra de 1920, empezó a escuchar extraños ruidos de golpes y goteos, y a notar malos olores. Comenzó a poseerle una especie de parálisis. Entonces se le aparece, a escasos 40 cms. de distancia en su misma almohada, la mitad de una cabeza femenina, de apariencia sólida, que le provocó tal terror que tuvo que pasar todo el resto de la noche sentado en una poltrona, incapaz de volver a la cama. Con posterioridad conocieronél y su amigo que en la aldea cercana corríael rumor de que aquella granja estaba encantada y que espantaba a todos sus inquilinos. Jung trató de explicarse el suceso como exteriorización de contenidos psíquicos, pero le era evidente que aquello estaba ligado a aquel lugar tanto, cuanto menos, como a él mismo, que a pesar del estrés de la febril actividad que llevaba a cabo en Londres en aquella fecha, durmió
  • 9. espléndidamente bien en cualquier otro lugar. La granja fue demolida al poco tiempo. En la torre de Bollingen fue protagonista de dos señaladas anécdotas fantasmagóricas. En una noche de la primavera de 1924, la paz del reposo se le turba por el ruido de música y jolgorio aparentemente procedente del exterior. Dos veces se levantará sobresaltado de la cama a mirar por la ventana, sin encontrar nada. Jung es consciente de que la experiencia no es un sueño, pero tampoco parece darse en plena vigilia. Tiene la representación visual de centenares de figuras vestidas con oscuros ropajes. Especula con la idea de que se trate de duendes, pero ninguna explicación le acaba de convencer: En aquella noche todo era tan plenamente real, o por lo menos así lo parecía, que, situado entre dos realidades, apenas podíaorientarme. No podíaexplicármelo. ¿Qué significaban estos zagales cantando que desfilaban en largas columnas? Me daba la impresión de que habían venido por curiosidad a ver el torreón. Nunca más volví a experimentar o soñar algo semejante. Pero aquel acontecimiento me dejó atónito y no podíarecordarhaber oído algo parecido. Posteriormente hallé un sentido al sueño al leer la crónica de Lucerna de Rennward Cysat del siglo XVII. En ella se narra la siguiente historia: «En un pasto del Monte Pilatos que tiene fama de estar poblado por fantasmas (se dice que hoy todavía allí ronda el espíritu
  • 10. de Wotan), Cysat, en una ascensión al Pilatos, fue molestado por un gran gentío que rodeó su cabaña cantando al sonde la música». Exactamente lo mismo que yo había experimentado en el sueño. Al día siguiente pregunté al vaquero, en cuya cabaña había pasado la noche, qué podríasignificar este hecho. Éste estaba enterado ya: tuvo que ser el sälig lüt, es decir, el ejército de Wotan de las almas descarriadas. Acostumbraban a «rondar» de este modo para hacerse notar […] La explicación del acontecimiento como una compensaciónpsíquicanunca me satisfizo del todo y no me bastaba decir que se trataba de una alucinación. Me sentía obligado a considerar también el carácter de realidad. Por cierto que es extraño que Jung no estuviera informado conantelación de un elemento tan típico del folclore germánico como es el Ejército de Wotan, comparable a la Santa Compaña gallega. Pero esto le concedeuna mayor genuinidad al suceso. El segundo encuentro con lo imposible dejemos que sea él mismo quien nos lo relate, también desde Recuerdos, Sueños, Pensamientos: Cuando en 1923 comenzamos a edificar aquí [en Bollingen] nos visitó mi hija mayor y gritó: «Cómo, ¿tú edificas aquí? ¡Aquí hay cadáveres!» Yo pensé naturalmente: «¡Qué absurdo!¡No vale la pena discutir!» Pero al cabo de cuatro años, cuando recomenzamos las obras, hallamos realmente un esqueleto. Se encontraba a 2,20 metros de profundidad. En el codo derecho se encontró una
  • 11. antigua bala de fusil. Se veía por la posición del esqueleto que había sido echado a la fosa en avanzado estado de descomposición. Pertenecía a las muchas docenas de soldados franceses que en 1799 se ahogaron en el Linth y fueron arrastrados hasta las orillas del lago. Esto sucedió después de que los austríacos volasen el puente de Grynau que los franceses habían asaltado. En el torreón se encuentra una fotografía de la fosa abierta conel esqueleto y la fecha del día en que se halló el cadáver en la torre: el 22 de agosto de 1927. Construí entonces en mi finca una sepultura adecuada al soldado, y disparé tres veces por encima de la tumba. Luego coloqué una lápida con una inscripción. Mi hija había presentido la presencia del cadáver. Su facultad de presentir la heredó de mi abuela materna. Las interpretaciones sobrela cuestión ufológica que divulga la obraUn mito