Este documento discute el poder y la importancia de las palabras. Señala que la lengua, aunque pequeña, puede hacer grandes cosas, tanto positivas como negativas. Las palabras pueden bendecir o maldecir, edificar o destruir. El cristiano debe producir solo frutos de bendición a través de sus palabras. Con la ayuda del Espíritu Santo, podemos dominar nuestra lengua y usarla para inspirar esperanza y fe en los demás.