La arquitectura romana se caracteriza por el uso frecuente del arco de medio punto, la bóveda de cañón y las cúpulas semiesféricas. También empleaban pilares cilíndricos o cruciformes, columnas adosadas, arcos fajones, contrafuertes y arquivoltas para reforzar estructuras. Las bóvedas de cañón se construían prolongando arcos de medio punto y podían intersectarse para formar bóvedas de arista en espacios cuadrangulares.