La vida en el Neolítico se caracterizó por el desarrollo de la agricultura y la ganadería, lo que permitió el surgimiento de sociedades sedentarias más especializadas. Las personas vivían en poblados estables y cada miembro tenía un rol específico como cultivador, defensor o artesano. La tecnología mejoró con herramientas de piedra más avanzadas, la fabricación de tejidos y cerámica. También surgieron creencias religiosas como el culto a los muertos y la vida después de la muerte.