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No tengas miedo al desierto. J. Boada
1. ied o al
nga s m
N o te o
des iert
Jaume Boada i Rafí O.P.
2. Peregrino orante:
No tengas miedo al desierto. Plenamente solo con el Solo. Cara a cara
frente a Él, a rostro descubierto ante El. Tú solo con Él, sin miedo,
descalzo, con un corazón de discípulo, dispuesto a todo, abandonado
en las manos del Padre, en plena comunión con todo hombre
hermano.
3. Cuando inicias una ruta de
silencio, pronto percibes que
estás entrando en una
escuela de contemplación. En
ella aprendes las actitudes
esenciales del orante y
pronto percibes que Dios
es… como un gran silencio.
Por eso fuiste peregrino del
silencio.
4. Desde la venida de Cristo conocimos a Dios
como Palabra. Cristo es Dios-Palabra, la
Palabra que da sentido a todas nuestras
palabras. Sólo te encontrarás con Dios-
.
Palabra desde el silencio
Mira tus palabras: ¿acaso te cuesta ver que son , tantas veces, vacías?
No pienses que pretendo hacer un juego con mis palabras. Piensa y
verás: si tu palabra no ha sido madurada en el silencio, está vacía. Si tus
oraciones no han sido maceradas por el silencio, son huecas, tan huecas
que pueden no ser verdad. Serían como un sorbo de aire de tus
pulmones que suena en tu voz.
5. Aprendiste a orar en la vida,
pero para entrar en el corazón
del misterio de Dios, has de
amar el silencio. Por esto,
peregrino orante, te repito: no
tengas miedo al desierto. Jesús
te invita a entrar.
No tengas miedo al desierto aunque te parezca excesivamente
silencioso. A lo mejor te sientes, incluso, solo. Aún no te has
. acostumbrado. No pasará mucho tiempo sin que puedas
comprobar tú mismo que es el lugar de la presencia del Dios
vivo
6. María, Virgen Madre del camino, vivió en la pureza luminosa y
blanca del silencio su preparación para decir el sí que la convirtió
en Madre, la Madre de Cristo. Cuando aún no tenía al Hijo en sus
manos de Madre, cuando el Ángel ya se había retirado y la había
dejado sola, comenzó a amarlo en su corazón lleno de silencio.
7. El desierto, peregrino orante, es un camino de silencio, y en el
silencio comienzas a orar en verdad.
Tu ruta de silencio se convirtió en escuela de oración.
El desierto es el lugar de la soledad. Allí encuentras al Señor
que, en la intimidad de tu corazón, te ama y te espera.
Pronto verás la necesidad de reconstruir la tienda que acoge tu
propia oración. Es el oráculo del Señor, que nos llega a través del
profeta Amós: Aquel día levantaré la tienda caída de David,
repararé los destrozos, la apartaré de las ruinas y la reconstruiré
tal como estaba en otro tiempo, oráculo del Señor. Él hará esto.
8. El desierto no es solo un lugar. Es
también un tiempo, es la ocasión de
experimentar que Dios es el Padre,
siempre cercano. No gusta del ruido. Es
necesario que lo sientas en el silencio.
Con el oído del corazón descubres su bondad. Verás que
su amor por ti no tiene límites.
Cuando experimentes su amor comenzarás a orar de otra manera.
Tus ojos quedarán iluminados con su presencia. Cristo Jesús, su
palabra, resonará en tu vida, peregrino orante, de otra manera. Lo
experimentarás cuando liberes tu alma del remolino ensordecedor de
las palabras.
9. Cuando oras entras en el misterio de
Dios, descubres que Dios es un gran
silencio y que su misterio es designio de
amor para ti. Cuando contemplas, acoges
ese designio de amor y aceptas el
misterio de su voluntad en tu vida.
Es necesario que leas y escuches la Palabras. La Palabra es
Cristo. Escucha a Cristo, escúchalo en el silencio de tu
corazón orante. Atiende su voz cuando te habla a través de tus
hermanos.
10. En el desierto vives en una total dependencia de Dios. No
busques palabras que distraigan tu soledad, ni te entretengas
con libros más o menos piadosos. Él, el Padre, por Cristo amigo
y amado, ha de ser tu único Camino. Él te dice, sin cesar, su
Palabra.
Reencuéntrate contigo mismo solo, plenamente
solo, con el Amor. Después nunca más te perderás.
11. Dice un ermitaño poeta "Te he reencontrado en el desierto,
Señor. Me rodean piedras y montañas, pero se conmueven mis
entrañas porque, quien te encuentra, ya no se pierde".
12. Cuando completamente desnudo de
palabras, encuentras a Dios en el
camino del silencio y ves que te ama y
desea establecer su morada en tu
corazón, ya no lo puedes perder ni te
puedes perder.
Encontraste el tesoro escondido de que habla
Jesús. Es el Dios- Amor que vive en ti.