La primera casa de moneda en América se estableció en la Ciudad de México en 1535 por orden real. Inicialmente, las monedas que circularon fueron de plata de baja calidad. En 1732 se adoptó un sistema de acuñación más sofisticado de la Península Ibérica que mejoró la calidad de las monedas. En el siglo XIX se establecieron casas de moneda provinciales y la Casa de Moneda de México se arrendó a una compañía inglesa, aunque recuperó el control del gobierno en