moderno. Sobre cosas que se ven en el cielo [3] me resultan, digamos, poco audaces. En correcta dirección, en general, mas de corto alcance. Pero esto es una apreciación personal. Quizás un día descubramos entre el material privado consideraciones al respecto de mayor relevancia y más apropiadas para un fenómeno de tal magnitud, o quizás tengamos que conformarnos para siempre con esa visión suya. En mi opinión, la de un Jung, lego en la materia, que llega a ella en un momento en que la investigación por parte de los especialistas está en sus albores, la documentación publicada escasa, él ya en la recta final de su larga y egregia vida, sin tiempo ni energías para profundizar mucho más y, quizás lo más
  • 12. importante, sin experiencias propias, que han sido siempre la piedra angular de Jung y los cimientos de su creación, la PsicologíaAnalítica. Queda claro que seguir a partir de ahí es la responsabilidad de todos aquellos que nos sentimos continuadores de su legado. Otro gran mérito de Jung es haberse percatado rápidamente de la importancia de esta sui-generis fenomenología, pero el colectivo junguiano posterior parece no saber aún cómo reaccionar ante ello. JUNG Y LOS FENÓMENOS PARANORMALES “Aquella noche fatídica de junio de 1895, la primera sesión espiritista tuvo un resultado más extraordinario de lo que cabía esperar. Jung se sentó junto con el círculo de mujeres alrededor de una gran mesa redonda de madera, y presidió nerviosamente la sesión. Como era habitualen este tipo de sesiones, colocó en el centro un vaso de agua quepodía reflejar hasta la más imperceptible levitación de la mesa. Ordenó a todos quecolocasen las manos suavementesobre la mesa y las uniesen tocándose unos a otros ligeramente las yemas de los dedos. Al cabo de unos instantes de completo silencio, el aire se volvió espeso, eléctrico. De pronto, el vaso de agua empezó a moverse violentamente. A su pesar, Jung estaba tan
  • 13. aterrorizado como el resto de los participantes. Con grandesdificultades, exclamó: ‘Uno de nosotros es un médium muy dotado’. En aquel momento, la joven Helly palideció y se desplomó en la silla. Y para sorpresa de todos los presentes, empezó a hablar”.Este texto está extraído del libro The Aryan Christ: The Secret Life of Carl Jung (1997), cuyo autor es Richard Noll, psicólogo clínico y profesorde Historia de la Ciencia en la Universidad de Harvard. En dicha obra, se descubren facetas muy poco conocidas deleminente psiquiatra suizo Carl Gustav Jung (1875-1961), entre ellas, su incursión desdejoven en el mundo del espiritismo y de los fenómenos paranormales. Cuando realizó dicha sesión espiritista, Jung estaba a punto de cumplir 20 años. Todavíano podíaimaginar lo que el destino le tenía reservado: convertirse en uno de los más grandes pensadores del siglo XX. Su descubrimiento del inconsciente colectivo produjo una auténtica revolución en el conocimiento de la mente humana. “Así como el cuerpo humano muestra una anatomía generalpor encima y másallá de todas las diferencias raciales, también la psiqueposee un sustrato general que trasciende todas las diferencias de cultura y conciencia, al que he designadocomo inconsciente colectivo”, explica Jung. Era pues de prever que, tanto en la psiquiatría como en el psicoanálisis, terminara aventajando a su insigne mentor Sigmund Freud. Realmente sabemos muy poco de la vida de Jung. Sus herederos siempre han sido muy reacios a la hora de aportar material inédito a los investigadores -como
  • 14. puedan ser sus diarios privados o toda su correspondencia-, con el que poder construir una biografía mínimamente veraz, más centrada en los aspectos humanos y alejada de ese personaje idealizado -a modo de semidios– que su familia y seguidores han tratado de difundir. “Suponealgotremendamenteinjusto queJung se presente como un autor alejadode la realidad, aportandopruebasde oscurantismo que no existen en absoluto en sus escritos”, denuncia Pilar Quiroga, doctoraen Psicologíay autora de la documentada obra C. G. Jung. Vida, obra y psicoterapia (2003). Ni siquiera Recuerdos, Sueños, Pensamientos, libro elaborado cuando Jung tenía 81 años y publicado tras su muerte, puede ser considerado una autobiografía en todaregla, ya que se trata de una colección de escritos hábilmente estructurados por Aniela Jaffé, su ayudante en los albores de su vida. “Jaffé tomó las contribuciones y transcripciones de antiguasconferencias de Jung, añadiósus propias notas sobre las conversaciones que mantuvocon él, puso todo en primera persona y permitió queel conjunto se presentase como una autobiografía a un público confiado”, aclara Noll. De los borradores escritos porJung, se modificaron y eliminaron muchas frases, así como ciertas anécdotas, siempre porsugerencia familiar. Aún así, con ese escaso material biográfico, y a través de sus trabajos teóricos, vivencias personales y conversaciones con sus pacientes, podemos hacernos una idea del gran interés que Jung siempre cultivó hacia los temas
  • 15. limítrofes del conocimiento, que tanto marcarían su trayectoria personal y profesional. CONTACTOSCON EL “MÁS ALLÁ” C. G. Jung nació en el seno de una familia muy piadosa. Su padre, Paul Jung, era pastorprotestante, ejerciendo su labor en la Iglesia Reformada. Y su abuelo materno, Samuel Preiswerk, fue profesorde exégesis bíblica en la Institución Evangélica de Ginebra. Jung, sin embargo, no comulgaba con el judeocristianismo y, menos aún, con el catolicismo [2]. Su alma visionaria y heterodoxa, rechazaba todo dogmatismo religioso. “La ‘religión teológica’ no podía servirme para nada, pues no correspondía a mi experiencia de Dios”, escribiría. En cierto modo, podemos decir que elaboró su propia religión, a caballo entre la magia y el paganismo, influido, sin duda, porlos antiguos cultos mistéricos y el mundo alquímico, temas que siempre le cautivaron. De hecho, el torreón que se construyó en Bollingen, junto al lago de Zurich, fue no solo lugar de soledad y meditación, sino también de encuentros visionarios y otras experiencias transpersonales de profundo significado trascendente. “Desde el principio el torreón se convirtió en un lugarde perfeccionamiento, un seno materno o una figura materna en la cual
  • 16. podía volver a ser lo que soy, lo que fui y lo que seré”, asegura. Allí, sobrela pared del dormitorio, se conserva un mural dondeaparece representado su guía espiritual Filemón -un sabio anciano con largas barbas y alas-, con quien mantuvo contactos extrasensoriales y a quien debe algunos de sus más brillantes descubrimientos sobrela psique humana -la idea del arquetipo, por ejemplo-, según él mismo confiesa. Los diálogos que mantuvo conel mundo de los muertos y los dibujos que realizó bajo estados no ordinarios de conciencia, se recogen en su Libro Rojo, que aún permanece custodiado porsus descendientes. ¿De dóndele vino entonces su interés porla comunicación con los muertos? ¿Acaso de la lectura del Fausto de Goethe a la edad de quince años? Ello ejerció su influencia, qué duda cabe. Tal obra significó para Jung una auténtica revelación. “Inundómialma como un bálsamomaravilloso”, escribe. Tanto es así que al final de su vida creyó ser la reencarnación de Goethe, no ya solo por lo identificado que se sentía con dicho personaje, sino por ciertos sueños extraños que parecían revelarle esa posibilidad. Sin embargo, su acceso al mundo del espiritismo tuvo lugar justo cuando se graduó en la Facultad de Medicina de la Universidad de Basilea, a mediados de 1895. En esas fechas, el espiritismo estaba en auge por toda Europa. Era costumbre, sobretodo entre la alta sociedad, reunirse cada atardecer a la luz de una vela para invocar a los antepasados. Jung sintió curiosidad por el tema y quiso realizar algunas sesiones acompañado de varias mujeres de su
  • 17. familia. Entre ellas, su prima Hélène Preiswerk, que era médium. Porsu parte, la madre de Jung, Emilie Preiswerk, ya había dado buena muestra de sus dotes clarividentes y había protagonizado alguna que otra experiencia relacionada con espíritus. Portanto, aquellas séancesorganizadas porJung resultaron exitosas y los presuntos contactos conlos muertos no tardaron en establecerse. Hélène, conocida también conel nombre de “Helly”, es la joven citada en la narración inicial. En aquella primera sesión coordinadapor Jung, Hélène, de quince años, entró en trance y a través suya se manifestó su abuelo difunto: “No temáis. Os acompaño todos los días. Soy vuestro padre Samuel, quevive con Dios”. Durante el tiempo que duró el éxtasis, la joven viajó astralmente al continente americano para visitar a su tía Bertha. Pormuy delirantes que hoy nos parezcan estas historias mediúmnicas, entonces se vivían con total normalidad, incluso por personas con formación académica, como el propio Jung. De hecho, en torno al espiritismo, se dieron cita grandes personalidades del campo científico. Basta recordar a William Crookes y Charles Richet, premios Nobel de Química y Medicina, respectivamente. Ambos creían en la supervivencia del alma tras la muerte. Lo cierto es que Jung fue testigo del cumplimiento de algunas premoniciones que tuvo Hélène durante sus trances visionarios. Aquello le llevó a profundizar aún más y comenzó incluso a interesarse en los estudios llevados a cabo por la célebre Society for Psychical Research (S.P.R.)de Londres, presidida por el
  • 18. catedrático de Filosofía Henry Sidgwick, institución que en 1882 inaugura el estudio científico y sistemático de los fenómenos metapsíquicos. Seríanlos preámbulos de la futura Parapsicología. Jung estaba fascinado con todo ello, y leía con inusitado interés los notables trabajos del ya citado Crookes y de otros pioneros de la Metapsíquica como William James, F. W. H. Myers, J. C. F. Zoellner, Cesare Lombroso, etc. “A pesar de parecerme tan extrañas y discutibles, las observaciones de los espiritualistas fueron para mí las primeras noticias sobre fenómenos psíquicos objetivos. Los nombres de Zoellner y Crookes me impresionaron y leí, por así decirlo, toda la literatura sobre espiritismo que estaba entonces a mi alcance”, escribe Jung. No es de extrañar que su tesis doctoral versara, entre otras cosas, sobreestas apasionantes cuestiones… PSIQUIATRÍA Y MEDIUMNIDAD Jung creía que el inconsciente puede conectar conotros niveles superiores de la realidad no sometidos a nuestras leyes espacio-temporales. Su cada vez más dilatada formación psiquiátrica, no le hizo dar marcha atrás en sus convicciones, aunque sí se iba mostrando más prudente a la hora de referirse a los espíritus-guías (prefería hablar ya de “personalidadesinconscientes”). Comprendió que el
  • 19. inconsciente escondíademasiados secretos que tenía que ir sacando a la luz, antes de atribuir a posibles fuerzas del más allá los numerosos casos de narcolepsia, criptomnesia, hipnagogia, estado de ensoñación, trance visionario, automatisme ambulatoire, etc., que le iban llegando a su consulta, trabajando ya como psiquiatra en el prestigioso hospital de Burghölzli, durante la primera décadadel siglo XX. “Aun cuandoexisten casos perfectamente dignos de crédito, queda en pie la cuestión de si el fantasma o la voz se identifican con el muerto o son una proyección psíquica, y si la declaración procede realmente del muerto o quizásse origina en el saber existente en el inconsciente”, subraya Jung. Fue su etapa más escéptica, aunque como puntualizó William James, jamás perdió su voluntad de creer… Si bien es cierto que estableció una conexión entre la mediumnidad y la histeria, estudiando la “disociación” de la personalidad de los médiums espiritistas, en ningún momento cuestionó la autenticidad de las facultades metapsíquicas, como la clarividencia o la precognición. En su tesis doctoralde medicina, escrita en 1902 bajo el título Acerca de la psicología y patología de los llamadosfenómenos ocultos, se hace eco de las experiencias mediúmnicas de su prima Hélène (empleó para referirse a ella el pseudónimo “S.W.”), afirmando que a pesar de su personalidad histérica -que provocabasus desvanecimientos y automatismos-, manifestaba auténticas capacidades telepáticas y precognitivas durante esos
  • 20. estados de trance. En la conferencia que pronunció en 1919 ante los miembros de la S.P.R., titulada Los fundamentospsicológicos de la creencia en los espíritus, dejó claro su convencimiento de que las manifestaciones espiritistas se debían a “efectos exteriorizados de complejos del inconsciente”. El ya cada vez más célebre psiquiatra continuó ahondando en el estudio de los fenómenos paranormales, siguiendo una línea marcadamente científica, por eso no le pasó desapercibidas las investigaciones llevadas a cabo a partir de 1934 por el biólogo Joseph B. Rhine, en torno a la llamada “percepciónextrasensorial” (ESP), desdesu laboratorio de la Universidad de Duke. Sus rigurosos análisis estadísticos sobrela telepatía, la clarividencia, la precognición y la psicocinesis hicieron que la Parapsicología adquiriese respetabilidad científica y se multiplicasen las cátedras por todo el mundo. En 1937, Jung tendría la oportunidad de conocerle personalmente. “Por lo menos una parte de la psique no se encuentra sometida a las leyes del espacio y del tiempo -sugiere Jung-. La prueba científica acerca de ello la aportaron los conocidos experimentos de Rhine. Junto a incontables casos de presentimientos espontáneos, las percepciones fuera del espacio y otros casos de este tipo, de los cuales ya he contado algunosejemplos de mi vida, demuestran que la psiqueen ocasiones funciona más allá de la ley de la causalidad espacio- tiempo. De ello se desprendeque nuestras concepciones de espacio y tiempo, y con ello la causalidad,son imperfectas”.
  • 21. EXPERIENCIAS PERSONALES A lo largo de su vida, Jung protagonizó una serie de sucesos anómalos muy significativos que le sirvieron para convencerse, aún más si cabe, de la existencia de una realidad trascendente. No hablamos ya de experiencias visionarias y sueños de abundante material arquetípico -uno de los cuáles le inspiró la idea delinconsciente colectivo-, sino de otros fenómenos englobados en el campo de lo paranormal, como porejemplo, la proyecciónextracorpórea. En 1944, Jung sufrió un infarto cardíaco. Estando inconsciente sintió que abandonaba su cuerpo físico y ascendíahacia lo alto. “Mepareció como si me encontrase allá arriba en el espacio. Lejos de mí veía la esfera de la tierra sumergida en una luz azul intensa. Veía el mar azul profundoy los continentes. Bajo mis pies, a lo lejos, estaba Ceilán y ante mí estaba el subcontinente de la India. Mi campo de visión no abarcaba toda la tierra, sin embargo, su forma esférica era claramente visible, y sus contornos brillaban plateadosa través de la maravillosa luz azul(…) La contemplación de la tierra desde tal altura es lo másgrandioso y más fascinante que he experimentado”.
  • 22. Muchos años atrás, cuando aún vivía consus padres, experimentó algunos fenómenos psicocinéticos a su alrededor. Extrañas explosiones, golpes, rotura de objetos… Durante el verano de 1898, vivió varios episodios de esta naturaleza. Uno de los que más le llamó la atención fue la extraña explosión que oyeron en un mueble aparador. “Comencé a inspeccionar detalladamenteel aparadory lo inmediatoa él, pero sin éxito -cuenta en sus memorias-. En el cajón, conteniendo la cesta del pan, halléel pan y junto a él el cuchillo, cuya hoja estaba destrozada casi por completo. El mangoestaba en un rincón del cesto rectangulary en cada una de las tres restantes esquinashabía un trozo de la hoja del cuchillo. El cuchillo se había empleadotodavía a las cuatro de la tarde y despuésse había guardado. Desdeentonces nadielo había tocado”. Dos semanas antes, el tablero de una mesa se había roto por la mitad inexplicablemente, ante el asombro de toda la familia. “¿Por quéy cómo se partió la mesa y se quebró el cuchillo? La hipótesis de la casualidad resultaba deltodo inadmisible”, reconocería. De casado, siguió protagonizando más incidentes de este tipo. Cuenta cómo en 1916 estos fenómenos paranormales se incrementaron. “Mi hija mayor veía por la noche una figura blanca atravesar la habitación. Mi otra hija contaba - independientementedela primera- quele habían levantadola manta de la cama dos veces por la noche”. Uno de esos días, la campanilla de la puerta de la casa sonó insistentemente: “Yo me encontraba cerca de la campanilla,la oí sonar y ví
  • 23. cómo se movía el martillo. Todos corrieron inmediatamentehacia la puerta para ver quién llamaba ¡pero allí no había nadie!¡Nos miramos como alelados!”. Jung estaba convencido de que aquella incesante fenomenología parapsicológica guardaba estrecha relación conel estado emocional en que se encontraba por aquel entonces. “Era una constelación inconsciente, y la atmósfera característica de tal constelación me era bien conocida como numen de un arquetipo”. Insólito fue también lo que le sucedió años antes, en 1909, estando en Viena en compañíade Freud. Ambos discutían precisamente sobrela realidad de los supuestos fenómenos paranormales. En esa época, Freud mantenía una postura escéptica. Tuvieron que pasar años hasta aceptar la autenticidad de los casos estudiados porla Parapsicología. Así cuenta Jung lo ocurrido durante la reunión mantenida con su mentor: “MientrasFreud exponía sus argumentos, yo sentí una extraordinaria sensación. Me pareció como si mi diafragma fuera de hierro y se pusiera incandescente. Y en ese instantesonó un crujido tal en la biblioteca, que se hallaba juntoa nosotros, que los dos nos asustamos. Creímos que el armario caía sobre nosotros. Tan fuerte fue el crujido. Le dije a Freud:‘Esto ha sido un fenómeno de exteriorización de los denominadoscatalíticos’. ‘¡Bah –dijo él-, esto sí que es un absurdo!’.
  • 24. ‘Pues no -le respondí-, se equivoca usted, señor profesor. Y para probarque llevo razón le predigo ahora que volverá inmeditamentea oírse otro crujido’. Y, efectivamente: ¡apenashabía pronunciadoestas palabrasse oyó el mismo crujido en la biblioteca!… No sé aún hoy por qué tenía tal certeza. Pero sabía con total exactitud que el crujido iba a repetirse. Freud me miró horrorizado. No sé qué pensaba o qué miraba. En todo caso, este hecho despertó su desconfianza hacia mí y yo tuve la sensación de haberle hecho algo. Nunca más volví a hablarlede esto”. SINCRONICIDAD Para Jung, resultaba insuficiente explicar ciertos fenómenos extraños, relacionados con la psicologíadel inconsciente, mediante el principio de causalidad. Eso era algo que le venía preocupando desdesiempre. Durante sus investigaciones, se topabamuy a menudo con extrañas coincidencias que le resultaban imposibles de entender por la vía racional. A tales conexiones acausales las bautizó conel nombre de sincronicidad. “He elegido el término ‘sincronicidad’ porque la simultaneidad dedos acontecimientos análogos, pero acausalmenteligados, parece un criterio esencial. Empleo, pues, aquí, el concepto generalde sincronismo en el sentido especial de coincidencia temporal de dos o más
  • 25. acontecimientos, relacionados mutuamentedemodo acausal, quetienen un contenido idéntico o semejante”, explica en La interpretación de la naturaleza y la psique(1952), obraen la que colaboró el premio Nobel de FísicaWolfgang Pauli. Ambos consideraron que los fenómenos sincrónicos, aquellos que se producen simultáneamente sin que medie una relación causal, son muy significativos para quien los protagoniza. Los experimentos de Rhine -que proporcionaronla prueba de la existencia de conexiones acausales de sucesos-sirvieron para que Jung planteara la posibilidad de que el espacio y el tiempo pudieran tener también una realidad psíquica, no solo física. “Parece como si el espacio y el tiempo dependieran decondiciones psíquicasy no existieran en sí mismos, sino quefuesen sólo ‘puestos’ por la conciencia”, sugiere. Partiendo de esa premisa, la sincronicidad supone entonces un gran desafío al azar. De hecho, constantemente nos ocurren cosas que consideramos casuales, pero ¿realmente lo son siempre?… “Sibien la gran mayoría de los hechos casualespodría admitir una explicación causal, subsisten multitud de ellos que no manifiestan conexión causal alguna”, puntualiza Jung. Entre los muchos casos que le ocurrió, resulta especialmente llamativo el registrado el 1 de abril de 1949. Así lo cuenta: “Hoy viernes. En el almuerzo nos sirven pescado. En la conversación alguien recuerda incidentalmentela costumbre del ‘pez de abril’. Durantela mañanahabía yo anotadouna inscripción: ‘Est homo totus medius piscis ab imo’. Por la tarde, una
  • 26. ex paciente mía a quien no había visto desde meses atrás, vino a mostrarme algunoscuadros de peces, singularmenteimpresionantes, quehabía pintado duranteese lapso. Por la noche se me mostró un bordadoquerepresentaba monstruos marinos pisciformes. El dos de abril, a las primeras horas de la mañana, otra ex paciente a quien no había visto desde hacía muchosaños, me relató un sueño en el cual, estando a orillas de un lago, vio a un pez grandequese acercaba nadandoen dirección a ella, para amarrar, por así decir, a sus pies. Duranteesos días estaba yo ocupadoen una investigación sobre el símbolo del pez en la historia”. Dicho relato lo escribió a orillas de un lago. Al terminarlo, se percató que a escasos metros de dondese encontraba, yacía un pez muerto totalmente intacto. “En la tarde del día anterior no había allí ningún pez”, advirtió. ¿Es posible atribuir a la simple casualidad un caso así?… En conclusión, sus estudios sobreel inconsciente y los fenómenos paranormales -a veces protagonizados porél mismo como ya hemos visto-, le llevó a considerar que “existe una cierta probabilidad dequealgo de nuestra psique continúe viviendo después de la muerte”. Y con ese convencimiento se marchó de este mundo a la edad de 85 años, dejando tras de sí una huella imborrable de conocimientos sobreel psiquismo humano.
  • 27. (Nota: La ‘Obra Completa de C.G.Jung’ha sido publicada en 20 excelentes volúmenes por la Editorial Trotta). (Anexo 1) HÉLÈNE PREISWERK, LA MÉDIUM HISTÉRICA La oportunidad que tuvo Jung de examinar los trances de su prima Hélène Preiswerk durante las séances espiritistas -experimentando primero conlas “mesas giratorias” y más tarde conel “psicógrafo”, método similar a la actual ouija-, le llevó a interesarse profundamente por la mediumnidad y a establecer los mecanismos psíquicos queentran en juego durante dicha fenomenología. Ese fue precisamente el tema que desarrolló en su interesante tesis doctoralde 1902. Aunque abordó otros casos,secentró preferentemente en Hélène, detallando minuciosamente los sonambulismos mediúmnicos, automatismos motrices y distintas personalidadesinconscientes (espíritus) que se manifestaban bajo los estados alterados de conciencia de la joven. Porregla general, cuando ya estaban concentrados realizando la sesión y la mesa comenzaba a moverse, la médium (citada en la tesis como “S.W.”)caíaal suelo, su rostro se volvía pálido, entraba en un estado cataléptico, respiraba profundamente y, ya en éxtasis,
  • 28. comenzaba a hablar. En ocasiones, podíaestar así durante dos horas. Dependiendo del espíritu que se manifestase, unas veces se expresaba en alemán culto, y otras veces, de forma vulgar. El contenido de sus mensajes era variado y las conversaciones conlos participantes solían ser muy animadas. Los trances eran sosegados ypoco gestuales o, por el contrario, muy histriónicos. Quien más se manifestaba era su abuelo Samuel Preiswerk, que hacía las veces de espíritu-guía, dándole consejos e impartiendo instrucciones al resto. De vez en cuando, durante el trance, Hélène sentía que abandonabasu cuerpo físico y, ayudada porlos espíritus, era trasladada a miles de kilómetros. “Durantelos éxtasis en que hablaban los espíritus la señorita S.W. emprendía largos viajes, la mayoría de las veces iba a visitar a parientes suyos, a los quese aparecía; o bien se encontraba en el Más Allá, ‘en aquelespacio situado entre los astros del que la gente opina que está vacío; pero en él se encuentran numerosos mundoshabitadospor espíritus’”, escribe Jung. Estos éxtasis la agotaban mucho y, cuando regresaba al estado consciente, solíasufrir ceguera histérica durante un buen rato. Según el psiquiatra, “en las sesiones espiritistas se observan con frecuencia ataques convulsivos histéricos. Nuestra paciente no presentó nunca manifestaciones convulsivas, pero sí los estados de sueño o hípnicos peculiares”. Además, constató que los fenómenos sonambúlicos son especialmente frecuentes justo en el periodo de la pubertad. En su opinión, existía una estrecha relación entre los trastornos
  • 29. histéricos sufridos por Hélène y las alteraciones fisiológicas del carácter propias de esa etapa de la vida. Pero ¿cómo explicar sus percepciones extrasensoriales, sobre todo, las premoniciones?… “Elhombre debe percibir quevive en un mundoque en cierto sentido es enigmático. Queen él suceden y pueden experimentarse cosas que permanecen inexplicables”, declararía al final de su vida. (Anexo 2) PSICOANÁLISIS:¿CIENCIAO RELIGIÓN? C.G. Jung dotó al psicoanalisis de ciertos elementos más o menos mistéricos, adornándolo con reminiscencias herméticas y simbólicas, por lo que no es de extrañar que muchos detractores identificasen el movimiento psicoanalítico como una especie de nuevo culto o secta pseudomística. Eso no desalentó a Jung. Al contrario, en esas críticas creyó observar que estaba llevando el psicoanálisis al terreno correcto, conectándolo conlos orígenes de la humanidad, los mitos, los misterios, el arte, lo sagrado… No en vano, Jung afirmaba que “el psicoanálisis es una verdad demasiadograndecomo para ser públicamentereconocida como tal. Primero deberían divulgarseextractos generosamenteadulteradosy diluidos”. Por consiguiente, el psicoanálisis, más que una disciplina médica, presentaba todas
  • 30. las características para ser concebido como una especie de “sociedad secreta”. Bien es verdad que las primeras reuniones psicoanalíticas -que dieron origen a la Sociedad Psicológica de los Miércoles– invitaban a pensar así, por el ritualismo y secretismo conque se hacían. Max Graf, un ex-miembro de aquel movimiento elitista, reconocía: “Elambienteera propio de la fundación de una corriente religiosa. Freud era su nuevo profeta. Los alumnos -todos inspirados y convencidos- eran sus apóstoles”. Los partidarios consideraban que quienes se sometieran al tratamiento psicoanalítico, experimentarían una revitalización de carácter espiritual. El psicoanálisis venía pues a transformar el mundo, augurando una Nueva Era para el hombre. Finalmente, logró su propósito depenetrar en las esferas academicistas, no tanto porsus resultados psicoterapéuticos, sino por la aceptación que fue adquiriendo en ciertos círculos intelectuales y contraculturales de la vieja Europa. Actualmente, laAsociación Psicoanalítica Internacional, fundada porFreud en 1910, está representada en 33 países y cuenta con11.500 miembros. Sin embargo, siguen alzándose muchas voces críticas, como la del reputado catedrático de psicología Hans J. Eysenck [1], para quien“Freud y el psicoanálisis deben ser considerados un fracaso. No nos queda másque una interpretación imaginaria depseudo-acontecimientos, fracasos terapéuticos, teorías ilógicas e inconsistentes, plagios disimuladosde los predecesores, percepciones erróneas de valor no demostrado y un grupodictatorial e intolerante
  • 31. de seguidores que no insisten en la verdad, sino en la propaganda”. En todo caso, Jung siguió una línea muy alejada de la freudiana -fue notoria su discrepancia respecto al tema de la libido, negando que todas las neurosis estuviesen motivadas por traumas o represiones sexuales-, porlo que sus hipótesis sobrela enfermedad mental y sus trabajos psicoterapéuticos están mejor considerados. (Anexo 3) LOS OVNIS COMO ARQUETIPOS [3] Jung, consu innata curiosidad hacia los enigmas, no podíadejar escapar la ocasión de estudiar un extraño fenómeno que levantó una gran expectación social desdesu popularización en los años cincuenta. Nos referimos a los OVNIs. Él abordó el problema desdeun enfoque psicoanalítico, resultado de lo cual fue su libro póstumoUn mito moderno. Sobre cosas quese ven en el cielo (1958). La forma de los llamados, por entonces, platillos volantes correspondíaclaramente al símbolo mandálico. “El mandalaes una imagen arquetípica cuya existencia a través de los milenios puedecomprobarse -explica el psicólogo suizo-. Caracteriza la totalidad o simboliza la totalidad de la persona, del fundamentodelalma expresada míticamente: simboliza el fenómeno de la divinidad encarnadaen el hombre”. En
  • 32. dicha obra, se hace eco no solo de esosrumoresvisionarios sobreOVNIs, sino también de los sueños que tienen a tales objetos como protagonistas y de su posible significado psicológico. Para Jung, los OVNIs -surgidos de los niveles más profundos de la psique humana- son símbolos arquetípicos detransformación individual y colectiva, manifestándose preferentemente en situaciones de crisis. Su presencia, además, guardaría relación con el paso de la era de Piscis a la de Acuario. Y los ufonautasrepresentarían a los nuevos dioses tecnológicos. Jung estaba convencido de que el fenómeno descansasobreuna base emocional y que su naturaleza es psicoide (entre lo psíquico y lo físico). “La base de este género de rumor es una tensión afectiva, que tiene su causa en una situación de apremio colectivo o en una necesidad vital del alma”, afirmó. Tales postulados tuvieron su eco en determinados círculos ufológicos, influyendo en algunas corrientes heterodoxas como la paraufología, desdela que se comenzó a cuestionar el posible origen extraterrestre de los OVNIs y a vincularse más con el factor humano, haciendo tambalear los cimientos de la ufología clásica. NOTA: En la primera edición de Paidós del libro de Gerard WehrCarl Gustav Jung. Su vida, su obra, su influencia, leemos en la página 288 “conciencia nacional”. Es evidente que se trata de una errata. [Regresar]